jueves, 21 de enero de 2010

Apología de la conquista




¿Es justa la guerra contra quienes bajo ninguna circunstancia desean comerciar con nosotros y, por tanto, rechazan por completo los ideales y las comodidades de la civilización?

No existe un derecho natural del hombre a habitar y mucho menos a gobernar la tierra en la que ha nacido. Al no depender de un entorno determinado para la supervivencia, es posible y deseable que abandone su lugar de origen cuando lo desee y pase a habitar otro. Esto implica reconocer que todos los lugares pueden y deben ser habitados por cualquiera, en la medida en que se cumplan ciertos requisitos comunes de tránsito y establecimiento.

Por otro lado, no es a la tierra a la que se gobierna, ya que ésta no es capaz de obedecernos activamente, sino a los seres racionales que la pueblan. Todo ser irracional está de suyo excluido de la sociedad de los hombres, salvo que se prevea su futura integración según el orden de la naturaleza. A contrario sensu, todo ser racional ha de tomar parte en ella de un modo u otro, considerada en su globalidad.

No se da, en fin, una sacrosanta libertad individual o colectiva a la que debamos respetar a ultranza. La libertad misma está en función de un ideal civil supremo, a saber, la necesaria amistad de los hombres. Así, el único derecho inalienable, fundamento absoluto del resto, es formar sociedad con todos nuestros semejantes, contemplando reglas comunes de hospitalidad, realizando una actividad productiva y difundiéndola mediante el comercio.

La nación salvaje, esto es, hostil a las demás y planteada como una autarquía pura, al cortar todos los vínculos con la humanidad, libraría a ésta de todas sus obligaciones naturales para con ella. Aunque fuera pacífica, resultaría dañina, pues basta con denegar sin razón a sus vecinos el derecho de paso para serlo; y aunque fuera feliz según su propia percepción, sería enteramente inútil e indigna de amparo ante aquellos que no pudieran esperar nada de ella. Por tanto, su conquista estaría justificada.

17 comentarios:

  1. Y por imperialismo religioso aún más justificada, y qué decir por cuestión estética, basta que no te gusten sus pintas. Lo digo muy en serio. Así lo quiere Dios.

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  2. Jorge:

    Tu comentario es tan provinciano que no lo entiendo.

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  3. En verdad que el autor tiene razón. Si se puede por comercio. Se puede por lo realmente importante.

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  4. El ser humano no cuenta con un derecho incondicional a que lo dejen en paz. Si existiese una declaración de los deberes del hombre, el primero de ellos debería ser no abandonar colectivamente su virtud sociable. El misántropo se admite como excepción, pero la humanidad voluntariamente aislada de la humanidad es una idea contradictoria. En ocasiones ni el comercio ni las artes sirven de nada, como en el caso de los indios americanos. En supuestos así soy de la opinión de que tenemos derecho a someterlos (acaso de forma temporal) o a eliminarlos.

    Homero simboliza en la figura del cíclope Polifemo todos los pueblos salvajes que, subsistiendo con su excedente, rechazaban con ferocidad el contacto con extranjeros, practicaban entre ellos el canibalismo y estaban sumidos en la mayor de las barbaries. Son los pueblos mediterráneos a los que Roma sometió.

    Una lógica similar valdría si topáramos con una civilización muy superior a la nuestra. Al no poder comerciar con ella en términos de igualdad, lo más conveniente sería permitir nuestra anexión, renunciando a la soberanía. No creo que haya un derecho de resistencia entre desiguales, ni una independencia jurídica que valga la pena mantener si no se corresponde con la independencia de facto que da una cierta igualdad relativa.

