1) Todo lo que es real está en el espacio y el tiempo.
2) Todo lo que es real tiene una causa.
3) El todo (la suma de todas las entidades) no tiene causa.
4) Por tanto, el todo (la suma de todas las entidades) no es real.
5) Por tanto, el todo (la suma de todas las entidades) no está en el espacio y en el tiempo. Lo cual es absurdo, ya que la suma de todas las entidades comprende a las que están en el espacio y en el tiempo.
Como la conclusión del punto 5 es absurda, debemos inferir que o no todo lo que es real tiene una causa (si suponemos que el todo es real y no tiene causa) o que el todo es causado por algo que no es el todo (lo cual es nuevamente absurdo) o que el todo es causado por sí mismo (lo que implica el sinsentido de que el todo es superior a sí mismo, partiendo de la premisa de que la causa es superior a su efecto).
Por tanto, la única conclusión válida sería que no todo lo que es real tiene una causa, ya que algo dentro de la realidad no tendría causa. Esto refuerza la tesis de que la realidad (que es causada) es un subconjunto de la verdad (que no es causada), habida cuenta que la causalidad en lo real no tiene excepciones.
He mostrado que no podemos defender que el todo no es un ente que requiere una causa y al mismo tiempo afirmar que todo lo que es real tiene una causa. Así pues, debe repararse en que la objeción a mi argumento según la cual el todo puede no ser una entidad que requiera una causa es contraproducente si quiere demostrarse que podría haber un regreso infinito en la causalidad. Porque, si este es el caso, entonces no hay un regreso infinito en la causalidad.
Y puesto que también he probado que la autocausación del todo es imposible (ya que sería superior a sí mismo), ninguna de las posibles objeciones a mi argumento se sostiene, por lo que resulta victorioso e irrefutable. En consecuencia, debemos afirmar que no hay un regreso infinito en la causalidad.
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Propter Sion non tacebis