Todo lo que existe por otro existe cuanto puede y le permite su causa en tanto causa. Por idéntica razón, todo lo que obra por otro obra cuanto puede y le permite su causa en tanto causa.
Todo lo que no es contradictorio ni necesario existe si su causa puede obrarlo, y deviene imposible si hay limitaciones en la potencia o en los fines de aquello que, sin ellas, lo habría producido.
Así, la limitación en la potencia del efecto procede de la limitación en la potencia o en los fines de la causa. Lo que es limitado en su potencia de obrar también es causado, pues causar significa dar lugar al ser y acotar los límites del ser. En consecuencia, todo lo que existe limitadamente existe como efecto de aquello que lo limita.
Si esta cadena causal de limitantes y limitados se remontara al infinito, la cadena en sí misma, al no proceder de nada, carecería de cualquier limitación y tendría la máxima potencia. Asimismo, al no dirigirse hacia nada, puesto que lo que no tiene un inicio carece de una dirección, comprendiendo todas las direcciones posibles, no estaría limitada en cuanto al fin. Por tanto, podría producir y produciría todo lo no contradictorio.
Ahora bien, no es cierto que exista o esté en curso de existir todo lo no contradictorio, pues ello sería ilimitado, mientras que vemos que todo lo que existe está limitado por su causa. Lo existente limitado no puede dar lugar a un número ilimitado de fenómenos, en atención al principio según el cual la causa es siempre superior al efecto. Ni lo ilimitado puede haber ya acontecido, puesto que su efecto, que es todo lo que existe ahora, debería ser igualmente ilimitado, en virtud del mismo axioma. Por consiguiente, la cadena causal no se remonta al infinito, sino que hay una causa primera.
Si la causa primera, siendo ilimitada respecto a su potencia, no produce todo lo no contradictorio, tal es debido a una limitación en sus fines. Por tanto, si la causa primera, pudiéndolo todo, obra sólo lo que corresponde a dichos fines, obra voluntariamente. De donde se sigue que la causa primera posee intelecto y voluntad.
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Propter Sion non tacebis