martes, 30 de septiembre de 2008

Aforismos insomnes


I.

No es la voluntad la que conduce al hábito, sino la inclinación. La simple voluntad, careciendo de substancia homogénea que la sostenga en el tiempo, no basta para atar o desatar a nadie más que en un sentido moral. Y aun así -como en el supuesto de la palabra dada- se admite que hay algo por encima de lo que yo deseo: aquello a lo que me comprometo.

II.

Un enfermo (de espíritu) disminuye voluntariamente el conato de sus acciones y cede a la pulsión de muerte. El instinto sexual nos empuja a destruir todo lo que nos atrae de manera natural, o sea, todo lo bueno; es exactamente lo contrario al amor, como ya supo Platón. Así, lo primero que debe hacer quien quiera conocerse a sí mismo es contrariar su voluntad, encerrarla en un concepto, no rendirse a una ética de la indulgencia. La pansexualización y las hermenéuticas nihilistas son en el fondo y en la superficie axiomatizaciones del odio.

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Propter Sion non tacebis