miércoles, 31 de octubre de 2007

Curarse de espantos




En el amor no puede mostrarse el deseo cuando se siente, si no se quiere precipitar uno hacia su propia destrucción. Porque la mujer es deseo, y vive del deseo ajeno como del sol y del agua viven las plantas. Pero los hombres no somos soles ni manantiales: nuestro ardor tiene un fin, mientras que el suyo no lo conoce. Una mujer, aunque jamás arde por sí misma, agostará a quien a ella se acerque con intención de tomarla. Quebrará vuestra firmeza, tanto más penosamente cuanto más firmes seáis. Suya es la ley de la escasez y de la nostalgia.

Es preciso, entonces, contener el deseo en la facticidad o en la imposibilidad. Así, sólo se debe halagar a la esposa que ya se tiene o a la que no se tendrá nunca: la amiga. Las pretendidas han de ser engañadas y vejadas por sistema, hasta que se derrumben ellas y no nosotros.

martes, 30 de octubre de 2007

Guerra justa




El mal y la violencia (entiéndase: una violencia malvada) no se pueden justificar. Pero ¿la guerra justa? Por supuesto que sí. Está de más hacer notar que el concepto de guerra justa en el cristianismo es muy distinto al de guerra santa en el islam. Entre nosotros puede leerse esto en un Bernardo de Claraval:

Si tú deseas matar al otro y él te mata a ti, mueres como si fueras un homicida. Si ganas la batalla, pero matas a otro con el deseo de humillarle o de vengarte, seguirás viviendo, pero quedas como un homicida, y ni muerto ni vivo, ni vencedor ni vencido, merece la pena ser un homicida. Mezquina victoria la que, para vencer a otro hombre, te exige que sucumbas antes frente a una inmoralidad; porque si te ha vencido la soberbia o la ira, tontamente te ufanas de haber vencido a un hombre. Puede ser que haya que matar a otro por pura autodefensa, no por el ansia de vengarse ni por la arrogancia del triunfo. Pero yo diría que ni en ese caso sería perfecta la victoria, pues entre dos males, es preferible morir corporalmente y no espiritualmente. No porque maten al cuerpo muere también el alma: “sólo el alma que peca morirá” (Ez 18,4).


Y más adelante:

Si sucumbe, él sale ganador; y si vence, Cristo. “Por algo lleva la espada; es el agente de Dios (Rom 13,4), el ejecutor de su reprobación contra el delincuente” (1Pet 2,14). No peca como homicida, sino –diría yo- como malicida, el que mata al pecador para defender a los buenos. Es considerado como defensor de los cristianos y vengador de Cristo en los malhechores. Y cuando le matan, sabemos que no ha perecido, sino que ha llegado a su meta. La muerte que él causa es un beneficio para Cristo. Y cuando se la infieren a él, lo es para sí mismo.


Todas estas consideraciones de justicia y caballerosidad, que he destacado en negrita, no se encuentran en la yihad por más que se busque.

Las analogías no siempre sirven. Usad lentes de aumento si queréis examinar la historia. Se os escapan los detalles, y en ello nos va mucho.

* * *

Enlace externo.

Ensayo de prueba (II)




¿Soy más complejo que hace 28 años? Empíricamente lo soy, ya que represento el producto de 28 años de trabajo sobre mí mismo. Pero analicemos la expresión "trabajar sobre uno mismo".

Ser a la vez objeto y sujeto de una acción ¿es posible? Si lo fuera, tendríamos que hablar de autodeterminación, o incluso de autocreación: yo actúo y yo soy el resultado de este actuar. No puedo decir que ese actuar es sólo parte de mí, pues un yo no tiene partes. Por tanto, dado el absurdo, yo no soy ni la parte ni la totalidad de mi propio actuar.

Mi argumento es distinto. El que actúa es porque podía actuar, existiendo en él una razón suficiente para obrar de un modo antes que de otro. Ahora bien, por definición, las pasiones nunca incrementan mi capacidad de obrar. En consecuencia, ni el actuar ni el padecer agregan nada a nuestra noción de ser.

Parto del axioma "el sujeto es siempre mayor que el objeto". Si el objeto fuera igual que el sujeto, el objeto sería el sujeto, que se quedaría sin predicado. Y si fuese mayor, jamás podría ser hecho por aquél ni integraría su noción.

domingo, 28 de octubre de 2007

Licencia poética


Creer en Dios tiene una secuela directa sobre nuestras percepciones: no creer en la casualidad. En el mundo todo lo que no es tentación es milagro: o tinieblas o luz. El milagro (lo admirable), al igual que la tentación, posee una función simbólica que es hasta cierto punto subjetiva. El corsé científico no tiene que ser necesariamente adoptado en todos los ámbitos de la vida humana, así sea en la religión o en el arte.

Convergencia mitológica


Considera el progresismo que los avances morales se deben a la inteligencia, y a la fuerza los retrocesos. El hombre natural, todo inteligencia y mansedumbre, viviría al margen de las corruptelas de la sociedad, que es para quienes nacen en ella un pacto forzoso y a propósito de la fuerza. Si en la compulsión está el mal, óptese por el mal menor: que sólo uno disponga de ella según normas aceptadas por todos. ¿Cómo se decidirían estas normas? Mediante un consenso inteligente. La democracia sería así la reconciliación del hombre embrutecido con sus orígenes de buen salvaje.

El fatalismo cree que la fuerza y no la planificación racional es la madre y partera de todas las cosas. Por tanto, hágase lo posible para multiplicarla y no se dé el monopolio de la violencia a nadie. Actúe cada cual según le parezca y ello redundará en lo más parecido a un orden inteligente, aunque no intencional. El tiempo y la propia dinámica de los acontecimientos se encargarán de separar el grano de la paja. ¿Cómo se reproduce y optimiza este ímpetu creador? A través del choque constante del máximo número de informaciones e iniciativas. La democracia vendría a ser el régimen donde la libertad individual alcanza un mayor desarrollo.

