La misericordia o paciencia de Dios es la armonización de la justicia divina, que exige el castigo del malvado, y el derecho natural, que permite a todo hombre vivir y actuar según sus fuerzas. La muerte es necesaria porque el mal moral es ubicuo y toda paciencia frente a él, si es justa, debe tener un límite. Con la muerte se pone coto a las fuerzas del hombre y se da jurisdicción plena a las de Dios.
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Propter Sion non tacebis