lunes, 5 de mayo de 2008

Comentario a Leibniz


Una percepción comprende todo lo que esa percepción comprende. Lo afirmado aquí es puramente tautológico, habida cuenta de que nada es distinto a sí mismo.

Una idea, en cambio, no comprende nada "a priori", salvo su propia noción. Es el marco de referencia ideal en el que subsumimos nuestras percepciones.

Así, la unión de la realidad es real, puesto que nuestras percepciones son reales. Sin embargo, la unión de ideas es arbitraria, no estando sujeta más que al principio de no contradicción.

Ahora bien, lo real puede descomponerse sin perder un ápice de realidad (tan real es una manzana como el universo), mientras que las percepciones, al someterse a descomposición, pierden contenido y, por tanto, dejan de ser iguales a sí mismas. Luego ninguna percepción es susceptible de ser descompuesta, si ha de conservar su inteligibilidad. De lo contrario sería una pseudopercepción, u otra percepción diferente a la analizada.

Es decir, las partes de una percepción no son percepciones, por más que las partes de una sensación sí sean sensaciones. Definiéndose sensación como la impresión de un movimiento en un cuerpo y considerando que todo movimiento, al ser relativo, carece de objeto propio, se concluye que la división de una percepción en un haz de fenómenos es ideal.

En un universo idéntico todos sentimos lo mismo de un modo diferente, dada la unión mutua de las causas y los efectos, que nunca cesa, pero que nunca permanece igual en el espacio o en el tiempo. Decir, sin embargo, que todos percibimos lo mismo de manera diferente es presuponerle identidad al mundo más allá de la percepción, esto es, más allá de la correlación de causas y efectos, lo cual resulta gratuito.

Por consiguiente, la entropía no afecta a las percepciones de una manera definitiva, sino sólo en el modo que éstas tienen de manifestarse.

5 comentarios:

  1. Por ser breve y no ocultarme en retóricas tiendo a ser críptico, pero respetad mi estilo. Todas mis frases tienen sentido y son, en principio, tan defendibles como censurables.

    Los dos primeros párrafos son definiciones de los términos "percepción" e "idea", respectivamente.

    El párrafo tercero es una inferencia a partir de las mismas y del término medio: toda percepción es real.

    El párrafo cuarto compara lo percibido en tanto que inteligible con lo real en tanto que existente. La explicación remite al principio de identidad como fundamento del principio de individualidad (primer párrafo).

    En el párrafo quinto se distingue la sensación (movimiento relativo) de la percepción (relación del movimiento).

    El esquema de la tesis desarrollada en el párrafo sexto sería como sigue:

    Percepción.

    a) Tiene identidad en sí.

    b) Da identidad al mundo.

    Sensación.

    a) No tiene identidad en sí (lugar relativo).

    b) Carece de objeto.

    Sólo la percepción justifica en última instancia la causalidad (cfr. Hume), aunque ésta sea racional e independiente de ella. Por ende, sólo podemos hablar de "un mundo" (el ente universal cuyas partes guardan una relación no arbitraria entre sí) si las percepciones son idénticas a sí mismas y no descomponibles en nuevas percepciones equivalentes (como se descompone la sensación en sensaciones).

    En el párrafo séptimo, puesto que se ha inferido que toda descomposición de la percepción es ideal, esto es, arbitraria (párrafo quinto), se deduce que las percepciones son realmente simples, pese a estar acompañadas por correlatos extensos (i.e., las sensaciones) y, por tanto, no están sujetas a ninguna ley que afecte a la materia, de las que en particular se cita a la entropía.

    El orden de las percepciones, pues, pese a insertarse en coordenadas espaciotemporales, es tan invariable y eterno como el de las ideas.

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  2. Irichc dijo: Así, la unión de la realidad es real, puesto que nuestras percepciones son reales.

    Respondo: ¿Si tienes un espejismo donde percibes objetos que no existen fuera de ti mismo, también es prueba de la unión real de la realidad?

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  3. No, al cambiarse la premisa cambia la conclusión. Si nuestras percepciones no son reales hasta el punto de no tener referente externo inmediato, son imaginaciones o recuerdos más que percepciones, con lo que no fundamentan la realidad presente.

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  4. Irichc dijo: Si nuestras percepciones no son reales hasta el punto de no tener referente externo inmediato, son imaginaciones o recuerdos más que percepciones, con lo que no fundamentan la realidad presente.

    Respondo: Cuando vamos por la carretera y vemos, a causa del sol, que la carretera se pone borrosa (cosa que puede interpretarse como agua), eso no es ni una imaginación ni un recuerdo, es una sensación producida por la luz que nos llega en ciertas condiciones (y que no tiene un referente externo -la carretera no es borrosa-). ¿En este caso sería una percepción a medias (porque al menos se percibe la carretera, aunque la "borrosidad" de la misma no sea objetiva?

    No creo que este tema pueda arreglarse tan fácilmente, pues me parece que no hay acuerdo a la hora de definir, sensación, percepción y conciencia.

    Un artículo que puede interesarte al respecto: ¿Qué es real? Lo subjetivo y lo objetivo.

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  5. En el ejemplo que planteas hablaríamos de una percepción de pleno derecho, aunque no sea completamente distinta. Todas las percepciones tienen cierto grado de confusión en tanto que se producen en seres finitos. Por eso dije "hasta el punto de no tener referente inmediato", como sería el caso de la alucinación o el espejismo que nos hace ver agua donde sólo hay arena. Pero una simple ondulación por efecto de los rayos de luz, o un cambio en el color, no afecta más que al modo en que representamos a un objeto, de entre los muchos posibles dentro de la definición que demos a ese objeto en el marco ideal.

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Propter Sion non tacebis