La metafísica kantiana pretendía ser el fundamento de toda ciencia futura. Y si bien no acabó siéndolo de toda, podemos asegurar que al menos sí lo fue de una. El mundo que la física cuántica describe como en un estado borroso o de indeterminación es lo que Kant llamaba "das Ding an sich" (las cosas en sí mismas).
Este filósofo veía al universo entero como una mónada, esto es, como la realidad subyacente que de alguna manera causaba los fenómenos y no podía ser aprehendida por la experiencia. El observador, pues, en lugar de reflejar "sub specie aeterni" un universo que es incapaz de intuir, sería el reflejo de éste, una parte de su historia desde el mismo momento en que lo percibe, lo hace ser racional y, por tanto, lo obliga a acontecer.
El kantismo es un leibnizianismo invertido.
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"Los esclavos felices"
Hace 1 hora
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