Fatalismo y progresismo tienen un punto en común: aceptar que la inteligencia está en función de la libertad. Cuando dos ideologías opuestas coinciden en la valoración de un hecho nos encontramos, según el diccionario relativista, ante una verdad contrastable. Según la historia, ante una componenda.

sábado, 27 de octubre de 2007

Mónadas, materia


Exceptuando el instante de la concepción del ser racional, las mónadas no experimentan ningún aumento cualitativo. Así, ser es "ser capaz de", entendiendo por capacidad una facultad inmediata, o lo que es lo mismo, mediada sólo por el propio pensamiento, raíz de la acción. Toda mónada es lo que es y nunca deja de serlo; ni más ni menos.

Por otro lado, si ser fuera "ser en acto", nunca seríamos, ya que nuestro ser en acto difiere de sí con el transcurso del tiempo. Sólo la materia es en acto, y por ello no es más que un agregado carente de substancia (si la concebimos de forma separada). Por ende, lo que es en acto sin ser sólo en acto es inmaterial.

Todo sistema orgánico tiende a la unidad. Esta tendencia no es emergente, sino preexistente.

Pasen y vean




Leibniz hablaba de la intensa y placentera emoción que nos producen los espectáculos de los funámbulos, donde el riesgo de error es evidente por sus trágicas proporciones. El filósofo, en un arrebato cómico no exento de cinismo, comparaba una vida sin mal a una vida sin circo.

Doctrinas abstractas




Existe un dualismo débil en el lenguaje. Para formar una oración con sentido son imprescindibles el sujeto y el predicado. Un sujeto sin predicados es una abstracción (siempre se hace algo), como lo es un predicado donde el sujeto falte.

El materialismo reduce el sentido a la dimensión de los sujetos; a la corporeidad, cuyas leyes son externas. El idealismo solipsista hace lo propio acotándolo a la articulación de predicados inmanentes e incomunicables, dada la ausencia de una pluralidad de sujetos.

No hay cuerpo que no actúe, ni curso de acción que cese. Nada emerge y nada se sumerge, salvo en las apariencias.

Toda desviación filosófica pasa por una desviación gramatical previa.

viernes, 26 de octubre de 2007

El régimen de la neurona-masa


¿Cómo puede ser el efecto más complejo que la causa? ¿Habéis hecho alguna vez algo que os supere en complejidad? Y, si os superaba, ¿cómo es que lo habéis hecho? No hay manera.

¿Es la sociedad más compleja que la suma de sus individuos y sus respectivas relaciones? Si no lo es, ¿cuándo podemos hablar de sociedad? ¿Cuando hay al menos dos individuos asociados? Por supuesto. ¿O diremos que para que haya sociedad tiene que darse un régimen político complejo y representativo? No lo diremos. Entonces, ¿por qué nos limitamos a hablar de consciencia cuando ésta es tan clara como nuestra consciencia humana? ¿No existen también consciencias disminuidas, apopléjicas o en germen, que no por ello son no-consciencias?

Lo complejo puede dar lugar a lo complejo en su natural desarrollo. Pero lo complejo no es capaz de generar lo simple más que por descomposición. Ahora bien, la consciencia es simple (tiene percepciones irreducibles a procesos físicos) y se da en cuerpos organizados, no en los descompuestos. Por tanto, la consciencia o su germen existen de forma independiente al cuerpo y en un distinto grado de desenvolvimiento, paralelo al de éste.

jueves, 25 de octubre de 2007

Buena salud de la metafísica


Para ilustrar este problema Chalmers plantea un viejo experimento mental: imaginemos a la neurocientífica María, que es la mayor experta en visión en color del mundo pero que nunca ha experimentado el color por haber estado siempre en una habitación blanca y negra. Ella puede explicar perfectamente cómo se produce la percepción del color, qué áreas se activan en el cerebro ante la visión en color, cómo esa percepción puede verbalizarse e incluso es capaz de distinguir los diferentes colores en función de la longitud de onda de la luz. Hasta aquí los “problemas fáciles”, pero a María, por mucho que conozca a la perfección esos procesos físicos, se le escapará siempre la percepción subjetiva de los colores. Lo que Chalmers afirma es que este experimento mental muestra que se dan hechos relativos a la experiencia consciente que no se deducen de los hechos físicos concernientes al funcionamiento del cerebro (veremos en futuros apuntes qué es lo que él propone para solucionar este supuesto dilema).


Leído aquí.



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Es forzoso, además, confesar que la percepción, y lo que de ella depende, es inexplicable por razones mecánicas, es decir, por las figuras y los movimientos. Si se finge una máquina cuya estructura la haga pensar, sentir, tener percepción, podrá concebirse aumentada, conservando las mismas proporciones, de suerte que pueda entrarse en ella como en un molino. Supuesta tal máquina, no hallaremos, si la visitamos por dentro, más que piezas empujándose unas a otras; pero nunca nada que explique una percepción.

Así pues, habrá que buscar esa explicación en la substancia simple y no en lo compuesto o máquina. Por eso, en la substancia simple no puede hallarse nada más que esto: las percepciones y sus cambios. Y sólo en esto pueden consistir también todas las acciones internas de las substancias simples.


Leibniz. Monadología.


miércoles, 24 de octubre de 2007

Filosofar


Asir el concepto; acorrarlarlo. Clavar en él tu mirada, como si fuerais completos desconocidos. Asombrarse ante la arbitrariedad de sus bordes, ante la opacidad de su perímetro. Hacer de la palabra un monstruo intratable, pero jamás un fetiche. Destruir toda familiaridad con ella, reducir sus ecos al extrañamiento.

domingo, 21 de octubre de 2007

Fines naturales




El fin de la música, como el de todas las artes plásticas, es la proporción. No se diga que este fin se lo da el hombre, pues bien podría haberle dado otro. El cerebro humano no es condición necesaria ni, por supuesto, suficiente para que una melodía alcance su fin armónico. Porque, si el mecanismo ateleológico de la selección natural ha podido generar nuestros complejísimos cerebros, según creen los darwinistas, ¿cómo no iba a poder crear la naturaleza un sonido bello, semejante a la armonía de las esferas de los pitagóricos?