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  5. Qué gozada ponerse a pensar en esos términos, ¿eh?. Es lo más parecido a ser Dios, la reformulación del bien y del mal como paso previo a Auschwitz y Wounded Knee. Pero toda esta especulación tuya sobre justicia y derechos las planteas desde tu punto de vista, incluso sus posibles excepciones como cuando hablas del ser individual e irracional que, por serlo, está excluído de la sociedad de los hombres --es decir, de la tuya y de tu concepto de ella. El mundo de la cultura está lleno de seres asociales y destructivos e incluso autodestructivos, que son símbolos de parte del alma de la "sociedad" o de sus instintos si lo prefieres, cuya significación comienza por sí mismos y acaba encontrando su reflejo en todo los demás. Pues ni el más solitario y hostil de los hombres surge de la nada dado que de la nada nada viene. De ser por tí, Sade, Baudelaire, Rimbaud o Iggy Pop hubiesen acabado en la horca. Pocas veces he visto visión más estrecha de las cosas, y mayor deleite por la falacia. Por otra parte, ya nos explicarás porqué y ante quién tenemos la obligación de formar sociedad; pero antes explícanos qué es esa pamplina de "sociedad" ideal (¿hospitalidad? ¿productividad? ¿con qué fin?) y por qué debe responder a esa concepción y no a otra, por ejemplo, más heterogénea. A qué esa predilección por palabras como "único" o "sólo". Qué es lo que en tu cabeza te lleva a ellas, dado que en tu lenguaje no hay otra lógica que seguir que la del fascismo. La libertad individual no es sacrosanta, pero sí es sacrosanta la "sociedad": palabrería y tiranía, sólo te falta señalar el líder que ha de guiarnos. Aunque, en fin, sí nos señalas un dios: el liberalismo más pragmático. Lo tuyo es simple idolatría, ego e inhumanidad. Idolatría por imaginarse y adorar un ideal absoluto que no existe -que no se dirige a ningún sitio-, por el que sacrificarías cualquier cosa que considerases un estorbo o un elemento que considerases descontextualizado, olvidando que jamás se puede estar seguro de esto y que existe una infinita cantidad de mundos posibles, excepto aquél muerto, eliminado y arrancado del libro de la vida (como tú harías); ego por lo impúdico de tus reflexiones y la ceguera que trasluce no darse cuenta de las implicaciones de lo que dices. Inhumanidad, porque olvidas al ser humano, y las palabras de Kierkegaard, un cristiano que se alejaría de un cristiano como tú como de la peste bubónica: "Precisamente porque un hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios, es por lo que un hombre será siempre superior a su especie". Está visto que la Iglesia hoy tiene los seguidores que se merece.

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  6. SALF,

    No debes de haber leído bien, porque he exceptuado del deber de sociabilidad al individuo al margen del proceso productivo (el filósofo, por ejemplo). Es la excepción que pone a prueba la regla. Pero mantengo la regla para el resto, es decir, para el común de los integrantes de una sociedad y para ésta en su conjunto.

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  7. Explica primero qué demonios significa "sociabilidad" -en qué actos se traduce, en cuáles no, quién se erige en juez para distinguirlos-, luego porqué esa sociabilidad es un deber, luego porqué es un deber tal que ha de ser impuesto en todo caso al individuo por un agente externo (la sociedad, el estado; un país, cultura o mercado ajeno al suyo) y, por último, porqué en caso de resistencia encuentras justificación en su "liquidación" y conquista. Definir específicamente la conexión entre el individuo y el mundo ya es imposible; sólo aproximándonos a cada individuo podríamos aprender a entenderlo, pero perderíamos de vista el conjunto (y a la inversa: cuanto más observemos el dibujo de una sociedad más desdibujados estarán los individuos y más propensos estaremos a no entenderlos en su radical personalidad), también es imposible determinar teóricamente si la sociedad ejerce una función "creadora" sobre los individuos y si, por el contrario, es el individuo la fuerza productiva de la sociedad; asimismo es inapropiado trazar una línea entre el individuo-productivo y el individuo-común, en caso de que este último exista.

    Trabajas con abstracciones, o ideales. Tú mismo das las claves de tu discurso: planteas la "nación salvaje" como una "autarquía pura". Por eso las categóricas afirmaciones sobre las que apuntalas tu discurso no es que sean erróneas, es que son absurdas. Derivar de ellas una justificación para determinadas formas de asesinato puede ser injusto quizá -no te conozco y nada sé sobre tus actos- pero el responsable serías en todo caso tú. Te refieres a la hostilidad de ciertas sociedades cuya conquista -implicando exterminio en todo caso- estaría justificada, y mencionas al pueblo indio. Dudo que dispongamos de datos para afirmar que se les dio, como a otros pueblos, el tiempo y los medios suficientes para encontrar su lugar en América, como "fuerza productiva", por decirlo en tu propia terminología. La sucia y sangrienta historia de la conquista del oeste y de los pozos petrolíferos también fue en todo caso un asunto interno de la sociedad norteamericana. Sí sabemos, Freud lo descubrió hace tiempo y la experiencia lo demuestra, que la hostilidad y el trabajar-para-sí (en el individuo y en las sociedades) ha sido la manifestación y el motor de los pueblos conquistadores respecto a los conquistados. Impulsos biológicos enmascarados en la historia y en los que, como tú en este post, juegan a verlo todo "sub specie aeternitas"; como enmascarados, igualmente, vienen ahora en la relación económica y de mercado en las sociedades -totalmente análoga y es Fromm quien lo comenta.

