1. Todo ente que participa en otro está dividido.
Participar en algo es tomar parte en él. Para tomar parte hay que estar partido o dividido, es decir, ser en parte aquello de lo que se participa, pues en ello consiste la participación, y en parte no serlo, distinguiéndose de este modo participación e identificación. Asimismo, la unidad es distinta de la multiplicidad pero no está partida, ya que no participa en ella, sino que la toticipa.
2. Lo múltiple no puede participar en lo múltiple ad infinitum, por lo que requiere la unidad.
Si las partes participan de otras partes, habrá que afirmar, por la Proposición 1, que la parte participante es semejante a la participada por cualquier motivo y desemejante por su inferioridad, pues si fuera igual o superior no sería participante sino participada. Sin embargo, tal conlleva admitir que las partes, siendo múltiples, participan de la unidad, toda vez que lo menor, al ser numérico, es mensurable por razón de la unidad. Así, podemos decir que lo mayor es aquello más alejado del número anterior, y por "anterior" nos referimos al que está más próximo a la unidad. Por consiguiente, lo mayor es lo más alejado de la unidad y lo menor es lo más próximo a ella, pues nada hay menor que la unidad, ya que el cero es una nada.
3. La unidad existe.
Todo lo que existe es uno o múltiple. Hemos visto que, si existe lo múltiple, existe la unidad. Por lo anterior, dado que algo existe, ya sea uno o múltiple, se sigue que la unidad existe.
4. La unidad es el todo.
La unidad no puede partirse o dividirse. Por tanto, no puede participar de algo (por la Proposición 1). Luego, si todo lo que existe sólo puede ser el todo o una parte, y la unidad existe (por la Proposición 3), la unidad no es una parte, sino que es el todo.
5. Todo cuanto existe debe su existencia a la unidad.
La parte sólo existe en función del todo. Habida cuenta que la unidad es el todo (por la Proposición 4), todo lo que no es la unidad existirá en función de ella como parte participante en la unidad.
6. La unidad causa la multiplicidad ex nihilo.
Todo cuanto existe debe su existencia a la unidad (por la Proposición 5). Sin embargo, la unidad no contiene la multiplicidad, por su propia definición. Por consiguiente, dado que la unidad no puede extraer de sí misma la multiplicidad ni puede extraerla de algo distinto de sí misma, ya que ella es el todo (por la Proposición 4), debe extraerla de la nada.
7. El mundo no es la unidad.
La unidad no puede tomar parte en sí misma, pues como participante estaría dividida y como unidad no lo estaría, lo que entraña una contradicción. Sin embargo, el mundo toma parte en sí mismo, al depender unas partes de otras y el mundo presente del mundo pasado. Es por ello evidente que el mundo no es la unidad.
8. La unidad no es el mundo.
Por la proposición anterior, a sensu contrario.
9. Dios existe.
Dios es la causa extramundana del mundo. Concedido que la unidad existe (por la Proposición 3), causa el mundo ex nihilo (por las Proposiciones 5 y 6) y no es el mundo (por la Proposición 8), síguese que Dios existe.
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Propter Sion non tacebis