La unión entre el primer eslabón de una cadena causal y el último es una unión ideal que no nos dice casi nada de la relación efectiva entre ambos extremos. La diferencia entre la física y la historia radica en que en la primera disciplina todas las relaciones causales respetan el principio de equivalencia causa-efecto, siendo relaciones reales, mientras que las de la historia lo son sólo formal u ocasionalmente, dada su inconmensurabilidad recíproca.
En este sentido, las causas de una guerra son motivaciones antes que determinaciones. La probabilidad sustituye a la necesidad en todas aquellas estimaciones en las que la perspectiva del individuo es tenida en cuenta. En este tipo de desarrollos se procede como en un corrimiento de tierras, donde el inicio de la avalancha suele resultar apenas perceptible y, pese a ser causa ocasional de la reacción subsiguiente, no es causa efectiva de la misma, ya que no la explica con suficiencia.
Cuando decimos que algo "procede de" podemos estar refiriéndonos a la causa efectiva o física (por ejemplo, "el vapor procede del agua por elevación de su temperatura"), o bien a la causa formal ("el idioma español procede del latín"). Sólo la primera acepción es de identidad y tiene un carácter genuinamente atributivo. La segunda, aunque cierta, segrega siempre muchos datos que considera superfluos para el tipo de explicación proporcionada (como podría ser "el idioma español procede de la tasa de mortalidad infantil en la Edad Media") y se estipula en beneficio de un relato prefijado.
Pensaba el otro día que asertos a los que se da una importancia crucial y por los que se agitan tantas banderas perderían gran parte de su carga dramática si fueran traducidos al lenguaje lógico, con el debido desmenuzamiento de todos sus términos significativos.
Que el hombre proceda del mono, algo que todavía escandaliza a algunos, es sólo una afirmación ideal sin excesiva relevancia empírica, ya que no nos muestra los trazos de necesidad de esta relación de dependencia. No se prueba que el ser hombre sea una modalidad del ser mono, pero acríticamente se presupone, cuando ni siquiera es sostenible que el hijo sea una modalidad del ser de los progenitores. No se sabe "a priori" lo que son ambos seres, por lo que su unión teórica es sólo una tentativa circunstancial para averiguarlo. Es la pregunta, en lugar de la respuesta.
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Propter Sion non tacebis