Los Peanuts son la crónica -cargada de ironía caricaturesca- sobre la imposibilidad contemporánea de la trascendencia e incluso del mismo "yo", que finge siempre ignorar su derrota hasta que ya es tarde para remediarla. Quien busca el amor no lo encuentra; quien persigue el éxito, fracasa y en su lugar topa con el ridículo; los anhelos de grandeza son autoengaños siempre, proyección narcisa de un falso porvenir.
Schultz fue también un notable crítico del humanismo contemporáneo, versión lírica del sueño americano, al que opuso el más pragmático "perrismo". Así, toda la moral de Snoopy está construida desde la premisa insoslayable de la conservación de la especie: la suya, evidentemente ("más vale un perro vivo que un león muerto", se nos dice en una viñeta, citando la Biblia a conveniencia al modo de algunos pastores protestantes). No hay principios universales en su ética, igualitarista y plebeya, aunque basada en la libertad de llegar a ser lo que uno desea.
Desear, ser libre. Cuando el deseo es sospechosamente igual a sí mismo y distinto a nosotros.
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Propter Sion non tacebis