domingo, 30 de septiembre de 2007

Para una teoría de los sentimientos


Propongo la siguiente clasificación:

1.- Naturales: obedecen al propósito de la supervivencia individual.

1.1.- Afectivos: basados en una relación de reciprocidad empírica (familiares, erótico-amorosos, sociales, etc.).

1.2.- Paraafectivos: generados mediante proyección empática (religiosos, humanistas, animistas, ecologistas, etc.).

2.- Contranaturales: se oponen al instinto de autoconservación.

2.1.- Altruístas: operan según los principios de traslación universal -la regla de oro- y gratuidad (héroes, santos, etc.).

2.2.- Anormales: se sustentan tanto en la libertad como en la reciprocidad (homosexuales, caníbales, menosesmasianos, etc.).

2.3.- Criminales: fúndanse sólo en la libertad y en la gratuidad (ver ateísmo y moral inmanente).

viernes, 28 de septiembre de 2007

Diferencia entre acción y pasión




No es vergonzoso que el hombre sucumba bajo el dolor, pero sí es vergonzoso sucumbir bajo el placer. ¿A qué se debe, pues, que sea glorioso para la razón sucumbir bajo el esfuerzo del dolor, y que le parezca vergonzoso sucumbir bajo el esfuerzo del placer? A que no es el dolor lo que nos tienta y nos atrae; somos nosotros mismos los que lo elegimos voluntariamente y queremos hacer que nos domine, de tal suerte que señoreamos la cosa, y de ese modo el hombre sucumbe a sí mismo; en cambio en el placer es el hombre el que sucumbe al placer.

Pascal

Si Pascal fuera racionalista


Por si alguien no se había dado cuenta, este blog es un homenaje a los señores aquí retratados, a mi juicio los dos genios más perdurables que ha dado Europa. Pude haber titulado este espacio de la misma forma que el presente post, pero me pareció poco apropiado. Finalmente preferí sacrificar la claridad al decoro.

jueves, 27 de septiembre de 2007

Las mónadas también lloran


Para que una manifestación de dolor -incluso así definida- nos resulte creíble tenemos que presuponer una suerte de individualidad en lo que expresa padecimiento. Ahora bien, afirmar que las plantas son individuos me parece problemático, muy difícilmente argumentable. La alternativa implica sostener que los individuos se encuentran en todas partes (sean o no seres vivos) en forma de substancias invisibles. Esta hipótesis tiene un nombre antiguo: se llama monadología.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

El meme herético




Es esencial tanto en los ateos como en los gnósticos el ver en el universo algo 1) perfectible, 2) indiferente al bien o al mal y 3) hostil al hombre. Ya algunos clásicos hablaban de la naturaleza como "madrastra", y hablaban con gran ignorancia y atrevimiento. Los gnósticos heredaron esa visión de los paganos; los ateos la habéis heredado de los gnósticos.

Así, mientras que en la religión cristiana el paraíso y su pérdida son acontecimientos interiores y simbólicos, en las metafísicas pagana, gnóstica y atea adquieren una dimensión desiderativa o puramente mítica.

Todos los memes no llevan a Roma


Esto
es interesante, sí, pero al fin y al cabo nada más que una reductio ad simium. Si los hombres fuéramos tan perfectamente racionales como los simios, la humanidad vendría a ser una proyección geométrica, sólo que optimizada, de lo simiesco.

Yo dudo de esta tesis. Y seguiré dudando hasta que me muestren actitudes completamente inútiles y hasta perjudiciales de los simios, pero aun así queridas y comúnmente efectuadas por ellos. Porque un hombre antisocial y un mono antisocial no son magnitudes comparables. Sólo en el hombre lo sociable equivale a lo racional.

Entendemos por actitud sociable aquella que tiende a buscar el mayor beneficio propio por los medios menos lesivos. No hay misterio aquí, ni gato encerrado. Por definición, lo más lesivo para un ser social que vive en sociedad es obrar antisocialmente.

Dicho de otra manera: las posibilidades que un macho dominante tiene de escapar a la venganza de sus congéneres simios son infinitamente mayores que las de cualquier criminal de nuestra especie, incluso en culturas subdesarrolladas y semisalvajes.

Spinoza dejó escrito que el hombre es lo más útil para el hombre. Esto no se aplica a ninguna bestia, cuya utilidad máxima reside en ser fiel al instinto y perfeccionarlo. Da que pensar, por otro lado, que la sociabilidad humana tenga tanto de instintivo como de contrainstintivo.

Sustancialismo


- Jamás he pretendido enseñar pintura a los ciegos o música a los sordos, y, sin embargo, hay muchas cegueras y muchas sorderas que son curables.

- ¡Pues a curarlas!

- ¿Y si los ciegos o los sordos ignoran que lo están y se obstinan en no dejarse curar, y dicen aquéllos que todas esas figuras y colores de que hablamos no son más que ilusiones y desvaríos que perturban la sana comprensión de las cosas, y dicen los sordos que el lenguaje y la música no sirven más que para trastornar a las gentes? Hay sordo que asegura que vive muy bien sin oído, y debe de parecerle muy ridículo el que dos hombres se pongan frente a frente y se estén mirándose y moviendo los labios y pretendan que así se entienden.

- ¡Siempre las metáforas!

- Ni hay otro remedio, sobre todo cuando hay que hablar de cosas para cuya expresión no se ha hecho el lenguaje.

- Presumo que te has de encontrar con muchos que te digan que maldito si les ha atormentado nunca ese instinto de perpetuación.

- No son tantos en España.

- ¿En España? ¿Y por qué en España?

- Porque eso que tanto se nos ha echado en cara, eso que ha hecho decir que somos un pueblo sombrío y que por mirar al cielo hemos desatendido lo de la tierra, eso que muchos extranjeros llaman nuestro culto a la muerte, no es tal sino culto a la inmortalidad. Dudo que haya pueblo de tanta vitalidad, que tan agarrado esté a la vida. Y es por agarrarse tanto a ella por lo que no se resigna a soltarla. Abrigo la esperanza de que los españoles, la masa quiero decir, no caerán jamás en la concepción esteticista, en tomar al mundo en espectáculo y procurar divertirse en él lo más posible, viendo desfilar la historia del olvido. Algo que quien yo me sé llamaría materialismo, y que yo, si no rehuyera motes, llamaría sustancialismo, nos lo impide. Lee atentamente "La vida es sueño", y debajo de esa portentosa revelación de la filosofía española verás la más vigorosa afirmación de la sobrevida. Al llamar así sueño a la vida, es por creerse en una vigilia, en un despertar; eso que parece una tesis fenomenista o tal vez nihilista, es la tesis más vigorosamente afirmativa de una realidad trascendente. Estamos soñando la vida y viviendo la sobrevida, créemelo.

Unamuno

martes, 25 de septiembre de 2007

¿Idealismo? No, gramática


Y luego ese idealismo espiritualista, que tanto daño hace siempre…¿qué es eso de ser “legítimo propietario” de los órganos? ¿Y quién es el “propietario”? ¿El alma? ¿El hipotálamo? ¿El neocortex?.

