La razón al servicio de la animalidad. El pecado original, simple tendencia o pendiente, no basta para explicar la perseverancia en el error. El hombre abandonaría sus quimeras para adorar a la única verdad y al único Dios si a tal cometido obstaran sólo sus pasiones y su embrutecimiento innato. Iba a bastar para ello una buena educación, como opinaba Sócrates.
Pero el peor desliz es el que nos propulsa hacia lo alto. Necesitamos estar convencidos de hacer el bien hasta en la más abyecta de nuestras obras. Toda traición tiene un bello prólogo, y la ciudadela de la maldad está asfaltada con compromisos que llevan la marca de la nobleza.
Así, nos confunden los hechos y nos confunde la doctrina. El diablo puede engañar en ambos sentidos, mas a los incultos sólo los prende a través de una ilación falaz, inducida en el orden de los acontecimientos: son los supersticiosos. Al resto les da una moral.
In furore iustissi... |
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Propter Sion non tacebis