Se buscó en la fe el motivo del estancamiento general y se esperaba superarlo por la penetración del saber. Por todas partes padeció el sentido religioso bajo las múltiples persecuciones de su índole anterior, de su personalidad temporal. El resultado de la manera de pensar moderna se llamó filosofía y se contaba en ella todo lo que se oponía a lo antiguo, es decir, especialmente toda ocurrencia contra la religión. El inicial odio personal a la fe católica se transformó poco a poco en odio a la Biblia, a la fe cristiana, y finalmente incluso a la religión. Aún más, el odio hacia la religión se extendió de una manera muy natural y consecuente a todos los objetos de entusiasmo, a la fantasía y al sentimiento calumniados, la moralidad y el amor a las artes, al futuro y al pasado, colocó con dificultad al hombre arriba en la serie de los seres naturales, y convirtió la música infinita y creadora del universo en tableteo monótono de un enorme molino que, movido por la corriente del azar y nadando sobre ella, era un molino en sí, sin arquitecto ni molinero y en realidad un auténtico perpetuum mobile, un molino que se muele a sí mismo.
Novalis
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Propter Sion non tacebis