No puede existir eterno retorno si el universo se expande o se contrae, ya que al cambiar el tamaño del universo cambian asimismo las relaciones de sus partes. El eterno retorno sólo es posible en un universo finito que ni se expande ni se contrae.
Así, si se da una expansión infinita del universo y el movimiento no llega a ser suprimido, el movimiento será siempre distinto porque también lo será la extensión del universo en el que se produce, siendo así que dos combinaciones no pueden ser idénticas si se dan en dos extensiones distintas. Ahora bien, si el movimiento es siempre distinto, el universo nunca se repite y es cierto que la materia puede recibir infinitas formas.
Concedido lo anterior, debe afirmarse que una materia capaz de recibir infinitas formas es infinita en potencia, al poder recibirlas sucesiva pero no simultáneamente. La materia tiene una configuración particular en un momento dado y no infinitas configuraciones en un momento dado, por lo que es finita en acto. Luego, si puede recibir lo infinito en sucesión temporal, o bien puede hacerlo por su propia virtud o bien por la de otro. Si puede por su propia virtud sin que ésta aumente con el tiempo, su virtud es infinita, lo que va contra la premisa de la finitud en acto de la materia; y si aumenta en su devenir, será finita en acto y aumentada por otro, esto es, por un ser infinito en acto de virtud infinita en acto. Por tanto, la materia puede recibir lo infinito por la virtud de otro que no es conmensurable a ella. De donde se sigue que la materia no lo es todo y que hay un ente superior a la materia que obra en ella, del que, sin ser material, debe predicarse la infinitud.
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Propter Sion non tacebis