ERZ, en los comentarios.


Mi cuerpo es aquella porción de materia que controlo directamente, esto es, sin mediación de otro cuerpo. Ello exige postular el alma o, al menos, una suerte de subjetividad unitaria. De lo contrario, hallaríamos que o bien todo es mi cuerpo (pues todo lo que me rodea influye en mi obrar), o bien nada es mi cuerpo (ya que no soy más dueño de mis acciones que de las de mi vecino). Tanto en uno como en otro caso, mi cuerpo actual desaparece y se convierte en un concepto construible, verbal. No sé si esta extraña forma de razonar es lo que tú entiendes por materialismo.

lunes, 24 de septiembre de 2007

Adiós al ateísmo. Los últimos días de la razón


Ser librepensador es hoy algo anacrónico. No veo que haya gran diferencia entre el siervo y el ciudadano, si a este último no se le estimula el gusto por discurrir y cuestionarse lo dado. Un gusto sutil, más allá de críticas globales y totalitarias que, por destructivas, no arreglan nada.

Porque una cosa es difundir información al servicio de determinados intereses económicos y otra muy distinta es someter tus principios a una confrontación dialéctica. Hemos perdido la afición a las paradojas, si alguna vez la tuvimos. En el examen de las razones propias y ajenas pasamos de lo incuestionablemente verdadero a lo aberrantemente absurdo.

"Sí" y "no" son sólo dos palabras, aunque ellas solas basten para domesticar el buen sentido. No solemos atrevernos con los argumentos cuyo reverso presenta visos de plausibilidad, y cuando lo hacemos es a fuerza de simplificaciones y falsas analogías.

La pérdida de la ecuanimidad es, pues, contagiosa. En la sociedad del espectáculo el destinatario tiende a mimetizar a uno de los bandos, más que a sintetizar o a contrastar las posiciones de éstos. De hecho, el entretenimiento político que se proporciona al hombre medio está pensado para afianzarlo en esta actitud perezosa y narcisista de identificación. El análisis, sin embargo, es descomposición y reformulación sin tregua, una suerte de artesanía. No casa bien con los productos prefabricados de partido.

Las democracias occidentales perecerán pronto por dos motivos fáciles de predecir: la corrupción moral de las elites y el embrutecimiento intelectual de las bases. Ahora las masas y las clases dirigentes son cómplices: no puede hundirse una sin arrastrar a la otra, por estar recíprocamente legitimadas. Es el juego de equilibrios diabólico que conlleva el sistema parlamentario. Antes podía hablarse -desde un cierto dualismo- de gobernantes providenciales o de elementos revolucionarios. Ya no. El Estado en bloque es quien se va a pique.

Todo lo cual puede resumirse en lo siguiente: a más democracia, menos razón. A menos razón, menos esperanza.

Esprit de finesse


El pecado original es locura ante los hombres, pero se le ofrece como tal. Por tanto, no debéis reprocharme la falta de razón de esta doctrina, pues yo la propongo como algo sin razón. Pero esta locura es más sabia que toda la sabiduría de los hombres, sapientus est hominibus. Porque, sin esto, ¿qué se dirá que es el hombre? Todo su estado depende de este punto imperceptible. ¿Y de qué manera podría hacérsele perceptible a través de su razón, al tratarse de algo que va contra la razón, y que su razón, lejos de inventarlo por sus vías, se lo aleja cuando se lo presenta?

Pascal. Pensamientos.

viernes, 21 de septiembre de 2007

Credenciales


Sólo el desgraciado puede describir la felicidad. Y nadie más que quien es en extremo feliz está en disposición de perorar sobre el mal.

Una moral para todos los pueblos


La moral laica puede ser:

1) Legislada.

2) No legislada.

Si es legislada es inmoral, ya que es impuesta; y si no lo es carece de seriedad. En la moral católica, en cambio, hay leyes para este mundo que han de sancionarse en el otro (y en este el día del Juicio). Eso la convierte en mucho más dúctil y menos burocrática que una hipotética "moral universal laica", como muestro a continuación.

Las penas del infierno tienen la particularidad de no asustar a ningún ateo, ni tampoco a los que consideran que Dios y su ley son malos (gnósticos). Es decir, a los mismos que han decidido desobedecer voluntariamente los preceptos de la religión positiva, los cuales no se verían sujetos por compulsión alguna a obrar de un determinado modo, ya que lo hacen según sus creencias y valoraciones.

Por otro lado, no hay ningún verdadero creyente que crea sólo por miedo. No se puede tener miedo a Dios hasta que no se cree en Dios. El error intelectual, la credulidad o la estupidez congénita, como se quiera, pueden conducir a la creencia o a la descreencia. Pero ¿el miedo? En absoluto.

Por tanto, todos los que creen sinceramente en Dios y obedecen Su voluntad lo hacen de forma libre y sin coacciones, estén o no equivocados. Otro tanto para los que no creen y conculcan los mandamientos.

Sólo hay, pues, un camino para que la moral sea universal y autónoma: la extensión de la fe verdadera.

* * *

Enlace interno.

jueves, 20 de septiembre de 2007

Por sus frutos




Si la historia fuera rectilínea, podría predecirse fácilmente. Pero es ondulada. De la decadencia del cristianismo ha surgido el ateísmo secular e ilustrado. El ocaso del ateísmo sólo puede alumbrar fanáticos.

Nisi Dominus


Si la moral no tuviera nada que ver con la religión, entonces tampoco la inmoralidad. Ahora bien, que exista un derecho natural inteligible por todos no implica que las religiones no puedan estar relacionadas con éste. En concreto sirven para fundamentarlo más allá de los estrictos intereses de supervivencia de la especie, universalizando la justicia en todo tiempo y lugar. Además, el derecho natural nada nos dice de la tendencia del hombre a obrar irracionalmente “ex profeso”, por lo que como disciplina ética resulta insuficiente o poco realista.

En fin, el ateo puede tener una moral natural e irreligiosa, pero su condición de tal, que lo exime de leyes y mandamientos absolutos, lo convierte en un ser propenso a la traición, el hedonismo y la idolatría.

* * *

Enlace externo. (Actualización: Inservible. Todos mis comentarios y respuestas en la discusión -más de diez- han sido borrados a mayor gloria de Dawkins. No me quejo. En otros sitios ni siquiera pasan la censura previa).

Resumen de la postura mantenida por mí en la controversia:

1) La creencia en Dios es un estímulo psicológico adicional para la virtud, semejante a la satisfacción tras contemplar el resultado de una buena obra. Sólo el ser humano posee este estímulo, además de una capacidad intelectual mucho mayor que el resto de especies.

2) Ahora bien, mientras que los animales siguen pautas de moralidad racionales y casi inamovibles, a los hombres no se les puede enseñar la virtud con garantías de que la mantengan. De ahí la cita de Ulpiano, para quien el derecho natural es aquel que la naturaleza enseñó a todos los animales.

