domingo, 15 de julio de 2007

Weininger


Nuestro tiempo no es tan sólo el más judaico, sino también el más feminista; el tiempo para el cual el arte es únicamente una careta y que encuentra sus inspiraciones artísticas en el juego de los animales; el tiempo del anarquismo más crédulo, sin comprensión para el Estado y para el derecho; el tiempo de la ética de la especie y de las concepciones históricas más superficiales (el materialismo histórico); el tiempo del capitalismo y del marxismo, para el que la historia, la vida y la ciencia no significan otra cosa que economía y técnica; el tiempo en que el genio es considerado como una forma de locura y que, sin embargo, no posee ni un gran artista ni un gran filósofo; el tiempo de la originalidad más escasa y que más busca la originalidad; el tiempo que ha sustituido el ideal de virginidad por el culto a las semivírgenes: ese tiempo ha tenido también la gloria de ser el primero en que los individuos no contentos con haber afirmado y adorado al coito, lo han elevado a la categoría de deber, no para olvidar, como los romanos y los griegos en la bacanal, sino para encontrarse a sí mismos, y para dar un contenido a su propia esterilidad.

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Propter Sion non tacebis