    Esto es así y es ingenuo rasgarse las vestiduras. Tampoco es nuevo intentar encontrar una justificación moral: tu concepto de sociedad no dista del de nación, como pudieran entenderla los romanos o los nazis. Pero hoy ya no se puede hablar esos dos lenguajes, porque no cuela; no, después de dos guerras mundiales, ni después de Wittgenstein y lo que nos enseñó sobre lógica y moral.

    El "individuo" de Kierkegaard no admite distinciones, por cierto, ni lógica, es absoluto, de ahí la poética de su pensamiento, su integridad, entendida como ausencia de contradicción -como un estar más allá de la contradicción y de la lógica y, al mismo tiempo, tener sentido. Tú en cambio te contradices y la contradicción es profunda y no sólo de lenguaje. Inventas una "necesidad" que es esencialmente práctica, humana en el sentido más bajo, y tratas de dotarla de aliento moral. No hay justificación que valga en la "liquidación" del débil. Es, por el contrario, un asunto sucio, viejo y banal. Y es que el cristianismo no es un idealismo, precisamente tú deberías saberlo.

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  8. El objetivo principal de la cristiandad debe ser recuperar Tierra Santa. Acabar con sarracenos y judíos.

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  9. Supongo que esto lo has escrito después de ver Avatar, ¿no?

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  10. SALF,

    Explica primero qué demonios significa "sociabilidad" -en qué actos se traduce, en cuáles no, quién se erige en juez para distinguirlos-

    Sociabilidad es la predisposición racional a interactuar libremente con tus semejantes.


    porqué esa sociabilidad es un deber

    Porque se basa en la ley de la reciprocidad (la regla de oro), que es condición necesaria de todo ordenamiento fundado en la razón y, por tanto, de todo derecho y libertad derivados del mismo.

    El misántropo se aparta de la sociedad y aparta a ésta de sí: esto es tolerable. Pero el salvaje forma una sociedad que segrega de las otras. Por consiguiente, niega a los demás lo que quiere para él: esto es intolerable.


    luego porqué es un deber tal que ha de ser impuesto en todo caso al individuo por un agente externo (la sociedad, el estado; un país, cultura o mercado ajeno al suyo)

    Porque es un bien objetivo y, en particular, el sumo bien al que los hombres pueden aspirar en la tierra: la cooperación en términos de justicia.


    y, por último, porqué en caso de resistencia encuentras justificación en su "liquidación" y conquista.

    Ya lo he dicho: no existe un derecho a la resistencia entre desiguales. Mi hija no tiene derecho a resistirme ni a negarse a que la enseñe. Los pueblos salvajes son a los civilizados lo que los niños a los adultos.

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  11. Es absurdo pensar en términos de "derecho" como si esta palabra contuviese sentido por sí misma, o fuese un ídolo dorado en el que se refleja y justifica todo lo demás.

    Afirmas que no existe un derecho de resistencia entre desiguales. Al decir desigualdad, en el mejor de los casos te refieres a una superioridad moral y, en el peor, a una superioridad en términos de simple fuerza. Lo primero es a todas luces algo que parte de una apreciación subjetiva. Lo falaz del segundo sentido, único netamente descriptivo u objetivo, salta a la vista: la Alemania nazi como todos los demás imperios se impuso durante un tiempo porque tenía la fuerza, la técnica, la ciencia y la determinación pero no necesariamente la razón. Lo irónico es que también tenían "la razón" bajo cierto punto de vista: sólo que era su razón, y no la de los demás pueblos. Para ellos equivalía a un derecho arrogado. Que no ganaran la guerra fue una simple cuestión de suerte. Es importante no olvidar esto.

