La unidad siempre precede lógicamente a la pluralidad, pues ésta no es más que su repetición. Por tanto, siempre que hay una pluralidad debe presuponerse una unidad anterior a ella.
En consecuencia, en toda pluralidad hay siempre una unidad que la funda. Luego, en una sucesión de causas y efectos, habrá o bien una unidad en su inicio, a la cual deberá tenerse por causa primera, o bien la totalidad de las causas y efectos será dicha unidad, causa de sí misma.
Ahora bien, si hay una causa primera, no hay una infinidad de causas y efectos. Y si hay una totalidad de causas y efectos, tal no puede aumentar, ya que el todo no puede recibir aumento de nada exterior ni de sí mismo; de manera que dicha totalidad no será infinita, porque el infinito es aquello que no cabe encerrar en número alguno y que siempre puede aumentar. La conclusión de todo ello es que, dada la primacía lógica de la unidad sobre la pluralidad, una sucesión infinita de causas y efectos es imposible.
Obsérvese la aporía: el infinito puede crecer siempre; la totalidad no puede crecer, ya que o bien crece por algo externo a ella y entonces no es una totalidad, o bien crece en base a sí misma, lo cual es un absurdo, dado que si algo crece en base a sí mismo, entonces está generando nuevas partes de sí mismo de la nada, lo que significa que el todo anterior a la generación de estas nuevas partes no era un todo, puesto que ha sido superado por el todo posterior.
Si objetas que las causas pueden ser infinitas así como lo son los números, respondo que no existe nada a lo que podamos llamar la totalidad de números, pero sí algo a lo que podemos llamar la totalidad de causas. La pluralidad de números se funda en la unidad, que es lógicamente anterior a todo número distinto de la unidad y al mismo tiempo es parte del conjunto de todos los números. Pero la pluralidad de causas no puede fundarse en una de sus causas, ya que ninguna de ellas es lógicamente anterior a las demás, salvo la causa primera. Se da una prioridad lógica de la unidad respecto de la pluralidad, pero no se da una pluralidad lógica de ninguna causa segunda respecto a cualquier otra causa segunda. Para obtener esta prioridad lógica equivalente a la que la unidad tiene respecto a la pluralidad, necesitas una causa primera. Luego, o bien la pluralidad de causas se funda en la causa primera, o bien se funda a sí misma. Pues, si no existiera la totalidad de causas, existiría la pluralidad sin una unidad que la funde. Ahora bien, he demostrado que una totalidad no puede ser infinita, ya que el todo no puede crecer y el infinito siempre puede crecer. Por tanto, lo que funda la totalidad de causas es la causa primera.
La primera causa funda y no es fundada. Por consiguiente, es radicalmente distinta de las causas segundas. Éstas existen por otro y están limitadas; aquélla existe por sí misma y carece de todo límite, es decir, es absolutamente perfecta y trasciende todo acontecer, por lo que debe reputarse divina.
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Propter Sion non tacebis