De lo que se siembra


No matéis al mensajero. No es condenable que se designe a una raza humana como estadísticamente menos inteligente que otra. Sí lo es el creer que un mayor grado de inteligencia nos hace más humanos; que la humanidad depende de algo gradual y potencial como las luces, el dolor o la apariencia antropomorfa.

sábado, 20 de octubre de 2007

Ida y vuelta




La Biblia está escrita mediante la superposición de varios planos narrativos: la humanidad contra Dios; la humanidad contra Israel; e Israel contra Dios. Es la historia del pecado original, visto como un círculo que va ensanchándose desde la caída de nuestros primeros padres y la descendencia de Caín hasta alcanzar al propio pueblo elegido, que crucifica a su Rey y Señor.

La traición de Judas, la negación de Pedro y la dormición de los demás apóstoles es el punto álgido en la historia de la maldad. Un punto de no retorno, pues coincide con la regeneración de todas las cosas a través de la sangre de Cristo; de la cruz, que es un árbol seco que da vida; de la eucaristía, cuya transgresión incomprensible (comer el cuerpo de Dios) repara la primera falta, igualmente incomprensible (desoír la voluntad de Dios ingiriendo el fruto prohibido). Así, la mujer fue la primera en pecar y arrastrarnos a la muerte, pero también la primera en testimoniar la resurrección de la carne.

miércoles, 17 de octubre de 2007

Infinito en acto


Hemos hablado de cómo los inventores del cálculo infinitesimal (Leibniz entre ellos) concibieron la circunferencia como un polígono de infinitos lados. Esto se refiere precisamente a un intento de cuadrar superficies curvas, esto es, de reducir figuras curvas a figuras rectas, cuyas medidas son más fáciles de calcular. Se trata de inscribir, primero, el cuadrado en el círculo. Más adelante, se inscribe un polígono con el doble de lados que el cuadrado, es decir, con ocho lados, todos iguales. Luego uno de dieciséis lados. Así se va aproximando el área del círculo. El resultado sólo sería exacto si el polígono tuviera infinitos lados.

¿Qué es el hombre?


La idea de que puede haber orden natural sin el concurso de un creador quizás es el aspecto más polémico en los textos de Darwin, sin perjuicio de que él mismo pudiera mantener un creacionismo ontológico o metafísico más sofisticado, no necesariamente ateo. Pero lo cierto es que la teoría de la evolución por selección natural ofrece una explicación sobre el origen de la variación de la vida sin recurrir al diseño "inteligente" específico. El "algoritmo de Darwin" destruye el finalismo o teleologismo que era comúnmente aceptado por casi todos los teólogos y naturalistas, lo que no desautoriza del todo la idea de "progreso" o "aumento de complejidad", sino sólo su pretensión de ubicuidad o inevitabilidad "metafísica".

Es necesario insistir en que la idea de "evolución" no pertenece en exclusiva a la ciencia biológica. Este "orden espontáneo" descubierto por Darwin en el mundo vivo puede abarcar también con éxito el mundo social y político dentro de un "programa de investigación", para decirlo al modo de Lakatos, mucho más amplio al de las ciencias biológicas. Una "extensión analógica" que presupone, como cuestión de principio, la ruptura del postulado de discontinuidad de naturaleza y cultura, todavía común en la Academia.


1) Se postula: La naturaleza no persigue ningún fin.

2) Se postula: No hay discontinuidad entre naturaleza y cultura.

3) Se postula: El hombre actúa según fines que proyecta a escala general (teología, naturalismo teísta).

Ergo, o el hombre no es ni naturaleza ni cultura, o ERZ está equivocado en el punto 1), en el 2) o en ambos, dado que no se puede dudar de 3) (como de hecho ni siquiera él duda).

martes, 16 de octubre de 2007

Desenfoque


Nunca llego a comprender por qué cometí el pecado original, cómo el que es libre pudo llegar a convertirse en esclavo. ¿Por qué? Porque sólo puedo reconocer un pecado cuando ya he dejado de cometerlo. Si es así, no puedo entender la vida mientras la estoy viviendo, y el tiempo es un misterio porque aún no lo he superado.

Weininger

lunes, 15 de octubre de 2007

El mejor de los mundos: la fe del filósofo


El principio de razón suficiente viene a decir:

1) Todo es por una razón (según el axioma: de la nada, nada sale).

2) Todo lo que es tiene más razones para ser que para no ser.

3)
Todo lo que es también es mejor que lo que no es (por el punto 1: al ser más racional, contiene más ser), y, por consiguiente, es lo mejor posible (en base al axioma: lo que contiene más ser es mejor que lo que contiene menos ser), puesto que otras posibilidades ni fueron ni serán.

sábado, 13 de octubre de 2007

Autocita


El "problema del mal", que los maniqueos tomaron del pesimismo pagano y hoy adoptan los deístas y los ateos de manera risible, parte todavía de la perplejidad acientífica de ver al mundo "luchando consigo mismo", entregado a pasiones caóticas y valorando éstas con el rasero del hombre por única medida. Es el argumento antrópico al revés. La naturaleza se comporta como si actuase contra nosotros, luego -llega a concluirse- Dios no se preocupa del hombre.

Desolatione,-desolata-est-terra.mp3

Symploké




La symploké platónica no es extrapolable al materialismo, al referirse al orden jerárquico de las ideas. Yo mismo contemplé este concepto cuando en mi web Miscelánea teológica inicié el principal argumento del siguiente modo:

Toda verdad remite a otra.


Si yo hubiera sido partidario del holismo idealista, habría dicho que toda verdad remite a todas las demás, cosa que sólo corresponde a Dios.

Gustavo Bueno es un experto en apropiarse de la dignidad y solera de un término para dar cierto empaque a su deslavazado sistema. La symploké de Bueno no se sostiene, aun combinando los distintos niveles de materialidad por él definidos. Si no hay vacío entre M1, M2 y M3, esto es, entre la cosa en sí, la cosa en mí y los juicios (por traducirlo al kantiano, de donde diría que el filósofo español hurta), todo lo que le ocurra a M1 afectará a M2 y a M3. Y viceversa, puesto que la relación es bidireccional.