3) Así, el iusnaturalismo, al no disponer de ningún elemento que explique el placer humano por hacer a sabiendas lo que no nos conviene, es poco realista o incompleto, aunque parta de una verdad de base: la común inteligencia de la justicia.

4) Si no somos conscientes del origen del mal, no podremos indagar su remedio. El cristianismo es la única religión que habla del pecado original y lo constituye en fundamento de su doctrina y su soteriología. Ergo, es la mejor religión y la más veraz.

5) El ateísmo, en cambio, no reconoce ninguna autoridad por encima del discernimiento individual de lo bueno y de lo malo, facultad previa a la constitución de cualquier Estado y a la fundación de todo credo. Es un anarquismo intelectual en potencia (nihilismo).

6) Los ateos pueden comportarse como seres aparentemente morales gracias a la influencia cristiana y a la inculcación en ellos de los mismos valores que han acabado por asumir sin fundamento. No existe la moral atea. Sí la influencia atea, que por disolvente es dañina.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Se llama obsesión



Si para una mujer amar es someterse, y si, por otro lado, las mujeres son incapaces de someter a nadie, deduzco que las lesbianas no aman. Así razono yo.

Para la contraprueba:

1) Argumentar que el amor femenino no equivale a sumisión.

2) Mostrar que las mujeres son capaces de someter cuando aman.

martes, 18 de septiembre de 2007

Promesas, mentiras


Libertad bien entendida es aquella que no nos destruye, es decir, que no procede contra la razón ni la convierte en su rehén. Puede que un ateo se vea reflejado en estas palabras mías, pero se equivoca. A no ser que admita que existe un bien común señalado por el derecho natural, se conformará con la asunción de que nuestras decisiones morales son puras en la resolución de sus presupuestos (hacemos lo que nos conviene) o, al menos, obedecen a una marcha positiva encuadrada dentro de la evolución de la especie. El ateo, el impugnador de todo diseño en la naturaleza, observa una racionalidad subyacente e invariable tanto en los individuos como en los grupos. Por este motivo sacraliza la libertad, ya que, hagas lo que hagas, si no te opones al espíritu de tu tiempo, trasunto de la grey, harás bien. El progresismo es una variante edulcorada del fatalismo.

En breve, los inmoralistas no sólo niegan la razón, representada por una visión estática y, en lo esencial, incuestionable de la moral de nuestra especie, que ellos repudian en favor de otra más dinámica y sujeta a la perspectiva o a la oportunidad, sino que también niegan los hechos: el hecho innegable de que nada en el mundo, excepto la gracia de Dios, puede hacer que el hombre se vuelva perfecto y odie su culpa. Sin Dios, la justicia es una abstracción inteligible que no vincula a nuestra voluntad necesariamente, aunque pueda prevenirnos de una acción mala. Sin embargo, es imposible amar lo que no existe. ¿Quién amará el bien por sí mismo, si sólo es una palabra decidida por los hombres? Y quien lo ame por sus solos resultados ¿hará el bien, quizá por vanidad ante la fama, cuando tal le perjudique?

Antinomias de la moral


1.1. Haz feliz al hombre y lo harás bueno.

1.2. Castiga al hombre y aprenderá a ser bueno.

2.1. Convierte al hombre en sabio y se tornará bueno.

2.2. Mantén ignorante al hombre y se preservará bueno.

3.1. Da plena libertad al hombre y será bueno.

3.2. Esclaviza al hombre y procurará ser bueno.

Todas ellas afirmaciones indemostrables y, por lo pronto, todas falsas.

¿Salvar al buen salvaje?


Salieron de la animalidad, representada por la desnudez y por la serpiente. Se diría que el ser del hombre es el ser-enajenado, o lo que es lo mismo, el no identificarse con nada de lo que le rodea. En esto consiste la consciencia.

Futilidad narcisista




La hipótesis de Dios como verdad última, cierre del sentido, etc. guarda mayor congruencia con la lógica que con los datos empíricos, incapaces de trascenderse a sí mismos. Pero si partimos de la confianza en que ambos factores jamás se contradicen, los reparos para admitir al Ser Superior son más instrumentales (ideológicos) que filosóficos. Negar por "falta de pruebas" que Dios exista, siendo lógicamente más plausible que la hipótesis contraria, conlleva haber aceptado antes en el fuero interno que pueden darse acontecimientos no sujetos a la lógica (un mundo sin numen), o que hay una esfera de la consciencia humana que escapa al principio de razón suficiente (un numen sin mundo). A lo primero se acogen los agnósticos; a lo segundo los gnósticos; a lo uno y a lo otro los ateos.

Dios sólo puede ser sacrificado en el altar de una libertad mal entendida, ya que ni la razón ni los hechos hablan contra él.

La ciencia del bien y del mal


He leído más o menos esbozada la razonable opinión de que la ciencia no puede constituirse en base de la moral, dada la provisionalidad de toda investigación que concierna al universo. Si no es la ciencia, pues, tendrá que ser el acuerdo sobre la finalidad correcta de determinadas acciones la que se ocupe de ello. Es decir, la ética.

Toda ética requiere un sujeto desde el que es elaborada y al que tiene como destinatario. Ahora bien, si hacemos depender esta subjetividad de nociones científicas, subordinadas a su vez a un instrumental de precisión y, por tanto, provisionales, como son las que maneja la psicología o la neurología, estaremos edificando sobre una base inestable. Así que, más allá de determinarnos como especie en oposición a las demás, poco puede hacer por nosotros la ciencia a la hora de ordenar nuestra conducta.

Pero ni siquiera la ética servirá de algo salvo que partamos de una individualidad axiomática en virtud de la cual sea legítimo imputar derechos y obligaciones en cada caso concreto. Lo axiomático no admite ser cuestionado por el consenso, por lo que comparte una estructura similar con la de la religiosidad, cuyas nociones típicas (Dios y el alma) fundamentan un edificio de certezas morales. Así, lo herético y lo inmoral se tornan uno, al menos sobre estos puntos.

Añado que no tengo ninguna confianza en los mecanismos naturales que puedan potenciar nuestra sociabilidad como especie. La existencia misma de la ley penal en todas las culturas pone en tela de juicio la capacidad del hombre para decidir sobre lo que le conviene.

domingo, 16 de septiembre de 2007

Semper fidelis


Study nature, love nature, stay close to nature. It will never fail you.

Frank Lloyd Wright.


Parecidos


Así como a los cristianos con el Islam nos une el monoteísmo y las revelaciones, a los ateos os emparenta con esa religión el hecho de negar el pecado original, la culpa intrínseca del hombre. Aventuro que, de haber tenido Mahoma el escrúpulo de incorporarlo a su fe, los accesos fanáticos de la población musulmana serían mucho menos frecuentes. Ahora bien, sin ese juicio severísimo y apriorístico sobre las obras humanas (que tenderían a la desobediencia y al homicidio, según la interpretación que los cristianos hacen de la Biblia: Eva, Caín, etc.), la "buena intención" y no los frutos de la misma acaba por blindar las acciones criminales, o se las excusa alegando la existencia de tentaciones externas.




