Le he citado a Vd. en el blog alternativo a casa Arcadi.
Espero que entre al juego con la inteligencia que habitualmente demuestra, querido adversario -si me permite adjetivo y sustantivo, a cuál más pretencioso por mi parte.
Estoy de enhorabuena por haber tenido hoy noticias de su blog. Sus entradas han sido verdaderas sacudidas mentales para mí por su fuerza penetrante.
Además de que debo, quiero decirle que acabo de incluir en el blog nickjournalarcadiano el comentario que sigue:
"Comunica Mercutio que dijo irichc, el 04.01.07, en "¿Qué es una especie?", comentario publicado en su blog Frustración voluntaria:
La posibilidad de cruce entre macho y hembra nos indica que estamos hablando de la misma especie, pero no nos dice nada sobre la especie. Es como si me hicieran saber que el animal escondido en esta caja tiene la misma forma que el que se oculta en aquella. ¿Qué sé "a priori" de ambos animales? Nada relevante, nada concreto, nada empírico. Todo lo que pueda descubrir de común en ellos observándolos se fundará, pues, en un prejuicio.
i: La regla de la interfecundación, simulándose "a priori", es en realidad "a posteriori", hecha en base a la asociación entre semejanza y origen. Sin embargo, existen los monstruos: las mutaciones en las que la evolución se sustenta. ¡Aporía! No sabemos qué es una especie. ¿Cómo afirmar que evolucionan?
Y glosa con gusto Gengis Kant:
El pensamiento expuesto por irichc es muy inteligente, con mucha y muy apretada miga. Creo, no obstante, que es susceptible de alguna que otra objeción.
Antes de nada, con el fin de resaltar el esqueleto conceptual del problema abordado por irichc, acudiré a una ficción.
Suponga el lector que un viajante cósmico acaba de llegar a un planeta que no había visitado antes. Todo es nuevo para él, sin nigún parecido con lo que había conocido antes.
Al poco tiempo entra en relación con dos objetos móviles -no sabe, ni puede saber a falta de un criterio de clasificación, si esos individuos- son semejantes o diferentes entre sí.
Decide -qué otra cosa hacer- observarlos con cuidado. Nota que les gusta apretar en la parte superior del otro un botón de color rosa. Cada vez que uno cualquiera de ellos aprieta el botón del compañero, suena una bocina.
De vez en cuando se lleva una sorpresa, como es la aparición casual de otros objetos móviles en las proximidades de la pareja. No sabe si son semejantes entre sí, si semejantes a la primera pareja (ni puede saberlo por la falta del criterio menciona antes).
En cualquier caso, va formándose gradualmente una pequeña comunidad de la que lo único que puede afirmar el intruso observador es su condición automovilística.
Van pasando las semanas, los meses... hasta que un día cae en la cuenta de que se da una relación temporal entre el sonido de la bocina y las apariciones: casi siempre que suena ésta, al cabo de unos seis minutos, hay aparición.
Con el paso del tiempo va conociendo otras unidades automovientes. Éstas interrelacionan de las formas más diversas, aunque entre todas estas formas abunda la manipulación del botón. No siempre se sigue de esta maniobra la aparición de otra cosa al cabo de seis minutos (unas veces pasa más tiempo, otras menos); a veces, pocas, no nace el objeto esperable; hay veces incluso en las que no funciona el claxon.
También los objetos que van apareciendo a la llamada de la bocina son muy aficionados a jugar con el botón, con unos efectos parecidos a los anteriores. Unas veces surgen cosas, otras no; en ocasiones, silencio.
Y así, poco a poco, a partir de unos pocas unidades se va llenando el lugar de individuos automóviles.
A esas alturas, el forastero se ha aburrido tanto, que le han entrado ganas de construir una teoría sobre el automóvil. ¿Hay una o varias clases de automóviles? ¿Si hay varias, cuántas son?
Sólo con los datos que ha obtenido nuestro pensador, tal como sostiene irichc, no puede responder esas preguntas. Sólo tiene ante sí una multitud de seres individuales, unos más parecidos entre sí, en una determinada cualidad, que otros a cualquiera de ellos (se adivinará que, cambiada la cualidad, cambia la clasificación).
