El alma está en el cerebro, pero no es el cerebro. Hasta un ateo emergentista me dará la razón en esto, pues él piensa que la consciencia es superior -o al menos distinta- a todo compuesto orgánico necesario para causarla. Creerá con ello que hay efectos mayores que sus causas, o inadecuados a las mismas. Pero a ti te llamará creyente por creer lo contrario: que el alma es por armonía la causa adecuada, y que es mayor que su efecto.
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Propter Sion non tacebis