Si el ser eterno, carente de comienzo y fin, no es el ser bueno, sabio, justo, etc., ello conlleva que la eternidad es mayor que la bondad, la sabiduría, la justicia, etc.
Si la eternidad es mayor que la bondad, la sabiduría, la justicia, etc., se sigue que el ser eterno no es eternamente bueno, sabio, justo, etc. Luego, o lo es temporalmente o no lo es en absoluto.
Supuesto que el ser eterno sea bueno, sabio, justo, etc. temporalmente, lo es por causa de otro que, siendo temporal y no eterno, es causa temporal de un efecto temporal; pero esto es imposible, ya que lo temporal está comprendido en lo eterno.
Supuesto que el ser eterno no sea bueno, sabio, justo, etc. en absoluto, ninguna de sus partes podrá ser buena, sabia, justa, etc., y ello por necesidad lógica o metafísica. Pero tal necesidad no se da, por lo que cabe concluir que el ser eterno puede ser bueno, sabio, justo, etc. Y puesto que no puede serlo por causa de otro distinto a él, ya que la eternidad comprende todo lo temporal, ha de serlo por causa de sí mismo, esto es, necesariamente.
Por tanto, el ser eterno es necesariamente bueno, sabio, justo, etc. De donde se sigue que, dado que la naturaleza no es necesaria ni eternamente nada de esto, tampoco puede ser eterna.
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Propter Sion non tacebis