1) Si no hay autocausa, tan válido es decir "mi cuerpo o yo hacemos esto" como "el universo hace esto en el lugar que llamo yo". Por negarnos una subjetividad relativamente independiente del flujo físico nos vemos obligados a transferírsela al todo, cuyos límites y características básicas ni siquiera conocemos. Es el sistema panteísta de Spinoza.
2) La predeterminación de un acontecimiento no le resta espontaneidad. Tan -o tan poco- libres somos si alguien puede conocer "a priori" lo que haremos, como si el contenido de nuestra acción es una caja negra que sólo podemos abrir nosotros. De cualquier manera, como mínimo una persona conocerá lo que voy a hacer y las razones claras o confusas por las que lo hago: yo mismo. Es por ello que libertad y predeterminación se coimplican en vez de excluirse.
3) Si la mutabilidad de la materia "no viene más que de sí misma", ¿puede explicárseme dónde está el sí mismo de la materia? ¿A la derecha, a la izquierda o por todas partes? Si está en todas partes, como yo creo, no hay parte de la materia que no mute, lo cual es como decir que no hay parte de la materia que no tenga partes (pues lo simple es incapaz de cambiar).
Luego, la materia sería infinitamente divisible. Las sucesiones infinitas en acto no tienen comienzo temporal, en tanto que todo comienzo es un límite. Pero para que algo sea ha de empezar a ser o ser siempre. Ahora bien, si algo es siempre, no muta, ya que de lo contrario no hay razón para afirmar que se trata de la misma cosa durante todo el tiempo. Sólo queda reconocer que la materia es una sucesión infinita en acto con comienzo temporal y, por ende, no material, radicado en las mónadas o conatos inextensos de fuerza y percepción.
4) No es preciso descender hasta el umbral cuántico. Un análisis somero del movimiento humano nos lleva a dictaminar que la hipótesis materialista es falsa o sumamente implausible.
Así, el movimiento generado por un músculo del brazo ha sido transmitido por los nervios, que lo recibieron de la red neuronal. Se observa una complejidad creciente a medida que nos aproximamos al, por así llamarlo, primer motor del cuerpo. Por tanto, o el movimiento del brazo se ha originado en la red neuronal, o se debe a una causa exterior al cuerpo que pueda explicarlo mejor, esto es, más compleja. Pero esa causa no existe ni debe presuponerse (por la navaja de Ockham), ergo el libre albedrío es postulable racionalmente.
El punto 2 es especialmente insostenible y para intentarlo resulta fútil la utilización de una palabra como coimplicar cuando intenta armonizar dos opuestos.
ResponderEliminarLa pretedeterminación de un acontecimiento anula completamente tal espontaneidad, por el hecho de que lo que se pre-determina requiere pre-determinantes que borran por completo la supuesta espontaneidad (otra cosa es que se quiera llamar espontáneo a lo que no lo es, por mero vicio apologético).
Si "como mínimo una persona conocerá" lo que voy a hacer es porque sólo puedo hacer esto y no otra cualquier cosa. ¿Cómo saber si no qué voy a hacer? La espontaneidad como una acción ex nihilo es tan absurda como el Dios omnisciente que anula el mismo libre arbitrio que se predica.
Hola, bello Fernando.
ResponderEliminar1) Lo que se predetermina requiere predeterminantes.
Distinción nada fútil que te debemos y con la que estoy completamente de acuerdo.
2) Los predeterminantes son incompatibles con la espontaneidad.
No se sigue de la definición que he dado en otra parte de espontaneidad como razón de ser de sí mismo. Pero para que haya un "sí mismo" tiene que existir algo distinto de la materia, que es lo que explico en el punto 3) de este escrito.
3) La espontaneidad como una acción "ex nihilo" es absurda.
Correcto, si bien no es la espontaneidad que yo predico. Llamo espontáneos a los actos emanados del sujeto mismo, esto es, de su noción, entendida como la suma de pensamientos conscientes e inconscientes que tiene en acto. No me aparto de las convenciones al hablar de esta manera, pues nadie estima que al obedecer el propio juicio sea esclavo de sí mismo.
irichc:
ResponderEliminarVeo que mantiene una discusión en el blog del que da enlace y he pasado por allí para discutir un tema que me interesa especialmente.