    La fuerza equivale a derecho y a razón, es el vientre en el que ambos crecen y se desarrollan. Igual sucede con las castas superiores en India sobre las inferiores, y con cualquier otra cosa de este mundo. Esa superioridad sin embargo está siempre limitada a un contexto. No es absoluta. Otros casos evidencian la misma conclusión: Troya y Esparta, dos formas distintas y hasta antagónicas de entender la vida y el ordenamiento jurídico, ¿quiénes eran los salvajes en la peor de las acepciones, que es la que tú le das, y quién los civilizados? ¿cómo cambia el cuadro de razón eternamente fosilizada que propones cuando aparecen persas y macedonios y los conquistan?

    Un libro como la "Rama dorada" de Frazer, típico producto de la mentalidad colonialista británica (podría ser de cualquier otro lugar) ejemplifica la clase de pensamiento por el que abogas cuando dejamos el terreno del lenguaje y de la abstracción y volvemos los ojos a la experiencia de la realidad: el suyo era y es un pensamiento relativo, falaz y más que dudoso. Una incomprensión total de la razón de aquello que nos es ajeno sólo porque funciona en otro espacio lógico, al que privamos de valor. Frazer describió la mitología y la religión, pero no les dio ningún valor -no las dotó de "razón"- y por eso mismo demostró no comprender nada de nada. Wittgenstein tal como yo lo veo refutó más que sobradamente y de forma lógica esta perspectiva presuntuosa, inmoral y falsa de unas culturas sobre otras.

    La línea que delimita lo racional y lo irracional es tenue y relativa: Goethe despreciaba a E.T.A. Hoffmann juzgándolo insensato y morboso, pero la influencia de Hoffmann fue monumental y regresó a los cien años en todo el cine expresionista alemán y en la obra de Freud. En su época no pudo entenderse, Goethe ni lo entendió ni lo "poseyó" y de ser por él hubiese ido a la basura, pero cuando le llegó su tiempo, Hoffmann encarnó el alma de Alemania en un momento de la historia; así, el tiempo demostró que lo que era irracional estaba cargado de sentido universal. Es sólo un ejemplo entre un millón: quien crea poseer la razón, puede apostar a que posee un fantasma, un reflejo, una ilusión, un objeto metamorfoseante en el tiempo. En el peor de los casos, un icono muerto y vacío de sentido que es cómicamente objeto de idolatría.

    El derecho es por lo demás una derivación de la ética, no de la verdadera ética íntima, sino de la ética práctica en un momento dado de la historia. Esa "ley de la reciprocidad" no es tal: bien expresada no es "yo te doy esto, tú me das esto", es más bien: "yo te doy esto, y o lo tomas o te liquido". El derecho de conquista es moral sólo en el sentido de que es inmoral. Una simple cuestión de fe, oportunidad y fuerza. Todas las culturas han tenido su momento glorioso. Todas se han comportado igual. Y hoy cabría preguntarse, como en el poema de Villion, dónde diablos se encuentran los derechos de antaño.

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  12. SALF,

    Al decir desigualdad, en el mejor de los casos te refieres a una superioridad moral y, en el peor, a una superioridad en términos de simple fuerza.

    Me refiero a una superioridad general, tanto técnica como espiritual. Suelen ir unidas. No hay pueblos ilustrados sin burguesía, ni progreso científico sin ciudades, ni artes duraderas sin comercio, ni comercio posible sin agricultura.

    ¿En qué sentido crees que fue inmoral la romanización?

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  13. Desde nuestra perspectiva, no encuentro sentido a afirmar que fue moral o inmoral, buena o mala en definitiva. Sería un comentario extraño. La imposibilidad me parece análoga a esa idea que plantea la pregunta: ¿qué hubieras cambiado de tu vida, qué cosas no hubieras hecho? El tiempo cambia el sentido de los errores y aciertos y convierte las maldiciones en bendiciones, fundiéndolas en una sola cosa. Algo así como el destino. Es imposible entender hoy el mundo sin la romanización. E imposible juzgarla en términos morales. Pero derivar de ella la idea de una justificación para la conquista me parece excesivo; ver el pasado "sub specie aeternitas", bajo la categoría de eternidad, o destino, es inevitable; para las cuestiones presentes, es una mirada falaz, un poco perversa, y un poco impía o inmoral, porque sería como ponerse los ojos de un hipotético Dios y dejar de ser humanos.

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Propter Sion non tacebis