Una mofeta macho con acento francés (golpe bajo de la Warner) se enamora de una gata a la que por accidente pintan una franja blanca en el lomo. La mofeta persigue a la gatita porque cree que es una mofeta. Pero la gata no quiere participar en el cortejo dado que sabe que no lo es, aunque desconoce el motivo del enamoramiento. Si alguno de mis affaires frustrados tuviera que parodiarse, yo elegiría estos dibujos. Muestran, por un lado, la simpatía injustificada –casi accidental- de los hombres por las mujeres; y, por el otro, la ignorancia de éstas sobre las causas de nuestro afecto, así como su tendencia innata a despreciarnos y a no someterse.
PS: La franja blanca es el alma.
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Propter Sion non tacebis