(Es muy probable que el criterio distributivo, como piensa irichc, no lo conozca jamás si espera que se lo dicte la experiencia. Tiene que inventarlo.)
Peor aún, aunque esto no lo diga irichc: ni siquiera puede saber si esas cadenas de apariciones se asemejan, por muy remotamente que sea, a una sucesión parental. Porque ésta supone -además del linaje, que podemos dar por cumplido por el hecho de que los nuevos individuos surjan en la vecindad de sus "progenitores"- la semejanza.
Con esto quiero decir, contra lo que creo que piensa irichc, que ni siquiera el conocimiento que pudiera tenerse sobre la posibilidad de cruce entre dos individuos es lógicamente previa al diseño del mapa categorial de los individuos.
La noticia de la viabilidad reproductora de un par de automóviles no puede rendir conceptualmente aun lo poco que irichc le concede. No nos permite saber que se trata de miembros de la misma especie -aunque no sepamos qué especie es esa- si por 'especie' entendemos lo que se suele entender: una entre unas cuantas. La "especie" a la que sabríamos que pertenece cada una de las parejas con cruces viables es la muy lata de los interfecundables, frente a la que sólo existiría la de los no interfecundables. No creo que sea en esta especie de especie en la que está pensando irichc.
Así, pues, la crítica de irichc se queda corta... si damos por válida su tesis de que no podemos conocer qué es una especie, aunque sepamos que es.
A mi juicio, el concepto, usado por propio irichc, de posibilidad (de cruce) de una pareja remite necesariamente a la existencia de otras parejas semejantes. Si de una pareja aislada sólo podemos saber lo que hace, no lo que puede hacer, es su semejanza con otras la que funda la posibilidad del conocimiento de la interfecundidad.
Afirmo, pues, no sé bien si contra irichc, que:
-A(ntecedente), compuesto:
-A1. si fuera cierto que las excepciones, los monstruos, echan por tierra la precisión fronteriza que irichc cree imprescindible para poder afirmar la existencia de una determinada especie,
-A2. y si:
-A21. el conocimiento de dicha existencia es una condición de posibilidad de la información sobre la viabilidad reproductiva de una determinada pareja
-A 22. y de esa viabilidad se deduce la certeza de que sus miembros son de la misma especie.
-C(onsecuente):
No podemos saber si estos pertenecen a la misma especie.
Sin embargo, y este me parece otro punto débil de la argumentación irichciana, no es evidente que la existencia de monstruos sea tan letal para el conocimiento de la esencia de las especies. Viene sosteniéndose desde hace tiempo, con general aplauso, que el hecho de que una clase sea difusa no quiere decir que no sea una clase perfectamente determinada. Que no podamos determinar si un individuo pertenece, o no, a una colección no significa que no sepamos qué es esa colección."
Sí ayer pensé haber encontrado algún error en lo que escribió Vd. sobre las especies biológicos, hoy lo encuentro en mi respuesta. Por lo menos una de mis críticas es errónea. Me refiero a la siguiente:
"A mi juicio, el concepto, usado por propio irichc, de posibilidad (de cruce) de una pareja remite necesariamente a la existencia de otras parejas semejantes. Si de una pareja aislada sólo podemos saber lo que hace, no lo que puede hacer, es su semejanza con otras la que funda la posibilidad del conocimiento de la interfecundidad."
En primer lugar, mi objeción es muy epidérmica, ya que bastaría sustituir la referencia que Vd. hizo a una posibilidad -la posibilidad de cruce de una pareja- por la mención de un hecho -el cruce de una pareja- para obviar la dificultad.
Pero tampoco tiene Vd. por qué cambiar nada, pues el conocimiento de dicha posibilidad puede fundarse sólo en la observación de lo que le ocurre a esa pareja. Incluso bastaría con que hubiera tenido descendencia una sola vez, para poder hablar de su posibilidad -una posibilidad más que lógica, se entiende- de cruce.
No le extrañe que en próximos días vaya borrando otros párrafos de mi escrito: es lo que mejor se me da. Un saludo.
Supongan que A es el conjunto de los animales pues bien, las especies son aquellos subcúmulos de A qué permiten definir una operación. ¿Qué operación? ¡Pues criar!
Como le anuncié, he seguido borrando. Ahora le ha tocado a una parte crucial.