No sé si su terminología metafísica le va a permitir comunicarse con el autor del blog, temo que no, pero yo sí deseo que si no continúa en ese blog, continuemos la discusión en éste.
Le recomiendo que ponga marcas de seguimiento en las respuestas para que pueda ver si respondemos en los mensajes atrasados, si le interesa responder en ellos. Pero puede ser útil seguir centrados en éste para no dispersar esfuerzos.
En mi respuesta deseo centrarme en lo que creo la cuestión fundamental y en la que creo que estoy de acuerdo con usted: la libertad es la facultad de que nuestras acciones se sigan de nuestra propia conciencia.
Si imaginamos que vamos a coger un vaso para beber pero que de repente nuestra mano se pone a dibujar círculos en el aire y nos quedamos con sed, pensaremos que no controlamos nuestra mano. Si en una ocasión experimentamos una súbita e inexplicable necesidad de colgarnos boca abajo de la rama de un árbol en invierno, pensaremos que no estamos en nuestro sano juicio. Cualquiera creer que ser libre es hacer lo que uno desea, lo que está en el deseo en el conocimiento de uno, y no cualquier cosa a lo loco, de manera imprevisible y sin ningún orden.
Insisto en que ver la cosa desde fuera sólo puede hacer que lo describamos en términos físicos mientras que viéndola desde nuestro lado de la conciencia la experimentaremos en términos subjetivos, intuitivos, pero que sólo podemos decir que no puede haber dos cosas, dos realidades, ni siquiera paralelas, porque so sí violaría la navaja y hasta el cortacésped de Occam.
Pero lo que determina la acción de mi yo es, necesariamente lo que mi yo es y cómo es. Si lo vemos desde el punto de vista material es decir como entes en el espacio y el tiempo, diremos que los estados físicos determinan (si podemos decir que lo hacen, pero esto es otra cuestión) los siguientes. si lo vemos desde la consciencia podemos decir que pensamos esto o decidimos esto porque antes pensábamos aquello o preferíamos lo de más allá. No hay ideas de la conciencia sin ligazón y lo que aparece como desde fuera de la conciencia define un ámbito que no es la conciencia. Por definición no lo es ni lo puede ser.
Un saludo.
surscrd
Aunque sea una broma, sonaste muy puto con lo de "bello Fernando".
ResponderEliminar"Distinción nada fútil que te debemos y con la que estoy completamente de acuerdo"
Estás de acuerdo, pero la pasás por alto.
"No se sigue de la definición que he dado en otra parte de espontaneidad como razón de ser de sí mismo. Pero para que haya un "sí mismo" tiene que existir algo distinto de la materia, que es lo que explico en el punto 3) de este escrito"
La "razón de ser de sí mismo" sólo se requiere para un ser necesario, pero somos seres contingentes...
No hace falta que haya un ser distinto de "la materia" cuando ésta no es más que una pluralidad (y aquí sí vendría mejor mencionar al ateo o criptoateo Spinoza).
"Llamo espontáneos a los actos emanados del sujeto mismo, esto es, de su noción, entendida como la suma de pensamientos conscientes e inconscientes que tiene en acto"
El problema es que ese acto no emana del sujeto mismo y nada más que de él, sino que son determinados por cuestiones ajenas al sujeto mismo o propias, pero inconscientes (yo sí hago la distinción aquí: no soy libre de hacer la digestión, aunque esto sea un acto emanado de mí mismo).
Todo lo cual sigue demostrando la incompatibilidad entre libre albedrío y omnisciencia divina, y por ende, la imposibilidad de esa idea.
Fernando:
ResponderEliminarAunque sea una broma, sonaste muy puto con lo de "bello Fernando".
Yo también opino que, entre hombres, calificar por gusto la belleza de otros es de maricas. Y también yo soy, a veces, inconsecuente.
