En la medida que mis ocupaciones me lo permitan, procedo a traducir el opúsculo de Llull titulado "Libro de la disputa entre Raimundo el cristiano y Homero [=Omar] el sarraceno".
* * *
Dios, con tu gracia y bendición
Da comienzo el Libro de la disputa entre Raimundo el cristiano y Homero el sarraceno
PRÓLOGO
Cuéntase que hubo cierto hombre cristiano arabigohablante, cuyo nombre era Raimundo, que por mucho tiempo trabajó para que los infieles vinieran a la santa fe católica y para que Tierra santa, donde nuestro Jesucristo vivió y murió, fuera recuperada y arrebatada a los sarracenos, devotos de Mahoma, quien dijo a su pueblo: En Dios no hay trinidad, ni Cristo es Dios. El tal Raimundo fue a cierta ciudad de los sarracenos llamada Bugía, en la que tras predicar y alabar la santa fe católica en la plaza fue prendido, golpeado y encarcelado por los sarracenos. Estando en la cárcel Raimundo, un erudito sarraceno, a quien llamaban Homero, lo visitaba con frecuencia junto a otros sarracenos para disputar con él sobre la fe por orden del obispo de los sarracenos, de quien se decía ser un hombre muy docto, con la esperanza de atraer a Raimundo a la fe de Mahoma.
Mientras así disputaban largamente entre ellos, Homero intentaba concluir filosóficamente ser imposibles la trinidad y la encarnación en Dios. Raimundo le dijo que hicieran ambos un libro sobre su disputa, en el que el sarraceno ofreciera las razones más fuertes que pudiera encontrar contra la trinidad y la encarnación, y que el cristiano las destruyese, probando darse la trinidad y la encarnación en Dios. Y que, una vez hecho el libro, lo enviaran al sumo pontífice y a los reverendos cardenales, y al obispo de los sarracenos, así como a sus sabios. A lo que el sarraceno aceptó, si bien dijo que quería empezar él primero, pues daría razones tales que contra ellas nada podría decir el cristiano razonablemente.
SOBRE LA DIVISIÓN DE ESTE LIBRO
Este libro se divide en tres partes. La primera parte versa sobre la proposición. La segunda sobre la disputación. La tercera sobre el fin o propósito por el cual se ha escrito este libro.
En la primera parte el sarraceno propone dieciocho principios mediante los que pretende destruir la ley de los cristianos. Y el cristiano propone el mismo número de principios, con los que pretende destruir la ley de los sarracenos, pues una vez probadas la trinidad y la encarnación la ley de los cristianos será verdadera y la de los sarracenos será destruida y deberá reputarse falsa.
En la segunda parte el sarraceno prueba contra el cristiano, y el cristiano contra el sarraceno.
Y en la tercera parte ambos ordenan que el libro sea enviado a sus superiores para que aprecien quién de ellos aporta razones más fuertes contra la ley del otro.
PRIMERA PARTE DE ESTE LIBRO, QUE VERSA SOBRE LA PROPOSICIÓN
LA PROPOSICIÓN DEL SARRACENO
Dijo el sarraceno: Dios, alto y sublime, tiene siete condiciones que le son esenciales, con las que puede conmutarse, y sin las cuales no puede existir. Las cuales son: 1) Entidad necesaria, por la que Dios es el ser necesario; (2) Unidad, por la que Dios es uno; (3) Singularidad, por la que Dios es singular; (4) Infinidad, por la que Dios es infinito; (5) Eternidad, por la que Dios es eterno; (6) Simplicidad, por la que Dios es simple; (7) Vida, por la que Dios está vivo. Estas siete se predican todas ellas de Dios, de tal modo que el sujeto y el predicado se conmutan como la definición y lo por ella definido; y tal conmutación no se halla más que en Dios.
Dijo el sarraceno: Atribuimos a Dios once cualidades. Las cuales son: (1) Bondad, (2) Grandeza, (3) Poder, (4) Sabiduría, (5) Voluntad, (6) Virtud, (7) Verdad, (8) Gloria, (9) Perfección, (10) Justicia y (11) Misericordia. No decimos, sin embargo, que éstas sean esenciales a Dios, y tal pretendo demostrar en la segunda parte. Ni digo que éstas sean substanciales ni accidentales. No son substanciales, puesto que la substancia no existe sino mediante forma y materia, de las cuales se compone; y dado que en Dios no puede haber composición por razón de su simplicidad infinita, por ello no son substanciales. Tampoco son accidentales, pues el accidente no existe por sí mismo, por cuya razón es imperfecto. Y toda vez que la esencia de Dios está libre y exenta de toda imperfección, es evidente que en Dios no hay accidentes. Son, pues, de otra índole que la substancia y el accidente para estar sustentadas y radicadas en la esencia de Dios y para que Dios con ellas obre en las criaturas; como la substancia, y mucho mejor que ella, que con sus accidentes obra en su efecto. Puesto que las antedichas cualidades no son en Dios substanciales ni accidentales, se sigue que Dios no es trino ni encarnado. Y así procuro probarlo en la segunda parte.
1. SOBRE LAS SIETE CONDICIONES DE DIOS
1.1. SOBRE LA ENTIDAD NECESARIA
1. Dijo el sarraceno: Dios es el ser necesario, en tanto no puede ser de otro modo. Y lo pruebo así: Todo ser infinito y eterno es necesario. Ahora bien, Dios es un ser infinito y eterno; luego Dios es el ser necesario. La premisa mayor es manifiesta por sí misma. Pruebo la menor: Si Dios no es infinito y eterno, es cuantificable y nuevo. Y de tal dios no pretendo demostrar nada, ni lo tengo por Dios, ya que es un efecto, sino de Dios, preexistente en la infinidad y en la eternidad, sin el cual ningún efecto puede existir. Por lo que es evidente que Dios es el ser necesario.
2. Se ha probado que Dios es el ser necesario. Ningún ser no necesario puede conmutarse con el ser verdaderamente necesario. Los cristianos dicen sin embargo que el Hijo de Dios es Dios, y el Espíritu Santo es Dios, y que estos mismos pueden conmutarse con el Padre por su esencia. Y puesto que el Hijo necesita al Padre, dado que por él es engendrado, no es necesario por sí mismo, sino por el Padre. Y otro tanto puede decirse del Espíritu Santo, que procede de uno y otro. Tampoco el Padre es necesario, pues no puede ser sin el Hijo ni el Espíritu Santo, dado que los relativos se implican mutuamente. Por lo que es evidente que la trinidad en Dios es imposible; de lo contrario, ésta conllevaría contradicción, a saber, que Dios es el ser necesario y no es el ser necesario, lo que es imposible.
3. Los cristianos dicen que el Hijo de Dios es encarnado, supuesto que él sea Dios, como ellos mismos afirman. Pero, desde luego, él no puede encarnarse. Y lo pruebo de este modo: Ningún ser necesario y eterno puede ser un ser no necesario. El Hijo de Dios es un ser necesario, infinito y eterno; luego no puede encarnarse. La premisa mayor es manifiesta por sí misma. Explico la menor [y la conclusión] como sigue: Cristo hombre no es necesario, pues es hombre; el hombre en verdad creado es cuantificable y nuevo. Sin embargo, un ser creado, cuantificable y nuevo no puede ser un ser increado, infinito y eterno. Se ha demostrado, por tanto, que Dios no puede encarnarse.
1.2. SOBRE LA UNIDAD
1. Dijo el sarraceno: Todo ser existente que sea uno por la unidad infinita y eterna está separado y exento de toda pluralidad. Ahora bien, Dios es un ser existente que es uno por la unidad infinita y eterna; luego Dios está separado y exento de toda pluralidad. Explico así la mayor: Puesto que el ser existente uno infinito y eterno es opuesto a la pluralidad, y viceversa; como un hombre no es muchos hombres, y tampoco a la inversa. Pruebo así la menor: Si Dios no fuera un ser uno infinito y eterno, se seguiría que existen muchos dioses, y así unos limitarían a los otros, lo que es imposible. Conclúyese, pues, que Dios está separado y exento de toda pluralidad o trinidad.
2. Ningún ser que exista siendo uno infinita y eternamente existe junto a otro ser infinito y eterno. Pues si fuera junto a éste, cualquiera de ellos sería infinito, y finito y limitado, lo que es una contradicción manifiesta. Mas tú, cristiano, dices que uno es el Padre infinito y eterno, otro uno es el Hijo infinito y eterno, y otro uno el Espíritu Santo infinito y eterno; y todos estos tres son un Dios infinito y eterno. Y de esta manera implicas que hay contradicción en Dios, pues en el ser en que existe la unidad infinita y eterna no puede existir la ajenidad infinita y eterna. Por lo que es evidente que no hay trinidad en Dios.
3. Dijo asimismo el sarraceno: Tú dices que el Padre es Dios, y el Hijo es Dios, y el Espíritu Santo es Dios; y ninguno de estos es el otro. Y así dices que existen tres dioses, diferentes en número. Lo que es una contradicción; por tanto, etc.
4. Asimismo: Digo que estableces una diferencia de personas en Dios. Por consiguiente, se sigue que existen diferencias en sus razones, para que una no sea la otra. Y así se dan en ellas accidentes; como si un ser necesario no fuera por sí mismo uno, singular, infinito y eterno, etc., sino por los accidentes, es decir, que fuera uno por la unidad, y singular por la singularidad, etc., y viceversa, lo que es falso e imposible, puesto que en las razones de Dios no puede darse ningún accidente. Es claro, pues, que en Dios no puede existir la trinidad por diferencia ni de ninguna otra manera.
5. Ahora bien, estableces en tu alma diferencias en las razones divinas, si bien fuera de la abstracción de tu alma no son muchas en verdad. Nosotros hacemos tales diferencias respecto a las criaturas, diciendo así: Dios tiene bondad, puesto que crea lo bueno; y tiene grandeza, puesto que crea lo grande; y tiene poder, puesto que crea lo poderoso; y así con las demás.
Y cuando dices que la diferencia consiste en los correlativos personales, y dices que éstos son esenciales, consubstanciales y coesenciales, o cosas por el estilo, de ello se sigue que la diferencia pasa a la substancia, la esencia y la eternidad, multiplicando muchas substancias, esencias, eternidades y similares, lo que es imposible. Y de esta manera implicas una contradicción y destruyes la unidad divina, que es infinita y eterna.
6. Ningún ser existente uno, infinito y eterno puede unirse a un hombre finito y nuevo, compuesto de diversas esencias. Pues así como es imposible que una piedra se una a una planta o a un león, así y con mucha mayor razón es imposible que el ser uno infinito y eterno se una a un hombre finito, etc.; por lo que resulta evidente que Dios no es encarnado.
7. Además: Cuando dices que Dios se ha encarnado en una naturaleza humana, respondo que más le correspondería encarnarse en muchas.
1.3. SOBRE LA SINGULARIDAD
1. Dijo el sarraceno: Toda singularidad infinita y eterna supone que no exista sino un ser singular infinito y eterno. Ahora bien, Dios es de esta manera; luego en Dios no hay trinidad o pluralidad. La premisa mayor es manifiesta por sí misma. Pruebo sin embargo la menor del siguiente modo: El Filósofo establece una causa primera singular; y esto mismo convienen todas las leyes. Puesto que así lo dicen, con mucha más razón es Dios uno y singular, como existe un mundo singular, y un sol, y un fuego, y una blancura, y semejantemente. Conclúyese, pues, que en Dios no hay trinidad.
2. Ningún ser singular infinito y eterno puede unirse al hombre, que no es singular, infinito ni eterno; como es propio de la razón de lo cálido el no unirse con lo frío, ni lo bueno con lo malo. Ahora bien, Dios es de esta manera; conclúyese, pues, que para Dios es imposible encarnarse.
3. Asimismo: Supuesto que Dios se encarnara en un hombre, no bastaría un hombre singular, ni dos, ni mil, ni un número infinito, puesto que Dios es un ser infinito. Así, resulta evidente que para Dios es imposible encarnarse.
1.4. SOBRE LA INFINIDAD
1. Ningún ser infinito es múltiple, pues el ser infinito no puede estar limitado por otro, toda vez que los demás infinitos serían muchos infinitos y no serían muchos infinitos, lo que es una contradicción. Ahora bien, Dios es de esta manera, como tú y yo concedemos; por lo que es evidente que Dios no es múltiple, ni hay trinidad en Dios.
2. Además: Tú dices que el Padre infinito engendra al Hijo infinito, y que de ambos procede el Espíritu Santo infinito. De donde se sigue que si el Padre es infinito puede engendrar infinitos hijos; y el Hijo puede ser el Padre y engendrar infinitos hijos; y otro tanto puede decirse del Espíritu Santo, pues en la esencia infinita no hay nada que obstaculice el poder de las personas infinitas, habida cuenta que el poder infinito es común a todas las personas infinitas. Luego se sigue que habrá infinitas personas en Dios, y no sólo tres, según postula la ley de los cristianos.
3. También: Ningún ser infinito que se produzca a sí mismo desde siempre y para siempre puede permanecer siendo infinito, puesto que se vaciaría y se aniquilaría respecto a su esencia. Tú dices sin embargo que el Padre produce al Hijo desde siempre y para siempre; luego supón que el Padre se vaciara produciendo al Hijo, y asimismo el Hijo espirando al Espíritu Santo. De donde se seguiría que sólo el Espíritu Santo permanecería infinito y eterno; por tanto, etc.
4. Ningún ser infinito y eterno está dispuesto ni proporcionado para unirse con un ser infinito y nuevo. La razón de esto es que entre lo infinito y lo finito y lo eterno y lo nuevo no hay ninguna proporción. Por lo que es evidente que para Dios es imposible encarnarse.
1.5. SOBRE LA ETERNIDAD
1. En aquella eternidad en la que no se da el engendrar y el espirar no existe la trinidad. Pues el engendrar y el espirar son actos ínsitos en el agente y el paciente, dado que los relativos se implican mutuamente. Con todo, también el tiempo, el movimiento y la sucesión, y similares, se hallan ínsitos en dichos actos. Sin embargo, todos estos están desde luego separados de la eternidad, como lo finito lo está de lo infinito. Ahora bien, tú y yo concedemos que Dios es la eternidad; luego es manifiesto que no hay trinidad en Dios.
2. Todo ser eterno, si posee una acción, debe poseerla o bien estando en curso o bien habiendo sido finalizada. Pues la acción no puede existir sin sucesión y término inicial y término final. Con todo, nada de esto pertenece a la razón de la eternidad, sino que corresponde a la razón del tiempo y la novedad. Sin embargo, ambos concedemos que Dios es eterno; luego es evidente que no hay trinidad en Dios.
3. También: En ningún ser eterno, en el que no se dan principio, medio ni fin, existe la trinidad. Pues el principio está dividido por el medio y por el fin, y viceversa; mas estas no pertenecen a la razón de la eternidad; luego es evidente que no hay trinidad en Dios.
4. Ningún ser eterno, que no puede ser lo que no existe, puede encarnarse. La razón de esto es porque el ser que es eterno no puede ser algo que no era; de lo contrario, tal ser no sería desde siempre. Pero Dios es el ser eterno, etc.; luego Dios no se puede encarnar.
1.6. SOBRE LA SIMPLICIDAD
1. Dijo el sarraceno: En ningún ser simple infinito y eterno se da la trinidad. Un ser simple no contiene en sí la trinidad, puesto que es llamado simple por carecer de pluralidad. De lo contrario se darían en él pluralidad y composición. Ahora bien, Dios es un ser simple infinito y eterno; luego es claro que no hay trinidad en Dios.
2. En un ser simple infinito y eterno, en el que no existen lo superior y lo inferior, no existe la trinidad. Pues un ser simple no tiene en sí superior ni inferior; de lo contrario, sería un compuesto de los mismos. Como es obvio, lo superior y lo inferior no son idénticos, de donde se sigue que de los mismos resulte un compuesto. Ahora bien, Dios es un ser simple, etc., por lo que naturalmente lo superior y lo inferior no existen en Dios, ya que se oponen a la simplicidad, infinidad y eternidad que es Dios.
3. Mas si tú, cristiano, dices que el Padre es común al Hijo y al Espíritu santo estableces desde luego en la comunidad de Dios una superioridad y una inferioridad; y de este modo es contradictorio, toda vez que supones que Dios es simple y no es simple; pues, como se ha dicho en la premisa mayor, lo superior y lo inferior causan la composición; por lo que es evidente que no hay trinidad en Dios.
4. Dijo asimismo el sarraceno: Tú, cristiano, supones que el Padre es substancia, y el Hijo es substancia, y el Espíritu Santo es substancia. Y dado que toda substancia se compone de forma y materia, de ahí se sigue que cualquiera de las substancias antedichas se compone de forma y materia.
5. También: Supones que el Padre tiene dos acciones, a saber, una por la que engendra al Hijo y otra por la que espira al Espíritu Santo.
6. Además: Supones que el Hijo tiene una pasión, porque es engendrado por el Padre, y una acción al espirar al Espíritu Santo.
7. Asimismo: Supones que el Espíritu Santo tiene dos pasiones, a saber, una por el Padre y otra por el Hijo. Y así implicas que hay en Dios composición, causada por muchas substancias y accidentes; lo que va en contra de la simplicidad divina; por lo que es evidente que no puede existir trinidad en Dios.
8. Ningún ser simple infinito y eterno puede unirse a un ser finito, nuevo y compuesto, puesto que el ser simple infinito y eterno no posee naturaleza ni materialidad. Ahora bien, Dios es un ser simple, etc.; por tanto, Dios no puede unirse o encarnarse.
1.7. SOBRE LA VIDA
1. Dijo el sarraceno: Dios es la vida infinita y eterna. Por consiguiente, argumento de este modo: En la vida infinita y eterna, en la que no existe el vivir, no existe la trinidad. Pues en el ser en el que no existe el vivir no existen el agente y el paciente, que son accidentes, los cuales no son propios de la razón de la vida infinita y eterna. Ciertamente vivir es un acto que procede de aquéllos; luego en tal ser no existe la trinidad. Ahora bien, Dios es la vida infinita y eterna; luego en Dios no existe el vivir, ni por consiguiente la trinidad, la cual no puede existir salvo que el Hijo viva por el Padre y el Espíritu Santo por el Padre y el Hijo.
2. Ningún ser que tenga una vida infinita y eterna puede unirse a un ser mortal, finito y nuevo, porque sería mortal e inmortal, lo que es imposible. Ahora bien, Dios es un ser que tiene una vida infinita y eterna; luego no es encarnado.
3. También: Tú, cristiano, dices que Cristo estuvo vivo y muerto en la cruz. Estaba vivo cuando su alma no estaba separada del cuerpo, y murió cuando el alma se apartó del cuerpo y descendió a los infiernos. Y así supones que Dios en un tiempo era hombre y en otro tiempo no era hombre. Pues, si existiera como hombre muerto, Dios no podría existir como hombre vivo y debería encarnarse una vez más. Y resulta absurdo decir o creer cualquiera de estas cosas; de lo que resulta evidente que Dios no se puede encarnar.
4. Dijo el sarraceno: He probado por las siete razones antedichas que Dios no es trino ni se ha encarnado. Ahora procuraré probar que Dios tiene once cualidades que no pueden conmutarse con su esencia, puesto que son sus propiedades con las que obra en lo creado. Y una vez probado esto procuraré probar por las mismas que Dios no es trino ni se ha encarnado. Y, en primer lugar, lo haré mediante la bondad.
2. SOBRE LAS ONCE CUALIDADES DE DIOS
2.1. SOBRE LA BONDAD
1. Dijo el sarraceno: Dios es bueno por cuanto obra bien en lo creado y crea el mundo bueno. No digo que Dios obre mediante su esencia, produciendo el bien con su bondad; como el sol, que no obra con su esencia en lo que le es inferior, produciendo otros soles, sino que causa efectivamente lo cálido y lo seco con su virtud o por su especie. Semejantemente, y mucho mejor, Dios con su bondad causa efectivamente la bondad o bondades creadas.
2. Dios no es su bondad, sino que la bondad es su propiedad. Puesto que si fuera él mismo la bondad, su bondad sería infinita y eterna. De donde se seguiría que nada malo puede existir, como ningún agua podría existir suponiendo que el fuego para abrasar contara con madera infinita y eterna, ya que abrasaría todo cuanto hay en el cielo y hasta el mismo cielo. Y allende el cielo otro tanto haría el sol, si fuera cálido y seco por sí mismo; pues abrasaría toda el agua y todos los elementos.
3. Se ha probado que Dios no es su bondad, y por tanto no puede ser trino. Y esto lo pruebo del siguiente modo: Tú, cristiano, dices que Dios Padre con todo su ser produce al Hijo, y el Espíritu santo es espirado por el Padre y el Hijo con todo el ser de ambos. Y dices que esta producción es toda ella buena, infinita y eterna. Pero tal no es posible, porque esta misma bondad no es Dios; luego es en parte buena y en parte no. La parte que no es buena es la disposición privativa, es decir, la disposición mala, y Dios está sometido a ella, lo que es imposible. De lo que resulta evidente que en Dios es imposible la trinidad, que tú afirmas.
4. Supuesto que Dios se encarne se seguiría un gran inconveniente contra su bondad. Pues dado que el hombre Cristo es Dios y Dios Cristo es hombre, por ello la divina bondad [increada], que es superior, es la bondad inferior [creada], y viceversa, ya que de otro modo la encarnación no podría darse. Y así queda injuriada la bondad divina y claudican la justicia, sabiduría, voluntad, virtud y perfección divinas, que están unidas a la substancia compuesta de materia y forma; lo que es imposible. Es, pues, evidente que Dios no se ha encarnado.
2.2. SOBRE LA GRANDEZA
1. Dijo el sarraceno: Dios es grande. Y es grande por su grandeza. También es llamado grande en cuanto produce efectivamente el gran mundo y produce en el mundo grandes criaturas. No digo que la grandeza sea su esencia; porque o es medida infinita extensiva o intensiva, midiendo sucesivamente hasta el infinito. No puede ser extensiva, toda vez que la extensión es relativa al cuerpo, mientras que Dios no es cuerpo. No es intensiva porque la medida intensiva no puede encontrarse en relación a la grandeza. Es, pues, evidente que la grandeza divina no es la esencia divina, la cual es infinita sin medida ni sucesión.
2. Puesto que la grandeza divina no es la esencia divina, como se ha probado, por tanto es imposible la trinidad en Dios. La razón de esto es que tal no puede ser salvo que la grandeza divina sea la esencia divina. Así lo pruebo: Salvo que la grandeza de Dios fuera infinita y eterna, ciertamente el que engendra no se bastaría para producir al que es engendrado grande, infinito y eterno; tampoco el que engendra y el que es engendrado se bastarían para producir al Espíritu santo grande, infinito y eterno. Conclúyese, pues, que la trinidad no puede darse en Dios.
3. Dios con su grandeza existe en todas partes presencial y esencialmente. La razón de esto es porque su grandeza es mayor que el cielo y que todo lo creado. Esta grandeza no es desde luego divisible, ya que la división sólo incumbe al cuerpo. Por tanto, supuesto que Dios se haya encarnado, o bien se ha encarnado por completo o bien en parte. Si por completo, se sigue que Cristo hombre es tan grande como el cielo y, más aun, que existe en todas partes, lo que es imposible. Ahora bien, si Dios no se ha encarnado por completo, sino en parte, de ello se sigue que la grandeza divina es divisible y está sometida dondequiera que existe la esencia divina, lo que es imposible. Muéstrase pues con claridad que Dios no se ha encarnado ni puede encarnarse.
2.3. SOBRE EL PODER
1. Dijo el sarraceno: Dios tiene poder, y por esta razón se dice que Dios es poderoso y que con su poder todo lo puede. No es cierto, empero, que su poder pueda conmutarse con su esencia; pues, si así fuera, su poder sería infinito y eterno, razón por la cual podría producir lo infinito y lo eterno, lo que es imposible. Pues lo producido tanto dista, y mucho más, de lo infinito y lo eterno como lo malo de lo bueno, lo blanco de lo negro, lo grande de lo pequeño, el ángel del cuerpo y semejantemente. La razón de ello es que lo producido guarda relación con la finitud, la novedad, el lugar, el movimiento y el tiempo. Es, pues, evidente que el poder de Dios no es la esencia divina.
2. Dado que el poder no es la esencia divina, la trinidad es imposible en Dios. Así lo pruebo: Ningún ser infinito y eterno puede producir lo infinito y eterno sin un poder infinito y eterno. La razón de ello es que el poder sin su infinidad y eternidad no es suficiente para este cometido; como el poder de la luz de esta vela, que no es suficiente para iluminar todo el aire del mundo. Es, pues, evidente que la trinidad es imposible en Dios si no se da un poder infinito y eterno.
3. Cuando dices que el Padre y el Hijo son iguales por esencia asumes que el Hijo no puede encarnarse salvo que el Padre se encarne, o sería necesario que la esencia de Dios se dividiera. Lo que es falso e imposible según yo y según tú, siendo pues evidente que la encarnación es imposible.
4. El poder divino o ningún otro poder puede causar que el efecto sea causa, o viceversa; pues la causa y el efecto son tan distintos como la potencia visiva lo es respecto a lo audible, y la auditiva a lo visible, y la táctil al sentido común. Por tanto, puesto que no guarda relación con el poder el que éste pueda causar que el efecto sea causa, ni tampoco a la inversa, es evidente que Dios no puede ser hombre, ni el hombre Dios. Y así resulta patente que Dios no se ha encarnado, ya que Dios es causa y el hombre efecto.
2.4. SOBRE EL INTELECTO
1. Dijo el sarraceno: Dios tiene intelecto, razón por la cual es inteligente. No es cierto, empero, que el intelecto sea Dios, pues el intelecto supone diferencias entre su acto y su objeto que no pueden darse en Dios, ya que no existe ninguna diferencia en el ser infinito y eterno.