[561] Escrito por: Mullah Francis -19 Enero 2007 03:11 AM- en el blog de Arcadi.
---
Prólogo escrito al final de mi respuesta a Mullah, en el nickjounalarcadiano:
Don Mullah, mi propósito de desarrollar una buena defensa de mi crítica de la primera afirmación de irichc no ha terminado donde estaba previsto. Mi propia argumentación ha venido a dar en la evidencia de que tiene razón Vd., y por tanto la tiene irichc.
No renuncio por ello a mostrar la vía que he seguido -vía crucis- dada mi convicción de que el pensamiento propiamente dicho no es tanto un resultado como, tal como indica su índole de sustantivo verbal, un proceso, generalmente fallido.
MF: No, Gengis. Basta con que dos individuos, por disímiles que sean (en algunas especies el dimorfismo sexual es tan acusado que el ojo profana descartaría prima facie todo parentesco), se crucen y engendren individuos fértiles para que se les considere especies diferentes, sin necesidad de ningún conocimiento a priori.
GK: Me imagino que el conocimiento a priori del que habla Vd. es el de las semejanzas entre miembros de la misma especie, del que dice que ni se da en todas las especies ni es necesario. También me imagino que Vd. ha querido decir que la descendencia fértil de una pareja de individuos prueba que NO pertenecen a especies diferentes.
No tengo nada que objetar si hablamos de la semejanza que se da en un plano sincrónico. Pero yo pensaba en la semejanza en el plano diacrónico de la filiación, sobre la base de que suponemos que el hijo es de la misma especie de los padres si y sólo si éstos son de la misma especie. Pues bien, la existencia de un descendiente monstruoso nos obliga aparentemente a elegir entre:
1. apostar por la continuidad, en virtud de la cual diremos que sus progenitores son de la misma especie porque él es semejante a ellos (el macho al macho y la hembra a la hembra), o
2. apostar por la discreción, en virtud de la cual diremos que sus progenitores no son de la misma especie, por no serlo él.
La tesis de irichc se atiene creo yo- a 1. Puede decir él que la existencia de un descendiente fértil es un indicio de la comunidad específica de sus progenitores porque previamente ha decidido considerar que él es de la misma especie que ellos. Ahora bien, esto sólo es posible si se ha establecido un criterio de semejanza específica, ese apriori del que hablan Vd. e irichc.
(Ahora, mi caída del caballo.) He creído mal al pensar que la tesis de irichc tenía que ver con 1. La comunidad específica entre descendientes y ascendientes se cifra en la fertilidad de los primeros, sin necesidad de pensar en semejanza intergeneracional alguna.
MF: Otra cosa es el absurdo que plantea este criterio. Nunca ha habido un individuo que no pudiese cruzarse con su progenitora. Luego, ¿en qué momento puede decirse que una especie nueva se escindió de otra? ¿En qué momento surgió el individuo fundador de la nueva especie que fuese, por definición, incapaz de cruzarse con sus semejantes de la generación anterior? La respuesta es que nunca. Si cabe hablar de especies diferentes es solamente gracias a que se han extinguido los eslabones intermedios, ese continuum de individuos que sí podían cruzarse perfectamente con sus progenitores y sucesores inmediatos. El ejemplo vivo de este fenómeno es el de las llamadas ''especies circulares'', como las salamandras Ensatina del California o las gaviotas argénteas del Ártico. Recomiendo indagar por ahí.
GK: Nada que objetar en el plano formal; en el material no soy capaz de entrar.
Muy interesantes vuestras aportaciones. Gracias por la cita y el elogio, Mercutio.
Gengis, es admirable tu capacidad autocorrectora. El tema está bien enfocado y daría para unas cuantas vueltas más, creo yo. Pero ya ando bastante mareado con mis propias circunvalaciones fiscales como para sazonar mi jaqueca con epistemología.
Haceos una idea: esta semana, trabajando a jornada completa, llevo más de 15 horas extras hechas, con sábado incluido. Mi hija no me conoce. No sé quién me mandaba meterme a burócrata.
En fin, vendrán días mejores. January is the cruellest month.
Buenos días.
ResponderEliminarLe he citado a Vd. en el blog alternativo a casa Arcadi.
