Según Parménides, el ser universal es uno, lo que significa que participa en el Uno. Esto es confirmado por otra tesis formulada por el discípulo de Parménides, Zenón, quien demuestra que el ser no es multitud, esto es, que el ser no es sólo multitud, sino que más allá de la multitud participa en la unidad. Pues si muchos seres distintos no participasen en la unidad, serían por completo disímiles los unos de los otros, y no estarían de acuerdo entre ellos en ningún orden ni de ninguna otra manera, lo que es evidentemente falso. Así, en virtud de ser completamente distintos los unos de los otros, también serían semejantes unos de otros, cosa estúpida de sostener. Pues estos seres serían semejantes unos de otros en su disposición, en virtud del hecho de que, puesto que uno difiere completamente del otro, ambos difieren completamente y en mutua correspondencia, por decirlo así. De modo que, en tanto que no poseerían unidad serían totalmente distintos (ya que la semejanza consiste en la unión), y por la misma razón serían también semejantes, ya que tendrían en común al menos el hecho de no poseer unidad, supuesto por nosotros. No serían semejantes, dado que estarían privados del Uno, que es la causa de toda semejanza; ni serían desemejantes, toda vez que compartirían el hecho de estar privados de la misma cosa. Tales son, a buen seguro, los absurdos que se seguirán, junto con muchos otros, si imaginamos que la multitud de entes está privada de unidad.
Marsilio Ficino
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Propter Sion non tacebis