miércoles, 23 de junio de 2010

Ilusiones en el vacío





¡Cuántos ríos tuvimos que pasar hasta encontrar... nuestro camino!


¿Nuestro camino hacia qué Tierra Prometida?

Si nuestro fin es reproducirnos y poblar el universo ("creced y multiplicaos..."), quienes no se reproduzcan o escatimen miembros a su especie en base a consideraciones egoístas cometerán una falta no pequeña.

Si es dominar la naturaleza y someterla a nuestra utilidad ("llenad la tierra, y sojuzgadla..."), los intereses de las demás especies deberán ser absolutamente despreciados en vistas a la consecución del bienestar humano.

Si es adquirir conocimiento y preservarlo, a saber, lo que entendemos por cultura, es un fin que se ha alcanzado desde que el hombre es hombre. Y ello sin ningún esfuerzo merecedor de épica, ya que se seguía de su naturaleza el emplear la memoria y la reflexión en lugar del instinto.

Si es ser racionales y virtuosos en mayor medida que nuestros ancestros, los milenios pasan en vano para los individuos, que nacen tan bárbaros hoy como en el albor de los tiempos.

Si, al cabo, es la civilización en su conjunto la que progresa y se depura, lo debemos a antiguos ideales capaces de trascender los intereses pasajeros y la fascinación por las novedades. Habría, pues, que entonar un cántico reaccionario en lugar de esta balada posmoderna.

Pero, además, ¿de dónde deduce Sagan que nuestro fin sea uno u otro? De la evolución no, ya que se nos ha dicho que es mecánica e indiferente a toda teleología. Luego ¿de qué disciplina o descubrimiento científicos nos llega la buena nueva?

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Propter Sion non tacebis