martes, 29 de agosto de 2023


El caso Galileo es percibido por el vulgo como el símbolo de la humillación de la religión ante el avance de las luces. En realidad, según defendió Campanella, las teorías de Galileo supusieron un triunfo absoluto del cristianismo frente a la cosmología aristotélica. Pues Aristóteles, como también Proclo y casi todos los sabios helenos, estaba persuadido de que el mundo era eterno e imperecedero, tesis que parecía encontrar un aval empírico en la aparente incorruptibilidad de los cuerpos celestes. La verdad católica, sin embargo, enseña que "los cielos envejecerán como un vestido", "serán deshechos como humo" y "pasarán", puesto que su subsistencia no es inherente a su naturaleza y pende de la voluntad de Dios. Descubrir que la Luna y el Sol eran otra Tierra despojó al mundo de la virtud infinita que el paganismo le atribuía para devolvérsela a un ser supremo trascendente. Ya que, si el mundo puede corromperse y terminar, es indudable que también debe tener un comienzo.

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Propter Sion non tacebis