No todo el que me diga: Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial (Mt 7:21)

Pregunta peligrosa


¿Debe ser el ateo antiteísta o basta con que no tenga noticia alguna de cualquier forma de divinidad de las que en el mundo han sido?

Supongamos que la simple ignorancia de los dioses no baste para alcanzar el estándar de moralidad que el ateísmo presume en sus miembros. Se seguiría que no es suficiente con librar a los hombres de la contaminación causada por el "meme" religioso, sino que hay que infundirles también una doctrina moral salutífera. Pero escuchamos que el ateísmo no era una doctrina moral ni quería serlo.

Imaginemos ahora que ambos tipos, el ateo y el salvaje irreligioso, comparten códigos de conducta equiparables, al haber rechazado por acción o por omisión las distorsiones intelectuales provocadas por la creencia en lo que no puede demostrarse. Cabe deducir de ahí que el ateísmo no tiene entidad racional de ninguna clase, dada la imposibilidad de conceder al cafre algún grado de refinamiento. Pero escuchamos que el ateísmo es un progreso de la humanidad recién salida de su infancia.

¿Escuchamos mal o creimos más de la cuenta?

* * *

También se debate aquí.

sábado, 15 de septiembre de 2007

Más difícil todavía


Confieso que, caridad mediante, la frankensteiniana idea de cruzar hombres y animales no debería horripilar a nadie. Hay que lamentar, sin embargo, que por ahora esas quimeras de laboratorio no sean viables fuera del estado de blastocito; o eso me ha parecido leer. Pero que no cunda el desánimo. Un avance en este terreno, además de justificar ontológicamente el racismo, contribuiría al resurgimiento del semiolvidado y fascinante mundo del circo.

jueves, 13 de septiembre de 2007

Tesis viciada en "El animal divino"


Mi pregunta es qué distingue al animal del numen. ¿La corporeidad, el movimiento? Si nada los distingue y son conceptos sinónimos, entonces el motor inmóvil es animal, lo cual resulta autocontradictorio (lo animado no puede ser inanimado a la vez). Pero si algo los distingue, en ese caso resulta arbitrario identificar al animal con el numen, ya que sólo comparten ciertas características.

No es aceptable que exista una clase de animal enteramente distinto al resto. Posiblemente Bueno haya tomado una idea de Aristóteles y la desarrolle más de lo debido, dados sus prejuicios materialistas:

Si Dios goza eternamente de esta felicidad, que nosotros sólo conocemos por instantes, es digno de nuestra admiración, y más digno aún si su felicidad es mayor. Y su felicidad es mayor seguramente. La vida reside en él, porque la acción de la inteligencia es una vida, y Dios es la actualidad misma de la inteligencia; esta actualidad tomada en sí, tal es su vida perfecta y eterna. Y así decimos que Dios es un animal eterno, perfecto. La vida y la duración continua y eterna pertenecen, por tanto, a Dios, porque esto mismo es Dios.

Aristóteles. Metafísica, 12:7. Del primer motor. De Dios.


Para Aristóteles "animal" no es otra cosa que "ser vivo"; y en su terminología "vida" equivale a "automovimiento". Dios sería un caso límite de vida inmóvil y absoluta. De ahí su insistencia en describirlo como condensación superlativa y hasta cierto punto antitética de todo lo que existe. En suma, lo que en Aristóteles es excepción y licencia, en Bueno es definición y regla.

Más claro: que a los animales fueran adorados como dioses no implica que la idea de numen/dios haya sido hecha a partir del animal.

Lo divino no es sólo lo no humano, también es lo que puede salvar al hombre. Así, las culturas primitivas han sabido identificar y dar nombres al menos a dos clases de espíritus: los benévolos y los malignos. Estos últimos, por lo general, no merecen adoración.

Ahora bien, el salvaje ve a todo animal como inferior (los que devora) o como peligroso (los que lo devoran). La génesis del concepto de "demonio" y análogos puede ser zoológica, pues al fin y al cabo los demonios serían animales como cualquier otra criatura dotada de voluntad. Pero no la del concepto de Dios.

La tesis válida es justo la contraria de la que los buenistas defienden: Dios no se hizo a imagen del animal, sino el animal sagrado a imagen de Dios (o de un vago concepto de lo numinoso: lo solar, lo vital, lo cósmico).

Toda esta teoría de Bueno le hace en realidad un flaco favor al ateísmo, que según él no sería el resultado de un análisis racional y complejo del mundo, sino la posición por defecto del hombre, previa al contacto con animales.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Uno para todo




"La máquina" explica cómo funciona una percepción, pero no qué es una percepción. Si el alma pudiera reducirse a un vector o a una magnitud, la individualidad sería miscible, es decir, capaz de ser mezclada con otras individualidades semejantes, al modo de un trasvase de líquidos. Pero eso jamás sucede.

martes, 11 de septiembre de 2007

Diccionario relativista


Ideología: Narración interesada de los hechos.

Realidad: Fenómeno que acontece cuando dos o más ideologías opuestas coinciden en una descripción (ver Intersubjetividad, Diálogo, Consenso).

Verdad:
Correspondencia entre la realidad y un discurso cualquiera.

La Biblia y su antítesis




La Biblia también puede ser una historia profética de la humanidad. Testigo redundante del porvenir irrepetible. Así la distinguimos de la mitología, que narra lo que sucedió de una vez y para siempre, el acontecimiento nouménico del que la realidad no sería más que una reverberación cíclica.

Sin el Nuevo Testamento las Escrituras quedan reducidas a un montón de fantasmas que, si bien aventajan a las fábulas paganas en sabiduría, se igualan a ellas en cuanto a veracidad y exactitud. Pero, paradójicamente, sin el Antiguo Testamento el Evangelio no iba a ser menos inaceptable que aquél tomado por sí solo.

Ciencia y creencia


Sé que hay infinidad de blogs y páginas hispanos dedicados a combatir lo paranormal o sobrenatural, a diseccionar fenómenos que se analizan como aberraciones del intelecto y a clasificarlos a modo de embustes velados o patentes. Ahora bien, confiando en su buen hacer podríamos incurrir en un autoengaño no menos grave, que es la falacia cartesiana de considerar inexistente todo lo que no es analizable por mí aquí y ahora. Quien así actúa no sólo contraria a la fe, sino al avance del conocimiento objetivo. De manera semejante, erraba por negligencia el astrónomo ptolemaico al despreciar todas las observaciones que contradecían su sistema; y desbarraba con cierto dolo intelectual al torturar y desfigurar a éste para hacerlo acorde con la realidad.