También: Si Dios fuera intelecto se inteligiría a sí mismo naturalmente. Sin embargo, la naturaleza no puede existir en Dios, pues toda naturaleza consiste en un término inicial y un término final, y en sus actos, que son iguales a ella por esencia, la cual se sustenta en ellos. El término inicial se llama materia y el término final se llama forma. Ahora bien, naturar es un acto existente en curso y no finalizado. Con todo, estos tres términos no pueden ser la esencia de Dios, ni existir en ella, ya que ésta es infinita y eterna; luego Dios no tiene naturaleza, sino que con su intelecto natura la naturaleza creada.
2. También: Si Dios fuera intelecto naturalmente, así como se intelige a sí mismo naturalmente, también se bonificaría, magnificaría, infinitaría, eternificaría y posificaría, etc., naturalmente, lo que es imposible, ya que ningún ser se obra a sí mismo.
3. Se ha probado que Dios no es intelecto, y por consiguiente que en él no se da la trinidad. Y puesto que la trinidad no puede ser en Dios salvo mediante el intelecto natural, ya que sería necesario que el Padre fuera Padre naturalmente, no artificialmente, y que el Hijo y el Espíritu fueran personas naturales, se sigue que, faltando el intelecto natural, es imposible que la trinidad se dé en Dios.
4. Dios tiene intelecto, y con él tiene el inteligir, con el cual intelige a las criaturas y se intelige a sí mismo obrando, es decir, se intelige siendo creador, salvador y gobernador, y semejantemente. Mas si Dios se hubiera encarnado, como tú afirmas, Dios se inteligiría a sí mismo siendo hombre; y tal lo haría naturalmente, pues sin naturaleza no puede hacerse hombre, y viceversa. Pero tal inteligir es tan imposible, y mucho más, que si inteligiera que seis son cinco, y a la inversa, o que mil son dos y dos son mil. Pues tal inteligir no guarda relación con el intelecto, como no guardan relación con el intelecto el beber y el calentarse, y semejantemente; ni Dios puede hacerlo, ya que implicaría contradicción, siendo así que lo contradictorio jamás puede llevarse a cabo.
2.5. SOBRE LA VOLUNTAD
1. Dijo el sarraceno: Dios posee voluntad, con la que quiso crear el mundo y todo lo creado. No es cierto, empero, que Dios sea su voluntad, ni a la inversa; pues, si lo fuera, tendría un querer y un no querer infinitos y eternos, los cuales, siendo actos naturales e innatos por voluntad, podría tenerlos eligiendo cualquiera de ellos, y así Dios podría amarse infinita y eternamente por su querer y odiarse infinita y eternamente por su no querer. Lo cual es imposible y una contradicción manifiesta, y se opone a lo que dijimos en el primer capítulo, sobre la entidad necesaria, y en el segundo, sobre la unidad, etc.
2. Además: Si Dios fuera su voluntad, su querer y no querer serían desde siempre y para siempre como su esencia. De donde se seguiría que amaría a las criaturas infinita y eternamente desde siempre y para siempre, y las odiaría desde siempre y para siempre; y ello por igual, puesto que cualquiera de estos actos sería infinito y eterno. Y de este modo las criaturas tendrían el ser por el querer [de Dios], y padecerían privación por el no querer [de Dios], lo que es una contradicción manifiesta. Queda probado, pues, que Dios no es su voluntad.
3. Probado lo anterior, queda demostrado por sus consecuencias que en Dios la trinidad es imposible. Pues el Padre no puede querer ser Padre infinita y eternamente sin una potestad volitiva infinita y eterna, y semejantemente puede decirse del Hijo y el Espíritu santo. Y así es patente que en Dios no se da la trinidad.
4. Si Dios se encarna, su voluntad quiere que Dios sea hombre en Cristo y que el hombre sea Dios, de modo que Cristo sea Dios y hombre. Ahora bien, la voluntad divina no bastaría para ello, ya que ella no es Dios; pues la disposición no basta para causar simplemente lo dispuesto por ella, así como el hombre más dice por su humanidad que por su capa, con la que se ha dispuesto. Es, pues, evidente que Dios no se ha encarnado.
5. Además: Supuesto que Dios se hubiera encarnado, no sería prudente al amar, dado que más valdría que se angelicara, toda vez que el ángel es más alto que el hombre.
2.6. SOBRE LA VIRTUD
1. Dijo el sarraceno: Dios posee virtud, razón por la cual bien se dice que Dios es virtuoso. Posee, pues, virtud y por ella puede crear las virtudes naturales y morales. Y esta virtud es talmente general respecto a todas las demás virtudes como lo es el martillo respecto a una multitud de clavos y tijeras, y semejantemente. No digo, empero, que la misma virtud sea Dios, pues el clavo no es el martillo, ni la justicia es un hombre, y semejantemente. Pues Dios es superior y su justicia es inferior, como el hombre y el martillo, que son superiores, mientras que el clavo y la justicia son inferiores. La razón de esto es que la virtud de Dios es el instrumento para que Dios con ella pueda obrar en los ángeles y en los hombres juzgándolos, retribuyendo bien por bien y mal por mal. Ahora bien, el propio Dios no es instrumento, sino que es Dios para ser Dios mismo; puesto que el instrumento no guarda relación con un ser infinito y eterno, y así la justicia de Dios no pertenece al ser de Dios, sino a su conveniencia. Queda demostrado, pues, que Dios no es su virtud.
Asimismo, podría probarse por muchas otras razones que Dios no es la virtud, lo que sería largo narrar. Verbigracia: Dios no tiene contrario, mientras que la virtud sí lo tiene, a saber, el vicio; Dios no existe para que alcancemos méritos, mientras que la virtud existe para alcanzarlos.
2. Queda demostrado que Dios no es la virtud. Y con esto se prueba que no hay trinidad en Dios, pues el Padre con el poder de su virtud, que no es Dios, no puede hacerse virtuoso infinita y eternamente generando el Hijo y espirando el Espíritu santo. Y de este modo cada una de las tres personas son virtuosas en cierto modo y no absolutamente, lo que es absurdo.
También: Si existiera la trinidad, se haría una injuria al Hijo por el Padre, quien impediría al Hijo para que este mismo no fuera Padre ni tuviera un Hijo. Y otro tanto podría decirse del Padre y del Hijo, que impedirían al Espíritu santo por envidia para que no espirara ni fuera Hijo o Padre. Injuria que es imposible en Dios, pues constituye un pecado. Muéstrase, pues, que la trinidad en Dios es imposible.
3. Si Dios se encarna hace injuria a su esencia y se la hace a sí mismo respecto a su virtud; y, así, es contra su justicia y contra su entidad necesaria y su unidad, etc.; y contra su bondad, grandeza, etc.; y tal injuria es superior, y la justicia inferior. Y esto es manifiesto porque lo que es superior no debe unirse a lo que es inferior, ya que de este modo desciende; ni lo inferior debe ascender de escalafón, ya que no le compete. Es, pues, evidente que la encarnación es imposible en Dios, pues Dios no es injusto, sino justo, ni imprudente, sino prudente.
4. Y cuando dices que el Hijo asumió la carne, y no así el Padre ni el Espíritu santo, supones que se han hecho injuria entre ellos, toda vez que no han asumido la carne como el Hijo, uniéndose a él para exaltar mediante la encarnación el universo creado, como ha hecho el Hijo. Y dado que en Dios no puede darse injuria, es por ello evidente que tu fe nada vale.
2.7. SOBRE LA VERDAD
1. Dijo el sarraceno: Dios posee la verdad, con la que verifica los seres creados y todas las verdades. Pero él mismo no es la verdad. Ya que, si lo fuera, el intelecto, que no es Dios, sería su disposición con la que se inteligiría a sí mismo existiendo infinita y eternamente. Lo que es absurdo afirmar, a saber, que un ser infinito y eterno tiene disposición, puesto que la disposición es un accidente, el cual por razón de la infinidad y de la eternidad en modo alguno puede existir. Se ha demostrado claramente, pues, que Dios no es la verdad.
Más aun: Si Dios fuera la verdad, todos los secretos se revelarían y todas las falsedades y todo lo erróneo quedarían destruidos, pues siendo seres contrarios a un ser infinito y eterno no podrían permanecer contra él. Sin embargo, tal verdad no se da, puesto que ignoramos más de lo que entendemos; luego, etc.
2. Se ha probado que Dios no es la verdad. De donde se sigue que no es trino. Dado que, si Dios fuera la verdad, Dios Padre no sería simplemente Padre, sino en cierto modo; y otro tanto respecto al Hijo y al Espíritu santo, toda vez que la verdad no bastaría para ello, al ser finita. Así, el ser finito no basta para ser causa del ser infinito. Tú dices, sin embargo, que Dios Padre es verdaderamente un Padre infinito y eterno, y otro tanto respecto al Hijo y al Espíritu santo, lo que es manifiestamente falso.
3. Más todavía: Aquello que el intelecto divino no puede inteligir, la verdad divina no lo puede verificar. La razón de esto es que Dios no cree ni tiene fe, sino que entiende. Dios no puede entender que exista un hijo sin madre, como no puede entender que exista un Hijo sin Padre. Con todo, tú no dices que el Hijo tenga una madre divina. Y lo mismo digo respecto a que Dios no puede inteligir en sí lugar, tiempo, movimiento, división y semejantemente, los cuales tendría en sí mismo si el Padre engendrara al Hijo, puesto que la generación sin los antedichos no es inteligible. En consecuencia, tampoco la verdad puede verificar aquello que no es inteligible ni posible.
4. Además: El intelecto divino no puede inteligir que lo infinito esté recluido en un lugar finito, a saber, en el útero de la Virgen María, ni que lo inmóvil, es decir Dios, descienda de los cielos para asumir la carne en la tierra; puesto que lo que es inmóvil, infinito y eterno no puede ser móvil en un tiempo y lugar.
5. También: Dios no puede inteligir que la causa menor sea causa de la causa mayor. Pues, de lo contrario, todo lo que es inferior causaría lo que es superior, lo que es imposible. Llamo causa menor a la utilidad del hombre, y mayor a la división de Dios, que se dividiría al encarnarse y se innovaría al recibir carne. Y como Dios no puede entender tal cosa, y asimismo su voluntad no puede quererla, ni su unidad unirla, etc., por consiguiente su verdad tampoco puede verificarla. Se ha mostrado, pues, que Dios no puede encarnarse.
2.8. SOBRE LA GLORIA
1. Dijo el sarraceno: Dios posee gloria, con la cual glorifica a los bienaventurados en el paraíso. No digo, empero, que él mismo sea la gloria, pues toda gloria tiene una causa eficiente, esto es, lo que da gloria. Dios, sin embargo, no tiene ninguna causa sobre sí que le dé gloria. Dar gloria es un acto procedente de la forma y de la materia, dirigido a un fin que es superior en existencia, mientras que la forma eficiente, la materia y el acto tienen una existencia inferior. Pero éstos no son causa que guarde relación con el ser infinito, eterno, uno, etc. Es, pues, evidente, que Dios no es la gloria.
2. Se ha demostrado que Dios no es la gloria; y, por ello, no puede ser la trinidad. Lo que pruebo de este modo: el Padre al engendrar al Hijo no puede tener tanta gloria cuanta es su esencia divina; y, así, el Hijo no puede ser completamente glorioso como el Padre, sino en cierto modo; y lo mismo cabe decir respecto al Espíritu santo, puesto que la esencia de las personas es infinita, pero su gloria es finita y limitada, en tanto que la esencia es superior y la gloria inferior como disposición. Y, por consiguiente, las tres personas tienen grados distintos en la gloria en función de la cantidad, la acción y la pasión y las demás cualidades accidentales, que en arábigo llamamos "cifras". Todas éstas son del género de los accidentes. Y toda vez que los accidentes no pertenecen a la esencia de Dios, ni la trinidad puede darse fuera de ésta, por tanto es evidente que Dios no es trino.
3. Además: El intelecto divino no puede inteligir la ignominia y la vituperación de Dios, ya que en ellas Dios no puede hallar gloria ni delectación; mas padecería las antedichas si asumiera la carne.
Asimismo, como queda claro por el ejemplo, el alma en el hombre experimenta tristeza y pasión cuando el cuerpo se aflige, y ello por razón de la unión del alma y el cuerpo. Y el hombre, que es una mixtión, padece por el alma y por el cuerpo. Semejantemente, si Cristo fue en la cruz Dios y hombre, sufrió en su deidad y en su humanidad, por razón de la unión de la deidad y la humanidad. Sin embargo, el intelecto divino en absoluto puede inteligir que Dios infinito y eterno padeciera dolor, tristeza o enfermedad en modo alguno. Y, por ello, tal cosa este intelecto divino no la puede inteligir, ni la voluntad divina la puede querer, ni la verdad verificar, ni la gloria divina puede hallar en ella delectación. Es evidente, pues, que Dios no puede encarnarse.
2.9. SOBRE LA PERFECCIÓN
1. Dijo el sarraceno: Dios posee perfección, y con ella crea acabadamente las criaturas. No digo, empero, que Dios sea la perfección, ya que en toda perfección se dan causas, a saber, el agente, el paciente, el obrar acabadamente y lo obrado acabadamente. Y puesto que obrar consiste en ser en curso, no en ser finalizado, por tanto son antes el agente y el paciente que lo que es obrado por causas y en el tiempo. Y toda vez que la prioridad en Dios es imposible, es manifiesto que Dios no es la perfección, y por consiguiente no es la trinidad. Lo que pruebo así:
2. Tú, cristiano, dices que el Padre engendra al Hijo y cada uno de ellos espira el Espíritu santo. El Padre no puede obrar acabadamente el Hijo, ni el Espíritu santo, sin el obrar acabadamente. Ahora bien, en la esencia infinita, eterna, necesaria, una y singular, etc., no puede discurrir el obrar acabadamente, puesto que el obrar acabadamente será siempre en curso y no finalizado. Mas tú dices que las tres personas son perfectas por el obrar acabadamente, y dices que Dios es la perfección. Lo que es falso, como más arriba se ha demostrado; se concluye, pues, que la trinidad en Dios es imposible.
3. Tú, cristiano, dices que Dios es perfecto y que se ha encarnado. Ahora bien, lo perfecto que se une a lo imperfecto no puede ser perfecto. Como el agua en un vaso muy caliente es caliente por accidente y no fría; y si el agua se une al vaso, y este mismo vaso es fuego, sería un agua muy caliente y exenta de toda frialdad. Semejantemente puede afirmarse respecto la encarnación. Sin embargo, es muy absurdo decir que Dios puede ser imperfecto en algún modo. Por lo que es evidente que la encarnación es imposible.
2.10. SOBRE LA JUSTICIA
1. Dijo el sarraceno: Dios posee justicia, con la que juzga a buenos y malos, como ya se ha dicho. Pero él mismo no es justicia; pues, si lo fuera, se juzgaría a sí mismo infinita y eternamente, al poseer un acto infinito y eterno. Con todo, Dios no necesita justicia hacía sí, ya que no obra el bien o el mal en sí mismo, sino que necesita tenerla en lo creado en un tiempo y un lugar para así ser su juez, no en la infinidad y en la eternidad. Queda probado, pues, que Dios no es justicia.
2. Por esto que hemos dicho sobre la justicia puede demostrarse que no hay trinidad en Dios. Lo que pruebo de este modo: Supuesto que Dios Padre produzca a Dios Hijo, y semejantemente al Espíritu santo, los producirá justa o injustamente. Ahora bien, no lo hará injustamente, porque en Dios no hay injuria. Luego, si no los produce justamente, será injurioso por no producirlos con justicia. Por tanto, los produce con justicia, ya infinita y eternamente, ya sin infinidad. No puede hacerlo infinita y eternamente, dado que la justicia es finita y nueva y no basta para ello, pues lo finito y nuevo no bastan en un acto infinito y eterno. Por tanto, el Padre produce al Hijo justamente con un acto finito y nuevo, y por consiguiente en un tiempo y un lugar. Y así el Hijo, que es infinito y eterno, no es justo por completo, sino en parte; y, por ello, su justicia es en él una disposición deficiente, como una capa demasiado corta. Y dado que el Hijo es deficiente por disposición, también lo es el Padre. Sin embargo, toda vez que lo deficiente no corresponde a Dios, es pues evidente que en Dios no puede darse la trinidad.
3. Además: O bien el Padre necesita al Hijo, o bien no lo necesita. Ahora bien, si lo necesita lo engendra justamente, y con todo Dios está necesitado. Y así se sigue que aquel que nada necesita se hace a sí mismo necesitado injuriosamente, lo que es imposible. Si dices, en cambio, que el Padre engendra al Hijo y, sin embargo, no lo necesita, supones que el Padre se injuria a sí mismo, puesto que obra superfluamente, en vano y sin un fin, lo que es falso e imposible. Pues todo padre engendra a su hijo por un fin, a saber, multiplicar su especie. Ahora bien, Dios no necesita de la multiplicación, dado que es infinito y eterno. Y como todo lo antedicho es falso e imposible, se sigue pues que la trinidad no puede darse en Dios.
4. Si Dios se ha encarnado, ha hecho injuria a los ángeles al no haber asumido la naturaleza angélica, toda vez que el ángel es primero y el hombre segundo. Y asimismo ha hecho injuria a muchos hombres por no haber asumido su carne, sino la de uno solo. También ha injuriado a su propia naturaleza al asumir lo que no asumió al comienzo del mundo. Y semejantemente ha injuriado a Cristo, ya que ha permitido que padezca pobreza, oprobio, flagelo y muerte en la cruz, y esta injuria quedó plasmada en la cruz cuando Dios dijo en ella por dos veces: "Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Dios mío, ¿por qué me has abandonado" (Mt. 27:46). Y, por tanto, muchas de las afirmaciones antedichas son erróneas, por lo cual la justicia de Dios no puede tolerar que sea permisible a Dios encarnarse.
2.11. SOBRE LA MISERICORDIA
1. Dijo el sarraceno: Dios tiene misericordia, por la que perdona a los pecadores que hacen penitencia por sus yerros. Sin embargo, Dios no es la misericordia. Ya que, si lo fuera, su misericordia sería infinita y eterna, al tener un acto infinito y eterno, perdonándose a sí mismo por sus yerros desde siempre y para siempre, lo que es imposible, pues Dios no peca ni puede pecar. Con todo, si Dios no la obrara desde siempre, sería ociosa. La ociosidad es desde luego una disposición privativa, vacua, viciosa y deficiente. Ahora bien, la misericordia eterna no puede poseer tal hábito; de donde se sigue que Dios no es la misericordia.
2. Además: Si Dios fuera misericordia, esta misma misericordia sería infinita, y de este modo perdonaría todos los pecados sin contrición, confesión y penitencia por los yerros; como el fuego, que abrasaría toda el agua, supuesto que tuviera infinita madera, por más que el agua contrariara al fuego con su gran frialdad. Y así Dios [al no perdonar todos los pecados sin contrición, confesión y penitencia por los yerros] existiría contra su misericordia infinita, lo que es imposible. Muéstrase, pues, que Dios no es misericordia.
3. Se ha demostrado que Dios no es misericordia, por cuya razón no hay trinidad en Dios. Lo que pruebo de este modo: Si se diera la trinidad, cualquier persona tendría misericordia: una por la superior, la otra por la inferior, gradualmente. Por ello, puesto que el Padre es primero, al tener dos acciones, el engendrar y el espirar, puede emplear más misericordia que el Hijo, que es activo espirando, y el Espíritu santo, que no lo es. Y toda vez que es imposible que la misericordia de Dios exista en él siendo imperfecta en algún modo, de aquí se sigue que la trinidad no puede darse en Dios.
4. Tú, cristiano, dices que Dios asumió la carne y, siendo hombre, padeció muerte en la cruz para redimir al género humano del pecado original, el cual no podía redimirse de otro modo. Así, atribuyes una deficiencia a la misericordia de Dios, deficiente en su grandeza, poder y perfección, lo que es imposible. Es evidente, pues, que no se da la encarnación de Dios, puesto que la misericordia de Dios puede perdonar el pecado original sin encarnación. Y si pudo y se quiso encarnar, ciertamente lo hizo sin causa, por lo que Dios fue imprudente, lo que es imposible. Por tanto, lo que dices sobre la encarnación es manifiestamente erróneo y falso.
5. Terminó el sarraceno su disputa. Y dijo al cristiano estas palabras: Se te ha mostrado con toda evidencia que Dios no es trino ni se ha encarnado, y ello por razones eficaces y necesarias, frente a las cuales el intelecto no puede considerar razonablemente nada que las contradiga. Por consiguiente, líbrate de estas fábulas que los cristianos dicen sobre la trinidad y la encarnación y no te molestes en polemizar contra mí, pues bien sabes que la falsedad no puede extirpar la verdad de su fundamento ni derrotarla, sino que sucede lo contrario. La razón de ello es que la verdad se corresponde con el ser, mientras que la falsedad se corresponde con el no ser. De este modo, ahórrate palabras vanas, inútiles y laboriosas. Por lo que te recomiendo que te hagas sarraceno, y te prometo ante estos sabios sarracenos que impetraré a nuestro rey y obispo que te concedan una bella muchacha de noble cuna, y una hermosa morada, y muchas riquezas con las que puedas vivir honorablemente y en paz. Y nosotros, sabios, te visitaremos con frecuencia, haciéndote reverencias y honores, hablando contigo teológica y filosóficamente, o del modo que gustes, de manera que viviremos con caridad, goce y delectación.
LA PROPOSICIÓN DEL CRISTIANO
Dijo el cristiano al sarraceno: Te he escuchado con mansedumbre. Por tanto, escúchame ahora, como yo te he escuchado a ti. Estableciste dieciocho principios, de los que te concedo siete, los cuales son coesenciales a Dios; sin embargo, niego los otros once, es decir, afirmo que no son cualidades en Dios. Son razones o dignidades coesenciales, lo que probaré. Y probaré asimismo la trinidad y la encarnación divinas; y esto será tan manifiesto que el intelecto juzgará tus razones vanas y erróneas, y verdaderas las mías.
Además, me propongo probar cuarenta signos con los que significaré que la santa ley católica es verdadera. Y una vez probado esto te resultará evidente que tu ley es falsa y errónea, y que mi ley es contraria a la tuya, puesto que los cristianos afirman y alaban la trinidad y la encarnación que se dan en Dios, en tanto que la tuya niega todo esto.
Me has prometido esposa y muchas otras cosas terrenas si acepto la ley de Mahoma: mal ofrecimiento has hecho, pues no se adquiere la gloria sempiterna con tales bienes terrenos. En cambio, yo a ti te prometo que si abandonas tu ley falsa y diabólica, multiplicada por la espada y por la fuerza, y abrazas la mía, tendrás vida eterna. Pues mi ley se originó y multiplicó con la predicación y la efusión de la sangre de los santos mártires.
SEGUNDA PARTE DE ESTE LIBRO, QUE VERSA SOBRE LA DISPUTA DEL CRISTIANO
Esta parte se divide en dos. En la primera se probará la santísima trinidad y la encarnación, y se responderá a las razones del sarraceno, destruyéndolas ordenadamente de capítulo en capítulo.
La segunda parte es sobre los cuarenta signos con los que se significa la verdadera ley. Y primeramente, sobre la primera parte decimos que en cada capítulo probaremos tres cosas. En primer lugar probaremos la santísima trinidad; en segundo lugar la encarnación; en tercer lugar refutaremos las razones del sarraceno.
PRIMERA PARTE DE LA SEGUNDA PARTE. PRUEBA DE LA TRINIDAD Y LA ENCARNACIÓN
1.1. SOBRE LA ENTIDAD NECESARIA
Dijo el cristiano: El ser necesario se entiende de tres modos. Según el primero de ellos es cierto ser necesario al que ningún ser preexiste. Y tal es Dios, al que los filósofos sarracenos llaman "hujuden muclach" [ser absoluto] en lengua arábiga. Según el segundo es el ser creado, el cual se divide en dos partes, a saber, cuando es ser necesario por naturaleza y cuando lo es por artificio. Como el efecto, hecho necesario por su causa. Sobre el primer ser pretendo hablar en lo que respecta a la santísima trinidad; sobre el segundo, en cambio, en lo que respecta a la encarnación.
Primero pretendo demostrar el ser necesario por tres medios de la siguiente manera:
La divina bondad y Dios son conmutables, como probaré en el capítulo décimo. Toda vez que Dios es infinito y eterno, síguese que la bondad es en él una razón infinita y eterna que produce bienes infinitos y eternos. De lo contrario, la misma bondad no sería infinita y eterna difusivamente, y no tendría naturaleza; la cual tiene, como probaré en el octavo capítulo. Y dado que tiene una naturaleza difusiva infinita y eterna, por tanto consiste en la esencia de Dios produciendo bienes infinitos y eternos, a fin de que la bondad no esté desde siempre ni para siempre ociosa ni vacua. Y tal producir es necesario por razón de su bondad, infinidad y eternidad; y a esto llamamos Dios Padre. Y de esta manera se sigue el Hijo, necesario, bueno, infinito y eterno. Y puesto que es bueno que se amen infinita y eternamente, por ello producen como efecto necesario al Espíritu santo, espirando o amando, para que el amor que tienen sea tan bueno, infinito y eterno como ellos lo son. Y tal es la razón por la cual damos estos nombres, ya que lo que produce no puede producir de otra esencia el bien infinito y eterno, porque ésta no lo es, sino de la suya. Este nombre, Padre, le corresponde por cuanto todo el que produce un producto necesariamente de sí mismo es Padre necesario. Y, por consiguiente, existe un Hijo necesario, dado que los relativos se implican mutuamente. Y otro tanto respecto al Espíritu santo, espirando y amando.
El segundo medio es éste: Todo ser necesario es más necesario existiendo y obrando que sólo existiendo. La razón de esto es que el existir y el obrar nos dicen más de la naturaleza del ser que el solo existir, como es evidente por el árbol vivo y el árbol muerto. Pues el vivo tiene el existir y el obrar naturalmente; el muerto, en cambio, sólo el existir, prolongado por la naturaleza y dispuesto por una disposición privativa. Ahora bien, Dios es un ser más necesario existiendo y obrando, si existe y produce lo infinito y eterno, que si existe y no produce lo infinito y eterno; y esto es manifiesto por el ejemplo antedicho del árbol.
