Leibniz hablaba de la intensa y placentera emoción que nos producen los espectáculos de los funámbulos, donde el riesgo de error es evidente por sus trágicas proporciones. El filósofo, en un arrebato cómico no exento de cinismo, comparaba una vida sin mal a una vida sin circo.
¿Hay circo en el paraíso de Leibniz?
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