Que a Dios no acaece como accidente nada exterior se sigue del hecho de que es el sumo ente y por sí mismo, mientras que aquello a lo que acaece cualquier cosa de otro ente lo participa y no es ente por esencia. Así, acaece al hombre ser blanco pero no a la humanidad. Asimismo, lo que acaece como accidente tiene poder sobre el sujeto al que acaece, mientras que sobre Dios ningún ente tiene poder. Asimismo, el ente al que sucede cualquier cosa para perfeccionarlo o para destruirlo es un ente imperfecto, mientras que Dios debe concebirse como perfecto, virtuosísimo, de nada indigente o temeroso. Asimismo, Dios es la primera causa activísima de todas las cosas, y por consiguiente no participa de ninguna potencia pasiva, mientras que aquello a lo que cualquier cosa acaece como accidente padece por el accidente: luego Dios no admite más allá de su esencia ningún nuevo accidente, ni del interior ni del exterior.
San Agustín niega que Dios sea sustancia porque en este caso sería sustrato de los accidentes, y prefiere que se le llame esencia, la cual expresa virtualmente todos los seres. Pero otros Padres admiten el nombre de sustancia derivándolo sin embargo de “per se stando”, y no de “substando”, queriendo decir con esto que Dios no es accidente. También podría llamarse sustancia de “substentando”, porque sustenta todas las cosas no como sujeto, sino como virtud que todas las cosas conserva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Propter Sion non tacebis