El tercer medio es éste: Todo intelecto que tenga correlativos necesarios es más necesario que el intelecto que no tenga correlativos necesarios. Y tal es evidente por la potencia, el objeto y el acto. Como el intelecto, que intelige el objeto inteligido por el inteligir es más necesario que el intelecto que no tiene objeto para inteligir, cuya ignorancia es su disposición, como la ceguera en el ciego. Dios, sin embargo, es intelecto, como probaré en el decimotercer capítulo. Y si el propio Dios tiene correlativos es más necesario que si no los tiene. Y dado que es más necesario, por consiguiente tiene correlativos, a saber, el inteligente, el intelecto y el inteligir. Y estos tres decimos que son la santísima trinidad, sin la que el intelecto divino sería eternamente vacuo, ocioso y dispuesto a la ignorancia, lo que es imposible.
(Respecto a 2) Cuando dices que el Hijo y el Espíritu santo no son necesarios, puesto que son por el Padre, dices algo falso. Aunque sea un ejemplo vulgar, puesto que en el clavo es necesario que él mismo sea hierro, en tanto que existe por la masa del hierro, así el Hijo y el Espíritu santo son Dios en tanto que existen por Dios Padre y por la deidad, que es una esencia necesaria.
Dijo el cristiano: Tú, sarraceno, sabes o debes saber que la divina necesidad supone necesariamente que en Dios su intelecto y su voluntad sean equivalentes y equipotentes, e igual en lo demás; pues en Dios no hay superior ni inferior. Por tanto, cuando Dios quiso crear el mundo, su intelecto, que es infinito, concibió el fin más alto que en la creación del mundo podía concebirse; y su voluntad quiso dicho fin, para que la altitud del fin existiera tanto por la voluntad divina como por el intelecto divino. Y puesto que todo agente obra por un fin, por este motivo el intelecto y la voluntad se dirigieron a un fin tan alto como pudieron. Y dado que el fin más alto fue que Dios creara el mundo y se hiciera hombre, y el hombre fuera Dios, y el primer fin divino y el primer fin creado existieran unidos en Cristo para que todo el mundo fuera exaltado por su unión, de ello resulta que la encarnación es manifiesta en Dios. De lo contrario, el intelecto divino sería superior en concebir el fin más alto, y la voluntad inferior al no amar este fin. No digo que la necesidad de la encarnación fuera natural, sino que por el bien fue inteligida y considerada moral y libremente; como el agente, que libremente y a voluntad causa su efecto.
(Respecto a 3) Y cuando dices que Dios no puede encarnarse, porque el ser necesario infinito y eterno no puede unirse con el ser finito y nuevo, dices algo cierto respecto al orden natural; pero respecto a aquello que está por encima de la naturaleza dices algo falso, toda vez que limitas el infinito poder de Dios. Pues, si el divino intelecto pudiera concebirlo y la voluntad amar la razón de este fin mayor, el poder divino podría obrarlo, ya que el intelecto, la voluntad y el poder son iguales en Dios. De lo contrario, el poder sería más difusivo por el inteligir y el amar que por su propio posificar, lo que es de todo punto imposible. Es evidente, pues, que mi argumento prevalece y el tuyo en absoluto.
1.2. SOBRE LA UNIDAD
Dijo el cristiano: La unidad es doble, a saber, la unidad suprema, infinita y eterna; y ésta es la unidad de Dios. Existe otra unidad, creada, existente sobre todas las unidades creadas; y ésta es Cristo.
Y, en primer lugar, digo esto sobre la primera:
Ninguna unidad es infinita sin un acto infinito, puesto que sin él es vacua y ociosa, al no ser empleada por él. Ahora bien, la unidad divina es infinita, como tú y yo concedemos; luego la unidad de Dios no es infinita sin un acto infinito. Por el acto de la unidad infinita entiendo el unir infinito, necesario en virtud del uniente y el unido, infinitos, eternos y necesarios, como se ha dicho antes. Y a estos tres llamo santísima trinidad; y por ellos se muestra que la divina unidad es necesaria, y que no puede darse de otro modo. En cambio, tú, sarraceno, no pruebas que la unidad sea necesaria, sino que te limitas a decir que lo es.
(Respecto a 1) Y cuando dices que todo ser existente que sea uno por la unidad infinita y eterna está separado y exento de toda pluralidad, dices algo verdadero respecto a la unidad diferente por esencia de todas las demás unidades; como un hombre no es muchos hombres, puesto que son diferentes por esencia. Pero respecto a la unidad divina no dices la verdad, porque aunque tiene tres correlativos no por ello se dan muchas diferencias por esencia, toda vez que estos correlativos son iguales por la esencia de la unidad. Así, el uniente, que es el Padre, es toda la deidad, y con todo su ser y toda su deidad produce al Hijo; y cada uno de ellos con todo su ser espira el Espíritu santo. Como si un martillo que está hecho de hierro produjera de toda su esencia tijeras, y así fueran tijeras de hierro como el martillo; y, supuesto que éstos con todo su ser produjeran un clavo, éste sería también de hierro necesariamente, como ellos son de hierro. Por lo que es manifiesto que en estos no se da pluralidad en la esencia, sino sólo en el número. De donde resulta completamente claro que en Dios hay trinidad.
(Respecto a 2) También: Cuando dices que ningún ser que exista siendo uno infinita y eternamente existe junto a otro ser infinito y eterno, pues si así fuera ambos serían finitos e infinitos, lo que es una contradicción, respondo y digo que sería verdad si tales seres difirieran por esencia. Pero, dado que no difieren por esencia, dices algo falso. Pues, supuesto que en una voluntad existan el queriente, el querido y el querer por esencia, uno no limitaría a los demás.
(Respecto a 3) También: Cuando dices que el Padre es Dios, y el Hijo el Dios, y el Espíritu santo es Dios, y ninguno de estos es el otro, y por tanto dices que existen tres dioses, lo que es una contradicción, respondo y digo que dirías la verdad si cada uno tuviera su esencia distinta de la del otro. Pero puesto que la unidad infinita, por razón de su naturaleza infinita, establece una deidad y no muchas, y un Dios y no muchos, por tanto, se establece que cada persona es una, distinta a las demás personalmente, y que recíprocamente todas ellas son una deidad, una esencia y un Dios, por lo que mis razones son válidas, no así las tuyas.
Es manifiesto filosóficamente que todo agente se deleita más en producir su semejante que cuando produce aquello que no es tan semejante a él. Por tanto, Dios, que es el ser sumamente uno por su suprema unidad halla más delectación al producir un ser creado supremo que muchos seres creados no supremos, por lo que los dos supremos se conjugan en Cristo, el cual es una persona, esto es, Dios hombre. Y esto ciertamente es inteligible por el intelecto divino, y amable por la voluntad divina, y realizable por el poder divino, y bonificable por la bondad divina, y magnificable por la grandeza divina, y semejantemente. De donde es manifiesto que Dios se ha encarnado.
(Respecto a 4) Y cuando dices que establezco una diferencia de personas en Dios, dices la verdad. Pero por ello no establezco que haya diferencias en las razones divinas, de modo que una persona no sea la otra. Ciertamente digo que son iguales por esencia para que no quede destruida su infinidad, para que la esencia de dios permanezca indivisa y para que en ellas no haya lugar a accidentes. Mas digo que así como el poder es conocido por el obrar, la bondad por el bonificar, la grandeza por el magnificar, etc., así Dios mediante sus correlativos y sus diferencias, sin las que éstos no pueden ser, conoce sus muchas razones, concibiéndolas y enumerándolas como siendo muchas. Y esto del siguiente modo:
Dios Padre, al conocer que ha producido un Hijo bueno bonificando, conoce y enumera una bondad, conociendo un Hijo bueno producido. Y al conocer que produce un Hijo grande, conociendo a éste que es uno y grande, conoce y enumera una grandeza; y semejantemente respecto a las demás. Y así la diferencia permanece sólo en los correlativos, y no pasa a las razones [esto es, a la bondad, grandeza, etc., que son las mismas en las distintas personas]. Ahora bien, del mismo modo en que el intelecto mide muchas cosas mediante el inteligir, así Dios mediante la diferencia de sus personas o correlativos conoce y enumera muchas razones, de las cuales no podría tener una noticia infinita y eterna sin que se diera una diferencia infinita y eterna en sus correlativos; pues, de lo contrario, dicha noticia sería finita y condicionada, lo que es imposible. Pero como tú, sarraceno, consideras en Dios muchas razones respecto a las diferencias de las criaturas, que difieren por esencia, como la bondad del cielo y la grandeza del cielo, que son muchas esencias diferentes, supones que también nosotros, cristianos, consideramos en Dios muchas razones respecto a la diferencia en la esencia de las personas y las razones divinas. Pero, sin embargo, no lo consideramos así, como ya se ha referido. Y así tu intelecto es muy endeble, puesto que es infiel, mientras que el mío es elevado, gracias a Dios, dado que soy fiel. Y así somos distintos al juzgar qué es superior y qué inferior.
(Respecto a 5) Y cuando dices que la diferencia en los correlativos pasa a la substancia, a la esencia, a la eternidad, etc. porque dichos correlativos son coesenciales y consubstanciales, etc., dices algo falso, ya que la substancia y la esencia son conmutables entre sí y comunes a los correlativos, pero no son conmutables correlativamente, puesto que el Hijo es por el Padre, y el Espíritu santo es por ambos, y cada persona es singular, poseyendo una propiedad personal. Y, así, es evidente que la diferencia no sale del ámbito de las relaciones de lo divino.
(Respecto a 6) Y cuando dices que ningún ser existente uno e infinito puede unirse a un hombre finito y nuevo, compuesto de diversas esencias, por cuanto es imposible que una piedra se una a una planta o a un león, y así es imposible, y con mucha mayor razón, que se realice la unión supradicha, respondo y digo que dices la verdad respecto a la naturaleza, pero respecto a lo que está sobre la naturaleza dices algo falso. Pues así como la caridad eleva al hombre para que ame a Dios más que a sí mismo, y a su prójimo como a sí mismo, así la naturaleza divina puede elevar la naturaleza humana por razón de su poder infinito, y el hombre ser en ella y por ella Dios, y por su naturaleza humana permanecer como hombre, así como por la naturaleza humana Dios sea hombre, permaneciendo como Dios por su naturaleza divina; y de este modo mis razones prevalecen, no así las tuyas.
(Respecto a 7) Y cuando dices que más correspondería a Dios encarnarse en muchas naturalezas que en una, respondo y digo que dices algo falso, puesto que ello destruiría la semejanza de la unidad suprema, es decir, la unidad de Dios; lo que es imposible, por razón de la grandeza de la unidad, bondad, sabiduría y voluntad divinas.
1.3. SOBRE LA SINGULARIDAD
Dijo el cristiano: Te concedo que Dios es singular. Y es singular por razón de su infinidad; puesto que ningún ser es infinito [en acto], salvo sólo Dios. Y, por tanto, para probar la trinidad argumento así: Todo ser es más singular por la infinidad y el infinir que sólo por la infinidad, ya que la singularidad es mayor en la infinidad por el existir y el obrar que por el solo existir. Y esto es evidente en el fuego, que es singular por su infinidad, en cuanto tiene en potencia el abrasar madera infinita, supuesto que ésta exista, y el multiplicarse infinitamente. Ahora bien, dado que no hay madera infinita, no puede darse por consiguiente un abrasar infinito; y si la hubiera, [el fuego] sería más singular de lo que es. Tú, en cambio, dices que Dios es singular por la existencia y no por un acto singular coesencial; y así concluyes que Dios no es infinitamente singular. Pero, toda vez que es infinitamente singular, es pues singular por la infinita existencia y el infinito obrar, singularidad que ningún otro ser puede tener.
Supuesto que el cielo fuera móvil desde siempre y para siempre, sería singular al multiplicar los días en un número infinito, existiendo y obrando. Pero si no fuera móvil [desde siempre y para siempre], tendría una disposición infinita a multiplicar días infinitos. Ahora bien, no sería tan singular sin el acto [de multiplicar días infinitos] que con dicho acto. Dios, en cambio, que es infinitamente singular y no es impedido por ningún otro, es singular por la existencia infinita y el obrar infinito.
Ha quedado probado que Dios es singular por el existir y por el obrar. Ahora bien, no sería singular por el obrar infinito si en él no existiera la trinidad. Y tal lo muestro de este modo: Puesto que, si no existiera el Padre singular infinito, y no otro Padre infinito [en potencia], y si no existiera un Hijo singular e infinito, y no otro Hijo singular e infinito [en potencia], y el Espíritu santo en su propio modo, no se daría la singularidad divina, por la que sería infinita y plena; toda vez que la unidad divina sin el uniente infinito, el unido infinito y el unir infinito no tendría aquello por lo que ser infinita y plena. Queda, pues, demostrada la trinidad divina singular, existiendo sus personas singularmente. Y una no es la otra; pues, de lo contrario, quedaría destruida la singularidad del Padre, el Hijo y el Espíritu santo; lo que es manifiestamente imposible.
Asimismo, para aclararlo más, doy este ejemplo: En el intelecto humano, cuando es práctico, concuerdan singularmente el inteligente, el intelecto y el inteligir, y esto por diferencias. Y quien eliminara las respectivas diferencias destruiría la propia singularidad, ya que el inteligente no sería sólo inteligente [en un solo acto], sino que sería intelecto e inteligir [en múltiples actos], y a la inversa. Por tanto, es patente la santísima trinidad.
(Respecto a 1) Y cuando dices que Dios es una singularidad infinita y eterna, y que es una causa singular, te lo concedo. Mas su singularidad no puede ser infinita y eterna sin la santísima trinidad, como ya se ha dicho.
Si Dios se ha encarnado, es una persona singular en su suma singularidad infinita e increada, y asimismo en su suma singularidad creada. Y esta persona es Nuestro Señor Jesucristo, unido a partir de la naturaleza increada sumamente singular y de la naturaleza creada sumamente singular. Razón por la cual de la suma singularidad se sigue esta proclamación sumamente singular, que no puede existir en ningún otro sujeto, porque no se da, a saber: Cristo es Dios; Cristo es hombre; Dios es hombre; el hombre es Dios; Dios es Cristo; el hombre es Cristo. Por tanto, si existe la encarnación, esta singular proclamación es verdadera; y si no, no. Y si lo es, en la suma singularidad humana de Cristo está presentada y significada la suma singularidad divina; y tal presentación es buena, grande, etc. Y puesto que es inteligible por el intelecto divino, ya que es buena, grande, etc., y por ello es amable por la voluntad divina, se muestra, pues, que la divina encarnación existe, dado que es inteligible por el intelecto divino y amable por la voluntad divina.
(Respecto a 2) Y cuando dices que ningún ser singular infinito y eterno puede unirse al hombre, que no es singular, infinito ni eterno, como es propio de la razón de lo cálido el no unirse con lo frío, ni lo bueno con lo malo, respondo y digo que Dios no puede encarnarse en la naturaleza humana que no es singular en su sumo fin, a saber, que todas las criaturas sean ordenadas a ella para que Dios sea hombre. De este modo, la suma singularidad increada y la suma singularidad creada se contemplan mutuamente; razón por la cual la propia naturaleza humana es dispuesta por la suma singularidad a que Dios se encarne en ella. Y, así, no procede tu razón, sino la mía.
A pesar de que ya se ha aclarado suficientemente, sin embargo traigo este ejemplo: Cuando dices que la razón de lo cálido es que no se una con lo frío, dices la verdad en lo que respecta a la contrariedad, pero no en lo que respecta a la experiencia. Pues en los elementados todos los elementos son mixtos, unidos y compuestos para que lo elementado sea pleno de un modo continuo, poseyendo una cantidad continua. Por lo que resulta evidente que si los contrarios finitos desean unirse por razón del fin de los elementados, mucho más puede la naturaleza divina unirse a la naturaleza humana, que no es contraria a ella por razón de la exaltación del fin del universo creado. Y, así, dices mal cuando niegas el altísimo poder de Dios, que se posee a sí mismo en su efecto; puesto que el ser infinito puede obrar en su efecto como le plazca, y el ser finito no puede resistir a ello. Por tanto, abre tus ojos y entiende, y ven a la santa ley.
¿Y acaso no entiendes, pues se dice de ti que eres filósofo, que el fuego, que existe bajo la olla, y no está unido a la olla ni al agua, sin embargo vuelve cálida el agua fría y le da un acto que no le es propio, esto es, calentar las carnes? Pues mucho más sin comparación puede dar la naturaleza divina a la humana lo que no es suyo, a saber, que el hombre sea Dios en su naturaleza divina, como es evidente por el ejemplo antedicho. Y esto también puede ejemplificarse por los siete sacramentos, de los que pretendemos hablar en la segunda parte sobre los signos con los que se muestra la verdadera ley.
(Respecto a 3) Y cuando dices que Dios no se puede encarnar, puesto que no bastaría un hombre, ni dos, ni mil, ni infinitos para la encarnación, respondo y digo que dices mal, puesto que puede encarnarse en un hombre, como se ha probado, pero no en muchos, para no destruir la semejanza de la suprema singularidad, que es amable por la voluntad divina, así como es inteligible por el intelecto divino, y bonificable por la bondad divina, y magnificable por la grandeza divina, etc.; por lo que tu objeción no procede.
1.4. SOBRE LA INFINIDAD
Dijo el cristiano: Dios es absolutamente infinito, como tú y yo concedemos. Y, por tanto, argumento así para probar la trinidad.
Todo ser que posea una existencia y un obrar infinitos es un ser absolutamente infinito. Puesto que lo que es infinito o lo es por su existencia, o por su obrar, o por ambos. Pues si el ser fuera absolutamente infinito sólo por su existencia, carecería del obrar infinito, y viceversa; y, por ello, no sería absolutamente infinito, sino en cierto modo. Por lo que es necesario que sea infinitamente absoluto por ambos. Ahora bien, Dios es de esta manera, como probaré. Toda vez que Dios no puede ser absolutamente infinito sólo por su existencia, ni sólo por su obrar, sino por ambos, como es evidente en la proposición mayor. Pues, de lo contrario, Dios sería absolutamente infinito en cierto modo y no absolutamente, lo que es imposible. Por consiguiente, es manifiesto que Dios es absolutamente infinito por su infinita existencia y su infinito obrar.
También: Ningún ser es infinito sin un acto infinito, a saber, infinir, dado que sin él sería finito y condicionado; como el ojo del ciego, dispuesto a la ceguera, habida cuenta que no tiene el acto de ver. Mas Dios es infinito; luego tiene un acto infinito.
Además: La simple infinidad requiere que un infinito sea muchos infinitos, y viceversa, para que no sea impedida y condicionada por la conversión infinita, esto es, que uno sea muchos y muchos sean uno; de lo contrario, muchos infinitos no alcanzarían un infinito, ni un infinito alcanzaría muchos infinitos. Y así la simple infinidad sería impedida y, por consiguiente, finita; lo que es imposible. Y puesto que la simplicidad divina es simplemente infinita, queda por tanto demostrado que Dios es uno y múltiple. Por cuya razón se sigue que en Dios se da la trinidad. Lo que declaro así:
En Dios su ser y su esencia son conmutables para que sea infinido por la esencia y por el ser. Y dado que se corresponde con la razón de la infinidad el que ésta tenga un acto infinito, esto es, infinir, por este motivo se sigue necesariamente que en ella la esencia sea el infiniente deificante, el cual produzca a partir de sí mismo y de la esencia de Dios al infinito deificado, y esto mediante el deificar, a saber, el infinir. Y digo que estos tres son la santísima trinidad, los cuales son múltiples infinitos personalmente y un Dios infinito comúnmente. Esta infinidad es absoluta por la existencia y por el obrar. Y a este Dios temen, alaban y bendicen los cristianos; los sarracenos, empero, no temen a dicho Dios, al negar la santísima trinidad y decir que Dios es infinito por su existencia y finito por su obrar, negando el acto infinito, atribuyéndole lo mismo que a lo finito, que no puede obrar lo infinito, sino lo finito. Ni su bondad, grandeza, etc. son conmutables; y así carecen de conmutación infinita en la esencia divina, y tienen actos finitos en un sujeto finito y nuevo, y no infinitos intrínsecamente. Razón por la cual la bondad, la grandeza, etc. son indigentes. Como el fuego, que no puede obrar sin la calidez. Y tal Dios no es verdadero, sino una ficción en las almas de los sarracenos, pues fuera de sus almas no existe un tal Dios.
(Respecto a 1) Y cuando tú, sarraceno, dices que ningún ser infinito es múltiple, dices algo falso, como te he demostrado más arriba.
(Respecto a 2) Y cuando dices que el Padre puede engendrar infinitos hijos, y el Hijo infinitos hijos, y semejantemente el Espíritu santo, dices algo falso, como se ha demostrado en el capítulo antedicho sobre la singularidad.
(Respecto a 3) Y cuando dices que el Padre se vaciaría de su esencia si produjera un Hijo infinito desde siempre y para siempre dices algo falso, ya que el vaciamiento sólo se da en un sujeto finito y nuevo. Y asimismo implicas una contradicción, pues si se da una producción infinita y eterna es imposible que se dé un vaciamiento. De donde resulta evidente por todo lo ya dicho que tu fe es falsa y errónea.
Que Dios se ha encarnado lo pruebo de este modo: Todo ser infinito que, por razón de su intelecto y voluntad, prefiere su efecto más semejante a él antes que el efecto que no le sea tan semejante, se encarna. Ahora bien, Dios es de esta manera; por tanto, etc. La razón de esto es que lo semejante desea aquello que le es más semejante. Pues, de lo contrario, su intelecto inteligiría lo que le es más semejante y su voluntad no amaría lo que le es más semejante, lo que es imposible. Dios, empero, es el ser infinito, etc. Toda vez que, si no prefiriera lo que le es más semejante por razón de su intelecto y voluntad, su intelecto sería superior y su voluntad inferior en concebir al supremo creado; lo que es imposible. De donde resulta evidente que Dios se ha encarnado.
(Respecto a 4) Y cuando dices que ningún ser infinito y eterno está dispuesto ni proporcionado para unirse con un ser infinito y nuevo, por cuanto entre lo infinito y lo finito no hay ninguna proporción, te lo concedo, considerando lo infinito simplemente, separado de todo lo finito, y lo eterno de todo lo nuevo. Pero considerando la contracción suprema increada para la exaltación del supremo creado, y considerando la exaltación del creado supremo por la contracción suprema increada, no dices la verdad. Lo que es evidente por este ejemplo: El hombre pecador es inferior, y la misericordia de Dios es superior. Y dado que la misericordia infinita de Dios es Dios, como probaré en el último capítulo, el pecado que comete el pecador es finito, y así el pecador peca con lo finito contra lo infinito; y sin embargo cualquier pecador, con la disposición de la fe, confiando en la divina misericordia, y con la disposición de la justicia, haciendo penitencia por sus yerros, alcanza el perdón, la justicia y la misericordia de Dios, quien desciende para que la justicia y la fe del alma humana asciendan. En este sentido y mucho mejor, Dios puede disponer la naturaleza humana de Cristo al sumo grado de la creación, descendiendo Dios con su humildad y asumiendo la carne por razón de la exaltación de todo el universo; como la causa, que exalta a su efecto tanto como puede. Pero tú, sarraceno, puesto que estás en una ley falsa, no puedes entender ni creer esta alta ley. Mas ven a la ley católica y esto que te digo lo entenderás claramente.
1.5. SOBRE LA ETERNIDAD
Dijo el cristiano: Toda eternidad infinita es infinita si posee un acto, ya que sin acto es finita, ociosa y vacua; y más se puede decir de ella con el eternar que sin el eternar. Ahora bien, Dios es la eternidad infinita, como tú y yo concedemos; luego Dios posee un acto. Ciertamente Dios no existe con un acto extrínseco, a saber, con el acto de crear, porque sería sólo su causa, sino que existe con un acto intrínseco, coesencial a él, esto es, con el eternar. De donde se sigue que en la eternidad se dan los correlativos, a saber, eternante y eternado, sin los cuales no puede darse el eternar. Y digo que estos tres son la santísima trinidad, sin los que la eternidad es vacua, ociosa e imperfecta; lo que es imposible. Queda, pues, demostrado que en Dios hay trinidad, puesto que él es la eternidad.
También: Puede aclararse mejor mediante este ejemplo: Supuesto que el ángel, que es finito, fuera desde siempre y para siempre, tendría un acto infinito e intrínseco mediante los correlativos inteligidos por él, multiplicando especies infinitas en número. Y esto también podría decirse del hombre, que es más finito que el ángel. Por lo que este hombre tendría un acto infinito produciendo muchos hijos infinitos en número, si tuviera con qué hacerlo. Y semejantemente podría decirse de esta planta, que es más finita que el hombre, la cual multiplicaría al infinito las hojas, flores y frutos, si tuviera con qué hacerlo. Y semejantemente podría decirse de la llama de esta vela, si tuviera suficiente madera. De este modo, con mucha más razón Dios, que es infinito por la esencia y la eternidad, tiene un acto infinito y eterno, por razón de sus ya mencionados correlativos. Y aquí, sarraceno, puedes apreciar una señal de la santísima trinidad.
(Respecto a 1) Y cuando dices que en aquella eternidad en la que no se da engendrar ni espirar no hay trinidad, pues el engendrar y el espirar son actos ínsitos en el agente y el paciente, dado que los relativos se implican mutuamente, y también el tiempo, el movimiento y similares se hallan ínsitos en dichos actos, te lo concedo en lo tocante a la generación creada, no así en lo que refiere a la generación increada; puesto que Dios Padre es la eternidad y la inmensa esencia que de sí misma engendra al Hijo eterno e inmenso, y ambos espiran al Espíritu santo eterno e inmenso mediante su amor; en lo cual el movimiento, el tiempo, la cantidad y la sucesión no tienen lugar.
(Respecto a 2) También: Cuando dices que todo ser que posee una acción debe poseerla o bien estando en curso o bien habiendo sido finalizada, etc., respondo y digo que dices la verdad en referencia al sujeto finito y nuevo, no así en lo que refiere al infinito y eterno.
