Los antiabortistas, por cierto, podrían ser violentos (muchos lo son) pero no alterarían la realidad de que el aborto no es en sí mismo una amenaza para la sociedad o el Estado. Los antiabortistas sí pueden serlo y en tanto sean violentos habrán de ser reprimidos.
I. Lamas
Elevemos la posibilidad del aborto a realidad universal: todo futuro nacimiento sería abortado por principio. Ello equivale a reconocer la libertad de las sociedades a autoextinguirse. Que tal prerrogativa no está contemplada en ninguna sociedad moderna se sigue de la constitución y de la definición misma del elemento jurídico "pueblo" (indisoluble, eterno, etc.), así como de la abolición del talión, ley de equidad ésta por la que podrían aniquilarse recíprocamente dos individuos culpables de sendos delitos contra la vida de cualquiera de sus familiares, ejemplo extensible a la sociedad entera dividida en mitades ideales.
En virtud del "genus nunquam perit", de la teoría de los actos propios y de otros conceptos fundamentales que Lamas ignora o soslaya, lo que le está permitido al individuo -la renuncia a su conato, el suicidio- es jurídicamente indisponible para los colectivos que gozan de una organización política avanzada.
Bienvenido y espero que los católicos polacos te hayan pagado todo.
ResponderEliminarMe parece que en tu extensión ad maximum de la premisa "abortera" te olvidas que ningún principio jurídico puede ser absoluto so pena de generar injusticia.
Al márgen de otras consideraciones, nadie (sensato) defiende la aplicación universal del aborto. Tampoco nadie sensato critica la profesión de la ingeniería con el argumento de que si todas las personas se dedicaran a ella, nadie cultivaría la tierra y la humanidad moriría de inanición.
ResponderEliminarSaludos, irichc, ma alegro de verte de nuevo.
Gracias, Atilio.
ResponderEliminarEn la oficina también me han dado la bienvenida con una avalancha de trabajo, así que tendréis que disculpar la morosidad en mis respuestas.
Por cierto, Polonia fue sólo el extremo este de mi viaje por centroeuropa. Y sí, el desayuno era gratis.
Respecto a tu objeción, contesto con Kant: "Actúa siempre como si la máxima que rige tu acción fuera una ley universal".
Hola, Herodoto. Yo también me alegro.
ResponderEliminarLa analogía que haces no me parece muy apropiada, al menos por un motivo. Una sociedad en la que sólo hubiera ingenieros convertiría a la profesión misma en inviable. No sólo se frustraría el interés general, sino también el individual de lucrarse con ella. Por tanto, no es creíble que esta situación por completo irracional pueda darse nunca. La que yo planteo, sin embargo, es posible, en especial si reducimos el cuerpo social a un número escaso de ciudadanos.
Es cierto que he dicho que el suicidio está permitido, aunque si lo eleváramos a ley universal la sociedad perecería igualmente. Sin embargo, hay dos consideraciones que hacer: 1) el suicida dispone de sus propios bienes (su integridad), no de los de otro, de ahí que quepa incluir su acción entre las libertades que no perjudican directamente al prójimo; y 2) nadie puede colaborar sin delito para que el suicidio llegue a buen fin (puesto que no es un derecho), luego lo mismo cabe decir del aborto así concebido.
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ResponderEliminarNunca he creído en la unidad monolítica del "yo", la que tal vez uno imagina cuando emplea las palabras "sujeto" o "persona". El "yo" como "yo que se autoobserva" se ve distinto a como es representado por el resto de individuos, y en cierto sentido se desdobla en el proceso. Los antiguos llegaron a hablar de démones personales para explicar semejante bifurcación de las voluntades y las inteligencias. El posmoderno, lisa y llanamente, niega la subjetividad.
ResponderEliminarPor tanto, no veo ninguna base filosófica para aceptar que una ficción jurídica sea algo más que eso. Pero acaso una ficción inventada para optimizar la colaboración social, no para volverse en su contra alentando instintos autodestructivos. Un Derecho "originario y no corrompido", dices.
Tampoco es cierto que los embriones no puedan ser sujetos de derechos. Es posible testar a favor de un "nasciturus", o de un hipotético descendiente todavía no concebido. Como ves, la ficción útil da mucho de sí. Se trata de una excepción, si bien es el cuervo blanco que buscabas. La pura nada no tiene derechos, pero las expectativas de la sociedad son el espíritu que informa el ordenamiento.
Me concederás que matar por capricho a un humano es siempre malo. Y es que matar a un muerto, aunque sea humano, o a una sociedad comanditaria, aunque sea persona, se me antoja difícil. Es estéril tu empeño. Sólo determinadas ramas del Derecho (la penal, la fiscal, etc.) contemplan enunciados fácticos puros. El resto parte siempre de un trasfondo de idealidad, sea la conveniencia de cumplir las promesas, la intención presupuesta en un negocio o el arbitrio y la buena fe al ejercitar una acción legal.
En fin, pese a las alocadas analogías de los abortistas ningún cochinillo se ha convertido todavía en hombre. Apuesto, además, que un embrión humano te resultaría indigesto. O quizá no. Subyugar los intereses del individuo -y el embrión lo es idealmente, como todos- a los de la sociedad es aplicar una ética caníbal en sentido estricto.
No me he olvidado de tu amable pregunta en el post anterior. Sólo que ando algo escaso de tiempo y, lo que es peor, de calma.
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