Veamos ahora qué ocurre con el aserto "Toda verdad remite a otra". Éste se refiere al nivel de verdad capaz de decirnos algo sobre el mundo (N1) o sobre el pensamiento (N2). Las verdades matemáticas (por ejemplo, las propiedades de los números) no inciden necesariamente en las verdades fácticas, aunque sin duda puedan hacerlo (como sería el caso de las leyes de la óptica). Ahora bien, las verdades fácticas no cuentan con ninguna jurisdicción sobre las racionales, que gozan de plena autonomía.

Hay, además, una verdad que, situada en un nivel ulterior (N3), resulta independiente de N1 y N2: El Ser divino, el Bien platónico. Es por su sola virtud que llamamos verdades a todas las otras, que de lo contrario carecerían de fundamento unitario y bien podrían llamarse mentiras, falsedades o absurdos.

Esto es una symploké, Gustavo.

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Enlace interno.

Lógica económica


Pues precisamente por eso: por mucho que nos repugne, ha habido sociedades de caníbales. Lo que no ha habido nunca es una sociedad de caníbales y misioneros. Y, encima, capitalista.


De acuerdo. Eso se debe probablemente a la misma naturaleza humana, quintaesenciada en el trabajo desde la maldición bíblica, que narra su caída. Así, la dignidad del hombre es una abstracción de su productividad. Si una especie muy superior a la nuestra nos impidiera, por su propia condición, entrar a formar parte de su sociedad de iguales, seríamos para ella más útiles muertos que vivos (consumiríamos más de lo que seríamos capaces de producir). Perdido nuestro derecho secundario o social, iba permanecer sólo el primario o derivado de la fuerza bruta. Esto es, los individuos de dicha especie podrían exterminarnos con el mismo derecho que nosotros nos arrogamos sobre el ganado. Y no sería injusto.

El canibalismo va contra la lógica económica y contra la lógica moral, que son dos formas de expresar una cosa idéntica: el hombre es lo más útil al hombre.

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Enlace externo.

Buenos y malos comerciantes




Entre estar vivo y no estarlo media un abismo infinito, como del uno al cero. En cambio, vivir más o vivir menos, si es un vivir acotado en el tiempo, es ya algo cuantificable; finito, por consiguiente.

¿Es racional permutar algo infinito por algo finito? La heroicidad atea inmolaría su vida para que los demás vivieran mejor la suya mientras pudieran. Su (aparente) acto de justicia sería limitado, si bien tendría un precio sin límites.

La heroicidad cristiana, sin embargo, sacrifica un infinito temporal por otro intemporal. Pone su existencia en riesgo con tal de mantenerla para siempre en la vida eterna. Apuesta, y apuesta con tino.

O todo o nada: así habla la moral cristiana. Si todo, entonces nada: así la nihilista.

viernes, 12 de octubre de 2007

La verdadera moral es superior a la naturaleza


De nuevo, reedito.

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Es natural, por mero instinto de conservación y pulsión egoísta, amar a nuestros semejantes. En ellos vemos a nuestros aliados y colaboradores, a nuestros iguales, a quienes no debemos temer por ser su fuerza similar a la nuestra y a quienes debemos amar en tanto que juntos formamos una misma comunidad de intereses.

La práctica es salutífera, pero su raíz es viciosa. Porque si sólo amamos a lo que se nos parece, derivaremos la moral social del amor propio, sujeto a contingencias psicológicas, reacio a las leyes. Y si sólo somos amigos de quienes pueden favorecernos, convertiremos la amistad en un sinónimo de debilidad. Los más fuertes serán necesariamente insociables, estando destinados a integrarse aristocráticamente en la humanidad mediante su subyugación, como creía Nietzsche cuando concibió a su superhombre.

Nietzsche es la "reductio ad absurdum" del derecho natural. Porque, aunque no se nos mande odiar a nuestros amigos, precepto verdaderamente contrario a la naturaleza, el poderoso en grado sumo no requerirá de ellos y, o bien los dejará de lado, o bien pasará por encima de sus cabezas. Lo que equivale al odio.

Tenemos, pues, que odiar al amigo es inadmisible, pero que amarlo en tanto que tal también es vicioso. ¿Cabe un tercero? Sí, amar al enemigo. Es la escapatoria superior que nos ofrece el Evangelio para fundar la ética. Cualquier otra consideración es nociva y lleva en sí la semilla del error y del desorden.

El derecho natural dice: conserva tu vida, aunque tengas que hacer el mal; el derecho divino establece: no hagas el mal, aunque tengas que morir. Pero el derecho divino no nos inclina a perder la vida, no se opone a la premisa del derecho natural, "conserva tu vida", sino que la circunscribe en una esfera mayor: la de la vida eterna.

Con el matrimonio sucede algo parecido. El derecho natural dice: en el matrimonio actúa según tu conveniencia, aunque luego te separes; el derecho divino establece: no te separes, aunque ello atente contra tu conveniencia. No se está en contra de perseguir la propia conveniencia, sino de atentar contra la conveniencia común. De nuevo, se remite a una esfera más amplia para lograr la armonía.

Definición y demostración de la única moral


Rescato este texto de mi exblog Justicia geométrica.

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DEFINICIÓN.

Llamo moral al conjunto de actos libres conformes a un fin justo, o también: conformes a los designios de Dios.

A) Es libre todo acto realizado conscientemente y sin coacción, sujeto a la contingencia.

B) Es justo todo acto que no se opone a la verdad, entendiendo por ésta la no contradicción esencial entre proposiciones ciertas. Por consiguiente, el acto más justo será el que menos contradicciones entrañe, siendo Dios, acto puro y verdadero en sí y para sí, el Ser justo por excelencia. Viceversa, cuantas más contradicciones comprenda un acto y más en desacuerdo esté con la verdad, más injusto será.