(Respecto a 3) Asimismo: Cuando dices que en ningún ser en el que no se dan principio, medio ni fin existe la trinidad [y que el principio está dividido por el medio y por el fin, y viceversa], respondo y digo que dices la verdad en cuanto a los correlativos existentes mediante la cantidad, la novedad y el tiempo, pero no en cuanto a los correlativos infinitos y eternos. Pues digo que el Padre infinito y eterno es el principio natural, ya que con todo su ser engendra y produce el Hijo infinito y eterno. Y el Espíritu santo es el medio infinito y eterno espirado por ambos por amor. Y así es evidente, sarraceno, que tus razones nada valen; mas las mías permanecen en la verdad tan eficazmente que el intelecto no puede inteligir que su contrario sea posible.
Sin la encarnación Dios no podría disponerse a crear el mundo, que es finito y nuevo; así como para ganar un florín no estaría justificado construir una nave que costara mil marcos, puesto que entre lo infinito y lo finito y entre lo eterno y lo nuevo no hay proporción ni disposición. La razón de ello es que el fin último no puede ser un medio entre éstos salvo mediante la conjunción de la naturaleza divina y la humana operada por la encarnación. Y lo mismo que decimos sobre la creación podría decirse respecto al gobierno del mundo por toda la eternidad, cuyo fin no estaría justificado por un tiempo perpetuo sin la encarnación. Es evidente, pues, que Dios se ha encarnado; y por consiguiente, que tus objeciones poco valen.
1.6. SOBRE LA SIMPLICIDAD
Dijo el cristiano: Toda simplicidad infinita difiere más de la composición mediante su acto que sin acto. Pues, así como la composición finita difiere de la simplicidad mediante su acto, esto es, componer, así la simplicidad infinita, con mucha más razón, difiere de aquélla mediante su acto infinito. Ahora bien, Dios es la simplicidad infinita, como tú y yo concedemos; luego Dios difiere de la composición mediante su acto, esto es, simplificar.
Queda probado que Dios tiene un acto infinito, a saber, simplificar. De donde se sigue necesariamente que en la simplicidad de Dios se dan correlativos, a saber, el simplificante y el simplificado infinitos, sin los que no puede ser el simplificar infinito. Y digo que estos tres son la santísima trinidad, simple e infinita. Y que estos correlativos son tres lo explico de este modo: El simplificante es uno, simple e infinito, distinto del simplificado infinito; de lo contrario sería compuesto con él, y así quedaría destruida su simplicidad infinita, lo que es imposible. Y esto mismo puede decirse de lo simplificado, y por consiguiente, de manera semejante, del simplificar. Queda, pues, probado que se dan tres correlativos distintos infinitos en la simplicidad de Dios; y tal es evidente en virtud de los capítulos sobre la unidad, la singularidad, la infinidad, la eternidad y la necesidad.
(Respecto a 1) Y cuando dices que ningún ser simple infinito y eterno contiene en sí la trinidad, etc., respondo y digo que dices algo falso, como es evidente por lo antedicho, con lo que se ha demostrado la trinidad. Pero, puesto que tu intelecto está habituado a las cosas inferiores y no a las supremas, por ello juzgas lo supremo como juzgas lo inferior. Lo que es de ver en esto: La voluntad humana tiene sus correlativos, a saber, el queriente, el querido y el querer. Y estos correlativos son tres, puesto que el uno no es los otros; sin embargo, dependen de la composición, dado que la voluntad humana se compone de materia y de una forma espiritual. Esto mismo puede decirse de los sentidos, que son más compuestos. Como en la potencia visiva, en la que se dan correlativos simples en cierto modo, esto es, el visivo, el visible y el ver; mas descienden a la composición, dado que descienden a la materia y a la forma del sentido común. Y algo semejante puede decirse de lo vegetativo, que tiene sus correlativos simples, esto es, vegetante, vegetable y vegetar; mas desciende a la composición, a saber, a lo vegetativo compuesto de forma y materia. Asimismo: Esto puede decirse de los elementados en tanto que tales, los cuales tienen sus correlativos, a saber, elementativo, elementable y elementar, los cuales son correlativos simples; mas descienden a la composición, por cuanto lo elementado se compone de forma y materia. Semejantemente puede decirse del silogismo, que está compuesto de dos proposiciones y una conclusión. Es, pues, evidente por estos ejemplos antedichos, los cuales son signos de la suma simplicidad; respecto a la cual no tienes ninguna noticia ni creencia, si bien por esto no se sigue que la trinidad divina no exista.
(Respecto a 2) También: Cuando dices que en un ser simple infinito y eterno, en el que no existen lo superior ni lo inferior, no existe la trinidad, etc., respondo y digo que lo superior y lo inferior no guardan relación con la simplicidad e infinita y eterna, sino con la esencia compuesta, finita y nueva.
(Respecto a 3) Y cuando dices que el Padre es común al Hijo y al Espíritu santo, digo que no es común al Hijo, ya que de todo su ser produce al Hijo; ni es común al Espíritu santo, ya que lo espira con todo su ser; ni el Padre ni el Hijo son superiores al Espíritu santo, ya que lo espiran con todo lo que poseen; por lo que tu objeción no procede.
(Respecto a 4) También: Cuando dices que digo que el Padre es substancia, y el Hijo es substancia, y el Espíritu santo es substancia, etc., respondo y digo que Dios es substancia, pero no compuesta. Pues en la substancia que es infinita y eterna no hay composición. Mas en la substancia finita y nueva, en la que tú estás pensando, hay composición, toda vez que está compuesta y constituida de diversas esencias, a saber, de forma y materia. Y para que tu intelecto pueda elevarse a comprender la suprema substancia quiero darte este ejemplo: El fuego es substancia, y éste está ciertamente compuesto de forma y materia; de cuya forma tiene en potencia el abrasar infinita madera, si tal se diera; mas faltándole la madera no la puede abrasar. Por tanto, si la forma del fuego, que es una criatura, tiene en potencia un acto infinito sin materia, mucho más la substancia suprema, que es un acto puro, tiene un acto simple e infinito y, de este modo, es simple [y actúa] sin materia.
(Respecto a 5) También: Cuando dices que supongo que el Padre tiene dos acciones, etc., dices la verdad; pero no son acciones accidentales, sino consubstanciales. Pues el accidente no pasa a la substancia simple y eterna, sino a la substancia compuesta, finita y nueva.
(Respecto a 6) También: Por las acciones y las pasiones es manifiesto que Dios es el principio perfecto. Y esto de este modo: En el principio perfecto, infinito y eterno debe darse un principio principiante, no principiado; y éste es Dios Padre. Se da otro, principiado y no principiante, que es el Espíritu santo. Y se da otro, principiante y principiado, que es Dios Hijo. Y en estos tres números ternarios está el principio perfecto. Pues la primera unidad no tiene nada que le preceda; la segunda, empero, es engendrada con toda simplicidad por la primera; y la tercera es espirada por la primera y por la segunda, ya que sin éstas no puede darse la tercera unidad. Y este número ternario es perfecto por [contener] el par y por el impar, dado que todo número es par o impar. Y tal número numerado es imagen de la santísima trinidad y principio perfecto. Y dado que tú niegas la santísima trinidad, niegas por tanto que Dios sea el principio perfecto, ya que según tú Dios no ha principiado nada desde toda la eternidad. Y cuando principió el mundo fue causante del principio del mundo al crear un principio nuevo, mediante el que se hizo principio nuevo. Y así se hizo principio antes de que hubiera un principio, lo que es una contradicción manifiesta.
(Respecto a 7) Dios es la suma simplicidad, como se ha probado más arriba. Su intelecto conoce lo creado, por lo que su simplicidad es más conocida; y su voluntad ama esto mismo; y este inteligir y amar es un gran bien. Mas tal sucede en la encarnación, como probaré, pues Dios se ha encarnado. Y si Dios se ha encarnado, la naturaleza divina, que es la suma simplicidad, se ha unido con la naturaleza humana, que es compuesta, esto es, por el alma y el cuerpo; y así la persona de Cristo es una, compuesta de naturaleza divina y humana, ya que en la naturaleza divina no existe composición, por razón de su infinidad. De este modo, la encarnación es signo de la suma simplicidad, y es un signo tan alto que no puede existir otro más alto. Tal signo no lo conocen los sarracenos, quienes dicen que si Dios se ha encarnado su naturaleza es parte de una composición, y así atribuyen un defecto a la suma simplicidad, diciendo que Dios no es simple si se ha encarnado; como hacen algunos, que dicen que la luz del sol se ensucia cuando pasa por un lugar sucio.
(Respecto a 8) Y cuando dices que ningún ser simple, infinito y eterno puede unirse a un ser finito, nuevo y compuesto, etc., dices algo falso, supuesto que Dios tiene un poder infinito, al que el poder infinito no puede resistirse.
1.7. SOBRE LA VIDA
Dijo el cristiano: Ninguna vida es infinita sin el vivir. La razón de esto es que sin el vivir sería finita, por cuanto sería ociosa y vacua, y no distaría tanto de la muerte sin el vivir que con el vivir. Ahora bien, Dios es la vida infinita, como tú y yo concedemos; luego Dios no existe sin el vivir.
Se ha probado que la vida de Dios existe con el vivir. Pero el vivir no puede darse sin los correlativos de la vida, esto es, vivificante, vivificable y vivificar. Y estos dos correlativos, junto con el vivificar, digo que son la santísima trinidad: el Padre que existe como vivificante y produce el Hijo, producto vivificado e infinito; y éstos mutuamente espiran y vivifican al Espíritu santo, espirado y vivificado por el amor que se tienen. Y estos tres son diferentes relativamente, mas son en comunión un Dios vivo infinito, el cual es una vida infinita.
(Respecto a 1) Y cuando dices que en la vida infinita y eterna, en la que no existe el vivir, no existe la trinidad, etc., respondo y digo que dices la verdad en cuanto al agente y al paciente, que son accidentes; pero no en cuanto al agente y al paciente que son propiedades substanciales, [esto es,] el agente que existe como substancia viva infinita y eterna, exenta de toda materia por razón de su infinidad, que produce al Hijo paciente, separado de toda materia, toda vez que es producido por la substancia infinita.
Todo aquello por lo que la infinidad de la vida de Dios puede ser más conocida por el intelecto, es necesario que sea amado por la voluntad divina. Mas esto se da mediante la encarnación. Pues Cristo, cuando murió en la cruz, ciertamente murió por razón de la separación del alma respecto al cuerpo, y entonces no fue hombre ni vivo en cuanto a la naturaleza humana. Con todo, fue hombre vivo por encima de la naturaleza humana, existente como Dios hombre vivo, por razón de la naturaleza divina unida al alma separada y al cuerpo muerto en la cruz. Y éste fue un signo altísimo para conocer la infinidad de la vida divina, para lo cual dicho signo fue dado. Y aquí, sarraceno, puedes saber que la ley de los cristianos es sublime, que con tal signo y muchos otros muestra la altura de la suprema causa de la vida. En cambio, tu ley no hace nada de esto, pues no da tales signos, sino sólo de lo terreno.
(Respecto a 2) Y cuando dices que el ser que tiene una vida infinita y eterna no puede unirse a un ser mortal, finito y nuevo, etc., respondo y digo que tu objeción no vale, ya que limitas el poder infinito, que tiene una vida infinita. Asimismo niegas la conmutación del poder infinito y la voluntad infinita, con cuya conmutación se produjo la encarnación, puesto que la voluntad divina quiso la encarnación y el infinito poder divino pudo obrarla. Por lo que es evidente que lo que dices es falso. ¿Y acaso no entiendes que el alma racional, que no es puntual ni lineal, está naturalmente unida al cuerpo humano, que es puntual y lineal? Luego, cuánto más puede la naturaleza divina unirse a la naturaleza humana por encima del curso natural, permaneciendo Dios inmortal por su naturaleza y mortal por la naturaleza humana; como el agua, que es incalefactible por su naturaleza, y es en cambio calefactible por la naturaleza del fuego.
(Respecto a 3) Y cuando dices que el hombre que existe como muerto no puede existir como vivo, etc., respondo y digo que tu objeción ya ha sido resuelta por el ejemplo antedicho.
(Respecto a 4) He probado la santísima trinidad y la encarnación mediante las siete razones que tú, sarraceno, postulaste; y he resuelto tus razonamientos falsos y erróneos. Mas ahora me dispongo a probar que las once razones son coesenciales a Dios, de las que dices que son cualidades de Dios; y asimismo dos más, que niegas que sean consubstanciales en Dios, esto es, la naturaleza y la substancia. Y con estas trece razones probaré que en Dios se dan la trinidad y la encarnación; y entonces resolveré tus razonamientos.
Y, en primer lugar, debe hablarse sobre la naturaleza.
1.7.a SOBRE LA NATURALEZA
Dijo el cristiano: Todo ser infinito poseedor naturaleza difiere más del ser finito con naturaleza que sin naturaleza. La razón de ello es que sin naturaleza sería vano y ocioso, lo que guarda relación con lo finito. Y esto es evidente incluso por el intelecto, que mediante la naturaleza tiene el inteligir, pero no mediante la ignorancia. Ahora bien, Dios es el ser infinito poseedor de naturaleza, como es evidente por los actos naturales probados en los siete capítulos antedichos, por los que hemos demostrado la santísima trinidad. Lo que ciertamente no puede darse sin naturaleza, puesto que el Padre no puede tener al Hijo sin naturaleza, ni el Hijo al Padre sin ella; por lo que es manifiesto que Dios posee naturaleza. Mas ahora me dispongo a demostrar que Dios puede conmutarse con su naturaleza. Y esto del siguiente modo: La naturaleza divina o es desde siempre o no lo es. Si no lo es, el Padre no tiene al Hijo desde siempre, lo que es falso. Pues más arriba se ha demostrado que el Padre tiene al Hijo desde siempre, y lo mismo puede decirse de la infinidad, etc.; por tanto, la naturaleza divina es desde siempre. Por cuya razón se sigue su conmutación, y ello de este modo: Si la naturaleza divina no se conmutara con la eternidad divina se seguiría que existen dos eternidades diferentes por esencia. Y, así, quedarían destruidos los capítulos sobre la unidad, la singularidad, la eternidad, la infinidad y la simplicidad; lo que es imposible. Debe concluirse, pues, que Dios y su naturaleza son conmutables.
Se ha demostrado que Dios es su naturaleza y se conmuta con ella. De donde se sigue que ésta se conmuta mediante la divina entidad necesaria, y mediante la unidad y singularidad divinas, etc., las cuales se conmutan con Dios. Sin embargo, la naturaleza no podría conmutarse si no tuviera un acto, a saber, el naturar, con el que cada uno poseyera su acto, esto es, la unidad el unir, etc., poseedores todos ellos de actos naturales mediante el acto de la naturaleza. De donde se sigue necesariamente que la naturaleza divina tiene un acto intrínseco, esto es, el naturar. Mas no podría tenerlo sin los correlativos a ella connaturales, a saber, el naturante y el naturable o naturado. Y estos dos correlativos, junto con el naturar, digo que son la santísima trinidad, por la que el Padre engendra de su naturaleza al Hijo naturado, y éstos mediante la naturaleza de su amor espiran y naturan al Espíritu santo.
(Respecto a 2.4.1) Y cuando dices que Dios no tiene naturaleza, pues toda naturaleza consiste en un término inicial y un término final, etc., te respondo que sería verdad respecto a la naturaleza inferior y creada, sobre la que concibes esto que dices. La cual se define de este modo: La naturaleza es principio del movimiento y del reposo en el sujeto en el que es. Ahora bien, la naturaleza divina no es ni movimiento ni materia, ya que es infinita y eterna. Así, la naturaleza divina puede definirse de esta manera: La naturaleza divina es una substancia infinita y eterna, a la que le corresponde el naturar substancialmente lo infinito y lo eterno. Y, de este modo, concluyo que en tal naturaleza se da la trinidad, y no en aquella que tú concibes.
Todo agente infinito y natural se posee más a sí mismo al crear el mayor fin de la naturaleza creada que puede existir que al crear uno menor. La razón de ello es que por su intelecto es más inteligible y por su voluntad más amable. Ahora bien, Dios es el agente infinito y natural, etc. puesto que como su intelecto intelige el mayor fin de la naturaleza creada que puede existir, así su voluntad ama que éste exista, para que mutuamente sean equicreantes y equiagentes, dado que tienen actos naturales iguales.
(Respecto a 2.4.4) Y cuando dices en el capítulo arriba referido que Dios no puede hacerse hombre sin naturaleza, dices la verdad. Ahora bien, puesto que Dios tiene naturaleza, como se ha probado, por tanto con su naturaleza y la naturaleza humana podría hacerse hombre, como, por ejemplo, cuando la naturaleza del alma racional junto a la naturaleza del cuerpo hace un hombre u hombres fuera de sí misma. Por lo que es evidente y manifiesto que tus razones no proceden.
1.7.b SOBRE LA SUBSTANCIA
Dijo el cristiano: Todo ser infinito es substancia, dado que existe por sí mismo. Ahora bien, Dios es el ser infinito, como tú y yo concedemos; por tanto, Dios es substancia.
Y cuando dices en tu proposición al comienzo del libro que la bondad, la grandeza, etc. no son substanciales en Dios, puesto que la substancia no consiste sino en forma y materia, respondo y digo que dices la verdad respecto a la substancia creada, pero no respecto a la substancia increada e infinita. Pues así como la substancia creada consiste en forma y materia, de este modo y mucho más la substancia increada e infinita consiste en su entidad necesaria, unidad, singularidad, eternidad, la cual existe como forma infinita, exenta de toda materia.
Queda probado que Dios es substancia. Por cuya razón probaré la santísima trinidad de esta manera: Toda substancia infinita dista más del accidente con el substanciar que sin el substanciar. La razón de esto es que por su infinito substanciar se aparta de todo accidente. Ahora bien, Dios es la substancia infinita, como ya se ha probado más arriba; luego Dios dista más del accidente con el substanciar que sin el substanciar. De donde se sigue que en la substancia de Dios se dan correlativos consubstanciales, esto es, el substanciativo y el substanciable o substanciado, sin los que el substanciar no puede ser. Y estos tres digo que son la santísima trinidad, los cuales existen en una substancia, una deidad y un Dios.
Queda probado que Dios es substancia. Y dado que él es uno infinito, por tanto es una substancia infinita. Y así, cuando creó el mundo, se poseyó más a sí mismo creando una substancia suprema respecto a todas las demás substancias creadas, que creando todas las demás substancias no supremas. Y esto lo inteligió su intelecto racionalmente; y esto mismo lo quiso su voluntad amorosamente, por razón de la unidad de la substancia divina y de la unidad de la sublime substancia creada, para que se contemplaran unidas en la sublimidad; puesto que mucho más place a la voluntad divina crear una substancia o naturaleza con la que esté unida la naturaleza divina o la propia voluntad que crear mil mundos en los que no exista ninguna substancia con la que la naturaleza divina pueda unirse. Y dado que esto plugo a la voluntad divina, por tanto se hizo la encarnación, toda vez que la divina voluntad, que es infinita, no puede ser impedida. Queda probada, pues, la encarnación divina.
(Respecto a 2.1.4) Y cuando dices en el décimo capítulo sobre la bondad que quedaría injuriada la bondad divina, etc., si Dios se encarnara, por cuanto estaría unido a una substancia constituida de forma y materia, mal dices, supuesto que aquella substancia sea el fin de todas las criaturas mediante la substancia divina. Y bien puedes ver que el alma racional, que es una substancia espiritual, no es injuriada por más que se una a la substancia corporal, corruptible y mortal, pues de ello se sigue un fin bueno y grande, a saber, el hombre.
1.8. SOBRE LA BONDAD
Dijo el cristiano al sarraceno: Tú supones que la bondad no es coesencial a Dios en el octavo capítulo sobre la bondad, y que no puede conmutarse con él. Mas probaré que dices algo falso. Y ello de este modo:
Supongo estos tres términos para explicarlo mejor: a b c. Supongo que a se llame "eternidad desde siempre", y b "bondad no desde siempre", y c "bondad para siempre". La bondad de Dios o es desde siempre o no lo es. Si no lo es, se sigue que es nueva. Y supuesto que sea nueva en c, sería necesario que cuando Dios la creaba en c, tuviera poder [para ello] en b, puesto que sin el precedente poder no podría crearla. Pues el crear no puede darse sin un poder preexistente. Fue, pues, más rápido el poder en b que en c. Y aquel poder que existió en b era bueno, puesto que era un efecto de Dios. Ahora supongamos que la bondad creada fuera creada en b; sería necesario que fuera creada con un poder existente en a, sin el cual Dios no podría crearla en b; puesto que Dios sin poder nada puede, así como sin intelecto nada intelige, y sin voluntad nada quiere. Existió, por tanto, el poder con el que Dios creó b en a. Y este poder fue bueno, puesto que un poder existente desde siempre es necesario que sea bueno. Y fue bueno por la bondad, dado que sin ella no podría ser bueno. Fue, por tanto, tan rápida la bondad desde siempre como el poder con el que fue creada. Y así se sigue que existen dos bondades distintas por esencia desde siempre: Una es la bondad divina y la otra es la bondad creada, que en ella se sustenta. Y de este modo queda destruida la singularidad de la eternidad divina, y también su unidad e infinidad; lo que es falso e imposible, como resulta evidente por lo que tú y yo dijimos en el capítulo sobre la singularidad. Conclúyese, por tanto, que la bondad divina no difiere de Dios por esencia, ni difiere en ningún modo de su entidad necesaria, ni de su unidad, etc. Y lo que dijimos sobre la bondad divina mediante a, b y c, también podría decirse de la grandeza y el poder divinos, etc., hasta la misericordia divina. Y aquí puedes comprender de qué manera el intelecto de los cristianos supera el intelecto de los sarracenos al considerar la sublimidad de las razones divinas. Y a tal intelecto no puedes ascender mediante una ley falsa, puesto que la falsedad no guarda relación con la sublimidad, sino con la finitud.
(Respecto a 2) Y cuando dices en el octavo capítulo sobre la bondad que ésta no es Dios, sino que es su propiedad, etc., no es cierto, puesto que Dios con su bondad ordenó el mundo al bien. Y este mundo es bueno naturalmente; no obstante, los hombres pecadores son malos moralmente, y Dios les permite ser malos para que su justicia tenga en ellos su acto. El cual es bueno, ya que es efecto suyo, toda vez que la justicia es Dios, como probaré en el capítulo decimoséptimo sobre la justicia. Y también les perdona el ser malos para que la misericordia tenga en ellos su acto, el cual es bueno, como probaré en el capítulo decimoctavo. Es evidente, pues, que tus razones no concluyen.
Dijo el cristiano: Toda bondad infinita tiene un acto infinito. Dios es la bondad infinita; luego tiene un acto infinito. Pruebo así la mayor: Si la bondad infinita no tuviera un acto infinito, a saber, bonificar, no podría tener sus correlativos; y así, su esencia sería destruida y ociosa, como sería destruida y ociosa la esencia del fuego sin el ignitivo, el ignible y el ignir. Sin embargo, la destrucción de la bondad infinita es imposible. Pruebo así la menor: Se ha probado en tu cuarto capítulo sobre la infinidad que Dios es infinito, y en el mío, que Dios tiene un acto infinito; y en este octavo capítulo sobre la bondad se ha probado que la bondad divina es Dios. Por tanto, la menor ya está explicada, y por consiguiente que Dios tiene un acto infinito e infinitamente bueno. Y este acto no puede ser sin los correlativos de la bondad divina, a saber, el infinito bonificante y bonificable. Y a estos dos correlativos, junto con el bonificar, digo que son la santísima trinidad.
(Respecto a 3) Y cuando dices en el capítulo sobre la bondad que la trinidad no se da en Dios, puesto que la bondad no es Dios, dices algo falso, como es evidente por lo antedicho, donde se ha probado que la bondad divina es Dios. Por tanto, es manifiesto que tu objeción no procede.
Toda bondad infinita ama la altura de la bondad creada, de la que es su causa; y cuanto más alta es la criatura, tanto más amable resulta para la voluntad divina. De donde se sigue que el intelecto divino puede inteligir aquella suprema bondad creada; y esto en tanto que puede ser amada por la voluntad divina. De donde se sigue la encarnación divina, en la que se unen dos bondades tan altas que no pueden ser más altas; y todas las bondades inferiores a éstas se les subordinan, como los efectos respecto a sus causas. Ahora bien, si la encarnación no se da, el intelecto divino se dispone a la ignorancia para no que no pueda inteligirla, ni la voluntad amarla. Y así el intelecto intelige [al no poder ignorar la posibilidad de la encarnación] y no intelige [al disponerse a la ignorancia], lo que es una contradicción. Además: Puesto que [si la voluntad amara y el intelecto no inteligiera] el intelecto divino sería inferior por causa de la bondad, y la voluntad superior; lo que es imposible.
(Respecto a 4) Y cuando dices que se seguiría un gran inconveniente contra la bondad divina si Dios se encarnara, etc., respondo y digo que dices algo falso, puesto que no digo que la bondad divina y la bondad humana de Cristo se conmuten, sino que se unen. Y la bondad divina no es perjudicada por aquella unión, ni la divina bondad es mancillada. Y esto es manifiesto por el siguiente ejemplo: El alma racional, unida a un cuerpo de veinte años, posee un cuerpo más bello que cuando permanece en el mismo cuerpo de ochenta años, puesto que éste viene a la vejez y a la decrepitud. Pero no por esto el alma es mancillada o perjudicada, supuesto que dicho hombre se ejercite en las virtudes. Es, pues, manifiesto que tu razonamiento no procede.
