domingo, 17 de marzo de 2024


Escribe Spinoza:

Si la ficción del hombre fuera la única causa de su idea, sería imposible que él pudiera comprender algo. Ahora bien, él puede comprender alguna cosa. Luego la ficción del hombre no es la única causa de su idea.

Añade que, puesto que las cosas cognoscibles son infinitas y el entendimiento finito del hombre no puede entenderlo todo, debe determinarse a entender esto en lugar de aquello. Ahora bien, esta determinación se alcanza o por elección o por imposición. No por elección, ya que si para elegir si entiendo A en lugar de B debo entender A y B a fin de determinarme por uno u otro, es evidente que ya entenderé A y B antes de elegir si debo entender A en lugar de B o B en lugar de A. Por tanto, puesto que el entendimiento finito debe determinarse a entender un objeto finito y no puede autodeterminarse en este sentido, la determinación por la que entendemos algo en lugar de nada se alcanza por imposición, es decir, en virtud de una causa externa que posibilita nuestro entendimiento.

Con estas dos premisas construye un razonamiento:

- La causa del entendimiento del hombre es externa.

- La ficción del hombre no es la única causa de su idea.

- Por consiguiente, una causa externa, distinta de la ficción del hombre, es causa de su idea.

Acto seguido, Spinoza introduce el principio de la causa formal aplicado a la idea de Dios:

Si existe una idea de Dios, la causa de esa idea debe existir formalmente y contener en ella todo cuanto la idea tiene objetivamente. Ahora bien, existe una idea de Dios. Luego la causa de esa idea debe existir formalmente y contener en ella todo cuanto la idea tiene objetivamente. 

Lo que se quiere concluir con esto es que la idea de Dios no es ni un fingimiento del hombre, puesto que éste no puede autodeterminarse a entender, ni un conocimiento cuya causa sea empírica, dado que no sería una causa adecuada y no contendría cuanto la idea tiene objetivamente, esto es, las perfecciones reflejadas en los atributos divinos. Luego la idea de Dios es causada por el mismo Dios. De lo que resulta que la sola idea de Dios es prueba de su existencia.

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Propter Sion non tacebis