Hablaré a propósito de la demonología y de los casos de exorcismo, presentes en algunos medios de comunicación y piedra de escándalo para los escépticos más sectarios, que lo son sólo de nombre. Porque, antes de enfrentar este tipo de supuestos, lo primero que debe preguntarse uno es si cree o no en los demonios. Si no cree en ellos, es racionalmente imposible que encaje en una cadena de fácticos una interpretación que los presuponga: la excluirá por sistema. Sin embargo, nadie puede demostrar que los demonios no existan, tal y como están definidos, a saber, como agentes psíquicos sin cuerpo craso. Luego la actitud pretendidamente escéptica no está bien fundamentada si no abandona o justifica el apriorismo.

Mi punto de vista, resumido en pocas palabras, es que, a partir de determinada cantidad de indicios ciertos, es más antieconómica y, por ende, más milagrosa la explicación ordinaria que la extraordinaria. Dejando al margen la Biblia (Mc. 16:17) y mi condición de creyente, aplicaría sin dudarlo la Navaja de Ockham en favor de los soi-disants escépticos si no hubiera posesiones, o si éstas pudieran explicarse mejor desde el aparato conceptual psiquiátrico. Pero el problema es que las hay y se explican de forma insatisfactoria.

Es preciso aclarar que una posesión no es un fenómeno religioso, esto es, cultural en sentido propio. Es -salvo que se presuponga fraude- un estado de consciencia alterado y destructivo. Lo religioso, en cambio, entra en la esfera de lo consciente no patológico; de lo moral y lo inmoral, si se quiere, aunque las inmoralidades recurrentes puedan presentar rasgos enfermizos. Lo dicho también vale para el caso límite. Los accesos místicos son potenciaciones momentáneas del intelecto, experimentadas con emoción dentro del orden; no espasmos de una psique amputada y fuera de madre.

Así pues, las facultades mentales y la experiencia religiosa pueden estudiarse sin solapamiento en sus respectivas disciplinas. Mas las posesiones, si son auténticas, no caen en el ámbito de investigación de ninguna de ellas. La cuestión, entonces, es: ¿se trata de ataques histéricos, de una sobreactuación histriónica? ¿O más bien de un endemoniamiento que obliga a presuponer la existencia de un agente psíquico extraño?

Creo que el modo más fácil de averiguarlo es interrogando a esa persona. Existen respuestas que un histérico no puede dar, o no es coherente que dé. Si bien uno puede plantarse y decir: "El poder de la mente nos es desconocido. Es posible para un ser humano trastornado el conocer el comportamiento típico de un demonio según la demonología y reproducirlo fielmente durante períodos muy dilatados en el tiempo; y es posible también que se deje sugestionar sólo ante símbolos religiosos, mostrando una mezcla de fobia y apaciguamiento alternativos, propios de personalidades desdobladas". Pero a mí este proceder típico, por lo demás asintomático e intratable desde la ortodoxia médica, me parece más increíble desde una perspectiva estrictamente psiquiátrica que el hecho mismo del endemoniamiento (el cual desborda a la psiquiatría por su mismo objeto). Es abusivo presuponer tanto poder en la mente, expresado en acto sin más a través de estímulos vulgares. Y es absurdo hablar de conspiración a esta escala.

Por este motivo, entre otros, creo en los demonios; igual que creo en los ángeles; igual que creo en los milagros; igual que creo en Dios. No atento contra la lógica en ninguno de estos puntos y, dentro de los datos que se me aportan, empleo la Navaja.

Es justo lo que hacen los exorcistas cuando rechazan casos que, bajo la apariencia de endemoniamientos, son meros trastornos explicables por vía psicoanalítica o desde cualquier otra forma de prospección neurológica. No actúan como el curandero que entra allí donde debería estar el médico, proponiendo remedios en su lugar, sino que van al caso perdido, al que excede a la metodología. No ya a la técnica, como curar un cáncer, algo que será posible en el futuro, sino -insisto- a la metodología, es decir, a los presupuestos mismos de aplicabilidad de una rama del saber.

lunes, 10 de septiembre de 2007

Los mismos perros







Venera al Gran Arquitecto del Universo. El verdadero culto que se da al Gran Arquitecto consiste principalmente en las buenas obras. Ten siempre tu alma en estado puro, para aparecer dignamente delante de tu conciencia. Ama a tu prójimo como a ti mismo. Haz bien por amor al mismo bien...

Código Moral Masónico de la Gran Logia de España.


La idea de que sólo una persona religiosa puede ser buena es completamente ridícula. De hecho, quizá sean los ateos los verdaderamente buenos; tratamos de hacer lo que es correcto no por la razón egoísta de un miedo a algún castigo en la otra vida, sino porque sabemos que es lo correcto.

Peter Dubral.

domingo, 9 de septiembre de 2007

Escribíamos hace un año


Lo que sorprende es que la evolución así concebida admita dos tipos de crecimientos radicalmente opuestos: el crecimiento ordenado a la estructura (lo más simple depende de lo más complejo) y el crecimiento ordenador de la estructura (lo más complejo depende de lo más simple). En ambos casos lo simple tiende a lo complejo y las estructuras más simples acaban subordinándose a estructuras menos simples, sólo que mientras que en uno "subordinar" significa asimilar y mantener, en el otro equivale a crear y componer. Si la composición es azarosa, el mantenimiento de estructuras no lo es, ni lo sería siquiera en un entorno en el que la selección no operara. ¿Cuándo, pues, deja de ser azaroso el flujo de acontecimientos y se ordena al fin de la autoconservación de un organismo? ¿Cuándo nace un organismo, si su organización no es más que una desorganización encubierta? ¿En el momento de re-producirse? ¿Acaso no está ya producido como organismo el que ulteriormente adquiere esa capacidad multiplicativa?

El crecimiento ordenador de la estructura es aquel cuya expresión máxima sería lo que los neodarwinistas llaman "abiogénesis" sin saber muy bien lo que tienen entre manos. Parece que las leyes del darwinismo, si hay tales, funcionaran sólo hasta la consecución de individuos más o menos complejos. Es decir, que el crecimiento ordenado y no ordenador empezase a darse en un cierto momento de la evolución, en el que ésta claudicaría.

sábado, 8 de septiembre de 2007

Cancerberos del ocaso


Tal vez la diferencia fundamental entre el buen ateo y el buen creyente sea ésta: uno cree que lo merece todo en la Tierra; el otro sabe que no merece nada.

El común de descreídos tiende al hedonismo o a posturas morales acomodaticias, sin eco en la eternidad. La moral es la última superstición del ateo, como ya supo Nietzsche.

Revertimini-Praevaricatores.mp3

viernes, 7 de septiembre de 2007

Antropología de mesa camilla


El "númen" se define como una "entidad no humana dotada de inteligencia y voluntad", con la que el ser humano puede interactuar de diversas maneras y sobre cuyo comportamiento es capaz de influir.


Si definimos a Dios como animal, llegaremos a la conclusión de que los animales eran tenidos por dioses. ¿Eso es todo? He visto mejores piruetas.

Sea como fuere, la designación es gratuita. ¿En qué se basa Bueno para decir que los animales fueron los dioses originarios? Para el hombre primitivo todo tenía vida y voluntad: el Sol, la Luna, los planetas, la tierra, el fuego, el viento... Todo era "animal".

