El blogger suicida y yo compartimos una afirmación de fondo: la tesis de que sin virtud la vida no merece vivirse (pese a que por virtud entendemos cosas distintas). La deprimente reflexión de un pentapléjico clamando por la eutanasia puede ser válida para toda la especie humana cuando se acepta que "la libertad es la consciencia de la necesidad". Salvo que se niegue la susodicha tesis y se asuma la vida -nuestra inclusión en ella y la aparente capacidad que poseemos de moldearla- como un fenómeno sin sentido, sin sujeto y sin responsabilidad exigible.
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Propter Sion non tacebis