1.9. SOBRE LA GRANDEZA
Dijo el cristiano al sarraceno: Tú dices en el noveno capítulo sobre la grandeza que Dios tiene grandeza, pero que el propio Dios no es la grandeza. Y así implicas una contradicción, como probaré; y puesto que la contradicción no puede darse en Dios, por ello dices algo falso. La grandeza que radica en Dios es mayor que cualquier otra grandeza; y esto es obvio por la altura del sujeto, a saber, Dios. Y esta grandeza a la que haces referencia la tiene Dios por sí mismo o por otro. No la tiene por sí mismo, puesto que sería indigente fuera de su esencia [al tratarse de una grandeza creada], lo que va contra el capítulo de la entidad necesaria y la unidad, etc. Luego no por sí mismo, sino por otro, a saber, por un ente creado; y éste es su causa final. Como lo coloreado, que es causa final del color. Y así se sigue que la misma grandeza es superior [por radicar en Dios] e inferior [por tener lo creado como causa final], lo que es imposible. Es evidente, pues, que Dios es su grandeza.
(Respecto a 1) Y cuando dices que si Dios fuera la grandeza se seguiría un inconveniente, etc., respondo y digo que Dios no tiene una medida extensiva; y en cuanto a esto dices la verdad. Mas, en lo que respecta a la medida espiritual, tiene una medida inmensiva e infinita; como la eternidad, que es una medida inmensa. Y otro tanto puede decirse sobre la unidad e infinidad divinas, etc.; y también sobre la divina trinidad, probada en los capítulos antedichos. Por lo que es manifiesto que tu objeción no procede.
Toda grandeza es más grande por su acto, a saber, magnificar, que sin él. La razón de esto es que su poder es grande por el existir y por el obrar; y sin el acto está condicionado, y es de la condición de la pequeñez, y la grandeza y su poder son vacuos y ociosos, y son privados de su fin. Ahora bien, la grandeza de Dios es la grandeza más grande; luego es una grandeza más grande por su acto que sin él. Conclúyese, pues, que en la grandeza divina existe un magnificar coesencial. Éste ciertamente no puede ser sin correlativos, a saber, magnificar, magnificado y magnificante; y estos tres difieren entre sí, como es evidente en el tercer capítulo de la segunda parte. Y a estos tres llamo divina trinidad, en la que existen en una grandeza infinita y eterna. Y ciertamente son uno por razón de la unidad, y singulares por razón de la singularidad, y semejantemente.
(Respecto a 2) Y cuando dices que en Dios no puede darse la trinidad salvo que la grandeza divina sea infinita y eterna, te lo concedo. Mas, puesto que se ha probado que la grandeza divina es Dios, es pues evidente que tu razonamiento nada vale.
Todo ser grande e infinito, que no entre en contradicción con la grandeza de su efecto, se encarna. La razón de esto es que su infinidad requiere un efecto tan grande que no puede haber otro mayor. Y esto lo intelige el intelecto divino, y tal lo quiere la divina voluntad, puesto que tal efecto es concebido por el intelecto divino; y a esto también consiente la grandeza de la bondad divina. Ahora bien, Dios es el ser grande e infinito, etc., como se ha probado más arriba. Asimismo: Dios no entra en contradicción con la grandeza de su efecto, de modo que la voluntad divina ama este sumo objeto creado por razón de su bondad y su grandeza, así como el intelecto lo intelige. Y este objeto es la naturaleza humana de Cristo, en la cual y mediante la cual Dios se hace hombre. Queda, pues, probado que Dios se ha encarnado.
(Respecto a 3) Y cuando argumentas que si Dios se encarna, se sigue que Cristo es tan grande como el cielo, y más, respondo y digo que Dios Hijo se ha encarnado por completo, puesto que un ser infinito está por completo en todas partes, por razón de su indivisibilidad; y Cristo, en cuanto hombre, no está en todas partes, puesto que es finito y limitado. Mas Dios Hijo es un hombre que está en todas partes, ya que se ha encarnado por completo. Y así el hombre existe en el cielo, fuera del cielo y en la tierra, pues es infinito.
Y por esto se dice que la eucaristía es posible, ya que el Hijo de Dios existente como hombre está como hombre en todas partes. Por cuya razón el mismo hombre, a saber, Cristo, puede estar al mismo tiempo en muchos lugares sacramentalmente, puesto que Dios es hombre en todas partes. Pero tal altura tu intelecto no la intelige, dado que no usa de ella, ni se le ha dado el auxilio mediante la fe verdadera, la esperanza y la caridad, que son virtudes o sacramentos por los que el intelecto es grandemente exaltado y elevado para inteligir su sumo objeto y sus altas operaciones intrínsecas y extrínsecas. Y sobre esta materia te hablaré en la parte sobre los cuarenta signos. Es, pues, manifiesto que Dios se ha encarnado.
1.10. SOBRE EL PODER
Dijo el cristiano: Todo ser infinito es su poder infinito. La razón de esto es que ningún ser infinito existe sin su poder infinito, ni a la inversa. Ahora bien, Dios es el ser infinito, como tú y yo concedemos; por tanto, Dios es su poder infinito.
(Respecto a 1) Y cuando dices que Dios no es el poder divino, etc., dices algo falso, como se ha demostrado más arriba.
Todo ser que tenga un poder infinito es trino o se da en él la trinidad. La razón de esto es que el poder infinito es un acto infinito. Sin embargo, dicho acto no puede existir sin sus correlativos, a él coesenciales, a saber, el posificante y el posificado. Ahora bien, Dios es un ser con un poder infinito. De lo contrario no sería infinito, ya que tendría una causa superior a él; lo que es imposible. Por lo que resulta evidente que el mismo Dios tiene posificante, posificado y posificar o poder, a lo que llamamos divina trinidad.
(Respecto a 2) Y cuando dices que Dios no tiene poder [infinito y eterno], dices algo falso, como ya se ha probado más arriba. Y cuando dices que el poder de esta vela no bastaría para iluminar el aire de todo el mundo, dices la verdad. Mas si tuviera suficiente madera se multiplicaría al infinito, como ya se ha dicho, y de este modo no logras tu propósito; por lo que, etc.
(Respecto a 3) Cuando dices que el Hijo de Dios no puede encarnarse, ya que es igual por esencia al Padre, pues de lo contrario el Padre se encarnaría o su esencia quedaría dividida, dices algo falso. Y te doy este ejemplo: En el intelecto humano existen los correlativos, a saber, intelectivo, inteligible e inteligir, que son iguales por la esencia del mismo intelecto. Y el inteligible se une al mismo intelecto mediante su especie objetivamente, lo que hace que sea inteligible. Y en tal conjunción no se dan dos inteligentes, sino dos inteligibles, esto es, uno intrínseco y otro extrínseco; y por esto no se sigue que la esencia del intelecto se divida. Del mismo modo puedes ejemplificarlo en los correlativos de la voluntad, la imaginación y la facultad sensitiva. Por lo que es evidente que tu razonamiento no procede.
Aquello por lo que Dios puede tener un mayor poder en la criatura es que se haga hombre. La razón de esto es que no puede exaltar más a la criatura que haciéndose un hombre y no muchos, pues tal hombre por la unidad y la singularidad puede tener una mayor conveniencia con la unidad y singularidad divinas. Y de esto se sigue que Dios se ha hecho hombre para que el intelecto divino que intelige este mayor poder y la voluntad que lo ama no sean rebeldes contra el mayor poder que Dios puede tener en la criatura.
(Respecto a 4) Y cuando dices que Dios no puede encarnarse [ya que el poder divino no puede causar que el efecto sea causa, pues la causa y el efecto son tan distintos como la potencia visiva lo es respecto a la audible], respondo y digo que dices la verdad si la causa no fuera distinta del efecto por esencia. Mas, supuesta una diferencia esencial, no dices la verdad. Por ejemplo, supóngase que la vista quisiera ser el oído esencialmente, de tal modo que [en cuanto escucha] quisiera tener un color por objeto propio, y semejantemente los sonidos mediante el oído, y viceversa.
1.11. SOBRE EL INTELECTO
Dijo el cristiano. Todo lo que es más definible [que cualquier otro ser] es el intelecto infinito [puesto que inteligir es definir]. Ahora bien, Dios es más definible [que cualquier otro ser]; luego Dios es el intelecto infinito. Pruebo así la mayor: Puesto que incluye tal infinidad en sí mismo, y por tanto es más definible [o inteligible] por razón de su infinidad, es por ello intelecto infinito, ya que la definición y lo por ella definido son lo mismo. Pues de lo contrario se darían dos infinidades [a saber, la definición y lo definido], lo que es imposible. Dios ciertamente es aquel que es más definible, por lo cual se dice que Dios es infinito y eterno, etc.; por tanto, Dios es el intelecto infinito.
(Respecto a 1) Y cuando dices que Dios no es inteligente por naturaleza, dices algo falso; pues se acaba de probar que Dios es intelecto.
(Respecto a 2) Además: Dices algo falso cuando niegas que dios tiene naturaleza; pues en el octavo capítulo (1.7.a) ya se ha probado que tiene una. Sin embargo, no digo que tenga una naturaleza material, puesto que es un ser infinito, exento de toda materia.
Se ha probado que Dios es el intelecto infinito. Ahora bien, el intelecto infinito no puede existir sin un acto infinito, es decir, el inteligir infinito, puesto que al ser infinito no le basta tener tan sólo una existencia infinita y ciertamente requiere un obrar infinito como su existencia. Mas en el ser infinito, en el que se da un inteligir infinito, se dan [asimismo] el inteligente y el intelecto, de los que brota el inteligir, y sin estos no puede existir, ni tampoco a la inversa. Y digo que estos tres son la santísima trinidad. Por lo que es llano y manifiesto que en Dios se da la trinidad.
(Respecto a 3) Y cuando dices que en Dios no hay trinidad, puesto que para ello precisaría tener un intelecto natural, dices algo falso, como ya se te ha probado por lo antedicho, que Dios es intelecto.
Todo ser infinito inteligente del mayor fin del mundo, y amante del más amable fin del mundo, se encarna. La razón de ello es que, cuanto más lo intelige un ser infinito, más lo ama por razón de su infinitud y de la igualdad de su intelecto y su voluntad. Ahora bien, Dios es el ser infinito, etc., como es evidente por sí mismo; luego Dios se ha encarnado.
(Respecto a 4) Y cuando dices que Dios no se ha encarnado porque, si se hubiera encarnado, se inteligiría a sí mismo siendo hombre, y tal lo haría naturalmente, etc. respondo y digo que Dios se intelige a sí mismo ser Dios, y se intelige a sí mismo ser hecho hombre. Y, así, es manifiesta la diferencia existente entre Dios y el propio hombre. Puesto que Dios, en cuanto Dios, es Dios naturalmente; mas no es hecho hombre naturalmente, sino voluntariamente. Como si, por ejemplo, Pedro fuera hecho Martín, permaneciendo como Pedro en su número, el propio Pedro sería Pedro naturalmente, mas no sería Martín naturalmente; y de este modo tu razonamiento no concluye. Es evidente, pues, que Dios se ha encarnado.
1.12. SOBRE LA VOLUNTAD
Dijo el cristiano: Todo ser infinito es la voluntad infinita. Ahora bien, Dios es el ser infinito; luego Dios es la voluntad infinita. Pruebo así la mayor: Puesto que si el ser infinito no fuera la voluntad infinita, la voluntad no tendría correlativos infinitos. Y así tal ser sería condicionado e impotente, por cuanto no podría tener estos correlativos en la voluntad infinita, lo que es imposible. Que Dios es el ser infinito es manifiesto por sí mismo; luego Dios es la voluntad infinita.
(Respecto a 1) Y cuando dices que si Dios fuera la voluntad infinita tendría un querer y un no querer infinitos, respondo y digo que no es válido, supuesto que la voluntad tuviera correlativos uniforme, singular e infinitamente, esto es, un queriente y no odiante, un amado y no odiado, y un querer y no odiar. De lo contrario quedarían destruidas la unidad y la singularidad de Dios, así como su infinidad y su eternidad, lo que es imposible.
(Respecto a 2): También: Cuando dices que si Dios fuera voluntad, ésta amaría y odiaría a las criaturas desde siempre y para siempre, etc., sería verdad si fuera como tú dices. Pero, dado que no es así, como consta en la razón antedicha, por tanto, etc.
Queda demostrado que Dios es la voluntad infinita. Ahora bien, Dios no podría serlo sin los correlativos infinitos de la voluntad, sin los que ésta no es infinita. Y de este modo se sigue que en la voluntad infinita se dan el queriente, el querido y el querer infinitos; a los que llamamos trinidad divina.
(Respecto a 3) Y cuando dices que el Padre no podría querer ser Padre [infinita y eternamente sin una potestad volitiva infinita y eterna], dices la verdad, si Dios no fuera la voluntad infinita. Pero, puesto que se ha probado más arriba que él es la voluntad infinita, por tanto, etc.
Toda voluntad infinita que ama el efecto que está más próximo a la infinidad se encarna. Ahora bien, Dios es la voluntad [infinita]; por tanto, Dios se encarna. Explico así la mayor: Puesto que si se da alguna criatura que exista en el grado más alto de nobleza y bondad que pueda ser creada, ésta, que respecto a sí misma es infinita por razón de su amabilidad infinita, existirá en grado sumo. De donde se sigue que ésta sea unida con tal voluntad infinita, a cuya unión llamamos encarnación. Pruebo así la menor, a saber: Que Dios sea la voluntad infinita ya consta por lo dicho más arriba. También: Si la voluntad finita puede amar lo infinito, mucho más Dios puede amar lo infinito, en tanto él es la voluntad infinita. Y así es propio de él querer unirse con una voluntad subjetivamente finita; unión a la que llamamos encarnación.
(Respecto a 4) Y cuando dices que si Dios se encarnara su voluntad quiere que Dios sea hombre en Cristo y que el hombre sea Dios, de modo que Cristo sea Dios y hombre, etc., no es válido, puesto que ya se te ha probado que Dios es la voluntad infinita, con la que puede querer lo que le plazca.
(Respecto a 5) Y cuando dices que habría sido mejor que Dios se angelicara, etc., respondo y digo que el ángel es más alto en naturaleza que el hombre. Sin embargo, el hombre tiene una naturaleza más extensa que el ángel, por cuanto participa de todas las criaturas al estar compuesto de cuerpo y alma, mientras que el ángel ciertamente no lo está, ya que no está unido [a la materia]. Y, así, Dios amó prudentemente queriendo encarnarse y no angelicarse, para que pudiera participar en la naturaleza de todas las criaturas que son su efecto.
1.13. SOBRE LA VIRTUD
Dijo el cristiano: Todo aquel ser infinito que dista máximamente del vicio es la virtud. Ahora bien, Dios es aquel ser infinito, etc.; por tanto, Dios es la virtud. Explico así la mayor: Puesto que si el ser infinito no fuera la virtud no tendría aquello con lo que distar máximamente del vicio, y por ello sería finito; así como el agua no distaría máximamente del fuego, que es cálido, si no fuera fría. La menor es manifiesta por sí misma, a saber, que Dios es aquel ser infinito, etc.; por tanto, Dios es la virtud.
(Respecto a 1) Cuando dices que Dios no es la virtud dices algo falso, puesto que se ha probado más arriba que Dios es la virtud.
También: Cuando dices que Dios no tiene contrario, mientras que la virtud tiene contrario, dices algo falso en lo que respecta a la virtud infinita, frente a la que ningún vicio puede resistir. Mas dices la verdad en lo que respecta a la virtud creada o moral; como la injuria, que es contra la justicia, y la infidelidad que es contra la fidelidad dada a Dios.
Queda probado que Dios es la virtud. Por tanto, él es la virtud infinita. Ahora bien, la virtud infinita no puede ser sin los correlativos infinitos, como la virtud finita y con mucha más razón que ella, la cual no puede ser sin los correlativos finitos. Así se pone de manifiesto en la justicia del hombre, que no puede ser sin justificante, justificable y justificar. La virtud de Dios tiene, por tanto, correlativos coesenciales infinitos, a saber, virtuificante, virtuificado y virtuificar; a los que llamamos divina trinidad. Como Dios Padre, que se conoce a sí siendo infinitamente bueno, grande, etc., y así se justifica infinitamente produciendo al Hijo bueno, grande, eterno, etc. Y éstos, Padre e Hijo, se justifican mutuamente espirando el Espíritu santo; razón por la cual distan infinitamente de la injuria.
(Respecto a 2) Y cuando dices que Dios no es la virtud, con la que sea el Padre, etc. dices algo falso, como ya se ha probado más arriba.
También: Cuando dices que el Padre injuriaría al Hijo, [al impedir al Hijo para que este mismo no fuera Padre] etc., dices algo falso, como se ha dicho en los capítulos sobre la singularidad y la unidad. Ciertamente te digo que el Padre injuriaría al Hijo si dicho Padre se injuriara a sí mismo, destruyendo su paternidad una, infinita y singular.
Queda demostrado que Dios es la virtud infinita. Por tanto, por ésta probaré que se ha encarnado. Y esto del siguiente modo:
Toda virtud infinita que no puede aquietarse salvo que produzca el mayor efecto creado que crearse pueda se encarna. Ahora bien, Dios es la virtud infinita, etc.; por tanto, Dios se encarna. Explico la mayor de este modo: Puesto que la virtud infinita por razón de su infinidad puede crear un ser o efecto en el grado más alto de excelencia de virtud creada; y esto por razón de su poder infinito. Y como tal puede, esto mismo lo intelige; y esto mismo lo ama su voluntad; y así [intelecto y voluntad] se aquietan igualmente mediante la encarnación, que es el grado más alto de excelencia de virtud creada. La menor la explico así: Se ha probado que Dios es la virtud infinita. Y, si él no se encarnara, no podría aquietarse en un sujeto finito hasta que lo elevara con sus dignidades. Mas no podría ser más elevado que si el mismo Dios se hiciera hombre y el hombre Dios; como el rey no podría elevar más a su siervo que si le hiciera vestir el precioso ropaje con el que el rey se viste. Es evidente, pues, que Dios se ha encarnado.
(Respecto a 3) Y cuando dices que si Dios se encarna hace injuria a su esencia, etc., sería verdad si abandonara su deidad y asumiera la humanidad. Pero puesto que asume la humanidad con sus dignidades para que su bondad, grandeza, poder, etc. sean más amados, por consiguiente no se injuria a sí mismo ni a sus dignidades. Como la causa, que es buena, grande, etc., no injuria a su bondad, grandeza, etc. si causa un efecto bueno y grande, etc. Es patente, pues, que Dios no se injuria mediante la encarnación. Más bien tú, sarraceno, injurias a Dios a su bondad, grandeza, etc. por cuanto dices en otra parte que si Dios se encarnara no bastaría su poder para devolverle al más alto grado de virtud en el que se encontraba. Y así le atribuyes un poder infinito y al mismo tiempo le niegas un poder, bondad, grandeza, intelecto, voluntad y virtud infinitos.
(Respecto a 4) Y cuando dices que el Padre y el Espíritu santo se harían a sí mismos injuria [al no asumir la carne como el Hijo], etc., respondo y digo que si el Padre se encarnara, y lo mismo el Espíritu santo, el Padre sería Padre e Hijo; y así destruiría la unidad y la singularidad de la paternidad y la filiación, lo que va en contra del capítulo sobre la unidad y la singularidad; lo que es imposible. Todavía más: Fue tanta la exaltación del universo mediante la encarnación del Hijo de Dios, que el universo no fue capaz de recibir una exaltación más alta; pues de lo contrario el Hijo de Dios no habría sido suficiente para la exaltación del universo en el más alto grado en que puede ser exaltado; lo que es imposible, ya que es infinito.
1.14. SOBRE LA VERDAD
Dijo el cristiano: He probado que Dios es su intelecto infinito y su voluntad infinita. Ahora probaré que Dios es su verdad infinita. Y ello de este modo:
Dios se intelige a sí mismo como infinitamente inteligente, y se ama a sí mismo como infinitamente amante; y, así, alcanza la verdad infinita, sin la cual no puede inteligirse como el inteligente infinito ni como el amante infinito. De donde se sigue que Dios es él mismo la verdad; pues de lo contrario la verdad sería su causa primera, y por ello sería finito; lo que es imposible. De donde es manifiesto que Dios es su infinita verdad.
(Respecto a 1) Y cuando dices que si Dios fuera la verdad tendría una disposición [y la disposición es un accidente], etc., dices la verdad, supuesto que aquella verdad fuera un accidente. Pero puesto que ella es infinita, como se ha probado, por tanto existe por sí misma y por ello es substancia; pues todo lo que existe por sí mismo es substancia. Y así es evidente que tu razonamiento no concluye.
Queda probado que Dios es la verdad infinita. Y a partir de aquí me dispongo a probar la divina trinidad, argumentando de esta manera: Ninguna verdad es infinita sin correlativos infinitos. Dios es la verdad infinita; por consiguiente, Dios no es la verdad infinita sin correlativos infinitos. Pruebo la mayor así: Ningún ser infinito puede tener con suficiencia la verdad infinita a no ser que la tenga por su infinita existencia y [su infinito] obrar. Mas por el infinito obrar no puede tenerla sin los correlativos infinitos, infinitamente existentes, a saber, el verificante, el verificado y el verificar infinitos. La menor ya la he probado más arriba. De donde se sigue que en la verdad divina se dan los correlativos infinitos, a los que llamamos trinidad divina.
(Respecto a 2) Y dices que si Dios no es la verdad en él no se da la trinidad; mas, puesto que ya se ha probado que Dios es la verdad, por tanto es evidente que lo que dices es falso.
(Respecto a 3) Y cuando dices que Dios no cree ni tiene fe, dices la verdad. Y cuando dices que Dios no puede inteligir al Hijo sin una madre, dices algo falso; puesto que inteligió a Adán, hijo de la creación sin madre, y a Eva, hija creada sin padres naturales. Luego, si Dios pudo inteligir esto creativamente, mucho más pudo Dios Padre inteligir un Dios Hijo sin madre eternativamente. Y esto fue significado por Eva, hija de Adán por razón de su creación material, en cuanto nació de la costilla de Adán. Así, el Hijo de Dios es hijo sin madre, puesto que es de la esencia del Padre formalmente, no materialmente, toda vez que el Padre es una forma infinita exenta de toda materia; lo que ciertamente no puede impedir ninguna esencia creada.
Toda verdad infinita aprueba tener un efecto infinito subjetivo por el cual sea conocida y amada. La verdad divina es infinita; por tanto, aprueba tener un efecto infinito. Explico de este modo la mayor: Pues así como el fuego es sujeto de la infinita potencia de abrasar infinita madera, así la infinita verdad tiene el poder de crear un sujeto verdadero e infinito para que mediante él sea conocida y amada esta misma verdad infinita. La menor ya ha sido probada, a saber, que Dios es la verdad infinita. Y este efecto nuevo y verdadero digo que es infinito, por cuanto de lo contrario Dios no podría crearlo ni exaltarlo. Tal efecto es la naturaleza humana de nuestro Jesucristo, con el que la naturaleza divina está unida; por razón de cuya unión se causa un efecto verdadero, sublime e infinito. Y así se ha mostrado verdaderamente que Dios se encarna.
(Respecto a 4) Y cuando dices que el intelecto divino no puede inteligir que Dios esté recluido, respondo y digo que dices la verdad, supuesto que esté recluido y dividido. Mas, puesto que es infinito, por tanto no puede recluirse haciéndose hombre, dado que quiere ser [Dios] infinito como es, y quiere ser hombre finito y estar recluido en el útero de la santa Virgen.
Y cuando dices que lo inmóvil no desciende del cielo a la tierra, dices la verdad en cuanto al sentido literal, no en cambio en cuanto al sentido alegórico, puesto que Dios puede querer estar en todas partes mientras permanece inmóvil; como el alma del hombre, que realmente puede querer estar en la cabeza y en el pie, permaneciendo inmóvil e indivisa.
(Respecto a 5) Y cuando dices que la causa menor no es causa de la mayor, dices algo cierto, mas la causa mayor causa a la menor para que conozca y ame la verdad divina; y llamo causa menor a la naturaleza humana de Cristo, según lo dicho más arriba. También digo que la causa mayor es la naturaleza humana de Cristo, en relación a la utilidad de todo el universo. Y para que lo entiendas más claramente te daré este ejemplo: Supuesto que ni haya existido ni exista ni vaya a existir más que un solo hombre, su alma sería superior al cuerpo, puesto que ésta podría concebir a Dios inteligiendo, amando y recordando; mas no así el cuerpo, puesto que Dios no es imaginable ni sensible. Asimismo, el cuerpo de este hombre sería superior; en cambio, el cielo y todos los elementos y los elementados serían inferiores, puesto que no pueden concebir a Dios. Y la superioridad de aquel cuerpo sería por la unión que tendría con el alma, capaz de concebir a Dios, la cual no estaría unida a otros cuerpos.
Y cuando dices que Dios se innovaría al asumir la carne, dices la verdad, en cuanto se hace un hombre que no era, permaneciendo la eternidad innovada, tanto como la infinidad indivisa; semejante al hombre que tenga una capa nueva, el cual será innovado por la capa, pero no por la esencia, puesto que era hombre y sigue siendo el mismo hombre al tener una capa nueva. Y, así, por lo antedicho puedes concluir respecto a las demás objeciones que formulas. Por lo que resulta evidentemente que tus razonamientos no proceden.
1.15. SOBRE LA GLORIA
Dijo el cristiano: Todo ser infinito se intelige y se ama siendo la gloria infinita. Ahora bien, Dios es el ser infinito; por tanto, se intelige y se ama siendo la gloria infinita. Explico así la mayor: Salvo que Dios se inteligiera y amara siendo la gloria infinita, inteligiría y amaría su infinidad siendo imperfectamente, en tanto no sería capaz de ser la gloria, o ésta sería impedida por otra esencia. Y así se seguiría una contradicción, a saber, que el que es infinito sería finito, y viceversa; lo que es imposible. Y así queda explicada la mayor. Mas la menor es evidente por sí misma puesto que tú y yo concedemos que Dios es infinito. Conclúyese, pues, que se intelige y se ama siendo la gloria infinita.
(Respecto a 1) Y cuando dices que Dios no es la gloria, dices algo falso, como se ha probado más arriba. Mas él no es una gloria semejante a la que tienen las criaturas, puesto que la gloria de éstas es finita, nueva e inferior. Con todo, la gloria de Dios es superior, por cuanto es infinita y eterna, y toda vez asimismo que dicha gloria es su propio fin. Y de este modo es evidente que tus razonamientos no proceden.