El término dios remite siempre a la idea de ser superior. Es mucho más probable que un animal vea a un hombre como a un dios que a la inversa.

Por si fuera poco, los dioses se caracterizan por su individualidad, a diferencia de los animales, que son meros representantes desindividualizados de su especie. A esta deducción tendría que haber llegado mediante sencilla analogía cualquier humanoide que observara a dos chacales juntos.

Por no hablar del efecto propiciado por los cadáveres de las alimañas que a buen seguro encontraba por doquier (pájaros, roedores, insectos...), mostrándolos débiles y mortales a sus ojos.

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Memes nacionales


En España: la bondad (porque su historia está llena de pillos); o, al menos, una mezcla de ñoñez y fanatismo.

En Italia: la belleza (porque su historia está llena de horror).

En EEUU: la bravura (porque su historia está llena de cobardes).

En Inglaterra: el orden (porque su historia está llena de ateos).

En Alemania: el honor (creo que ya podéis seguir solos).

En Francia: la libertad (ídem).

No es una simplificación tan crasa como parece. La masa es siempre simple y asombrosamente coherente en el oscilar de sus afectos, que suelen encontrar origen en un trauma colectivo que se intenta reparar. En España el comunismo se popularizó por ser pretendidamente el sistema más bondadoso (tendencia utópica o quijotesca); en Francia por ser el más transgresor (se lo vinculó al surrealismo); etc. Lo curioso es ver cómo tendencias contrarias a las mencionadas (nacional-catolicismo, fascismo colaboracionista…) se apoyaron poco después en las mismas ideas-fuerza para propagarse.

jueves, 6 de septiembre de 2007

Retrospectiva


He delimitado -hasta la saciedad- la malicia como la pulsión contraria al instinto de conservación individual y colectivo, instintos que convergen en los seres más sociables.

Que el mal es inherente al hombre se prueba mostrando que no hay hombres que no sientan placer con el perjuicio ajeno o que no estén sometidos a la tentación de ser inconsecuentes con sus directrices morales, es decir, aquellas que ellos y su entorno valoran como nobles y buenas.

La esencia del pecado original es la voluntad autoproclamada como soberana, el desprecio hacia Dios y un cierto efecto hipnótico que atribuyo al Diablo. Los no creyentes podéis ignorar estos dos últimos elementos.

Desde el principio he defendido que la maldad humana es constante en la historia, lo que relaciono con el pecado original, ya que la evolución no me da aquí explicaciones convincentes respecto a la utilidad de determinadas conductas que nos caracterizan, distinguiéndonos del resto de animales.

He dicho también que el progreso se debe más al desarrollo técnico que al devenir ideológico, aunque la ideología condicione a veces negativamente y otras favorablemente el grado de apertura cultural de una sociedad. Ahora bien, las causas del avance científico no son ideológicas, sino infraestructurales y dependientes del genio humano.

Además he insinuado que, mientras que las principales religiones contemplan preceptos piadosos y útiles para la comunidad, sólo la cristiana permite también el credo racionalista, con todo lo que ello implica: esencialmente, la posibilidad de refutación.

Por último, y como colofón, he avalado el tópico apologético -no por tópico menos válido- de que, así como lo que abstractamente podríamos llamar el bien (progreso, etc.) depende del entendimiento, el mal está sujeto a la voluntad. O, si se prefiere su alias poético, a la libertad. Los siglos XIX y XX son los de mayor libertad -libertad entendida según cada facción política- y los de mayor barbarie. El hombre no sabe usar de su albedrío sin rectas directrices religiosas, tal y como se expone en el relato de la caída de Adán y Eva.

Maldad es hacer el mal o permitirlo. Es también una forma patológica de estupidez, crónica en el hombre.

Sí y no


"Hacer aparecer la unidad divina oculta bajo la diversidad del mundo es la obra de la naturaleza. Incorporar el espíritu más elevado al cuerpo más bajo y llevarlos a la perfección absoluta es la obra del arte".


No creo que ningún materialista darwiniano aprobase estas arbitrarias y esotéricas definiciones de Cattiaux. Establecer una separación radical entre naturaleza y arte implica admitir que hay algo no natural en la naturaleza, a saber: lo artístico y -en tanto que la causa eficiente contiene al efecto- el artista. El subjetivismo romántico casa muy mal con el realismo descarnado, marmóreamente monista.

Pero esto es sólo en apariencia. El fiel seguidor de Darwin, ateo a fuer de fiel, está seguro de haber probado que no puede haber diseño en la naturaleza. Y la razón es que ¡diseño y naturaleza se oponen! ¿Cómo -se pregunta- podría ser natural el objeto de una creación consciente? Deduce por añadidura que, dado que Dios, el sujeto, no lo es, aquél tampoco puede serlo. Como si todas las obras del hombre tuvieran que ser hombres, y todas las de Dios, dioses.

Sin embargo, está escrito que Dios sólo creó al ser humano a su semejanza. Hay más buen sentido en estas sencillas palabras que en todos los teatrales "desafíos ateos" que últimamente proliferan.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Hombres de poca fe




Ningún cristiano recriminaría a un ateo al que viera tambalearse en sus convicciones. Pero la inversa es común. Y da que pensar.

PS: El que duda molesta más quien niega que a quien afirma (Plutarco).

PS2: La afirmación pura es un acto del entendimiento; la negación pura, de la voluntad.

PS3: Ver el título de este blog.

Aguanta


Historia-Di-Job.mp3

lunes, 3 de septiembre de 2007

Tesis contrapuestas


¿No será que unas sociedades avanzan porque sus individuos utilizan mejor los recursos cerebrales para sacarle el máximo provecho de los medios con que cuentan, que otras?


No lo creo por dos motivos. El primero es que estimo que los porcentajes de genios y mediocres andan bastante parejos en todas partes. El segundo es la velocidad de transmisión del conocimiento, que hace que todos puedan aprovecharse de él si no hay en la sociedad receptora condicionantes culturales o económicos que lo impidan.

Digo, pues, que dada la gran diversidad religiosa del mundo, y considerando también lo variado de sus sociedades en lo tocante a los niveles de progreso, puede deducirse que la religión en abstracto no es necesariamente un impedimento para el desarrollo. Sí, en cambio, esta o aquella religión.

El progresismo atribuye todas las virtudes del progreso al factor ideológico, esto es, a la paulatina derrota política de las religiones. Sin embargo, achaca todas sus vergüenzas y atrocidades al factor técnico, a la mayor capacidad operativa del hombre. Los reaccionarios -pesimistas antropológicos- pensamos del modo opuesto y nos aproximamos más a la verdad (sin barrer para casa con esa desfachatez sectaria que caracteriza a los "progres" de izquierdas y de derechas).

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El credo de Hitchens




No creemos en el cielo y el infierno, ninguna estadística mostrará nunca que sin esos incentivos y amenazas cometamos más crímenes de codicia o violencia que los fieles. De hecho, si tal estadística pudiera hacerse alguna vez, estoy seguro de que la evidencia indicaría lo contrario.