DEMOSTRACIÓN.


Que sólo puede haber una moral queda probado en base a lo siguiente:

Por el principio de no contradicción nada puede ser y no ser al mismo tiempo, aunque, por el principio de contingencia, algo pueda ser o no ser a partir de sus condiciones a priori. Así, o bien Dios existe, o bien Dios no existe, pero no es posible ni verdadero el que Dios pueda existir y no existir al mismo tiempo. Análogamente, algo no puede ser y no ser moral según distintas consideraciones, al modo relativista, ya que la definición de moral (igual que la de "existencia de Dios") es idéntica para todos. Por tanto, la proposición "Esto es y no es un acto moral" es siempre falsa.

Toda verdad tiene como fin implícito otra verdad, mientras que el fin es condición de la justicia. A su vez, lo justo es siempre inteligible, luego es siempre verdadero. No se sigue de ahí que lo verdadero siempre sea justo (en el sentido ordinario del término, como "humanamente ejemplar"), pero sí que cuanto más verdadero es algo, tanto más justo es; y viceversa.

Desde la perspectiva del plan de Dios, todo lo que sucede es igualmente justo. Desde la de los hombres, por la que nos juzgará Aquél, es justo el acto cuyo fin entrañe mayor ser que otro, tenido por menos justo; esto es, se prefiere el acto más inteligible por sus causas próximas. No en vano el ser inmoral por excelencia, el asesino, es el inconsciente, estupefacto o -yendo a la etimología- consumidor de hachís.

jueves, 11 de octubre de 2007

Confrontemos


Ateísmo y cristianismo son sistemas monistas teóricos, aunque en cierta medida dualistas en la práctica. Para el ateo toda ebullición psíquica -pese a no poderse explicar por el análisis separado de sus componentes físicos y contar con un estatus científico aparte (psicología)- tiene un origen geométrico, cuantificable a priori. No importa que jamás esté en su mano probar este extremo: lo asumirá según la petición de principio que establece que todo es materia.

El cristiano, a su vez, centra en la mente todo aquello que le ocurre al hombre, lo que hace y lo que no hace. Nada que no se desprenda del libre albedrío tiene relevancia moral, por más que exista. La realidad inanimada o inconsciente caería, pues, dentro de la amoralidad más absoluta. Si los nietos de Darwin se emocionan con el altruísmo de un chimpancé y le entonan loas, allá ellos.

Con lo cual podemos resumir la situación del siguiente modo. Los cristianos fijan una división ontológica de lo moral, y lo hacen en torno a la psique:

1) Acción.

2) Pasión.

Por contra, los ateos estipulan una separación estética en torno al cuerpo (al de cada uno):

1) Pasión agradable.

2) Pasión desagradable.

Y una segunda separación de carácter ético, también en pares de opuestos:

1) Conservación de mi cuerpo.

2) Conservación del cuerpo social.

¿Cómo reconciliar el ateísmo con las pulsiones sociales o con la objetividad de una noción común de bien? De ninguna manera.

Instinto extraviado




Los sentidos no nos engañan, mal que le pese a Descartes. Y la razón no nos engaña, diga Nietzsche lo que le apetezca. ¿Qué nos engaña? La sinrazón, la ceguera. Ahora bien, ¿puede un concepto negativo y metafísico obrar tan poderosamente sobre nosotros sin que le prestemos ayuda y pleno asentimiento? ¿Por qué la voluntad humana tolera como fin a la sinrazón, que es la ausencia de fin inteligible? Nótese, si hay darwinianos en la sala, que "instinto voluntario" es un oxímoron.

Por expresarlo en estructura de esquema, se dan dos tipos de "querencias":

1) Apetito: Inconsciente, pasivo, sin causa o razón final.

2) Volición: Consciente, activa, con causa final.

Resulta tan imposible que una volición sea inconsciente (irracional) como que un apetito sea consciente (racional). Pero la irracionalidad en el hombre goza de consciencia bastante como para clasificarla entre los actos voluntarios.

Siempre queremos algo, lo pensemos o no; siempre pensamos algo, lo queramos o no. La voluntad no puede anular la inteligencia ni ésta a aquélla. Con todo, el hombre obra mal voluntariamente. La sabiduría del mundo no tiene respuestas para el presente enigma. Una moral que no se apoye en la revelación es incapaz de vencer esta crux.

Etimologías


Enfermo parece proceder del latín infirmus, es decir, sin firmeza, quebrado. En un sentido más amplio, es ésta la condición del hombre mientras vive sobre la tierra. Somos no sólo físicamente débiles y finitos, sino moralmente antojadizos y a menudo imbéciles, sin que pueda asegurarse qué precede a qué en la preformación del error voluntario: lo corpóreo a lo psíquico o viceversa.

Consuela saber que hubo un tiempo en el que laxitud moral y enfermedad eran lo mismo. Hoy, a pesar de que "todo es materia", ya no es así.

miércoles, 10 de octubre de 2007

Charlatán


Todo es materia.
La verdad es algo.
La verdad es materia.

La verdad es materia.
La materia tiene partes.
La verdad tiene partes.

La verdad tiene partes.
Una no-verdad no puede formar parte de una verdad en tanto que verdad.
Las partes de la verdad son verdad.

Con lo cual, o la verdad -cualquier verdad- tiene infinitas partes verdaderas, o tiene partes simples, esto es, no materiales (partes sin partes). Lo último se descarta, en base a la asunción primera. Por tanto:

Me llamo Daniel y escribo este blog.

Descomponga al infinito.

Venus y Baco


La seguridad social no deja de ser un invento de germen cristiano, pero es verdad que el Estado del bienestar aspira hasta cierto punto a suplantar a Dios. Thomas Mann caracterizó al nihilismo como la moral del exceso, la liquidación metafórica de los ahorros. Me encanta esa definición.

domingo, 7 de octubre de 2007

Bondad o sabiduría, un dilema ateo


Tener al prójimo por fin y no como medio. Así sintetizaba Kant la moral, separándola de la explotación más o menos disimulada de nuestros semejantes. Hacer coincidir su beneficio con nuestra liberal satisfacción es, entonces, lo que nos evidencia como seres sociables.