La "razón de ser de sí mismo" sólo se requiere para un ser necesario, pero somos seres contingentes...
Ya mencioné que éramos contingentes al hablar de la espontaneidad. Entiéndase: razón de ser del actuar, no del existir.
no soy libre de hacer la digestión, aunque esto sea un acto emanado de mí mismo
Hacer la digestión no es un acto (aunque impropiamente hablemos de "hacer"), sino una pasión.
Nando, lo de "bello Fernando" seguro que era un ironía para no decirte: "¿Tienes miedo de poner una foto actualizada?"
ResponderEliminarSursum:
ResponderEliminarEl problema del libre albedrío podría resolverse en este principio, si fuéramos capaz de probarlo: las leyes del pensamiento no se reducen a las del movimiento.
Dark:
Por ahí va la cosa, jeje. Y hablando de belleza, con el permiso de las dos que -como aquellos angelitos- guardan mi casa, sabed que también tengo vida social.
¡Bueno!
ResponderEliminarNo sé cómo serán los angelitos de la casa, pero la compañía que tiene en la foto es excelente. Alégrese del momento disfrutado.
Y, volviendo al tema, no creo que el problema sea no reducir lo psíquico a lo físico. Trataré de no ser confuso.
Lo primero es que la física ya no es el mecanicismo del siglo XIX de puntos materiales con movimientos y posiciones determinados. Hoy es algo que yo no sé muy bien lo que es ni sé si alguien sabe realmente muy bien lo que es, pero permite reducir el campo de lo desconocido a unos pocos principios, bien que rarísimos.
En segundo lugar, si por un lado tuviéramos la ísica y por otro la psicología y pudiéramos ver los átomos de un cerebro pensando ¿cree usted, irich, que de repente veríamos desplazamientos inesperados atribuibles a una causa no física?
Estimo que nada físico puede interactuar con nada no físico ya que caracterizamos lo físico por espacio y tiempo. ¿Podría algo que no estuviera en el espacio ni el tiempo tener efectos en lo físico, que se define en coordenadas de espacio y tiempo?
Imaginemos que un alma no está en el espacio. ¿Cómo, por tanto, se puede decir que sentirá lo que siente mi dedo y no el de Fidel Castro o al revés? ¿Cómo ese alma podrá gobernar el dedo de Fidel Castro y no el mío, o al revés?
Para actuar con un ser físico hay que estar sometido a espacio y tiempo y ser otro ser físico. Estaríamos si no, ante nuevas violaciones de cualquier principio de razón suficiente. Tome un ejemplo: si una fuerza puede atraer o alejar a otro objeto, lo hará desde una dirección y una distancia. ¿Podría algo que no esté en una dirección determinada ni a una distancia determinada tener un efecto en el estado de un objeto determinado?
Pienso que la psicología es el ser físico visto por él mismo y entiendo cuando usted pone la paradoja de que si no hay algo vivo radicalmente diferente de lo material entonces no hay solución de continuidad y o lo material y lo vivo son dos grados de una misma cualidad.
Jaja. Nos ha dado una ración de envidia para estos días, irichc.
Estas piernas tan bonitas (y el resto de la encantadora mujer pegada a ellas) son de mi querida colega Ana, a la que no es la primera vez que cedo protagonismo visual en este blog.
ResponderEliminarProcuro contestarte por la noche.
Jaja.
ResponderEliminarAhora conocemos algo más que un ojo.
Ya es una chica con piernas y medias de rejilla, sonrisa arrebatadora y se llama Ana.
¿Este blog era de filosofía no? Pues alabemos la belleza con nombre de mujer.
Sí, en la etiqueta "Personal" también aparece en otras ocasiones. Lástima que nunca se haya animado a escribir por aquí o en la red. Es mujer, y por tanto no muy filosófica y no muy de fiar, pero no todo iban a ser pestes.
ResponderEliminarHasta luego.
Lo que transmite esta Ana en las fotos es un torrente de vida. Quizá demasiada para ponerla en un recipiente sin que desborde por todos lados.
ResponderEliminarSupongo que ella sabe que es atractiva y se alegra de ello.