La doctrina del pecado original no pretende que los hombres somos demonios sin atisbo alguno de bondad. Se limita a fijar la anomalía de que el más sociable de los animales sea capaz de las mayores atrocidades. Los tardoilustrados seguís pensando que el mal y el bien morales provienen de la educación y de la correcta o errónea organización de las sociedades, sea ésta espontánea o planificada. Sin embargo, tenéis un pequeño problema al no poder demostrarlo.
En resumen, a favor vuestro no hay nada, y hablan en vuestra contra las siguientes pruebas que cuestionan la eficacia de la selección cultural:
- El telediario como reflejo verosímil, aunque distorsionado y a la baja, de la maldad cotidiana.
- La creciente desigualdad social.
- El índice de abortos.
- El de delincuencia.
- El de obesidad.
- El de corrupción.
- El de endeudamiento.
- El de fracaso escolar.
Si todo depende de las circunstancias, entonces no hay nada que seleccionar: no existen tipos buenos ni malos, sólo maleables (Maquiavelo). Pero si es cuestión de dar tiempo al tiempo y tener fe, contesto que antes que la república de los santos evolucionados llegará el juicio final, mucho más efectivo.
PS1: No he dicho sólo que siguen habiendo malvados, sino que su número se mantiene esencialmente constante a pesar de la fuerte criba a la que debería someterlos la selección cultural. Ni siquiera haría falta mirar a las estadísticas para cerciorarnos de este dato. Todos nacemos con considerables impulsos a delinquir si de ello no se sigue un castigo contra nosotros (o es un castigo asumible a la vista de la ganancia).
PS2: El libre albedrío no es un impedimento absoluto a la predeterminación genética de cierto tipo de conductas. En atención a nuestra progenie suelen gustarnos más las mujeres de caderas anchas que las de caderas estrechas. Con todo, preferimos el mal al bien, aun cuando la sociedad siempre sanciona y margina los comportamientos que tienden a disolverla. He aquí un fenómeno sin explicación científica.
O-Mortales-Quid-Mundanas.mp3 |
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Propter Sion non tacebis