Espero que entre al juego con la inteligencia que habitualmente demuestra, querido adversario -si me permite adjetivo y sustantivo, a cuál más pretencioso por mi parte.
Salud.
Estoy de enhorabuena por haber tenido hoy noticias de su blog. Sus entradas han sido verdaderas sacudidas mentales para mí por su fuerza penetrante.
ResponderEliminarAdemás de que debo, quiero decirle que acabo de incluir en el blog nickjournalarcadiano el comentario que sigue:
"Comunica Mercutio que dijo irichc, el 04.01.07, en "¿Qué es una especie?", comentario publicado en su blog Frustración voluntaria:
La posibilidad de cruce entre macho y hembra nos indica que estamos hablando de la misma especie, pero no nos dice nada sobre la especie. Es como si me hicieran saber que el animal escondido en esta caja tiene la misma forma que el que se oculta en aquella. ¿Qué sé "a priori" de ambos animales? Nada relevante, nada concreto, nada empírico. Todo lo que pueda descubrir de común en ellos observándolos se fundará, pues, en un prejuicio.
i: La regla de la interfecundación, simulándose "a priori", es en realidad "a posteriori", hecha en base a la asociación entre semejanza y origen. Sin embargo, existen los monstruos: las mutaciones en las que la evolución se sustenta. ¡Aporía! No sabemos qué es una especie. ¿Cómo afirmar que evolucionan?
Y glosa con gusto Gengis Kant:
El pensamiento expuesto por irichc es muy inteligente, con mucha y muy apretada miga. Creo, no obstante, que es susceptible de alguna que otra objeción.
Antes de nada, con el fin de resaltar el esqueleto conceptual del problema abordado por irichc, acudiré a una ficción.
Suponga el lector que un viajante cósmico acaba de llegar a un planeta que no había visitado antes. Todo es nuevo para él, sin nigún parecido con lo que había conocido antes.
Al poco tiempo entra en relación con dos objetos móviles -no sabe, ni puede saber a falta de un criterio de clasificación, si esos individuos- son semejantes o diferentes entre sí.
Decide -qué otra cosa hacer- observarlos con cuidado. Nota que les gusta apretar en la parte superior del otro un botón de color rosa. Cada vez que uno cualquiera de ellos aprieta el botón del compañero, suena una bocina.
De vez en cuando se lleva una sorpresa, como es la aparición casual de otros objetos móviles en las proximidades de la pareja. No sabe si son semejantes entre sí, si semejantes a la primera pareja (ni puede saberlo por la falta del criterio menciona antes).
En cualquier caso, va formándose gradualmente una pequeña comunidad de la que lo único que puede afirmar el intruso observador es su condición automovilística.
Van pasando las semanas, los meses... hasta que un día cae en la cuenta de que se da una relación temporal entre el sonido de la bocina y las apariciones: casi siempre que suena ésta, al cabo de unos seis minutos, hay aparición.
Con el paso del tiempo va conociendo otras unidades automovientes. Éstas interrelacionan de las formas más diversas, aunque entre todas estas formas abunda la manipulación del botón. No siempre se sigue de esta maniobra la aparición de otra cosa al cabo de seis minutos (unas veces pasa más tiempo, otras menos); a veces, pocas, no nace el objeto esperable; hay veces incluso en las que no funciona el claxon.
También los objetos que van apareciendo a la llamada de la bocina son muy aficionados a jugar con el botón, con unos efectos parecidos a los anteriores. Unas veces surgen cosas, otras no; en ocasiones, silencio.
Y así, poco a poco, a partir de unos pocas unidades se va llenando el lugar de individuos automóviles.
A esas alturas, el forastero se ha aburrido tanto, que le han entrado ganas de construir una teoría sobre el automóvil. ¿Hay una o varias clases de automóviles? ¿Si hay varias, cuántas son?
Sólo con los datos que ha obtenido nuestro pensador, tal como sostiene irichc, no puede responder esas preguntas. Sólo tiene ante sí una multitud de seres individuales, unos más parecidos entre sí, en una determinada cualidad, que otros a cualquiera de ellos (se adivinará que, cambiada la cualidad, cambia la clasificación).
(Es muy probable que el criterio distributivo, como piensa irichc, no lo conozca jamás si espera que se lo dicte la experiencia. Tiene que inventarlo.)