Ningún ser infinito es la gloria infinita sin los gloriosos e infinitos correlativos. Dios es el ser infinito; por tanto, Dios no es la gloria infinita sin los gloriosos e infinitos correlativos. La mayor es manifiesta por sí misma, puesto que la gloria infinita requiere la existencia infinita y el obrar infinito, sin los que no es infinita. La menor es también manifiesta por sí misma, como se ha probado más arriba; luego Dios tiene infinitos correlativos por razón de su gloria, a saber, el gloriante, el gloriado y el gloriar infinitos. Y estos tres infinitamente numerados son los tres inteligidos por el intelecto divino y los tres amados por la voluntad divina y los tres unidos por la unidad divina, a los que llamamos trinidad divina, todos y cada uno de ellos existentes en uno, y por la divina singularidad existentes de un modo singular.
Y para que tu intelecto pueda elevarse mediante la gracia de Dios, quiero mostrarte la santísima trinidad de esta manera: Dios intelige la diferencia o distinción entre el gloriante, el gloriado y el gloriar, puesto que sin diferencia o distinción no serían tres, ni la infinidad podría ser infinitamente en ellos; y lo mismo cabría decir respecto a la divina unidad y singularidad, etc. Y, por tanto, así como el midiente mide al medible con la medida, así Dios numera y nombra a estos tres. Y también por medio de su diferencia numera en sí mismo muchas razones, a saber, entidad necesaria, unidad y singularidad; y así respecto a todo lo demás que tú estableces, y que yo establezco, esto es, la bondad, la grandeza, etc. No digo que estas razones son diferentes entre sí, pues de lo contrario la infinidad sería destruida, así como la esencia, es decir, la deidad o substancia divina; lo que es imposible. Mas en virtud de la distinción de personas se dan muchas razones para colmar la infinidad y que Dios Padre en virtud de la bondad sepa producir al buen Hijo, y en virtud de la grandeza al gran Hijo, y así semejantemente. Sin la cual cognición el intelecto divino no podría ser infinito objetiva ni subjetivamente [ya que ni concebiría ni produciría infinitamente]. Y éste es uno de los grados más altos de la santísima trinidad del que puedo hablarte. Como se dice de un modo similar en la segunda parte del tercer capítulo sobre la unidad. Y, por tanto, ruego a Dios que te dé gracia para alcanzar su inteligencia.
(Respecto a 2) Y cuando dices que en Dios no puede darse la trinidad, puesto que él no es la gloria, sería cierto si Dios no fuera la gloria. Mas, dado que se ha probado que Dios es la gloria, por tanto dices algo dices algo falso, por cuya razón tus proposiciones no proceden.
Todo ser infinito que posee correlativos infinitos y gloriosos se inclina más a aquella criatura que posee correlativos gloriosos, que existen próximos a la infinidad, que a aquella que no los posee; como lo semejante a lo que le es más semejante. Y esto no puede ignorarlo ni negarlo el intelecto divino, ni falsificarlo la verdad divina. Luego es evidente que en Dios se da la encarnación, existiendo infinitos correlativos gloriosos en la naturaleza humana de Cristo, los cuales son infinitos por razón de la unión del Hijo de Dios y la naturaleza humana.
(Respecto a 3) Y cuando dices que el Hijo de Dios no se ha encarnado puesto que ello supondría la ignominia y vituperación de Dios, digo que sería verdad si tales pasaran a la esencia divina. Pero no pasan, dado que es infinita y eterna; como la corrupción del cuerpo, que no pasa al alma unida a él, porque ella es incorruptible. Y así consta de un modo evidente que tus razones no proceden; y ya se significó una solución similar más arriba, en el capítulo sobre la verdad.
1.16. SOBRE LA PERFECCIÓN
Dijo el cristiano: Todo ser infinito es la perfección. Dios es el ser infinito; por tanto, Dios es la perfección. Explico así la mayor: puesto que ningún ser es la perfección salvo que tenga una existencia perfecta y un obrar infinito. Pero tales no las puede tener si no es él mismo la perfección. La menor es evidente por sí misma. Por lo que es manifiesto que Dios es la perfección.
(Respecto a 1) Y cuando dices que Dios no es la perfección, dices algo falso, toda vez que se te ha probado que Dios es la perfección.
Y cuando dices que la perfección tiene causas, dices la verdad respecto a la perfección inferior; no, sin embargo, respecto a la perfección infinita, que es superior.
Queda probado que Dios es la perfección. Y puesto que él es infinito, por tanto es la perfección infinita. Ahora bien, no podría ser infinita salvo que fuera mediante una existencia y un obrar infinitos, como se ha significado más arriba. Dios tiene, por consiguiente, un obrar infinito y perfecto, así como una existencia infinita y perfecta; luego Dios es Dios por el obrar infinito y perfecto, para que la infinidad y la perfección del obrar y de la existencia se correspondan igualmente. Mas Dios, en cuanto Dios existe, no se obra a sí mismo, ya que ningún ser se obra a sí mismo substancialmente; como el hombre, que no se hace hombre a sí mismo. Por tanto, Dios obra o produce a Dios para tener un obrar infinito y perfecto. Sin embargo, del Dios que produce a Dios digo que es el Padre, puesto que con toda su existencia infinita y perfecta produce a Dios Hijo infinito y perfecto. Y así se contemplan igualmente la existencia infinita y perfecta y el obrar infinito y perfecto; y esto mediante la bondad, grandeza, eternidad, etc. infinitas y perfectas. Y dado que la existencia y el obrar se contemplan igualmente en la esencia divina y en sus dignidades connaturales, por tanto son igualmente capaces de producir al Espíritu santo para que la relación que tienen el Padre y el Hijo mutuamente sea tan infinita y perfecta como lo son su existencia y su obrar. Lo que se ha mostrado con tanta razón que el intelecto humano no puede negarlo racionalmente.
(Respecto a 2) Y cuando dices que el obrar acabadamente no puede discurrir en la esencia de Dios, puesto que el obrar acabadamente será siempre en curso y no finalizado, dices algo falso, supuesto que discurra en la esencia infinita y eterna, en la que no hay lugar ni tiempo, movimiento ni sucesión. Mas, en cuanto el obrar acabadamente se refiere a la esencia finita y nueva, dices la verdad. Y de este modo tus razonamientos no proceden.
Queda demostrado que Dios es la perfección. Y puesto que tal perfección es infinita, por tanto se dispone más a crear lo más perfecto que lo menos perfecto. Y semejantemente, se dispone más a crear lo más bueno que lo menos bueno; y lo más grande que lo menos grande, etc., a fin de que tenga la misma disposición al crear mediante la bondad y grandeza infinitas, etc., que mediante la perfección infinita. Y esto puede entenderse semejantemente del intelecto infinito, que tal intelige, y de la voluntad divina, que tal ama. Y así es manifiesta la encarnación divina, para que la infinidad sea común a todas las razones antedichas en orden a crear una criatura tan alta que no pueda crearse otra más alta por razón de la bondad, grandeza, etc. infinitas. Sin embargo, no digo que dicha criatura sea capaz por sí misma de tal altura en cuanto a su naturaleza; como la voluntad humana, que no puede ascender a amar a Dios por su naturaleza sin la caridad. Mas, puesto que la naturaleza divina está unida a la naturaleza humana de Cristo, por ello penetra y supera todas las criaturas, y existe sobre todos por su fin y su perfección. Sobre esta materia ya hemos hablado en el capítulo decimocuarto sobre la verdad.
(Respecto a 3) Y cuando dices que lo perfecto que es unido a lo imperfecto no puede ser perfecto, dices la verdad si por ello es entendido lo perfecto unido a lo imperfecto por razón del pecado. Ahora bien, si el ser sumamente perfecto se une al ser imperfecto, discurriendo sin pecado a la suma perfección creada, como se ha dicho más arriba, dices algo falso. Y te daré este ejemplo: El alma del hombre en este mundo es imperfecta, puesto que está unida a un cuerpo corruptible. Mas cuando el cuerpo será glorificado en el paraíso, entonces el alma no será imperfecta por razón del cuerpo, ya que en ese momento no será corruptible. Y puesto que ofreces una comparación sobre el fuego y el agua, digo que haces una comparación falsa, ya que el fuego y el agua son contrarios por razón de lo cálido y lo frío; pero la naturaleza divina y la humana no son contrarias por razón de lo bueno y lo malo. Por lo que es manifiesto que tus razonamientos no concluyen.
1.17. SOBRE LA JUSTICIA
Dijo el cristiano: En ningún ser infinito la justicia es una disposición, puesto que, si así fuera, sería un ser finito, en cuanto tal ser no podría obrar sin un instrumento, a saber, la justicia. Por tanto, la justicia no es una disposición en el ente infinito, esto es, en Dios. Y dado que tú supones que la justicia es una disposición en Dios que no se conmuta con él, dices algo falso; pues la justicia se conmuta con Dios. Y esto de este modo:
Todo ser infinito que se intelige y ama, etc. justamente es la justicia. Dios es un ser infinito; por tanto, Dios es la justicia. Explico así la mayor: A no ser que el mismo ser infinito sea la justicia, la propia justicia no bastaría al justo para inteligir y amar lo justo infinito, ya que sería finita; o bien el ser infinito tendría causas por encima de él, lo que es imposible. La menor es manifiesta por sí misma; por tanto, Dios es la justicia.
(Respecto a 1) Y cuando dices que si Dios fuera la justicia se juzgaría a sí mismo infinita y eternamente, dices la verdad, en tanto que obraría en sí mismo infinita y eternamente; pues la justicia es dar a cada cual lo suyo. No digo, sin embargo, que Dios obre en sí mismo juzgando los yerros, puesto que ni en sí mismo ni fuera de sí podría obrar injuriosamente, toda vez que él es la justicia infinita; del mismo modo que no puede obrar el mal en sí mismo ni fuera de sí, toda vez que es la infinita bondad. Y así, considerado todo lo antedicho, resulta manifiesto que tu consideración es falsa y errónea.
Se ha dicho más arriba que la justicia es dar a cada cual lo suyo. Y asimismo se ha probado que Dios es la justicia. Por tanto, con esta razón me dispongo a probar la santísima trinidad y la encarnación. Y en primer lugar la trinidad, de este modo:
Dios es el ser necesario, y es uno, como se ha establecido consistentemente hasta el presente capítulo, que versa sobre la justicia. Por tanto, es necesario que Dios se dé a sí mismo lo que es suyo, por razón de la necesidad de la justicia; y que dé a la unidad lo que es suyo; y semejantemente a la unidad lo que es suyo; y así con los demás.
La unidad divina es infinita, como ya se ha probado. Y de esta manera Dios, por razón de la infinidad de su unidad, trata justamente su infinita unidad, al poseer la unidad un acto infinito, y por consiguiente un agente infinito y un agible infinito. Y mediante estos tres la justicia da a la unidad lo que es suyo, a saber, su infinidad; mediante la que la unidad es infinita, existiendo y obrando. Y si fuera, sarraceno, como tú dices, la justicia no daría a la unidad lo que es suyo, y la cambiaría con injuria; y la unidad permanecería finita, vacua y ociosa. Y puesto que todas estas cosas son imposibles, se sigue justa y necesariamente que en esta unidad se dan sus correlativos antedichos, y por ende la trinidad, pues a éstos los llamamos trinidad.
Dios es singular, como tú y yo concedemos en el capítulo sobre la singularidad. A la cual la justicia da lo que es suyo, por lo que Dios es uno, singular, infinito y eterno, etc., al tener una existencia y un obrar infinitos y singulares. En este obrar o existir se da un Padre uno, infinito, justo y singular, y un Hijo uno, singular, infinito y justo, y asimismo un Espíritu santo uno, singular, infinito y justo; y de este modo mediante la trinidad tienen aquello que es suyo, sin lo cual la singularidad sería vacua, ociosa, infinita, injuriada, etc., y dispuesta a una disposición privativa; lo que es imposible. Porque ciertamente lo imposible se conmutaría en posible si fuera, sarraceno, como tú dices. Queda, pues, probada la trinidad divina. Y del mismo modo en que he probado mediante la unidad y la singularidad, otro tanto podría probarse mediante los demás capítulos; mas no quiero hacerlo, puesto que deseo evitar la prolijidad.
(Respecto a 2) Y cuando dices que Dios Padre no puede producir un Hijo infinito y eterno, por cuanto su justicia es finita y nueva, habida cuenta que la justicia de Dios es infinita y eterna, como he probado más arriba, [tu razonamiento] queda refutado.
(Respecto a 3) También: Cuando dices que o bien el Padre necesita al Hijo o bien no lo necesita, respondo y digo que lo necesita naturalmente, y ello infinita y eternamente, para que la justicia divina dé a la naturaleza divina lo que es suyo, a saber, sus correlativos naturales. Sin los cuales sería finita, nueva, vacua y ociosa, e injuriada por la justicia, como se ha dicho en el párrafo sobre la unidad y la singularidad; y semejantemente respecto a las demás razones. Lo que es imposible; de donde resulta que una vez más quedas refutado.
Se ha dicho que la justicia es dar a cada cual lo suyo; y se ha dicho en cuanto a la dación intrínseca. Ahora, sin embargo, me dispongo a hablar sobre la dación extrínseca, con la que procuraré probar la encarnación. Y ello del siguiente modo:
Es justo que el intelecto divino haya inteligido el fin más alto del mundo en su creación, de manera que no pueda inteligirse un fin más alto que éste; pues de lo contrario estaría dispuesto en virtud de una disposición ignorante y por ello sería injuriado; lo que es imposible. Y lo que afirmo sobre el intelecto, lo afirmo también sobre la voluntad divina, y también sobre la bondad, grandeza, etc. Y todo esto es justo, y tal no puede negarlo el intelecto humano razonablemente, supuesto que la justicia divina dé a cada cual, por razón de la creación de Dios, lo que es suyo. Ahora bien, la encarnación fue el fin más alto del mundo, no pudiéndose crear otro mayor, como es manifiesto por sí mismo. Por tanto, es patente que Dios se ha encarnado.
(Respecto a 4) Y cuando dices que si Dios se hubiera encarnado haría injuria a los ángeles, etc., respondo y digo que tal ya se ha resuelto más arriba en el capítulo duodécimo sobre la voluntad.
Y cuando dices que se ha hecho injuria a muchos hombres, puesto que no se ha asumido su carne, respondo y digo que tu objeción se ha resuelto en el capítulo sobre la singularidad. Por lo que tus objeciones no proceden.
1.8. SOBRE LA MISERICORDIA
Dijo el cristiano: Que Dios sea misericordia lo pruebo de este modo: Todo ser infinito que puede perdonar pecados infinitos es misericordia. Dios es un ser infinito que puede perdonar pecados infinitos; luego Dios es misericordia. Explico así la mayor: Puesto que perdonar pecados infinitos no puede hacerse sin el acto de perdonar, ni el acto de perdonar puede ser si no es un acto de misericordia; como el acto de amar, que no puede ser si no es un acto de amor. Y dado que el ser infinito no necesita un instrumento, puesto que [si lo necesitara] sería finito, por tanto él mismo es misericordia. La menor es manifiesta por sí misma. Por lo que resulta evidente que Dios es misericordia.
(Respecto a 1) Y cuando dices que si Dios fuera misericordia se perdonaría a sí mismo eterna e infinitamente, etc., respondo y digo que Dios es misericordia, como ya se ha probado. Mas no digo que se perdone a sí mismo, dado que él no peca, ni a ningún otro ser eterno e infinito. Lo que se verá por este ejemplo: El fuego tiene en potencia abrasar infinita madera. Y supuesto que la tuviera y la abrasara, no se abrasaría a sí mismo, sino a la madera; como el agente, que no actúa en sí mismo, sino en el paciente. De este modo Dios no se perdona a sí mismo, sino a los pecadores. Y aunque sea misericordia infinita no por esto se sigue que posea un acto de perdonar infinitamente, toda vez que no tiene un sujeto al que perdonar infinitamente; como el fuego, que no tiene un sujeto en el que arder infinitamente. Y en esto se gozan los pecadores, que esperando el perdón prolongan su angustia, ya que Dios está dispuesto a perdonarles pecados infinitos, supuesto que los haya.
(Respecto a 2) También: Cuando dices que si Dios fuera misericordia esta misma misericordia sería infinita, y de este modo perdonaría todos los pecados sin contrición, confesión y satisfacción; como el fuego, que abrasaría toda el agua, etc., no es válido tu razonamiento, puesto que en Dios la misericordia y la justicia son conmutables, mientras que el fuego y el agua son contrarios; y la misericordia no es contraria al acto de la justicia. Por lo que tus razonamientos nada valen.
Queda probado que Dios es misericordia. Y queda probado semejantemente que si existiera un sujeto infinito [que pecara], lo perdonaría infinitamente. Y, por tanto, por el acto infinito que posee, esto es, perdonar en un sujeto extraño, queda significado que la infinidad de Dios tiene un acto intrínseco, a saber, infinir; pues bien se sigue que si tiene un acto infinito extrínseco, con mucha más razón [lo tiene] intrínseco. De donde resulta evidente que la infinidad de Dios tiene un acto, a saber, infinir. Con todo, no puede tenerlo sin los correlativos, esto es, infiniente e infinible; como la voluntad, que no puede tener el querer sin queriente y querible, ni el sentido sentir sin sentiente y sensible. Es, pues, manifiesto que la infinidad de Dios tiene los tres correlativos infinitos antedichos, a los que llamo trinidad divina.
(Respecto a 3) Y cuando dices que si en Dios se diera la trinidad cualquiera de sus personas tendría misericordia de un modo distinto, una por la superior, la otra por la inferior, dices algo falso, dado que en el capítulo sobre la simplicidad ya se ha dicho que las personas son iguales por acciones y pasiones, y por consiguiente por la misericordia, en la que no defieren por esencia. Luego es manifiesto que nada concluyes.
Todo aquello por lo que Dios es más rogado a perdonar muchos y grandes pecados, por lo cual este ruego es más bueno y grande, etc., es bonificable por la bondad divina, y magnificable por la grandeza divina, y posificable por el poder divino, e inteligible por el intelecto divino, y amable por la voluntad divina, etc. Ahora bien, tal es la encarnación, como probaré; luego Dios se ha encarnado. Supuesto que Dios se haya encarnado, esta declaración es verdadera: Cristo es Dios, Cristo es hombre, Cristo es misericordia, Cristo es hombre, Dios es hombre, el hombre es Dios. El hombre Cristo participa en la naturaleza [humana] con todos los hombres. Y, de esta manera, es evidente que si los hombres pecadores ruegan a Cristo hombre y éste tiene piedad de ellos, puesto que son iguales a él por su especie, y [así] Cristo hombre los representa, hecho hombre, haciendo a Dios estos ruegos, tales ruegos son en el grado más alto, pues no pueden ser en un grado superior. Y puesto que el intelecto divino no puede inteligir razones más altas, ni la voluntad divina amarlas, dado que [ambos] se conmutan con la misericordia divina, y perdonar guarda relación con la misericordia, bien se ve, pues, que la encarnación es inteligible por el intelecto divino, y amable por la voluntad divina, y bonificable por la bondad divina, y posificable por el poder divino, etc. Y como esto es así, se sigue que la encarnación existe; y tal no puede negarlo razonablemente el intelecto humano.
(Respecto a 4) Y cuando dices que atribuyo una deficiencia a la misericordia de Dios, si Dios padeció muerte y asumió la carne para redimir al género humano, etc., respondo y digo que Dios por razón de su misericordia infinita puede perdonar sin medio alguno; como, por razón de su poder absoluto, podría crear un cuerpo infinito. Ahora bien, toda vez que el cuerpo no es capaz de recibir la infinidad, por consiguiente el poder divino no puede crearlo infinito. Semejantemente, Dios podría perdonar el pecado original sin encarnación; mas sin encarnación el sujeto no sería capaz de ello, puesto que como toda la masa humana se corrompió por un solo hombre, esto es, Adán, era necesario que la redención se diera por un solo hombre, el cual debió sufrir por la referida redención, existiendo Dios en este hombre, para que el mismo fuera superior restaurando [la naturaleza humana] como [lo fue] Adán corrompiendo [dicha naturaleza]. Es evidente, pues, que tus razonamientos no concluyen.
Dijo el cristiano: Sarraceno, te he probado la trinidad y la encarnación, he destruido tus razonamientos y he probado la trinidad por razonamientos divinos bien ordenados y de muy diversos modos, en virtud de la diferencia de los correlativos, siendo razonamientos muy veraces, puesto que los correlativos existen muy real y distintamente.
Y así como los correlativos, a saber, las personas, no difieren esencialmente, sino personalmente, de la misma manera mis razonamientos no difieren esencialmente [entre sí]. Y de este modo he probado la trinidad por la equivalencia de sus razones, y no por causas o efectos, pues en ella no se dan causas ni efectos. Y tal demostración es más fuerte que la que procede por causas y por efectos, habida cuenta que las causas y los efectos difieren por esencia, mas no así las razones de Dios.
Asimismo: Te he probado la encarnación, si recuerdas bien, por la causa, la cual es más fuerte que el efecto. Sin embargo, he resuelto algunas de tus objeciones por sus efectos. Y, así, mi demostración estriba en tres grados de demostrar: por comparación, esto es, por los efectos, por las causas y por equiparación [("per quia, propter quid et per aequiparantiam")], la cual es poderosísima. No hay más grados de demostración, ni puede haberlos. Y puesto que con estos tres grados has sido refutado y confundido, te recomiendo que te hagas cristiano, para que vengas a la gloria sempiterna y escapes de las penas infernales y perpetuas.
SEGUNDA PARTE, QUE VERSA SOBRE LOS CUARENTA SIGNOS
Dijo el cristiano: Es manifiesto que se dice que hay tres leyes, y no más, a saber, la ley de los judíos, la de los cristianos y la de los sarracenos. La ley de los judíos es buena, en cuanto es fundamento de la ley de los cristianos. Pero la ley de los cristianos es mejor, en cuanto es completa. Sin embargo, digo que la ley de los sarracenos es falsa y errónea. Y esto lo he probado indefectiblemente más arriba, y asimismo lo probaré mediante cuarenta signos, con los que se significará la ley verdadera.
SOBRE LA DIVISIÓN DE ESTA PARTE
Esta parte se divide en cinco partes. La primera parte trata sobre los diez mandamientos. La segunda sobre los siete sacramentos. La tercera es sobre las siete virtudes. La cuarta es sobre los siete pecados mortales. La quinta sobre los nueve ordenamientos o principios. Y mediante todos estos me dispongo a probar que la ley de los cristianos es verdadera y la de los sarracenos es falsa. Y en primer lugar, mediante la primera parte.
SOBRE LOS DIEZ MANDAMIENTOS
TEN UN SOLO DIOS
Es precepto de Dios (Deut. 5:7) que tengamos un solo Dios. Tener un solo Dios se entiende de dos modos: Un modo es tener un solo Dios creyendo, amando y temiendo. Otro modo es que intelijamos, amemos y temamos a un solo Dios. Y puesto que este precepto ha sido dado por Dios, por tanto aquella ley que establece este precepto en un lugar más elevado es necesario que sea verdadera; no, en cambio, aquella que lo establece en un lugar más bajo. Pues, de lo contrario, el intelecto divino inteligiría el fundamento más alto del precepto en una ley falsa, y la voluntad divina amaría el más bajo en la ley verdadera; lo que es imposible. Y que el precepto es más alto en la ley de los cristianos lo pruebo de este modo:
Los sarracenos creen que existe un solo Dios. Mas no creen que la unidad divina tenga en sí misma un acto infinito y eterno. Ahora bien, los cristianos creen que tiene un acto infinito y eterno, y esto ha sido probado en el capítulo sobre la unidad y la eternidad. Y puesto que el creer es más alto en los cristianos que en los sarracenos, por tanto se sigue que amar y temer a un solo Dios es más alto en los cristianos que en los sarracenos. Luego, queda significado por esto que se ha dicho que la ley de los cristianos es verdadera y la ley de los sarracenos, que es contraria a la ley de los cristianos, es falsa.
Asimismo: La ley de los sarracenos supone que existe un solo Dios, pero no lo prueba. Y esto por cuanto, por ejemplo, es posible que haya muchos; así como decimos: Hay un rey, a saber, el rey de Francia; y: Hay un rey, esto es, el rey de Aragón; y: Hay un rey, a saber, el rey de Castilla, etc. De modo semejante, toda vez que los sarracenos niegan la trinidad divina, supuesto que ésta no exista, es posible que exista un Dios en este mundo y que exista otro Dios en otro mundo; como un rey es en un reino, y otro rey en otro reino. Ahora bien, si existe la trinidad es imposible que exista más que un Dios. Y esto lo muestro como sigue: Se ha probado más arriba en la segunda parte [de la primera parte] que Dios es la bondad, la grandeza, la eternidad, etc. Y dado que corresponde a la bondad que el bueno produzca lo bueno, y dado que corresponde a la grandeza que aquello que produce lo bueno sea grande, y corresponde a la eternidad que lo que produce lo bueno y lo grande sea desde siempre y para siempre, por tanto se sigue que su producir sea infinito e inmenso; y de este modo ni él ni sus correlativos pueden encerrarse en un solo mundo ni pueden existir [múltiplemente] en muchos. Y de ello se sigue que los cristianos, inteligiendo la trinidad y amándola y temiéndola, establecen un solo Dios necesario y niegan que haya muchos dioses. Y así es manifiesto que el precepto es significado de una manera más alta en la ley de los cristianos que en la ley de los sarracenos. Por lo que se muestra que la ley de los sarracenos es falsa, y en cambio la de los cristianos es verdadera.
