viernes, 19 de agosto de 2022


En la teología de Plotino las emanaciones proceden descendentemente desde el primer principio.

El Bien (Urano, Dios) es absolutamente Uno, trascendente e ininteligible. Engendra a la Inteligencia a partir de sí mismo y la materia a partir de la nada.

La Inteligencia (Crono, el Demiurgo) es Unimúltiple, o la esfera mental que contiene todas las ideas, sustancial e inteligible. Es una por ser inmaterial, el denominador común de todas las ideas (la verdad), y múltiple por comprender una pluralidad de esencias. Engendra al Alma a partir de sí misma y contiene el ser formal de todo lo que es.

El Alma (Zeus, la Providencia) es Una y Múltiple, o el principio rector del universo, sustancial y suprasensible. Es una por ser inmaterial, el denominador común de todas las cosas (el nexo causal), y múltiple por comprender una pluralidad de entes. Engendra las realidades inferiores a partir de la Inteligencia y la materia.

El razonamiento de Plotino es el siguiente:

- Nada procede de sí mismo ni de la nada.
- Por tanto, lo inferior procede de lo superior.
- Lo permanente es superior a lo inestable.
- Por tanto, lo inestable procede de lo permanente.
- Por tanto, lo absolutamente superior es permanente; no procede de nada y todo procede de él.

Lo superior a todo -el Uno- no procede de nada ni puede ser objeto de ciencia, al no participar de las ideas contenidas en la Inteligencia ni estar vinculado a la materia regida por el Alma.

Esta conclusión parte de la misma premisa que la metafísica de Heráclito: Si todo fluye, entonces todo es con todo; y este ser del todo consigo mismo es invariable, es decir, no fluye a fin de que lo múltiple fluya. Por tanto, el ser es superior al fluir.

La demostración de la existencia de Dios se seguiría con suma sencillez de estos principios: Si hay entes superiores e inferiores comprendidos los unos en los otros, esto es, entes más y menos estables o más y menos unitarios, debe postularse la existencia de un ser sumamente estable, unitario e incomprensible de cuyo obrar emana todo.

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Propter Sion non tacebis