Me ocupo aquí de varias preguntas que se me ha hecho más abajo.
1) Si la relación de las verdades es isomorfa a la de las causas, a lo que respondo que evidentemente no, pues lo verdadero coincide con lo pensable, y lo pensable con lo acaecible, que es distinto de lo acaecido. Me referí a ello de un modo un tanto críptico al hablar de la naturaleza expansiva de la verdad.
Anoto a cuenta de esto que fue mi cometido durante un tiempo luchar contra la idea de verdad como adequatio, puesto que podemos pensar verdaderamente -es decir, sin engañarnos- en cosas que jamás ocurrirán, o que están por ocurrir. La dificultad para distinguir entre lo verdadero y lo empírico bien podría ser una de las consecuencias del pecado original en nosotros.
2) Si la proposición "toda verdad remite a otra" no debería, más bien, sustituirse por la de "toda verdad remite a sí misma" (es decir, por el principio de no contradicción). No lo creo. Cualquier verdad remite a sí misma y, por mediación, a todas las otras. Esto último la distingue del error, que también remite a sí mismo -para ser un verdadero error- y a nada más, de donde se sigue su esterilidad intelectual. Pero ningún error suele ser absoluto, salvo que se trate de un error lógico aislado.
Aclaro que "toda verdad remite a otra" es un corolario del axioma según el cual dos verdades no pueden ser recíprocamente contradictorias.
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