martes, 13 de marzo de 2007

Por qué actuamos


Todo lo que te afecta produce un cambio en ti. Si esa influencia es exterior, hablamos de pasiones, cuyo efecto se traduce siempre en una disminución de tu capacidad de obrar y pensar. Si es interior, esto es, endógena o inercial, hablamos de acciones, con un efecto diametralmente opuesto al descrito. Por esta razón es imposible actuar sobre uno mismo, y también por ello no resulta válido identificar al sujeto con su cuerpo. Puedo actuar sobre mi cuerpo, pero no sobre mí mismo. Si yo actúo y me padezco, mi capacidad de obrar y pensar aumenta y disminuye simultáneamente en proporción idéntica. Ergo, se queda igual, no cambia.

La materia sin substancia o entelequia es incapaz de expresar la fuerza. Ahora bien, si presuponemos dicho sustrato inmaterial, aunque su relación con lo extenso sea indemostrable, logramos explicar el caso. El cuerpo absorbe la acción, la convierte en pasión para sí y devuelve una nueva acción disminuida (eco de la primera) al alma, que la padece. No hay dualismo: el cuerpo es un parasujeto. Por otro lado, si la relación fuera tan lineal como los materialistas pretenden, no actuaríamos, en tanto que toda acción viene mediatizada por lo corpóreo.

Telemann - 01-[Con...

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Propter Sion non tacebis