Parece conforme a la naturaleza que lo extenso, si es finito, esté extendiéndose indefinidamente y no se estabilice nunca en una extensión invariable.
Dado que el existir es un obrar conservándose y el conservarse de lo finito es repetirse, el existir de lo extenso es el extenderse.
Todo existir es un obrar y todo obrar tiene una finalidad. El fin del obrar de lo extenso consiste en perseverar en su ser, que es tanto como amarse a sí mismo y odiar a su contrario, lo inextenso. Pues, si lo extenso amara a lo inextenso, dejaría de ser. Ahora bien, lo que es objeto de deseo o de odio existe, ya sea como representación si es parte de aquello que lo representa, ya como realidad si no lo es. Sin embargo, lo inextenso no es parte de lo extenso. Por tanto, lo inextenso existe como realidad.
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Propter Sion non tacebis