HONRA EL DÍA DE REPOSO
Es un precepto de Dios (Éx. 20:8-11) que el hombre honre y haga un día festivo para Dios. Por tanto, si puedo probar que mediante la ley de los cristianos puede honrarse más a Dios que por la ley de los sarracenos, se significará que la ley de los cristianos es verdadera y la ley de los sarracenos es falsa. Y ello lo muestro de este modo:
Honrar tiene dos sentidos: Uno es el literal; el otro, en cambio, es alegórico o moral. El literal es que los trabajadores no trabajen en el día festivo; el alegórico, que el hombre contemple y ore a Dios.
Los sarracenos honran a Dios una hora al día solamente el viernes, que es cuanto dura su oración; y luego trabajan el resto del día. Mas los cristianos lo honran por todo el domingo.
Todavía más: Los sarracenos no tienen ningún otro festivo salvo el viernes; los cristianos, en cambio, tienen muchos días festivos dedicados a los santos, que honran mediante el ayuno.
Además: Los cristianos hacen más oraciones en un día festivo, cinco o más, al celebrar la misa y decir las horas, que los sarracenos.
Asimismo: Los cristianos honran a Dios meditando su esencia, la santísima trinidad y la encarnación, y semejantemente, así como la operación que tiene Dios en las criaturas. Los sarracenos sin embargo no lo honran en tan gran medida, sino sólo por la operación exterior que Dios tiene en el efecto. Y, así, considerado en todos sus extremos, los cristianos honran más festivos y por más tiempo [y más adecuadamente] que los sarracenos. Razón cuyo significado es que la ley de los cristianos es verdadera y la de los sarracenos falsa. De lo contrario, el intelecto divino inteligiría el honrar más alto en la ley cristiana, que sería falsa, y la voluntad divina amaría el honrar más bajo como ley verdadera, odiando el honrar más alto; lo que es imposible.
HONRA A TU PADRE Y A TU MADRE
El Padre se entiende de dos modos en la ley de los sarracenos, a saber, el padre, que es el creador; y el padre que es hombre, el cual engendra a su hijo. En cambio, en la ley de los cristianos [se entiende] de tres modos, a saber, Dios Padre, que engendra al Hijo, el Padre creador, y el padre que es hombre, engendrador de su hijo.
Los sarracenos dicen que la iglesia es madre y la mujer es madre; y esto mismo dicen los cristianos. Mas en el cristiano es más alto el precepto [de honrar al padre y a la madre] que en el sarraceno, como resulta evidente; pues el cristiano honra al Dios Padre creyendo o inteligiendo; el sarraceno, sin embargo, lo odia y supone que es imposible. El cristiano honra más a la iglesia que el sarraceno, pues en la iglesia de los cristianos está el Papa y están los cardenales, arzobispos y obispos, y semejantemente. Y son ricos y poderosos; y los reyes y el pueblo besan los pies de su señor, el Papa, y las manos de los demás eclesiásticos, y temen la excomunión. Los sarracenos, en cambio, no se preocupan de estas cosas, y sus obispos son pobres, y otro tanto sus sacerdotes; y éstos tienen mujeres e hijos, y la mayor parte de ellos está empleado en un trabajo. Conclúyese, pues, que los cristianos son más altos en este precepto que los sarracenos. Altitud que es signo de que la ley de los cristianos es verdadera y la de los sarracenos falsa. De lo contrario, el intelecto divino inteligiría y la voluntad divina amaría que el precepto más alto estuviera establecido en la ley falsa, y el precepto más bajo en la ley verdadera; y esto la bondad, grandeza, virtud, verdad y justicia divinas no pueden sufrirlo.
NO DES FALSO TESTIMONIO
Dar falso testimonio es cuando alguien declara que lo verdadero no es o alguien niega lo que es verdadero. Como hace el sarraceno, que declara que Dios no es la bondad, grandeza, etc. ni es trino y encarnado. Y puesto que todo esto se ha probado, por tanto da falso testimonio.
Además: Dicen los sarracenos que Dios crea los pecados, todos los pecados, puesto que es omnipotente. Dicen también que el nombre de Mahoma está escrito en muchos lugares del Antiguo Testamento y del Nuevo; y que si no hubiera existido Mahoma, el mundo no habría sido creado. Y puesto que a día de hoy no se ha encontrado su nombre escrito en ningún Testamento, por ello declaran que nosotros y los judíos hemos alterado los Testamentos, borrando el nombre de Mahoma. Y esto mismo hacen los judíos, negadores de la santísima trinidad y de la encarnación. Y dicen que Cristo fue un hombre pésimo entre todos los que fueron, son y serán; y en cualquier ocasión blasfeman de él y lo maldicen secretamente. Y puesto que se ha probado que la trinidad y la encarnación existen, es pues evidente que los sarracenos y los judíos dan falso testimonio sobre Dios, mientras que los cristianos lo dan verdadero. Y, por consiguiente, se sigue el signo por el cual la ley de los cristianos es verdadera, mas la ley de los sarracenos es falsa; y todo aquello que declaran los judíos contra la trinidad y la encarnación es falso.
NO MATES
Matar se entiende de dos modos, a saber, respecto al cuerpo y respecto al alma. Matar el alma es separarla del supremo objeto, esto es, de la santísima trinidad y la encarnación; lo que ya hemos probado.
También: Matar el alma es separarla de las siete virtudes, que son la senda al paraíso y de las que nos disponemos a hablar y a probar que son más altas en la ley de los cristianos que en la de los sarracenos. Y así se sigue el signo por el que la ley de los cristianos es verdadera, y en cambio la de los sarracenos falsa. De lo contrario, el intelecto divino inteligiría el precepto más alto y la voluntad divina lo odiaría, y tal no pueden consentirlo la bondad, grandeza, etc. divinas.
NO COMETAS ADULTERIO
La fornicación se hace de dos maneras, a saber, corporalmente y mentalmente. Corporalmente los sarracenos pecan más, dado que tienen cuatro esposas y les está permitido que puedan lujuriar con muchas sirvientas a las que sean capaces mantener. Mahoma tuvo nueve esposas; y, sin embargo, no permitió al pueblo tener más que cuatro.
Además: Mahoma estableció en su ley que cualquier sarraceno puede hacer altalaq a su esposa (lo que equivale a repudiar en latín), y ello dos veces. Mas si la repudia una tercera vez no puede recuperarla salvo que otro sarraceno, conociéndola carnalmente, la abandone más tarde; y quizá esa mujer no quiere lujuriar, mas es forzada a lujuriar; y así el hombre obra contra el precepto.
Además: Las mujeres de los sarracenos pecan mentalmente más que las mujeres cristianas. Pues un sarraceno tiene muchas mujeres, y de este modo no puede bastarles, por lo que las mujeres desean muchos hombres. Sin embargo, no es así en la ley de los cristianos, puesto que un cristiano y una cristiana concuerdan en el matrimonio. Y así son injuriadas las mujeres de los sarracenos, mas no las de los cristianos.
Asimismo: Los sarracenos pecan mucho mentalmente en cuanto a la lujuria, toda vez que esperan tener muchas mujeres en el paraíso, y esperan tener muchas otras de las que no se hace [expresa] mención. Es evidente, pues, que el precepto es más alto por la ley de los cristianos que por la de los sarracenos. Y así se muestra un signo por el que la ley de los sarracenos es falsa, mientras que la ley de los cristianos es verdadera.
NO TOMES EL NOMBRE DE DIOS EN VANO
Tomar el nombre de Dios en vano es jurar por Dios falsamente. El sarraceno no considera que el nombre de Dios sea tan alto como lo estima el cristiano, puesto que el sarraceno niega en Dios el deitante, el deitado y el deitar. Mas el cristiano los afirma en él mediante una necesidad, unidad, singularidad, etc. infinitas y eternas, como se ha probado más arriba.
Todavía más: Cuando Mahoma fue hecho rey, mandó que todos los hombres que no quisieran ser sarracenos fueran decapitados; por lo que su tío [Abu Talib], que era idólatra, le rogó para que no lo hiciera decapitar, mas le permitiera permanecer en su secta idolátrica. Mahoma le dijo secretamente: Di ante todos que eres sarraceno, y mantén en tu mente tu secta idolátrica; y de esta manera Mahoma tomó el nombre de Dios en vano. No así, en cambio, nuestro Jesucristo. Y por tanto queda significado que la ley de los cristianos es verdadera, mientras que la de los sarracenos es falsa.
NO COMETAS HURTO
Hurtar puede entenderse de dos modos, a saber, hurtar bienes terrenos y hurtar el buen nombre. Los bienes terrenos, como dinero, un castillo y cosas semejantes; y el buen nombre, como cuando alguien dice que ha hecho algo bueno que otro hizo.
Los sarracenos hurtan dinero y no tienen conciencia de devolverlo; mas los cristianos tienen conciencia de devolverlo. Mahoma hurtó cierta ciudad, llamada Medina Yatrib, y se hizo señor, apoderándose de lo que en la ciudad había. Ahora bien, el Señor Jesucristo, nuestro maestro, nada hurtó.
Mahoma dijo que todo el mundo creado había sido hecho por su causa. Y así hurtó lo que se dice de Nuestro Señor Jesucristo, que es causa de todo el universo, por el cual ha sido creado, como se ha demostrado más arriba.
Además: Los sarracenos narran [cfr. Sahih al-Bujari] que el día del juicio todos los hombres tendrán un gran calor y sudor. Y por ello enviarán mensajeros a Adán para que ruegue a Dios que juzgue sin demora a los buenos destinándolos a la gloria y a los malos para su condena. Pero Adán se excusará, ya que había pecado comiendo del fruto, y dirá que vayan a Noé. Mas Noé se excusará, puesto que pecó embriagándose, y dirá que vayan a Abraham. Mas Abraham se excusará, porque fue perjuro e indigno de tal ruego, y dirá que vayan a Moisés. Mas Moisés se excusará, dado que fue homicida, y dirá que vayan a Cristo. Mas Cristo se excusará, toda vez que los gentiles dicen de él que es Dios; y así dirá a los mensajeros que vayan a Mahoma. Y entonces irán a él y le dirán: Tú, que eres un gran amigo de Dios, ruega a Dios que libere a su pueblo de este sudor. Y entonces Mahoma rogará y orará a Dios, y Dios le escuchará. Y así es evidente que Mahoma hurtó cuando hizo una ley con la que atribuirse el buen nombre de los santos antedichos. Y así queda significado que la ley de los cristianos es verdadera, mientras que la ley de los sarracenos es falsa.
NO CODICIES LA MUJER DE TU PRÓJIMO
Mahoma codició la mujer de cierto esclavo suyo, quien tras saber que Mahoma la encontraba hermosa dijo a Mahoma: Señor, tengo una bella esposa, tomadla a vuestra voluntad. Y dijo esto con astucia, para que Mahoma no la tomara. Al cual Mahoma respondió: Puesto que muestras tal cortesía, voy a liberarte. Y el esclavo quedó rebosante de alegría. Pero Mahoma por la mañana mandó buscarla y dijo que el Señor le había enviado al arcángel Gabriel, reprendiéndole que no la tomara, ya que la deseaba por razón de la santidad de Mahoma; por lo que le estaba permitido tener todas las mujeres que él deseara. Y así lo dijo Mahoma al pueblo por la mañana; y tomó aquella mujer como le plugo; y así fue mendaz y codicioso. Mas Nuestro Señor Jesucristo no hizo tal cosa, pues fue virgen y murió virgen. Es, pues, manifiesto que por este motivo se da un signo con el que queda significado que la ley de los cristianos es verdadera, mientras que la de los sarracenos es falsa.
NO CODICIES LA CASA DE TU PRÓJIMO, Y SEMEJANTEMENTE
Mahoma fue codicioso, pues era un mercader pobre, y fingiéndose profeta se hizo señor de ciudades, como ya se ha dicho. Y más tarde hizo guerra con el rey de Meca, codiciando su reino. Fue a la guerra, le golpearon en la boca y perdió dos dientes; y al fin fue rey de Meca. Tras su muerte, Abubrec [Abu Bakr], su sucesor, codició el reino de Egipto y Siria, que sustrajo mediante la guerra a los cristianos, quienes con derecho los poseían. Y así sucesivamente uno y otro sucesor adquirieron toda Persia, Turquía, Barbaria e Hispania, entre otras. No sucedió otro tanto con nuestro Jesucristo, puesto que vivió pobre y murió pobre; y también los apóstoles. Es evidente, pues, que queda significado que la ley de los cristianos es verdadera, mas no así la de los sarracenos.
SOBRE LOS SACRAMENTOS
Y, EN PRIMER LUGAR, SOBRE EL BAUTISMO
Dijo el cristiano que los sarracenos hacen circuncisión, mientras que los cristianos bautizan.
También: Por el bautismo los cristianos comprenden a hombres y mujeres, mas los sarracenos sólo a hombres. De donde se sigue que los cristianos más se alejan del pecado original por el bautismo que los sarracenos por la circuncisión.
Todavía más: Los cristianos aseveran que nadie puede salvarse sin el bautismo de agua, fuego o sangre. Los sarracenos, sin embargo, dicen que pueden salvarse sin la circuncisión. Y puesto que el bautismo es superior y la circuncisión inferior, queda significado que la ley de los cristianos es superior, mientras que la de los sarracenos es inferior.
SOBRE EL MATRIMONIO
El matrimonio que se forma en el cristianismo es, no obstante, deformado por los sarracenos. Pues en el matrimonio de los cristianos la voluntad del hombre y la voluntad de la mujer se enlazan para un único fin; y esto puede decirse respecto a sus dos intelectos, a sus dos facultades imaginativas y a sus dos facultades sensitivas. Y de este modo el matrimonio es formado, a saber, forma con forma, materia con materia, forma con materia y materia con forma. Y por ello se crea un vínculo inseparable, en tanto el hombre no puede despedir a su esposa, ni a la inversa. Mas el matrimonio de los sarracenos es todo lo contrario; pues la voluntad del hombre, así como su facultad imaginativa y sensitiva, se relacionan con muchos intelectos, voluntades, facultades imaginativas y sensitivas de las mujeres. Ahora bien, las mujeres no se vinculan [unánimemente] a un solo hombre, puesto que cada una de ellas quiere tenerlo para sí.
También: El sarraceno puede despedir a su esposa, y no a la inversa. Y, de este modo, tal matrimonio está deformado. Y así surge un signo, a saber, que la ley de los cristianos es verdadera, mas la de los sarracenos es falsa.
SOBRE LA CONFIRMACIÓN
La confirmación es un sacramento necesario para que los niños, cuando son mayores, confiesen ser cristianos y los artículos de la fe católica que ignoraban mientras eran pequeños y fueron bautizados. Los sarracenos, empero no tienen este sacramento. Y de este modo surge el signo por el que [se muestra que] los sarracenos están en el error, mientras que los cristianos están en la verdad.
SOBRE LA EUCARISTÍA
Los sarracenos celebran la fiesta de Pascua una vez al año, y matan una oveja para significar el sacrificio que hizo Abraham. Mas los cristianos celebran el sacramento de la eucaristía, que es un sacramento más alto que matar una oveja. Y este sacramento lo celebran en cualquier día del año y en muchos lugares. Y lo celebran para significar aquella unión efectuada entre la naturaleza divina y la humana cuando Dios se hizo hombre. En este sacramento hay mayor participación y más signos del poder, caridad y humildad divinos entre Dios y el hombre que cuantos pueden darse en este mundo. Pues Dios comunica su poder infinito al poder finito del presbítero, para que pueda hacer del pan carne y del vino sangre, sin generación, ordenación y composición del pan con la carne y del vino con la sangre, y de la substancia con el accidente. Y [permite] que el mismo hombre, a saber, Cristo, sea al mismo tiempo en el cielo y en muchos lugares en la tierra, y ello sacramentalmente. Éste es el mayor milagro que Dios puede hacer, exceptuada la encarnación. Y de tal sacramento tan alto el intelecto divino sabe y la voluntad divina quiere que sea más alto que el sacrificio de la oveja hecho por los sarracenos. Y así surge el signo por el que la ley de los cristianos es inferior, mientras que la de los sarracenos es inferior.
SOBRE LAS LLAVES
Los sarracenos no tienen el sacramento de las llaves. Es un sacramento beneficioso y muy necesario, puesto que el poder divino se vincula al poder del presbítero para que el presbítero con el poder divino ate y desate en el cielo y en la tierra. Y éste es el vínculo y signo de la unión de la naturaleza divina y la humana, cuando Dios se hizo hombre. Y dado que los sarracenos no tienen este signo o sacramento, surge el signo por el que los cristianos están en la verdad, mientras que los sarracenos están en el error.
SOBRE LA PENITENCIA
La penitencia es el sacramento que significa la redención del género humano que hizo en la cruz Nuestro Señor Jesucristo para que tengamos contrición, confesión y satisfacción; y esto mediante la persona del sacerdote, juez en virtud de la confesión para que nos obligue a penitencia por nuestros yerros, y por la contrición nos conceda el perdón. Y tal sacramento es muy útil y encierra en sí una gran ordenación, para que vengamos a la gloria y evitemos las penas sempiternas. Y puesto que los sarracenos no lo tienen, surge el signo por el que están en el error, mientras que los cristianos están en la verdad.
SOBRE LA EXTREMAUNCIÓN
Los sarracenos no tienen la extremaunción, y esto es signo de que poco se ocupan de la penitencia. Pues la misma extremaunción es signo de que los cristianos confiesan que pecaron con los sentidos contra la unción primera, cuando [por el bautismo] fueron hechos cristianos. Y, entonces, por la extremaunción confiesan que mueren como verdaderos cristianos, arrepintiéndose de sus yerros y esperando la misericordia de Dios; y tal sacramento es muy útil. Y puesto que los cristianos tienen esta unción, y los sarracenos no, surge por tanto el signo por el que los cristianos están en la verdadera ley, mientras que los sarracenos no.
SOBRE LAS SIETE VIRTUDES CAPITALES
Las virtudes capitales son siete, a saber: justicia, prudencia, fortaleza, templanza, fe, esperanza y caridad. De las que cuatro son cardinales y tres teológicas. La justicia, la prudencia, la fortaleza y la temperancia son cardinales; la fe, la esperanza y la caridad son teológicas. Las cardinales son dispositivas y preparativas; como en el árbol, en el que las ramas, ramos, hojas y flores disponen y preparan el fruto. Las teológicas son completivas y perfectivas, y por consiguiente superiores en perfección, mientras que las cardinales son inferiores.
Las antedichas siete virtudes son la senda y el ornato de la ley, y en ellas y con ellas la ley se consuma. Y esta ley es superior en las teológicas e inferior en las cardinales; como en la planta, que es superior en la fructificación mientras que en la preparación es inferior. Las virtudes cardinales no bastan a la verdadera ley, como las ramas, ramos, hojas y flores no bastan al deseo del árbol, ya que son inferiores; mas basta el fruto, puesto que es superior en perfección y en dicho fruto se conserva la especie del árbol, y en él están todos los demás árboles en potencia. Bastan, por tanto, a la ley verdadera las virtudes teologales. Las virtudes cardinales puede poseerlas cualquier hombre por sí mismo, sea fiel o infiel, dado que son inferiores; mas no así las teológicas, ya que son superiores y dadas por la causa primera y por el primer motor. Y, así, son dadas por encima de las fuerzas de las potencias del alma, toda vez que no son dadas naturalmente, sino por razón de la gracia. Y, por consiguiente, procedemos según nuestro propósito para mostrar de qué manera las siete virtudes son signos de la verdadera ley según la ordenación antedicha; lo que me propongo sostener para probar que la ley de los cristianos es verdadera y la de los sarracenos falsa.
SOBRE LA JUSTICIA MORAL
Dijo el cristiano: Según la ley de los cristianos la justicia, entre otras, conlleva tres cosas. La primera es la penitencia. La segunda la confesión. La tercera la satisfacción. Y en primer lugar debe hablarse de la primera.
El cristiano dice que el hombre está compuesto de cuerpo y alma, y al obrar justamente obra con el alma y con el cuerpo. Y así la justicia de Dios, que es superior, satisface la justicia del hombre, que es inferior; como lo semejante, que satisface a su semejante, y la causa a su efecto. Por tanto, en la vida eterna Dios recompensará a los hombres fieles según sus méritos tras la resurrección de las almas y de los cuerpos. Dado que Dios es invisible e insensible, por ello se hizo hombre, para con su cuerpo sensible glorificar el cuerpo de los santos, quienes conciben el cuerpo de Cristo viendo, escuchando, inteligiendo, amando y recordando que dicho cuerpo está unido a la naturaleza divina. Y, así, estos cuerpos que en esta vida sirvieron a Dios, serán glorificados por la justicia en Dios. Los sarracenos, en cambio, no dicen tal cosa, puesto que niegan la encarnación, y dicen que en la vida eterna Dios recompensará el cuerpo de los santos con coito, vino, leche y semejantemente, mas no con la contemplación de Dios. Y de esta manera atribuyen a Dios injuria, y los santos no se aquietan en la vida eterna, como el deseo del árbol no se aquieta en lo inferior. Por tanto, surge el signo, mediante la justicia, por el que la ley de los cristianos es verdadera, mientras que la de los sarracenos es falsa.
Respecto al segundo signo debe decirse esto: Los cristianos eligen un juez, esto es, el presbítero, para que pronuncie un juicio sobre los yerros que han cometido. Y este presbítero es vicario de Dios, por razón del sacramento sacerdotal ya mencionado. Los sarracenos, en cambio, no hacen nada de esto, sino que confiesan ante Dios, que nada les responde. Y tampoco saben juzgarse a sí mismos, dado que ningún hombre está capacitado para juzgarse a sí mismo, por razón de la gran inclinación que tiene hacia sí; por tanto, etc.
También respecto al tercer signo debe decirse esto: Los cristianos devuelven aquello de lo que se han apoderado y lo que poseen injustamente, pues en la hora de la muerte no se tienen por dignos de venir a la gloria si no restituyen lo sustraído. Los sarracenos, sin embargo, no se preocupan de esto y ciertamente creen alcanzar la salvación sin restitución. Queda significado, por tanto, que la ley de los cristianos es verdadera, etc.
SOBRE LA PRUDENCIA
La prudencia es la virtud que enseña al hombre a actuar prudentemente, esto es, a elegir lo bueno y evitar lo malo, a elegir antes el mayor bien que el menor, y a evitar antes el mal mayor que el menor. Y esto según la ordenación del árbol antedicha; para que no obre lo superior a causa de lo inferior, sino a la inversa. Y por ello surge el signo mediante la prudencia, esto es, que los cristianos obran prudentemente por la prudencia en su ley, esperando la gloria, contemplando a Dios y viendo a Dios Jesucristo. Los sarracenos, sin embargo, obran imprudentemente en su ley, puesto que esperan la suma felicidad mediante el coito, la comida y la bebida; mas no en Cristo, ya que niegan la encarnación; ni en Dios, ya que niegan la trinidad. Y creen aquietarse en él por lo inferior, a saber, por las operaciones que tiene en las criaturas. Las cuales cosas son imposibles, pues el sumo descanso no consiste en lo inferior, sino en lo superior; luego, etc.
SOBRE LA FORTALEZA
La fortaleza es una disposición de la voluntad, como la prudencia es una disposición del intelecto. Y es un acto contra las tentaciones y el pecado, por razón de la virilidad del corazón. Y, por tanto, traigo este ejemplo: Si algún hombre quisiera obtener un castillo o mil florines, será más fuerte en resistir a sus pasiones para adquirirlos que para adquirir un florín. La razón de ello es que mil florines son superiores en valor a uno, que es inferior. Y puesto que los sarracenos resisten [a sus pasiones] para lograr la felicidad corporal en el paraíso, a saber, el coito, etc., y no los bienes espirituales, puesto que niegan los actos intrínsecos infinitos y eternos en Dios, como se ha probado más arriba, mas los cristianos aspiran a lo contrario, es manifiesto que por ello surge un signo por el cual la ley de los sarracenos procede por lo inferior, mientras que la de los cristianos lo hace por lo superior.
SOBRE LA TEMPLANZA
La templanza es una disposición igualmente compuesta por actos del intelecto y de la voluntad. Y por tanto, toda vez que el intelecto y la voluntad son superiores en la ley superior, por esta razón la templanza es superior [en ella]; si, en cambio, fueran inferiores en la ley inferior, entonces la templanza y sus efectos serían inferiores. En la ley de los cristianos, en la que el intelecto y la voluntad son superiores, por cuanto esperan gozar [de bienes espirituales] mediante la trinidad y la encarnación, la templanza es por consiguiente superior. Mas, dado que los sarracenos creen en una salvación mediante operaciones extrínsecas, las cuales se dan en Dios, y también mediante el coito, la comida y la bebida, por ello su ley es inferior, y en consecuencia el intelecto y la voluntad [de quienes la profesan]; y lo mismo puede decirse de su templanza. Luego, etc.
SOBRE LA FE
La fe es la disposición del intelecto mediante la que éste cree verdades sobre Dios por encima de sus fuerzas, esto es, por encima de su inteligir; como la voluntad, que ama a Dios mediante la caridad por encima de su natural querer. Los cristianos conciben la fe de un modo distinto a los sarracenos, como se ha significado de manera congruente desde el primer capítulo hasta el vigésimo. De donde resulta evidente que por este motivo surge un signo por el cual la fe de los cristianos es verdadera, mientras que la de los sarracenos es falsa.
SOBRE LA ESPERANZA
La esperanza es una disposición de la memoria. Es efecto de la misericordia y justicia divinas, porque lo que es posible para Dios es imposible para el hombre. Puesto que se ha probado que Dios es justicia y misericordia, y tú sarraceno sostienes que no, por tanto surge un signo por el cual la ley de los cristianos es superior, y la tuya en cambio inferior.
Asimismo: Los cristianos afirman que Dios se ha encarnado, ha nacido con naturaleza humana, ha sido crucificado y ha muerto para redimir al género humano. Los sarracenos ciertamente niegan todo esto. Y, una vez más, de ello surge un signo por el cual la esperanza es más alta en la ley de los cristianos que en la de los sarracenos, puesto que, si Dios tanto se rebajó, bien se sigue que escuche a los pecadores y que recompense a los justos. Luego, etc.