¿Y no se llama fe a la certeza no experimental ni matemática? Es triste tener fe en lo que es evidentemente falso: la bondad intrínseca del hombre y su mera corruptibilidad ideológica. La fe de Rousseau y de Maquiavelo.


Especulamos que es por lo menos posible que, una vez que la gente acepta el hecho de que sus vidas son cortas y duras, pueda comportarse con el prójimo mejor y no peor.


Lo largo y lo corto, como lo duro y lo blando, son mediciones subjetivas. La cuestión es si podemos hacer el bien por el simple amor a la virtud, aún sabiendo que vamos a salir perjudicados en esta vida y que nuestra conducta es antinatural e inútil, ya que ni el universo es virtuoso (los darwinianos hablan de indiferencia) ni existe un Dios que haga justicia a los hombres más allá de nuestras inconstantes y perecederas fuerzas.

La lógica salomónica nos dice que "a priori" un creyente y un descreído pueden ser autores del mismo tipo de acciones. Pero la psicología nos informa de que un ateo tiene menos estímulos para apartarse de su inercia narcisista, pues desconoce la verdadera fuente del bien y la sitúa en su propia apreciación de las cosas.


[Los teólogos] han sido irrisoriamente ignorantes acerca de la teoría del germen de las enfermedades o el lugar del globo terrestre en el sistema solar.


Resulta estúpido que el presente llame ignorante al pasado. Los antiguos no tenían la obligación de conocer a los modernos. Es justo al revés.


¿Cúanta vanidad debe esconderse –sin mucho éxito– para pretender que uno es el objetivo personal de un plan divino?


Infinitamente más vanidoso es creer que las leyes del universo y el orden todo son patrones cerebrales (de mi cerebro), es decir, que carecen de existencia objetiva. Pues bien, he aquí el pirronismo, o la teoría del caos tomada en sentido ontológico.


... entre las diferentes profesiones de fe, que vemos hoy entre nosotros y que tanto han retardado el desarrollo de la civilización.


Si los hombres son aproximadamente iguales entre sí y, como vosotros admitís, las religiones también lo son, ¿por qué los niveles de civilización e incivilización no comparten ni han compartido jamás esa misma homogeneidad en todo el mundo? Dos opciones: 1) la religión influye positiva o negativamente en el progreso humano; 2) la religión no influye de ninguna manera en el progreso humano. Las dos me favorecen.


La fe religiosa, precisamente porque seguimos siendo criaturas en evolución, es algo irradicable. Nunca morirá, o al menos no hasta que dejemos de temer la muerte, lo oscuro, lo desconocido y al prójimo.


No teme tanto a la muerte quien la afronta como juicio (Cristo) como quien prefiere olvidarla (Epicuro).

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domingo, 2 de septiembre de 2007

Hablando de virus meméticos




El ateísmo es el SIDA de la moral. No nos convierte en malvados, ni incrementa las probabilidades de que en un futuro seamos dañinos a nuestro prójimo. Se limita a dejarnos sin culpa y sin defensas.

Debate sobre la tristeza


S: El dolor es una sensación fisiológica que se deriva de un daño producido al organismo. La tristeza sin embargo es un sentimiento que tiene como origen la secrección de ciertas sustancias en el cerebro.


El cerebro segregará sustancias según las señales que reciba, y lo hará en virtud de su capacidad de analizar dichas señales. Capacidad de analizar equivale, aunque sea a nivel primario, a capacidad de razonar. Toda acción conlleva una elección, y el análisis es una acción.

¿Por qué no te molestas en preguntarte el motivo de que se razone o analice de un modo y no de otro? ¿Qué hace, en fin, que un cerebro segregue estas sustancias cuando recibe estas señales?


S: Nosotros sentimos alegría cuando nos van bien las cosas.


Cuando creemos que nos van bien. Y esa creencia puede variar enormemente de individuo a individuo en situaciones análogas.


S: Que las cosas nos vayan bien significa que física y mentalmente estamos bien.


Sigues amparándote en el razonamiento circular. Si estamos alegres es que las cosas nos van bien, y las cosas nos van bien cuando estamos alegres, vienes a decir. No se sabe si la alegría es causa o efecto de ese genérico "bien".


S: Pero ¿qué ocurre cuando las cosas no nos van bien? Entonces estamos tristes, o incluso deprimidos, lo que nos convierte en organismos menos aptos para propagar nuestros genotipo.


Cierto. De ahí que la respuesta a mi pregunta sea acuciante para la biología, creo yo.


S: En cualquier caso, provocar un estado de alegría en el organismo a través del SNC [sistema nervioso central] es sin duda alguna un buen modo de generar más ganas de procrear y propagar el genotipo. Lógicamente el SNC no puede mantener ese estado constante y de forma prolongada durante mucho tiempo por lo que en algún momento retorna a un estado basal. La tristeza es un estado de ánimo por debajo del basal. Por lógica lo normal será empujarnos a volver, como mínimo, al estado basal, que sería, por describirlo en términos físicos, la configuración de menos energía.


Esto me parece más atinado. La tristeza no obedecería tanto a factores externos objetivos (según tus anteriores párrafos) como a la configuración subjetiva de nuestro estado de ánimo. Pero hacer que ésta sea por completo independiente de la valoración de nuestras circunstancias, debiéndose sólo a un flujo y reflujo de nuestra "energía", no resulta creíble. Influye, mas no es determinante. Si fuera así, tenderíamos a deprimirnos cuando nos vamos a dormir, dado el cansancio, y estaríamos especialmente alegres al despertar, una vez renovadas las fuerzas. Cualquier persona que viva en este mundo sabe que a la mayoría le sucede justo lo contrario: nos apesadumbramos por el mero hecho de recobrar la conciencia y prepararnos psicológicamente para un nuevo comienzo; es decir, anticipándonos al aturdimiento debido al reajuste fisiológico, del mismo modo que al acostarnos solemos avanzar imaginativamente la sensación placentera causada por la relajación muscular antes de que ésta se produzca.

En resumen: Has dicho o no puedes negar que a) los estados de ánimo causados por el SNC y b) nuestra capacidad mental de anticipar eventos son las causas principales de la tristeza (y en especial esta segunda, al menos en los individuos normales). Ambos factores -SNC e imaginación- integran características intransferibles de cada individuo, componentes básicos de la subjetividad. No veo cómo podrías seguir sosteniendo, como hiciste al principio, que la alegría o la pesadumbre se deben a la constatación clara y distinta de que "las cosas nos van bien" o "mal", es decir, a la verificación de un estado de hecho intersubjetivo.


Además de esto, probablemente también se de una selección sexual. Supongamos el siguiente caso: una mujer tiene un crío pero al poco tiempo de nacer muere. La mujer, lejos de mostrar tristeza, sigue con su vida, alegre, y bromeando, no dando señales de debilidad en ningún momento. Un hombre que quiere propagar su genotipo, y sabe que debe administrar cuidados parentales a su descendencia, elegirá antes a una mujer que se entristezca ante la pérdida de un hijo, que a nuestra alegre mujer.


