Pero, siendo nuestro objeto más la parte especulativa de la moral que su parte práctica, bastará con señalar lo que fácilmente se concederá, según creo: que no hay cualidades que sean más acreedoras de la buena voluntad y la aprobación del género humano que la beneficencia y la humanidad, la amistad y la gratitud, los afectos naturales y el espíritu público, o cualesquiera otras que procedan de una tierna simpatía para con los demás, y de una preocupación generosa hacia nuestra estirpe y especie. Éstas, dondequiera que se encuentren, parecen comunicarse entre ellas de un modo tal en cada observador que reclaman en su propio nombre los mismos sentimientos favorables y afectuosos, que son así ejercidos en derredor suyo.
Hume
* * *
Revolviendo los vientos las llanuras
del mar, es deleitable desde tierra
contemplar el trabajo grande de otro;
no porque dé contento y alegría
ver a otro trabajando, mas es grato
considerar los males que no tienes.
Lucrecio
El texto de Hume es una traducción improvisada del final de la segunda parte de An enquiry concerning the principles of morals, obra que puede consultarse en la red en su versión original.
ResponderEliminarBuenísimo lo de Lucrecio...
ResponderEliminarY es de hecho una refutación empírica de Hume. Pero yo añadiría más: sí tendemos a alegrarnos del mal ajeno, en especial cuando éste no es excesivo
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