Llamo bien a la preferencia, en igualdad de condiciones, del ser sobre el no-ser.
Llamo moralmente bueno a todo acto dirigido a hacer el bien, y bueno a todo hecho necesario para que dicho acto pueda realizarse.
Llamo racional a lo que requiere de una razón para ser comprendido, en oposición a lo irracional y a lo autoevidente.
Por tanto, todo lo moralmente bueno, al tener el bien como fin inteligible, es racional.
Por tanto, todo lo bueno, al tener lo moralmente bueno como fin inteligible, es racional.
Por tanto, un universo que sea su propia razón y, no siendo evidente por sí mismo, carezca de fundamento absoluto no será racional y no será bueno.
Esto es así porque lo que carece de razón carece de fines necesariamente, pues de lo incomprensible no ha de derivarse nada comprensible. Y, de este modo, dado que lo que carece de fines carece de toda preferencia, se concluye que lo que carece de la preferencia, en igualdad de condiciones, del ser sobre el no-ser es indiferente en el orden moral y por completo ajeno al bien.
Luego, si nada hay fuera del universo, éste es ajeno al bien y el hombre es parte del universo, se sigue que el hombre es ajeno al bien.
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Propter Sion non tacebis