Tener la conservación de mi cuerpo por fin y no como medio. De este modo entiende Epicuro la racionalidad, que no se doblega al placer pero tampoco lo desdeña. La convergencia entre lo placentero y lo conveniente se alcanza a través del arte de vivir.

Visto esto, ¿se puede ser al mismo tiempo racional -en el sentido de Epicuro- y moral -en el sentido de Kant? Si me sacrifico por mis congéneres, utilizaré mi cuerpo como medio para un fin heroico. Si los obligo a sacrificarse por mí, obraré como un déspota o un salvaje. Ante un conflicto de intereses de estas características, la moral y la ética así definidas se muestran incompatibles. Sin embargo, la aporía tiene una solución muy sencilla: jamás considerar al cuerpo fin o fundamento de una ética.

Inútil sufragio


La Constitución y los códigos legislativos, esencialmente inalterables, regulan en lo jurídico nuestra convivencia. Por otro lado, toda nuestra organización social gira en torno a la economía mundializada. ¿Qué ámbito de operatividad le queda a la democracia? El de las políticas de la extravagancia, que más pronto que tarde pondrán en jaque todo lo útil que atesora la civilización. El mal se impone siempre cuando se le concede el derecho a opinar.

viernes, 5 de octubre de 2007

El techo del arte


Leibniz nos legó esta reflexión: la diferencia principal entre las máquinas naturales y las artificiales estriba en que las primeras serían infinitas, manteniéndose, pues, las segundas en los cauces de la finitud. La explicación parece clara: Si nada existe sin razón en la naturaleza y, por otro lado, todo es divisible al infinito, entonces todo organismo (que es una máquina natural con la supervivencia como fin) posee una infinita complejidad ausente en nuestras máquinas, diseñadas según un número limitado de operaciones. Infinito en acto contra infinito en potencia.

Ensayo de prueba


Resistir es tener una inercia. Si no hay unidad esencial de lo que resiste, tampoco hay una inercia: habrá, si acaso, muchas. Pero, para que haya muchas inercias, antes tiene que haber una, pues la multiplicidad se deriva de la unidad. Por tanto, la resistencia de los cuerpos a su interpenetración prueba por sus efectos la existencia real de las mónadas.

* * *

Moverse es tender a una dirección. Todo cuerpo extenso en movimiento tiende a una infinidad de direcciones según se lo tome por una parte u otra. Si englobamos a varias de ellas (d1, d2, d3) en un espacio común al que llamemos también "dirección" (dT), resultará que varias direcciones (p.ej., d1, d2) son más simples que una dirección (dT = d1 + d2 + d3), lo que es manifiestamente ilógico y atenta contra el sentido de las palabras. Por tanto, las direcciones de todo cuerpo en movimiento son necesariamente múltiples. Ahora bien, lo múltiple se compone de unidades. Se requiere, pues, algo distinto a un cuerpo extenso para que el término "dirección" y, por consiguiente, el concepto de movimiento no sean vacíos. Esto es, un ente inextenso o mónada.

Conservación y transformación




Si el alma no existe, estas dos palabras son sinónimos directos. No hay "ser" en el que perseverar: todo fluye.

jueves, 4 de octubre de 2007

Sobre el origen del hombre


Si somos lo que hacemos y lo que nos hacen, y si es imposible ser en parte, o dejar de ser y seguir siendo, no hay más que dos caminos:

1)
En el comienzo mi ser es hecho por otro de una sola vez y en lo sucesivo nada se añade a mi individualidad.

2) En el comienzo me hago a mí mismo.

El punto 2 es absurdo, al requerir una subjetividad generada en su propio predicado. Luego, la metafísica emergentista es absurda.

* * *

También:

Sólo mi muerte implica necesariamente mi no existencia.
Mi ser consciente emerge del ser inconsciente del cigoto.
Ahora bien, si el cigoto muere, es forzoso que yo no llegue a existir.
Por tanto, la muerte del cigoto es mi muerte.
Ergo, el cigoto y yo somos indistinguibles.

Humanismo secular


Es precisamente definiendo al hombre por su "capacidad moral" como no podríamos conceder ningún derecho ético a seres humanos que tienen dañada su competencia moral. Solamente reconociendo a los hombres por sus cuerpos humanos, no por su inteligencia o incluso por su moralidad, como podemos admitir a "borrachos", "dormidos", "inconscientes" o minusválidos dentro del círculo de los iguales.

(...)

Una cosa es que la moral necesite el raciocinio, y otra cosa muy diferente que se le niegue cualquier derecho moral a aquellos congéneres nuestros que tienen dañada la capacidad de razonar. Los niños humanos menores de siete años aún no han desarrollado la razón moral. ¿Los convierte en inhumanos? Los adultos que han sufrido lesiones cerebrales también pueden ver su razón moral seriamente comprometida. ¿Nos disculpa eso a los demás de ciertas obligaciones morales con ellos? Claro que no, y de ahí que la ética del cuerpo sea tan importante. Es precisamente este principio (materialista, corporeísta) el que permite proteger los derechos de quienes tienen la razón moral afectada.

ERZ rehabilita al bípedo implume como canon infalible de humanidad.


Objeción: Los deformes.

Posible contraobjeción: También ellos mantienen su corporeidad humana, aunque oculta; en particular, en un cerebro más desarrollado y capaz que el de cualquier otra especie.

Objeción: Los bebés deformes, los subnormales deformes.

