En lo que refiere a la demostración de la existencia de Dios goza de cierta estimación el llamado argumento de la contingencia, el cual ha sido expuesto hasta la saciedad en las más variadas instancias. Una formulación sencilla del mismo sería la siguiente:
Ser contingente es aquel que puede existir o no existir y, si existe, existe por otro, que es su causa.
Ser necesario es aquel que debe existir siempre, esto es, no puede no existir, y existe por sí mismo.
Así:
1) Todo lo contingente tiene causa.
2) El universo es contingente.
3) Por tanto, el universo tiene causa.
La primera premisa es un principio establecido filosóficamente y se desprende de la primera y la segunda definición. Si un ser contingente no tuviera causa, ello significaría que existe por sí mismo. Ahora bien, tal conlleva que un ser así es necesario, y por esta razón contingente y necesario a un tiempo, lo que es absurdo.
La segunda premisa se postula como un hecho, aunque no es un hecho obvio y es negado por los ateos. Puede argumentarse de la siguiente manera:
a) Lo necesario no cambia.
b) El universo cambia.
c) Por tanto, el universo no es necesario.
La premisa a) es también un principio establecido en filosofía. Si lo necesario cambiara, o bien cambiaría por una razón distinta de sí mismo, y por tanto sería causado por otro, no existiendo completamente por sí mismo (lo que va contra la definición), o bien cambiaría por una razón idéntica a sí mismo, lo que carece de sentido, ya que no cabe hablar de causalidad si hay identidad entre la causa y el efecto.
Además, todo cambio implica una diferencia y, de hecho, una contradicción, toda vez que A pasa a ser no A, mientras que lo necesario no admite discontinuidad temporal, ya que ha de ser siempre necesario. Así, cuando afirmamos que el universo es necesario queremos decir que todo en el universo lo es. Luego, si hay un solo elemento en el universo cuya existencia cese o sea modificada por otro, no será cierto que el universo sea necesario.
La premisa b) es un hecho obvio.
La aseveración contenida en c) es una conclusión necesaria que se sigue lógicamente de las premisas a) y b).
Considerando lo anterior, la afirmación del punto 3 es igualmente una conclusión necesaria que resulta de la primera y segunda premisas.
Si el universo tiene causa, ésta debe ser un no universo. Siendo el universo material, finito, temporal, etc., la causa del universo deberá ser inmaterial, infinita, intemporal, etc.; inteligente y dotada de voluntad en tanto creadora de este universo entre todos los posibles, lo que entraña juicio y elección; es decir, reunirá los atributos que se predican de Dios.
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Propter Sion non tacebis