Peor aún, aunque esto no lo diga irichc: ni siquiera puede saber si esas cadenas de apariciones se asemejan, por muy remotamente que sea, a una sucesión parental. Porque ésta supone -además del linaje, que podemos dar por cumplido por el hecho de que los nuevos individuos surjan en la vecindad de sus "progenitores"- la semejanza.
Con esto quiero decir, contra lo que creo que piensa irichc, que ni siquiera el conocimiento que pudiera tenerse sobre la posibilidad de cruce entre dos individuos es lógicamente previa al diseño del mapa categorial de los individuos.
La noticia de la viabilidad reproductora de un par de automóviles no puede rendir conceptualmente aun lo poco que irichc le concede. No nos permite saber que se trata de miembros de la misma especie -aunque no sepamos qué especie es esa- si por 'especie' entendemos lo que se suele entender: una entre unas cuantas. La "especie" a la que sabríamos que pertenece cada una de las parejas con cruces viables es la muy lata de los interfecundables, frente a la que sólo existiría la de los no interfecundables. No creo que sea en esta especie de especie en la que está pensando irichc.
Así, pues, la crítica de irichc se queda corta... si damos por válida su tesis de que no podemos conocer qué es una especie, aunque sepamos que es.
A mi juicio, el concepto, usado por propio irichc, de posibilidad (de cruce) de una pareja remite necesariamente a la existencia de otras parejas semejantes. Si de una pareja aislada sólo podemos saber lo que hace, no lo que puede hacer, es su semejanza con otras la que funda la posibilidad del conocimiento de la interfecundidad.
Afirmo, pues, no sé bien si contra irichc, que:
-A(ntecedente), compuesto:
-A1. si fuera cierto que las excepciones, los monstruos, echan por tierra la precisión fronteriza que irichc cree imprescindible para poder afirmar la existencia de una determinada especie,
-A2. y si:
-A21. el conocimiento de dicha existencia es una condición de posibilidad de la información sobre la viabilidad reproductiva de una determinada pareja
-A 22. y de esa viabilidad se deduce la certeza de que sus miembros son de la misma especie.
-C(onsecuente):
No podemos saber si estos pertenecen a la misma especie.
Sin embargo, y este me parece otro punto débil de la argumentación irichciana, no es evidente que la existencia de monstruos sea tan letal para el conocimiento de la esencia de las especies. Viene sosteniéndose desde hace tiempo, con general aplauso, que el hecho de que una clase sea difusa no quiere decir que no sea una clase perfectamente determinada. Que no podamos determinar si un individuo pertenece, o no, a una colección no significa que no sepamos qué es esa colección."
Sí ayer pensé haber encontrado algún error en lo que escribió Vd. sobre las especies biológicos, hoy lo encuentro en mi respuesta. Por lo menos una de mis críticas es errónea. Me refiero a la siguiente:
ResponderEliminar"A mi juicio, el concepto, usado por propio irichc, de posibilidad (de cruce) de una pareja remite necesariamente a la existencia de otras parejas semejantes. Si de una pareja aislada sólo podemos saber lo que hace, no lo que puede hacer, es su semejanza con otras la que funda la posibilidad del conocimiento de la interfecundidad."
En primer lugar, mi objeción es muy epidérmica, ya que bastaría sustituir la referencia que Vd. hizo a una posibilidad -la posibilidad de cruce de una pareja- por la mención de un hecho -el cruce de una pareja- para obviar la dificultad.
Pero tampoco tiene Vd. por qué cambiar nada, pues el conocimiento de dicha posibilidad puede fundarse sólo en la observación de lo que le ocurre a esa pareja. Incluso bastaría con que hubiera tenido descendencia una sola vez, para poder hablar de su posibilidad -una posibilidad más que lógica, se entiende- de cruce.
No le extrañe que en próximos días vaya borrando otros párrafos de mi escrito: es lo que mejor se me da. Un saludo.
Supongan que A es el conjunto de los animales pues bien, las especies son aquellos subcúmulos de A qué permiten definir una operación. ¿Qué operación? ¡Pues criar!
ResponderEliminarComo le anuncié, he seguido borrando. Ahora le ha tocado a una parte crucial.