SOBRE LA CARIDAD
La caridad es una disposición de la voluntad con la que ésta asciende a amar a Dios y a su prójimo por encima de sus fuerzas. Puesto que Dios es voluntad, como se ha probado, y en cambio los sarracenos sostienen que no, queda significado que la caridad es más alta por la ley de los cristianos que por la ley de los sarracenos.
Asimismo: Los cristianos creen que Dios se ha encarnado, ha nacido con naturaleza humana, ha sido crucificado y ha muerto por amor al género humano. Y así es manifiesto que la caridad creada, que es efecto de la voluntad divina, es superior en la ley de los cristianos, mientras que en la ley de los sarracenos es inferior.
SOBRE LOS SIETE PECADOS CAPITALES
Siete son los pecados mortales. Y son superiores, puesto que de estos descienden todos los demás pecados, ya sean mortales o veniales. De los que cinco son superiores, a saber, la avaricia, la soberbia, la acidia, la envidia y la ira, y dos son inferiores, a saber, la gula y la lujuria. Los cinco antedichos son superiores por su relación con el alma; mas los otros dos se llaman inferiores por su relación con el cuerpo. Por tanto, el pecado es más alto por lo superior que por lo inferior, dado que el alma es superior, mientras que el cuerpo es inferior. Y primero hablaremos sobre la avaricia.
SOBRE LA AVARICIA
La avaricia es una disposición de la voluntad mediante la que ésta actúa más allá de sus fuerzas, separándose de Dios, así como mediante la caridad se acerca a Dios. La generosidad es lo contrario de la avaricia, y es efecto de la caridad; y la caridad es una disposición de la voluntad. Y puesto que se ha probado que Dios es voluntad, por tanto queda significado que el cristiano que peca por avaricia contraria a su ley más que el sarraceno; así como el cristiano justo es más alto por la generosidad [según su ley] que el sarraceno que no sea avaro. De lo anterior es evidente que surge un signo por el cual la ley de los cristianos es superior y la de los sarracenos, por el contrario, es inferior.
Asimismo: Los sarracenos, en la hora de la muerte, no tienen conciencia de restituir lo sustraído por hurto. Mas los cristianos tienen conciencia de ello. Por lo que surge un signo; luego, etc.
También vemos por experiencia que los cristianos son más generosos en la limosna que los sarracenos, y en el comer y en el vestir, y en tener una mayor familia, y semejantemente. De donde surge un signo mediante la generosidad y la avaricia por el cual la ley de los cristianos es superior, mientras que la de los sarracenos es inferior.
SOBRE LA GULA
La gula es contraria a la templanza, y viceversa. Y puesto que la templanza se compone del intelecto y la voluntad, como se dijo en su capítulo, queda por tanto significado que la gula se compone del intelecto y la voluntad. Y toda vez que el cristiano dice que Dios es intelecto y voluntad, y los sarracenos lo niegan, y la templanza es superior en la ley de los cristianos, e inferior en cambio en la ley de los sarracenos, como se ha probado en su capítulo, por tanto surge un signo, a saber, que los cristianos cometen un mayor pecado contra su ley por gula que los sarracenos; así como [el cristiano] es mayor en su ley en cuanto a la templanza que el sarraceno en la suya. De donde surge otro signo, a saber, que la ley de los cristianos es superior y la de los sarracenos, por el contrario, es inferior.
También: Los sarracenos, por razón de su gran gula, lamen sus manos y con sus dedos rebañan la grasa de las ollas y de los platos, y luego se los lamen. Por consiguiente, queda significado que la ley de los cristianos es superior y la de los sarracenos inferior.
Asimismo: Por razón de su gran gula los sarracenos esperan comer y beber en el paraíso, y creen que en él hay riachuelos de vino, aceite, miel y manteca, y que se sentarán a la sombra de los árboles, que darán todos ellos frutos comestibles; y cualesquiera carnes que apetezcan comer, las tendrán preparadas inmediatamente. Y dicen que cualquier sarraceno tendrá la capacidad de comer y beber como cuarenta hombres. Los cristianos, en cambio, no esperan nada de esto, sino que esperan la vida angélica. Por lo que mediante la gula surge un signo de que la ley de los cristianos es verdadera, mientras que la ley de los sarracenos es falsa.
SOBRE LA LUJURIA
La lujuria es una disposición mediante la que el instinto y el apetito naturales desean a las mujeres contra el noveno y el décimo mandamiento, los cuales son más altos en la ley de los cristianos que en la de los sarracenos, como se ha probado; luego queda significado, etc.
Además: Queda probado que Dios es su intelecto y su voluntad. En el hombre el intelecto y la voluntad causan la lujuria mediante el apetito natural y el instinto corporal, y esto contra el matrimonio. Y puesto que Dios es intelecto y voluntad, y el matrimonio es superior en la ley de los cristianos, y en cambio es inferior en la ley de los sarracenos, como se ha dicho en el capítulo duodécimo, surge un signo, etc.
Asimismo: Los sarracenos esperan tener mujeres en el paraíso. Y cuando tengan relaciones con ellas, podrán tenerlas de nuevo con cualquiera de estas muchachas. Y todo hombre tendrá la capacidad de cuarenta hombres para el coito. Y así cifran su esperanza en esta gran lujuria, que tienen significada en Mahoma, quien fue muy lujurioso. Cristo, nuestro Señor, vivió virgen y murió virgen. Y dado que los cristianos no esperan tener coito en el paraíso, por tanto queda significado que la ley de los cristianos es verdadera, mientras que la de los sarracenos es falsa.
SOBRE LA SOBERBIA
La soberbia es una disposición mediante la cual el intelecto y la voluntad obran contra la humildad, la cual es un efecto de la prudencia y la caridad, que son efectos del intelecto y la voluntad divinas. Y puesto que los cristianos dicen que Dios es su intelecto y su voluntad, por tanto surge un signo mediante la humildad y la soberbia, por el cual la ley de los cristianos es verdadera, mientras que la ley de los sarracenos es falsa.
También: Nuestro Señor Jesucristo, dador de la ley [de los cristianos], no fue soberbio. Fue ciertamente tan humilde que, siendo el señor de los ángeles, toleró ser vendido, atado, sufrir bofetones y flagelo, y que su cuerpo fuera traspasado en la cruz. Mahoma, en cambio, dador de la ley [de los sarracenos], fue soberbio ocupando reinos que no eran suyos. Y así de ello se siguió que mediante la soberbia y la espada se apropiaron sin ningún escrúpulo de los reinos de los cristianos. Y de este modo surge un signo, mediante la soberbia y la humildad, por el que la ley de los cristianos es verdadera, mientras que la de los sarracenos es falsa.
SOBRE LA ACIDIA
La acidia es una disposición de la voluntad mediante la cual ésta es contraria a la caridad, y por la que los hombres son perezosos y ociosos, malevolentes y maledicentes. Y puesto que se ha probado que Dios es la bondad y la voluntad, aunque los sarracenos lo niegan, y la caridad es un efecto de la bondad y la voluntad divinas, por tanto surge un signo por el cual queda significado que la ley de los cristianos es verdadera, mientras que la de los sarracenos es falsa. De lo contrario, la voluntad divina amaría su opuesto y odiaría su efecto, lo que es imposible.
SOBRE LA ENVIDIA
La envidia es una disposición mediante la que el hombre obra contra justicia y caridad. Y puesto que Dios es voluntad y justicia, como se ha probado, y la justicia y la caridad creadas son efectos de Dios, y los sarracenos niegan que Dios sea justicia o voluntad, por tanto queda significado que los cristianos se oponen más a la envidia con su ley que los sarracenos con la suya. Por lo cual queda significado que la ley de los cristianos es superior, mientras que la de los sarracenos es inferior.
También: Se ha dicho en el noveno y en el décimo capítulo: no codicies la mujer [de tu prójimo], etc. Y así queda significado que mediante la ley de los cristianos el hombre se opone más a la envidia que mediante la ley de los sarracenos. Razón cuyo significado es que la ley de los cristianos es superior, mientras que la de los sarracenos es inferior.
SOBRE LA IRA
La ira es una disposición de la voluntad con la que ésta es contraria a la prudencia, la fortaleza y la caridad, y también contra la paciencia, causada por éstas. Y puesto que Dios es voluntad, causante de la caridad, e intelecto, causante de la prudencia, y los sarracenos dicen que Dios no es voluntad ni intelecto, por tanto queda significado que la ley de los cristianos es superior, mientras que la de los sarracenos es inferior.
Asimismo: Nuestro Señor Jesucristo mediante la paciencia se opuso a la ira cuando permitió ser vendido, siendo señor de todos los tesoros; y permitió ser abofeteado y que sus manos fueran atadas, siendo señor de todas las manos; y permitió ser flagelado, siendo señor de todas las potestades; y permitió que lo mataran, siendo el señor de la vida; y permitió ser coronado de espinas, siendo el señor de los honores y los reyes. Mahoma, quien dio la ley a los sarracenos, fue pobre y vil, puesto que no tenía paciencia. Semejantemente sucede con las consecuencias de su obrar, al adquirir los reinos de los cristianos mediante la espada, la soberbia y la impaciencia, los cuales habían sido adquiridos por los cristianos mediante la humildad y la paciencia. De ello surge, pues, un signo, por el que la ley de los cristianos es verdadera, mientras que la de los sarracenos es falsa.
SOBRE LOS NUEVE ORDENAMIENTOS O PRINCIPIOS
Mediante nueve principios ordenados probaré que la ley de los cristianos es superior, mientras que la de los sarracenos es inferior. Y una vez probado esto se seguirá que la ley que es superior es amable para la voluntad divina, mientras que la que es inferior le es odiosa, siendo contraria a la santísima trinidad y a la encarnación, que afirman y aman los cristianos, y niegan y odian los sarracenos. Y de este modo es evidente que la ley que es superior es verdadera, y que la ley que es inferior es falsa. De lo contrario, la voluntad divina sería contra la justicia y la verdad divinas; contrariedad que la justicia y la verdad divinas no pueden sufrir.
SOBRE EL MAESTRO
Nuestro Señor Jesucristo fue maestro y dador de la ley. Él es Dios y hombre, como se ha probado. Y quiso ser pobre para dar ejemplo de que la pobreza es buena, pues las riquezas agobian las oraciones. Llevó una vida santa, la cual es ejemplo para la vida de los santos. Fue humilde, siendo rey, y bajo el mandato de Herodes y César permitió ser juzgado, flagelado y muerto. Y la misma vida reservó a los apóstoles.
Mahoma dio el Corán, al que los sarracenos llaman la ley de Mahoma. Fue un hombre pobre, y sus primeros padres fueron idólatras. Se hizo rey, como se ha dicho; y habiendo muerto su tío, aceptó por esposa la esposa de éste, y se hizo con sus bienes. Y yace muerto en la tierra; mas Cristo vive en el cielo.
Los sarracenos afirman y proclaman que Cristo es el espíritu de Dios y la palabra de Dios, nacido de una virgen, y muchas otras cosas que podrían decirse. Es, pues, patente que Cristo es un maestro superior, mientras que Mahoma lo es inferior. Y, por consiguiente, es manifiesto que la ley de los cristianos es verdadera, mientras que la de los sarracenos es falsa.
SOBRE LA IGLESIA
Ya hablamos sobre la Iglesia en el tercer capítulo, mas también me dispongo a hablar de ella aquí. La Iglesia está compuesta por la fe, la esperanza y la caridad principalmente, y por la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza secundariamente. Y tal es la Iglesia de los cristianos, no así la de los sarracenos, que no tienen fe, esperanza ni caridad, las cuales no pueden ser dadas por Dios salvo mediante la verdad. De este modo, la Iglesia de los sarracenos posee las virtudes cardinales sin fruto, como los ciegos, que poseen los ojos sin objeto.
Además: Si en la Iglesia de los sarracenos hay un clérigo, en la Iglesia de los cristianos hay diez, y más. Y si la Iglesia de los sarracenos tiene un honor, la Iglesia de los cristianos tiene ciento. Y si en la Iglesia de los sarracenos hay un religioso, en la Iglesia de los cristianos hay ciento. En la Iglesia de los sarracenos no hay mujeres religiosas, mas en la Iglesia de los cristianos hay muchas, de las que un gran número son vírgenes. Y así es manifiesto por lo antedicho que la ley de los cristianos es verdadera, mientras que la de los sarracenos es ciertamente falsa. De lo contrario, la voluntad divina amaría lo inferior y odiaría lo superior; y tal no pueden sufrirlo su bondad, verdad y justicia.
SOBRE LA ORACIÓN
Dijo el cristiano al sarraceno: Por cada oración hecha a Dios por los clérigos de los sarracenos se hacen diez oraciones y más por los clérigos de los cristianos.
Asimismo: Puesto que los clérigos de los cristianos oran mediante el sacrificio, a saber, mediante la eucaristía, mientras que los sarracenos no oran mediante el sacrificio, de lo que surge un signo, a saber, que la ley de los cristianos es superior y la de los sarracenos inferior.
Además: Tú, sarraceno, dices que Dios no es bueno, grande, etc. en sí mismo, sino en relación a los seres creados; yo, en cambio, digo que en sí mismo, como ya se te ha probado. De donde se sigue, según tú, que nuestra suma felicidad consistiría en nosotros y no en Dios; mas, según yo creo, es todo lo contrario. Y, por tanto, queda significado que la oración de los cristianos es superior, mientras que la de los sarracenos es inferior.
También: Los cristianos tienen muchos santos y santas, a los que ruegan, y en su honor ayunan, celebran y oran a Dios. Los sarracenos, empero, no tienen más que a Mahoma. Y por ello surge un signo, etc.
Asimismo: Se ha dicho en el capítulo vigésimo sobre la misericordia que Cristo, que es hombre y Dios, ora por nosotros a Dios en cuanto es hombre, etc. Y, por tanto, surge un signo por el cual nuestra oración prevalece frente a la vuestra. Y, por tanto, si nuestra oración es superior y la vuestra es inferior, se sigue que nuestra ley es superior, mas la vuestra inferior; y que nuestra ley es verdadera, mientras que la vuestra es falsa.
SOBRE LA LIMOSNA
Los cristianos tienen muchos religiosos y muchas religiosas que eligen la virginidad y la pobreza por amor de Dios. Y el pueblo les da lo que les resulta necesario, y bellos monasterios e iglesias en los que moran. Mas los sarracenos no se preocupan de esto.
También: Los cristianos construyen hospitales en los que son acogidos los pobres, los enfermos y los peregrinos; y en cada ciudad se construyen uno, dos o tres hospitales. Mas respecto a los sarracenos no he escuchado que tengan más de dos hospitales, uno en Túnez y otro en Alejandría. Y de este modo surge un signo, etc.
También: Se dice, y yo lo creo, que es más lo que dan los cristianos en las fiestas de los santos por amor de Dios que lo que dan los sarracenos en todo el año. Y más dan los cristianos a los pobres que van de puerta en puerta, diez veces más, que lo que dan los sarracenos a sus pobres.
Asimismo: Los cristianos dan a sus clérigos el diezmo por amor de Dios; los sarracenos en absoluto. Es manifiesto, pues, mediante la limosna, que la ley de los cristianos es superior y verdadera, mientras que la de los sarracenos es inferior y falsa.
SOBRE EL AYUNO
Los cristianos ayunan cuarenta días en cuaresma, mas los sarracenos treinta. Ahora bien, los cristianos no comen excepto una vez entre el día y la noche, y no comen carne. Los sarracenos, en cambio, comen dos veces por la noche, y más si quieren, y comen carne. Y de este modo surge un signo mediante el ayuno, a saber, que la ley de los cristianos es superior, mientras que la de los sarracenos es inferior.
Los cristianos ayunan en el adviento y en las vigilias de los santos y en las cuatro témporas. Y muchos ayunan con pan y agua; los sarracenos en absoluto.
SOBRE LA CONTRICIÓN
Se ha probado que Dios es su bondad, grandeza, etc. Y, de este modo, cuando [los cristianos] pecan contra la bondad, grandeza, etc., están más dispuestos a la contrición por sus yerros que los sarracenos, quienes dicen que Dios no es su bondad, grandeza, etc. Y toda vez que la contrición que está más dispuesta es superior, y la que está menos dispuesta inferior, por tanto surge un signo mediante la contrición, etc.
Además: Los cristianos creen en la santísima trinidad y en la encarnación. Y, por tanto, cuando pecan deben tener una mayor contrición por sus yerros que los sarracenos, que niegan la santísima trinidad y la encarnación. Y de este modo surge un signo, etc.
Además: En la ley de los cristianos está este precepto, dado por Dios (Mt. 22:37): "Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas". Mas ni este mandato ni otro equivalente están en la ley de los sarracenos. Y de este modo cuando los cristianos pecan contra el antedicho precepto deben tener mayor contrición que los sarracenos. Y, por tanto, queda significado que la ley de los cristianos es superior, mientras que la de los sarracenos es inferior.
SOBRE LA CONFESIÓN
Los cristianos confiesan a los presbíteros y vicarios, y esto con gran dolor, vergüenza y tristeza por sus yerros. Mas los sarracenos no se preocupan de tal confesión, sino que confían en Dios, como ya se ha dicho. Y puesto que la confesión es superior en la ley de los cristianos y, en cambio, es inferior en la ley de los sarracenos, por tanto se sigue que la ley de los cristianos es superior, mientras que la ley de los sarracenos es inferior. Y así surge un signo, mediante la confesión, por el cual la ley de los cristianos es verdadera y la de los sarracenos falsa.
SOBRE LA SATISFACCIÓN
La satisfacción se dispone por la ley de los cristianos respecto a los yerros, a través de la confesión y dándose el juicio del presbítero, como se ha dicho más arriba. Mas no se dispone tal cosa en la ley de los sarracenos, que carecen de confesión y de juez espiritual. Y dado que a la disposición se le llama hábito positivo y a la indisposición hábito privativo, por tanto surge un signo por el cual la ley de los cristianos es superior y verdadera, mientras que la ley de los sarracenos es inferior y falsa.
SOBRE LA GLORIFICACIÓN
Los cristianos creen contemplar en el paraíso mediante su intelecto la esencia de Dios y sus operaciones, las cuales se dan en la trinidad, que tiene actos infinitos y eternos, como se ha probado en los capítulos ya referidos. Y por tal visión, delectación y amor surge un signo por el que la ley de los cristianos es superior, mientras que la de los sarracenos es inferior.
También: Los cristianos dicen que Dios se ha hecho hombre, que con su cuerpo ha glorificado a los hombres y ha regalado a los cuerpos de los santos [su presencia] mediante la vista, el oído y creo también que mediante el tacto, pudiendo besar sus pies, y satisfaciendo el gusto, el tacto y el olfato. Los sarracenos, en cambio, niegan todo esto al negar la encarnación; luego, etc.
Además: Los cristianos no esperan tener coito en el paraíso, sino vida angélica, como ya se ha dicho. Mas los sarracenos esperan tener coito, comida y bebida. Por tanto, queda significado mediante la ley de los cristianos que el paraíso es un lugar sumamente bello y alejado de toda inmundicia. Mientras que mediante la ley de los sarracenos queda significado que el paraíso es un lugar inmundo y alejado de toda belleza. Por tanto, queda significado que la ley de los cristianos es verdadera, mientras que la de los sarracenos es falsa.
Queda probado por cuarenta signos, y tal verdadera y asertivamente, que la ley de los sarracenos es falsa, mientras que la de los cristianos es verdadera.
Escuchadas las antedichas razones por el sarraceno, las consideró por largo tiempo; posteriormente suspiró, se separó del cristiano y abandonó la disputa.
TERCERA PARTE, QUE VERSA SOBRE LA ORDENACIÓN O DESTINO DEL LIBRO
Este libro se hizo con esta intención, a saber, que los cristianos y los sarracenos, mediante razonamientos y no mediante autoridades, disputaran entre ellos. Pues las autoridades pueden ser objeto de calumnias según como sean expuestas.
Estando ausente Homero el sarraceno, Raimundo el cristiano escribió en arábigo las antedichas razones. Y, hecho el libro, lo envió al obispo de Bugía, rogando que él y sus sabios lo examinaran y le dieran respuesta. Pero, a los pocos días, el obispo mandó que el mencionado cristiano fuera expulsado del país de Bugía. Y en el continente los sarracenos lo enviaron a cierta nave en dirección a Génova, la cual con gran fortuna llegó ante el puerto de Pisa y, a diez millas de él, se hizo añicos. El cristiano a duras penas escapó casi desnudo y perdió todos sus bienes y libros. Y estando en Pisa rememoró las referidas razones expuestas al nombrado sarraceno, y con ellas escribió este libro en latín. Lo envió al señor Papa y a los reverendos cardenales para que pudieran examinarlo y mostraran los susodichos razonamientos del cristiano y del sarraceno a los sabios cristianos, a fin de que vieran con qué argumentos los sarracenos procuran destruir la ley de los cristianos. Con estas deliberaciones hacen libros, uno de los cuales pudo verlo el cristiano mientras estaba en la cárcel. Y mediante tales raciocinios engañan a muchos cristianos, quienes se hacen sarracenos, ya que no tienen un intelecto elevado ni fundado en el conocimiento con el que puedan resolver las precitadas razones. Y puesto que los sarracenos con estas consideraciones y con la promesa de riquezas y mujeres corrompen a muchos cristianos para que abracen su ley, y toda vez que los cristianos no se preocupan de los sarracenos que se hacen cristianos ni quieren auxiliarlos, de ello resulta que si un sarraceno convierte en cristiano, diez cristianos o más se hacen sarracenos. De esto tenemos experiencia en el reino de Egipto, del que se dice que la tercera parte de los soldados del sultán fueron cristianos, pues los sarracenos han ocupado nuestras tierras y han multiplicado su ley del modo que ya he descrito. Por tanto, sopesen los próceres lo que al final sucederá. Dios ciertamente no puede ser forzado ni engañado.
Asimismo: Hay tres emperadores de los tártaros, de los cuales el mayor emperador, llamado el Gran Can [=Kan], posee la tierra del arzobispo Juan [de la Iglesia de Abisinia]. Y allende este emperador, hacia las regiones orientales, no se conoce otro señor que no sea él. Existe otro gobernante en las regiones septentrionales cuyo nombre es Totay. Los sarracenos son sus escribas y mayordomos, y por razón de su trato podrían convertirlo. El tercer emperador es señor desde Persia hasta la India, y es llamado Carbenda. Éste y todos sus soldados se han hecho sarracenos, y hace tiempo se convirtió Casano, hermano suyo. Por ello no es conveniente que el rey de Francia vaya a Siria, ni a ningún otro país próximo a Persia, pues de lo contrario Carbenda y el sultán se unirían contra los cristianos.
También se dice que no hace ni setenta años, o poco más, que los tártaros abandonaron las montañas. Y estos tres emperadores poseen más del doble de tierras que todos los reinos de los cristianos y los sarracenos juntos.
Se dice, además, que los nestorianos y los jacobitas, quienes odian a los latinos [católicos], han empezado a predicar y a convertir a los tártaros. Y, por consiguiente, sopesen los próceres lo que al final sucederá. Pues Dios es muy digno de amor y de temor, y por ello ha dado a los latinos el poder de tomar el mundo entero si quisieran, como se ha figurado en el Libro de fine.
Considerando hasta qué punto toda la cristiandad está en un gran peligro, como es manifiesto por lo antedicho, sería ciertamente bueno que el señor Papa y los reverendos cardenales reparasen en tres cosas que son el tesoro de la Iglesia, y sin las cuales no veo que el mundo pueda estar bien. Y puesto que estas tres cosas son [ahora] potencia y ociosidad, sopesen los próceres lo que al final sucederá si no son conducidas al acto. Pues el mundo le ha sido encomendado a San Pedro vicariamente.
Las tres cosas referidas son éstas, a saber, que el señor Papa y los reverendos cardenales construyan cuatro o cinco monasterios permanentes en los que los religiosos y los seglares letrados, devotos y deseosos de morir por Dios aprendan la lengua de los infieles. Y luego vayan a predicar el Evangelio por el universo mundo, como está preceptuado.
La segunda es que de todos los soldados religiosos, a saber, la orden del Temple, de los [Caballeros] Hospitalarios, de los [Caballeros] Teutones, la de Santiago, la de Calatrava y la del Santo Sepulcro, se haga una nueva orden llamada con otro nombre. Y que [sus soldados] continuamente y sin cesar permanezcan en las fronteras contra los sarracenos. Que se dirijan primero a Granada, donde se encuentra el fundamento pétreo [de la reconquista], dado que está cerca, para que obtengan un gran tesoro de los sarracenos. Y que luego vayan a Barbaria, pues también está cerca en un modo semejante. Y, en adelante y sucesivamente, obtengan Tierra Santa. Mas que no vayan primero a Siria, donde se encuentra un fundamento arenoso y lábil y próxima la ruina, [siendo una tierra] lejana y rodeada de infieles.
La tercera es que el señor Papa y los reverendos cardenales den el diezmo de toda la Iglesia al Passagium hasta que Tierra Santa sea recuperada, como lo dan los reyes cristianos. Este diezmo nace y es dado por quienes sufren, y por él la Iglesia es honrada, sustentada y su fe multiplicada por el honor de Dios. Mas hay reyes que lo destinan a lo terreno, lo cual es malo.
Tal queda dicho respecto a la ordenación por la que el mundo puede venir a bien. De esta materia he hablado más largamente en el Libro finis, que el señor Papa tiene, el cual le fue remitido por el señor Rey de Aragón, quien en Montpellier ofreció su persona, su tierra, su ejército y su tesoro para luchar contra los sarracenos siempre que plazca al Papa y a los señores cardenales. Y de esto no tengo duda, puesto que estuve allí.
Dijo Raimundo: Si he dicho algo contra la santa fe católica, conste que lo he dicho por ignorancia, y como fiel cristiano lo someto a la corrección de las autoridades.
En loor y honor de Dios terminó Raimundo este libro en Pisa, en el monasterio de San Domnino, en el mes de abril del año mil trescientos ocho de la encarnación de Nuestro Señor Jesucristo. Gracias sean dadas a Dios.