Llull razona así:
1) Dios es el máximo poder posible.
2) El máximo poder de Dios sobre las criaturas es que Dios mismo se haga criatura, ya que al exaltarlas aumenta el poder de éstas y, por consiguiente, también su poder sobre éstas.
3) Por tanto, Dios debe hacerse criatura, puesto que es el máximo poder posible.
4) Si, siendo el máximo poder posible por esencia, Dios no entendiera que ha de encarnarse o no quisiera hacerlo, su intelecto o su voluntad se rebelarían contra su poder, lo que es absurdo. Por tanto, Dios debe hacerse criatura, dado que su poder, su intelecto y su voluntad son la misma cosa.
Llull parte del principio según el cual lo absolutamente superior puede favorecer a lo inferior sin desgastarse (puesto que es infinito), mientras que lo inferior no puede perjudicar a lo que es absolutamente superior (puesto que es infinito). Y da el ejemplo de la luz del sol, que ilumina la suciedad sin ensuciarse. Por lo que el sol es capaz de iluminar el excremento, pero el excremento no es capaz de excrementar al sol.
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Propter Sion non tacebis