En el cristianismo es obligatorio hacer del prójimo tu igual (amarlo como a ti mismo), e incluso hacer del enemigo tu prójimo, mientras se pueda esperar de él la conversión, esto es, mientras viva. Dios perdona los pecados a quien ama (Lucas 7:47).
En el islam es obligatorio hacer de tu prójimo tu inferior o tu enemigo, mientras no se pueda esperar de él la conversión, esto es, mientras viva y no se someta. Dios perdona los pecados a quien combate (Corán 61:10-12).
Cuando en el Antiguo y en el Nuevo Testamento se habla de la misericordia de Dios se nos dice que es tardo para el castigo de los impíos, dándoles múltiples ocasiones de conversión. La venganza de Dios no llega hasta la muerte.
Cuando el Corán se refiere a Alá como misericordioso no alude a una misericordia universal, sino a aquella que merecerán los que le obedezcan, cuyo reverso es el castigo del que se harán merecedores quienes desobedezcan. La venganza de Dios llega en vida, arrojando a la muerte y al Fuego a los enemigos de la religión.
La caridad es hacer el bien a quien lo requiere, no a quien lo merece. En el islam la caridad sólo es para el creyente, que la ha ganado con su fe, por lo que es una caridad nominal, una suerte de contrato. Por otro lado, la tolerancia consiste en tolerar a quien lo merece. En el islam este merecimiento se obtiene mediante la sumisión, y en este sentido es probable que sea ad intra una religión más tolerante que el cristianismo, donde no se da al infiel la opción de someterse. Éste fue siempre un cuerpo extraño en la civilización cristiana, mientras que en el islam formó parte de su mismo cuerpo -acaso de su estómago o de sus pies, no de su cabeza. Sin embargo, el cristianismo es una religión más tolerante ad extra que el islam, pues aspira a persuadir y no a imponer. De ahí que entre cristianos la predicación sea un medio para ablandar los espíritus y predisponerlos a la conversión, y entre musulmanes devenga un instrumento para endurecerlos y prepararlos para la yihad.
La esencia del cristianismo es la caridad, y en este punto se opone por completo al islam. Por tanto, el cristianismo es esencialmente opuesto al islam, como la nieve al carbón.
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Propter Sion non tacebis