ResponderEliminar[561] Escrito por: Mullah Francis -19 Enero 2007 03:11 AM- en el blog de Arcadi.
---
Prólogo escrito al final de mi respuesta a Mullah, en el nickjounalarcadiano:
Don Mullah, mi propósito de desarrollar una buena defensa de mi crítica de la primera afirmación de irichc no ha terminado donde estaba previsto. Mi propia argumentación ha venido a dar en la evidencia de que tiene razón Vd., y por tanto la tiene irichc.
No renuncio por ello a mostrar la vía que he seguido -vía crucis- dada mi convicción de que el pensamiento propiamente dicho no es tanto un resultado como, tal como indica su índole de sustantivo verbal, un proceso, generalmente fallido.
MF: No, Gengis. Basta con que dos individuos, por disímiles que sean (en algunas especies el dimorfismo sexual es tan acusado que el ojo profana descartaría prima facie todo parentesco), se crucen y engendren individuos fértiles para que se les considere especies diferentes, sin necesidad de ningún conocimiento a priori.
GK: Me imagino que el conocimiento a priori del que habla Vd. es el de las semejanzas entre miembros de la misma especie, del que dice que ni se da en todas las especies ni es necesario. También me imagino que Vd. ha querido decir que la descendencia fértil de una pareja de individuos prueba que NO pertenecen a especies diferentes.
No tengo nada que objetar si hablamos de la semejanza que se da en un plano sincrónico. Pero yo pensaba en la semejanza en el plano diacrónico de la filiación, sobre la base de que suponemos que el hijo es de la misma especie de los padres si y sólo si éstos son de la misma especie. Pues bien, la existencia de un descendiente monstruoso nos obliga aparentemente a elegir entre:
1. apostar por la continuidad, en virtud de la cual diremos que sus progenitores son de la misma especie porque él es semejante a ellos (el macho al macho y la hembra a la hembra), o
2. apostar por la discreción, en virtud de la cual diremos que sus progenitores no son de la misma especie, por no serlo él.
La tesis de irichc se atiene creo yo- a 1. Puede decir él que la existencia de un descendiente fértil es un indicio de la comunidad específica de sus progenitores porque previamente ha decidido considerar que él es de la misma especie que ellos. Ahora bien, esto sólo es posible si se ha establecido un criterio de semejanza específica, ese apriori del que hablan Vd. e irichc.
(Ahora, mi caída del caballo.) He creído mal al pensar que la tesis de irichc tenía que ver con 1. La comunidad específica entre descendientes y ascendientes se cifra en la fertilidad de los primeros, sin necesidad de pensar en semejanza intergeneracional alguna.
MF: Otra cosa es el absurdo que plantea este criterio. Nunca ha habido un individuo que no pudiese cruzarse con su progenitora. Luego, ¿en qué momento puede decirse que una especie nueva se escindió de otra? ¿En qué momento surgió el individuo fundador de la nueva especie que fuese, por definición, incapaz de cruzarse con sus semejantes de la generación anterior? La respuesta es que nunca. Si cabe hablar de especies diferentes es solamente gracias a que se han extinguido los eslabones intermedios, ese continuum de individuos que sí podían cruzarse perfectamente con sus progenitores y sucesores inmediatos. El ejemplo vivo de este fenómeno es el de las llamadas ''especies circulares'', como las salamandras Ensatina del California o las gaviotas argénteas del Ártico. Recomiendo indagar por ahí.
GK: Nada que objetar en el plano formal; en el material no soy capaz de entrar.
Un saludo.
1:25 PM, enero 19, 2007
Muy interesantes vuestras aportaciones. Gracias por la cita y el elogio, Mercutio.
ResponderEliminarGengis, es admirable tu capacidad autocorrectora. El tema está bien enfocado y daría para unas cuantas vueltas más, creo yo. Pero ya ando bastante mareado con mis propias circunvalaciones fiscales como para sazonar mi jaqueca con epistemología.
Haceos una idea: esta semana, trabajando a jornada completa, llevo más de 15 horas extras hechas, con sábado incluido. Mi hija no me conoce. No sé quién me mandaba meterme a burócrata.
En fin, vendrán días mejores. January is the cruellest month.
Te metiste a burócrata para alimentar a tu hija... no saldrá en los periódicos, pero está muy bien hecho.
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