Sin Dios




¡Viviríamos como brutos, no tendríamos más regla que nuestros apetitos, y por freno el temor de los demás hombres, convertidos eternamente en enemigos los unos de los otros por este temor mutuo! Porque siempre quiere destruirse aquello que se teme. Pensad bien en ello, señor Birton; reflexionad sobre ello seriamente, Jenni, hijo mío; no esperar de Dios castigo ni recompensa es ser realmente ateo. ¿De qué serviría la idea de un Dios que no tuviese ningún poder sobre vosotros? Es como si se dijera: hay un rey de la China que es muy poderoso. Yo respondo: pues con su pan se lo coma; que se quede en su hacienda, y yo en la mía; no me preocupo yo más de él de lo que él se preocupa de mí; no tiene más jurisdicción sobre mi persona que un canónigo de Windsor sobre un miembro de nuestro parlamento; entonces yo soy mi propio Dios: sacrifico el mundo entero a mis fantasías si hallo la ocasión; no tengo ninguna ley, y sólo a mí me miro. Si los otros seres son corderos, me convierto en lobo; si son gallinas, me convierto en zorro.

Imagino (Dios no lo quiera) que toda nuestra Inglaterra sea atea por principios; convengo que podrán encontrarse algunos ciudadanos que, nacidos tranquilos y dóciles, lo bastante ricos como para no tener necesidad de ser injustos, gobernados por el honor, y, por consiguiente, atentos a su conducta, podrán vivir juntos en sociedad: cultivarán las bellas artes, gracias a las cuales las costumbres se suavizan; podrán vivir en la paz, en la inocente alegría de la gente honesta; pero el ateo pobre y violento, seguro de la impunidad, será un imbécil si no os asesina para robaros el dinero. A partir de entonces, todos los vínculos de la sociedad se rompen, todos los crímenes secretos inundan la tierra, como las langostas, apenas vistas primero, vienen a destruir los campos; el pueblo llano no será más que una horda de bandidos, como nuestros ladrones, de los que sólo se ahorca la décima parte en nuestras sesiones; pasan sus miserables vidas en tabernas en compañía de prostitutas, los pegan, se pelean entre ellos; caen ebrios entre sus pintas de plomo, con las que se han abierto la cabeza; se despiertan para robar y para asesinar; ¡vuelven a comenzar cada día este círculo abominable de brutalidades!

¿Quién retendrá a los grandes y a los reyes en sus venganzas, en su ambición, a la cual quieren inmolarlo todo? Un rey ateo es más peligroso que un Ravaillac fanático.

[acto seguido compara a los ateos con los peores Papas del Renacimiento. Concluye: “Si estas costumbres hubieran subsistido, Italia habría quedado más desierta que el Perú tras su invasión”. Prosigue luego].

La creencia en un Dios remunerador de las buenas acciones, castigador de las malas, perdonador de las faltas ligeras, es, pues, la creencia más útil al género humano; es el único freno de los hombres poderosos, que cometen insolentemente los crímenes públicos; es el único freno de los hombres que cometen hábilmente los crímenes secretos. No os digo, amigos míos, que mezcléis esta creencia necesaria con unas supersticiones que la deshonrarían, y que incluso podrían hacerla funesta: el ateo es un monstruo que sólo devorará para calmar su hambre; el supersticioso es otro monstruo que lacerará a los hombres por deber. Siempre he destacado que se puede curar a un ateo, pero que jamás se cura al supersticioso radicalmente; el ateo es un hombre de espíritu que se equivoca, pero que piensa por sí mismo; el supersticioso es un imbécil brutal que no ha tenido nunca otras ideas que las ajenas. El ateo violará a Ifigenia a punto de desposar a Aquiles, pero el fanático la degollará piadosamente sobre el altar, y creerá que Júpiter le estará muy obligado por ello; el ateo robará un vaso de oro de una iglesia para dar de cenar a unas prostitutas, pero el fanático celebrará un auto de fe en esa iglesia, y entonará un cántico judío hasta desgañitarse, al tiempo que manda quemar judíos. Sí, amigos míos, el ateísmo y el fanatismo son los dos polos de un universo de confusión y horror. La estrecha franja de la virtud se encuentra entre estos dos polos; caminad con paso seguro por este sendero; creed en el buen Dios, y sed buenos. Es todo lo que piden los grandes legisladores Locke y Penn a sus pueblos.

Voltaire. Historia de Jenni o El sitio de Barcelona

miércoles, 3 de octubre de 2007

Ideas a peso




Entre los ateos no cabe estipular ninguna diferencia cualitativa dentro de lo coexistente; sólo cuantitativas. Así, llegan a la perfección por mera adición de cuerpos. El universo es el ente perfecto de Spinoza porque comprende a la totalidad de los demás. Este criterio es tan sabio como preferir un hombre a otro por el mayor tamaño del primero.

Para un cristiano, en cambio, es más perfecto el hacedor que lo que es hecho, si son elementos distintos. La paradoja del ateo reside en que, pese a que es capaz de aceptar este mismo criterio en su vida ordinaria, no puede más que rechazarlo en su especulación metafísica global. Para él el hombre sería el ser más perfecto conocido, es decir, el ser capaz de realizar más cosas de forma inmediata. Pero el sapiens es a su vez un producto mediato del universo, por lo que, incluso separado éste de toda la especie humana, resulta preferible a aquélla. No importa que nuestra estirpe llegue a ser capaz de reproducir con su arte todas las formas de vida o escrute el último rincón de la naturaleza: siempre será menos que una suma que la incluye. ¿Y en qué deriva este modo mercantil y ciertamente judío de pensar? En panteísmo, en progresismo, en ecologismo.

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Enlace interno.

martes, 2 de octubre de 2007

Otros mundos


Un mundo no regido por el principio de razón mínima o bien sería parcial o completamente azaroso, o bien operaría bajo infinidad de milagros perpetuos, o bien exigiría una causa mayor que su efecto en cada acontecimiento. Lo primero nos conduce a la estupidez, lo segundo a la ignorancia, lo tercero a la desesperación. Sólo en el mejor de los mundos, el mundo de la razón suficiente, el hombre puede ser plenamente libre. Libre también para el mal. Pero por mucho que éste se extienda, nunca podrá compararse al mal infinito e irreparable de un universo perfectible en sentido absoluto.

