lunes, 15 de agosto de 2016

Explicación del argumento


Hace aproximadamente un año ideé un argumento a favor de la existencia de Dios y, sin ponerlo en forma, lo ordené para que pudiera examinarse la ilación de las premisas y las conclusiones.

No obstante, para facilitar su comprensión, lo reformulo en prosa más legible en el comentario que sigue.


* * * 

La naturaleza cambia (premisa de hecho), y puesto que cambiar es cesar de ser y empezar a ser EN EL MISMO INSTANTE (premisa de derecho), el cambio en la naturaleza no puede atribuirse a la naturaleza, toda vez que ni ésta ni ningún sujeto lógico pueden ser y no ser al mismo tiempo (conclusión).

Si se replica que el cambio en la naturaleza consiste en que una parte de ésta deje de ser para que, al mismo tiempo, otra empiece a ser, contesto que ningún sujeto lógico puede tener partes. Luego, si así fuera, habría que concluir que la naturaleza no es un sujeto lógico al que atribuirle predicados como el existir eternamente.

Se excluye, pues, que la naturaleza pueda cambiar o empezar a ser por sí misma. Sólo quedan tres opciones:

1. Que cambie o empiece a ser por algo inferior a sí misma.

2. Que cambie o empiece a ser por algo superior a sí misma.

3. Que cambie o empiece a ser sin razón alguna, por la nada.

El punto 1 no es, en principio, sostenido ni por el naturalista (la naturaleza es todo lo que hay) ni por el teísta (Dios es superior a la naturaleza). Se verá, no obstante, que el naturalista debe recurrir a algo inferior a la naturaleza (la nada) para justificarla ontológicamente.

El punto 2 es la tesis del teísta.

El punto 3 tiene que ser, por eliminación, la tesis en que venga a refugiarse el ateo.

Y así la última parte del argumento procura reducir al absurdo lo enunciado en el punto 3.

Se analiza en primer lugar si la nada puede existir en el tiempo, sujeta al cambio, o existe fuera del mismo, sujeta a la improductividad (ya que fuera del tiempo no hay nada a lo que pueda cambiar). 

Dado que la tesis del punto 3 es que la nada es productiva (produce la naturaleza), debe convenirse que la nada existe en el tiempo. Ahora bien, acordado que todo lo que existe en el tiempo cambia, ya que el tiempo sólo expresa una relación variable entre elementos, y sin dicha variación no hay tiempo, es fuerza concluir que la nada cambia. Pretender que la nada no cambia sería conferirle cualidades divinas, cosa que el naturalista tampoco está dispuesto a hacer.

Llegados a este punto tenemos una nada productiva y cambiante en el origen de la existencia y persistencia de la naturaleza. Sin embargo, el argumento llega a su fin cuando es enfrentado a su propio absurdo, en la medida que la nada no puede cambiar más que:

a) Por algo (con causa).

b) Por nada (sin causa). 

Si cambia por algo, será cierta la proposición "Algo causa nada". Pero la misma no tiene sentido, ya que tanto es decir que algo causa nada como que nada causa.

Si cambia por nada, será cierta la proposición "La nada se causa a sí misma", y dado que la causalidad implica temporalidad, ello se opone al axioma de que nada puede ser anterior a sí mismo o causa de sí mismo.

En consecuencia, la nada no existe en el tiempo, pues carece absolutamente de causa. Por otro lado, si existiera fuera del tiempo sería una idea completamente improductiva, o -si fuera productiva- devendría un modo extraño de referirse a Dios con otro nombre.

Siendo a) y b) caminos muertos, se impone retroceder y aceptar, por descarte, la tesis del punto 2, la tesis teísta, como la única verdadera.

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Propter Sion non tacebis