Es un ejemplo de laboratorio. Los hombres no suelen pensar en su descendencia cuando copulan (si acaso, y a lo sumo, en los medios de evitarla). Tu estándar de responsabilidad no se corresponde con el del hombre medio, al que el futuro le importa más bien poco mientras pueda disfrutar del presente.

Así pues, has ofrecido un solo caso -de laboratorio- en el que esa actitud podría ser beneficiosa, y por cierto sólo para el sexo femenino. Incluso dándotelo por bueno y obviando el resto de contraejemplos en que la tristeza perjudica a la supervivencia, te quedaría por explicar 1) por qué todos los varones se entristecen y 2) por qué no todo afecto de tristeza está dirigido a la compasión (que estrecha los lazos sociales), sino también y muy especialmente a la envidia, el odio, la vergüenza, etc.


A la vez que se eleva el número de divorcios, disminuye el de matrimonios y aumenta el de parejas solteras que viven juntas sin papeles que les "aten". Esta tendencia demuestra que cada vez somos más prudentes al seleccionar a nuestra pareja y no al revés.


Deberías decir que esta última tendencia, al contrario que la primera, te da la razón. Pero ni con esas, ya que confundes prudencia con provisionalidad. El obrar provisional es contrario al obrar prudente, pues mientras éste contempla el futuro, aquél sólo piensa en resolver el día a día.

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sábado, 1 de septiembre de 2007

El maestro ya conocía a Penrose


Filaletes [lockeano-penroseano]: Si pudiésemos suponer dos conciencias distintas e incomunicables que actúan por turno en un mismo cuerpo, una constantemente durante el día, y la otra durante la noche, y por otra parte supusiésemos una misma conciencia actuando a intervalos en dos cuerpos diferentes, me pregunto si en el primer caso el hombre de día y el hombre de noche, si se puede decirlo así, no serían dos personas tan distintas como Sócrates y Platón, y si en el segundo caso no sería una única persona en dos cuerpos distintos. Y de nada sirve decir que esa conciencia que afecta a dos cuerpos diferentes y esas conciencias que afectan una tras otra a un mismo cuerpo, pertenezcan la primera a la misma sustancia inmaterial, y las otras dos a dos sustancias inmateriales distintas que introducen esas conciencias diversas en dichos cuerpos, puesto que la identidad personal estaría determinada igualmente por la conciencia, sea que dicha conciencia estuviese ligada a alguna sustancia individual inmaterial o no. Además, una cosa inmaterial que piensa debe perder de vista de vez en cuando su conciencia pasada y recordarla de nuevo. Ahora bien, suponed que esos intervalos de memoria y de olvido se correspondan siempre con el día y la noche: entonces tenéis dos personas con un mismo espíritu inmaterial. De todo esto se deduce que el "yo" no viene determinado por la identidad o la diversidad de sustancia, de lo cual no podemos estar seguros más que a través de la identidad de la conciencia.

Teófilo [leibniziano]: Admito que si todas las apariencias fuesen cambiadas y transferidas desde un espíritu a otro, o si Dios intercambiase dos espíritus, dando el cuerpo visible y las apariencias y conciencia del uno al otro, la identidad personal, en lugar de permanecer ligada a la de la sustancia, seguiría las apariencias constantes que la moral humana debe considerar: pero dichas apariencias no consisten únicamente en las meras conciencias, y será necesario que Dios modifique no sólo las apercepciones o conciencias de los individuos en cuestión, sino también las apariencias que se muestren a los demás respecto a dichas personas, pues de otro modo existiría una contradicción entre las conciencias de los unos y el testimonio de los demás, lo cual turbaría el orden de las cosas morales. No obstante, se me debe reconocer también que el divorcio entre el mundo insensible y el sensible, es decir, entre las percepciones insensibles que seguirán estando en cada una de las sustancias, y las apercepciones que habrán sido intercambiadas, sería un milagro, como cuando se supone que Dios hace el vacío; ya dije anteriormente por qué esto no es conforme al orden natural. He aquí otro supuesto que me parece mucho más adecuado: pudiera suceder qu en algún otro lugar del universo o en alguna otra época haya una esfera que no difiera sensiblemente del globo terráqueo en el que habitamos, y que cada uno de los hombres que habitasen en él tampoco difieran sensiblemente de nosotros, con quienes se corresponden. Así que habría simultáneamente cien millones de pares de personas semejantes, es decir, dos personas con las mismas apariencias y conciencias; y Dios podría traspasar únicamente los espíritus de un globo al otro sin que se diesen cuenta, o también los espíritus con sus cuerpos; pero suceda que sean traspasados o que se les deje quietos, ¿qué dirían vuestros amigos sobre la persona o "yo"? ¿Son dos personas o una misma? En efecto, la conciencia y las apariencias externas de los hombres de esos dos globos no permiten establecer distinciones. Es verdad que Dios y los espíritus capaces de considerar los intervalos y las relaciones externas de los tiempos y los lugares, e incluso las constituciones internas, insensibles para los hombres de ambos globos, podrían discernirlos; pero de acuerdo con vuestras hipótesis, según las cuales lo que permite discernir es únicamente la conciencia de sí, sin que haya que considerar también la identidad o diversidad reales de las sustancias, ni tampoco lo que les pueda parecer a los demás, no se puede evitar decir que esas dos personas, que están en dos globos semejantes pero alejados el uno del otro por distancias incalculables, no son más que una misma persona, lo cual es, no obstante, un absurdo manifiesto. Por lo demás, si nos limitamos a hablar de lo que naturalmente es posible, los dos globos semejantes y las dos almas semejantes de ellos seguirían siendo iguales únicamente durante un lapso de tiempo. Pues al haber una diversidad individual, es necesario que esa diferencia por lo menos consista en las constituciones insensibles, que se tienen que desarrollar en la continuación del tiempo.

Leibniz. Nuevos Ensayos sobre el Entendimiento Humano.

Más problemas




Insistiendo sobre lo mismo, me gustaría saber cuál es la función biológica y la razón de ser evolutiva de la tristeza. Si pensamos en el dolor físico agudo, la respuesta está bastante clara, ya que lo que nos duele deteriora nuestra salud, aunque en determinados supuestos -amputaciones y cauterizaciones terapéuticas- también pueda ser benéfico y se considere un mal menor. Pero la pena no es siempre indicativa de una situación análoga, pues ni evidencia necesariamente un quebranto de nuestra fortaleza corporal ni sirve para remediarla.

A mayor abundamiento, los motivos para estar triste son muy subjetivos y variables en cada individuo (opuestos, incluso), según sean su humor y su carácter, mientras que los síntomas típicos de una enfermedad son más o menos similares en todos los casos. Resulta, por tanto, aventurado defender que entristeciéndonos podemos evitar mejor lo que nos perjudica. En cambio, afirmar que lo que nos entristece nos incomoda no es más que una vacua redundancia.