El mejor de los Auschwitzs posibles


Famosamente, Adorno dictó que tras Auschwitz se había hecho imposible escribir poesía*. Me pregunto si después de los campos de concentración, Hiroshima y las limpiezas étnicas un creyente puede seguir soñando que este es el mejor de los mundos que Dios podía crear. Me pregunto si el optimismo del Godo-Guille se mantendría en pie hoy en día.

El teísmo lleva a una conclusión inevitable: Ya que todo ha sido creado por Dios, en última instancia todo está bien. Como escribía el contemporáneo de Leibniz, Alexander Pope,

All Nature is but Art unknown to thee;
All chance direction, which thou canst not see;
All discord, harmony not understood;
All partial evil, universal good:
And spite of Pride, in erring Reason's spite,
One truth is clear: Whatever is, is right.

¿Calificaría Leibniz las cámaras de gas como necesario “mal parcial” que deviene “bien universal”? A pesar del orgullo y la equívoca razón, ¿seguiría manteniendo que “lo que quiera que sea, está bien”?

En este punto nos detiene el doctor Pangloss para demostrarnos que Islero nació para cargarse a Manolete, que Hitler fue creado para asesinar a seis millones de judíos y que todo está de coña, dentro de lo posible.


*O acaso que después de Auschwitz la poesía ya no se deja escribir: “nach Auschwitz lasse sich kein Gedicht mehr schreiben”.



Da la impresión de que Leibniz viviera en un tiempo sin desgracias ni guerras, siendo menester el siglo XX o el terremoto de Lisboa para falsar su filosofía. Eso son paparruchas. La maldad del hombre es innegable, pero es lo mejor que tenemos. Cualquier perspectiva de progreso tomará siempre el presente como punto de partida, no una mítica edad de oro donde los buenos salvajes gozaban de la naturaleza impoluta y practicaban el amor libre. Según la Biblia, eso jamás ha existido: la historia empieza con la traición y el pecado.

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Enlace externo.


The-best-of-all-possible-worlds.mp3

lunes, 1 de octubre de 2007

Las ovejas de Leibniz




A Gregorio Luri y su zoosofía.

Para juzgar mediante la razón si el alma es material o inmaterial, debemos concebir lo que son el alma y la materia. Todos admitimos que la materia tiene partes, y es, en consecuencia, una multiplicidad de muchas sustancias, como lo sería un rebaño de ovejas. Pero como toda multiplicidad supone unidades verdaderas, es evidente que estas unidades no pueden ser materia, pues de lo contrario serían a su vez multiplicidades, y de ningún modo unidades verdaderas y puras, como las que en definitiva se requieren para constituir una multiplicidad. Así, las unidades son propiamente sustancias aparte, que no son divisibles, y en consecuencia no son perecederas. Pues todo lo que es divisible tiene partes, que pueden distinguirse aun antes de su separación. Sin embargo, como nos referimos a las unidades de la sustancia, debe haber fuerza y percepción en esas unidades mismas, ya que de lo contrario no habría fuerza ni percepción en cuanto se forma de ellas.


Leibniz

Aprenda latín con Carissimi




As Bach did later when he was cantor of the Thomasschule in Leipzig, Carissimi, then 'maestro di Capella', had to fight the authoritarianism and encroachments of his colleagues. While Bach wrote protesting letters, Carissimi mocked the teachers of Latin by declining 'Hic, Haec, Hoc' in music.

Nominativo.mp3

Leibniz, el hereje




Queda claro que a Savater no le interesa nada Leibniz, hasta el punto de hacer de él una caracterización injusta y tópica. Lo importante es que el judío contaba con el favor del público, y el otro sólo con una elitista peluca. Punto. Es un retrato del gusto de una persona de izquierdas.

Ahora bien, cualquiera con un mínimo de objetividad puede ver que Leibniz superó con creces al panpsiquismo Spinoza; que, mientras que éste no salió de su celda de ermitaño (ni de su geometrizante celda metodológica), aquél contrastó sus hipótesis con todas las ciencias de su tiempo. Pero para eso hace falta leer a Leibniz y desdeñar a los divulgadores de tribuna periodística.

No tengo empacho en posicionarme en favor del buen Godofredo, sin que ello implique denostar a Spinoza, que fue -conviene no olvidarlo- una de las principales ascendencias del sajón. Valga para ello este pequeño y sumario repaso.

En primer lugar, subrayar su independencia. Aunque ofreciera sus servicios a nobles poderosos, rechazó una cátedra bien remunerada para mantenerse como lo que hoy llamaríamos un profesional liberal. Sus señores le encargaban, por lo general, bien mediaciones diplomáticas, bien estudios jurídicos, geológicos o históricos. El abundante tiempo del que disponía como cortesano y biblitecario lo destinó a elaborar una filosofía asombrosamente coherente, pionera, interdisciplinar y abierta a la polémica con personalidades de todos los ámbitos. A pesar de sus simplistas calumniadores iconoclastas, estuvo lejos de arredrarse ante intelectuales más influyentes que él, o de buscar a toda costa posiciones contemporizadoras, eclécticas. Así, son famosos sus encontronazos con Arnauld y Newton.

A Leibniz, entre otros muchos méritos, se le reconoce como inventor del cálculo infinitesimal (junto con Newton), precursor de la relatividad, del darwinismo y del lenguaje formal positivista. Kant, que tanto le debía, lo llamaba "ese gran hombre", y toda su Crítica de la Razón Pura es una lucha -en vano, creo yo- contra él.

En el siglo XX se ocuparon de Leibniz pensadores tan significativos y variopintos como Russell, Heidegger y Ortega. Incluso Lenin llegó a admirar su dialéctica, a la que sin embargo tachó de en exceso clerical. Tal vez sea ése, ese mismo, el problema de Savater.

Dejo una selección de textos con la esperanza de que sirvan para hacer justicia.

Posmodernos




Todos los ilustrados, con la deshonrosa excepción de Sade, abogaron en contra de la homosexualidad incluso en un tiempo en que se pagaba con la cárcel o la vida. Adivinad de qué Ilustración venimos siendo herederos.