El universo puede concebirse como una sucesión de momentos en la que el momento posterior sustituye al anterior, que queda extinguido, o como una acumulación creciente de momentos, conservándose simultáneamente todos ellos. Nos referiremos a la primera concepción como universo hilo y a la segunda como universo bloque.
El universo hilo implica la destrucción de todos los momentos excepto el momento presente. El pasado sería un presente que ha perdido el ser actual y que ya no es en sí, por lo que sólo puede ser en otro, a saber, en el nuevo presente. Un universo de esta índole no puede reputarse eterno, toda vez que sus partes se destruyen de continuo y sólo son en sí momentáneamente.
En vano se objetará que si cada momento contiene todos los anteriores y posteriores a él, porque es causa de éstos y es causado por aquéllos, se sigue que cada momento es eterno y el universo tiene el ser en sí en cualquiera de sus sucesiones temporales. A ello contestamos que lo que tiene el ser en sí nunca puede perderlo ni depender de otros, mientras que el universo hilo pierde y adquiere el ser en cada sucesión, y depende de que un eslabón lo pierda para que el siguiente lo adquiera.
Por otro lado, el universo bloque aumenta a medida que va agregándosele la sucesión de momentos. Puesto que aumenta, caben dos opciones:
- Que experimente crecimiento como resultado de una adición externa, de modo que no tendría todo su ser en sí, sino que sería por otro, que le permite crecer.
- Que su crecimiento resulte de un desarrollo interno, según el cual todo momento posterior estaría incluido en el anterior. Por tanto, habría un primer momento que contendría todos los momentos.
Si la primera opción es verdadera, el universo bloque no tiene el ser en sí, por cuanto presupone una causa distinta de sí, esto es, una causa sobrenatural.
Si la segunda opción es verdadera, el universo bloque tiene un exceso de ser, pues el primer momento contiene todos los momentos, pero lo mismo sucede con los momentos posteriores, de manera que todos los momentos están infinitamente repetidos en copias idénticas. Ahora bien, si el momento C contenido en el momento A es idéntico al momento C contenido en el momento B, no hay razón para distinguir ambos momentos C (por el principio de la identidad de los indiscernibles), lo que nos conduce a concluir que sólo hay un momento C en su ser presente, y a rechazar por ello la hipótesis del universo bloque.
Todavía podría estipularse una variante del universo bloque no sujeta al crecimiento, en la que todos los momentos se dieran a la vez en una simultaneidad perfecta.
Ahora bien, llamamos universo a un conjunto de elementos que guardan una relación real entre ellos, señaladamente la causalidad. ¿Qué relación guardarían los distintos momentos que se dan simultáneamente en el universo bloque? No puede ser una relación causal en la que el momento A causa el momento B y éste al C, ya que la causalidad que afecta al movimiento requiere tiempo para su producción, lo que excluiría el carácter instantáneo de todos los sucesos. Por tanto, si las partes del universo carecen de trabazón causal, va de suyo que no están en un mismo lugar ni son un universo más que nominalmente; y si carecen de movimiento, no son el universo que conocemos.
En el mismo sentido: O las partes del universo bloque no mantienen relación causal entre sí, por lo que no son un universo, o guardan relación causal y, al ser un momento superior a otro como la causa es superior al efecto, no son un verdadero bloque. Pues, del mismo modo que el efecto no tiene el ser en sí, sino que lo tiene en su causa, una parte del universo tendría su ser en otra y ésta no lo tendría en aquélla; el conjunto llamado “bloque” no sería causa de sí mismo, dado que una parte sería causa de otra, y en definitiva serían de mejor condición ontológica unos estados que otros pese a darse de una sola vez y no sucederse entre ellos, lo que es absurdo.
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Propter Sion non tacebis