lunes, 19 de septiembre de 2022


Aristóteles niega la existencia de lo infinitamente extenso como continente (i.e. como substancia, en acto), que es aquello que no puede recorrerse en tiempo alguno. Argumenta que el lugar que ocupa el todo y el que ocupan las partes es de idéntica especie, por lo que si éste es siempre el mismo en el cuerpo infinito, al estar extendido en todas las direcciones posibles y no tener donde desplazarse, también será siempre el mismo en sus partes y no habrá movimiento.

Sin embargo, el Estagirita afirma la existencia de lo infinitamente divisible como contenido (i.e. como accidente, en potencia), que es aquello que puede recorrerse en algún tiempo. Ello se debe a que el tiempo no puede ser una sucesión de "ahoras" indivisibles, de la misma manera que una línea no puede estar compuesta por un continuo de puntos, toda vez que los puntos no tienen partes y, por tanto, tampoco extremos mediante los que puedan ser unidos entre sí. Por consiguiente, el tiempo y el espacio necesarios para el movimiento deben ser divisibles al infinito y, como tales, coextensos y coabarcables, contra Zenón de Elea. 

Es decir, se da un espacio substancial finito que actúa como continente de un espacio accidental infinito, el cual es su contenido. Si lo finitamente grande contiene a lo infinitamente pequeño, es evidente que lo infinitamente pequeño no es infinito en acto, pues de ser así no estaría contenido en nada y rebasaría toda extensión. Es un infinito en potencia semejante a lo eterno a parte post, que carece de límites en su progreso pero no puede retroceder ilimitadamente. Así, lo extenso, aun circunscribiéndose a un perímetro, sólo sería infinito en acto no como vacío, sino estando infinitamente compuesto por cuerpos infinitesimales. Tales cuerpos deberían ser infinitamente penetrables si tuvieran que descomponerse en otros tantos infinitos cuerpos. Mas esta hipótesis no encuentra ejemplo en la naturaleza, ya que es propio de los cuerpos ejercer repulsión entre ellos y modificarse por su mutuo contacto, lo que he expresado en la Proposición 7 del anterior argumento, y el de Estagira concede cuando habla de "infinito en potencia".

En atención a todo esto, me sorprende que Aristóteles pudiera sostener la eternidad del universo, esto es, la existencia de un sustrato material ingenerable e indestructible. Pues si el universo, careciendo de comienzo, es una sucesión infinita y sin hiatos de causas y efectos y, asimismo, los efectos son cada vez más compuestos en tanto proceden de un mayor número de causas, llegamos a la conclusión de que un universo con una antigüedad infinita y una extensión limitada tendrá una infinidad de cuerpos infinitamente compuestos por otros cuerpos. Y así, el infinito en acto que Aristóteles pretendía expulsar, entrará por la puerta trasera.

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Propter Sion non tacebis