jueves, 13 de septiembre de 2007

Tesis viciada en "El animal divino"


Mi pregunta es qué distingue al animal del numen. ¿La corporeidad, el movimiento? Si nada los distingue y son conceptos sinónimos, entonces el motor inmóvil es animal, lo cual resulta autocontradictorio (lo animado no puede ser inanimado a la vez). Pero si algo los distingue, en ese caso resulta arbitrario identificar al animal con el numen, ya que sólo comparten ciertas características.

No es aceptable que exista una clase de animal enteramente distinto al resto. Posiblemente Bueno haya tomado una idea de Aristóteles y la desarrolle más de lo debido, dados sus prejuicios materialistas:

Si Dios goza eternamente de esta felicidad, que nosotros sólo conocemos por instantes, es digno de nuestra admiración, y más digno aún si su felicidad es mayor. Y su felicidad es mayor seguramente. La vida reside en él, porque la acción de la inteligencia es una vida, y Dios es la actualidad misma de la inteligencia; esta actualidad tomada en sí, tal es su vida perfecta y eterna. Y así decimos que Dios es un animal eterno, perfecto. La vida y la duración continua y eterna pertenecen, por tanto, a Dios, porque esto mismo es Dios.

Aristóteles. Metafísica, 12:7. Del primer motor. De Dios.


Para Aristóteles "animal" no es otra cosa que "ser vivo"; y en su terminología "vida" equivale a "automovimiento". Dios sería un caso límite de vida inmóvil y absoluta. De ahí su insistencia en describirlo como condensación superlativa y hasta cierto punto antitética de todo lo que existe. En suma, lo que en Aristóteles es excepción y licencia, en Bueno es definición y regla.

Más claro: que a los animales fueran adorados como dioses no implica que la idea de numen/dios haya sido hecha a partir del animal.

Lo divino no es sólo lo no humano, también es lo que puede salvar al hombre. Así, las culturas primitivas han sabido identificar y dar nombres al menos a dos clases de espíritus: los benévolos y los malignos. Estos últimos, por lo general, no merecen adoración.

Ahora bien, el salvaje ve a todo animal como inferior (los que devora) o como peligroso (los que lo devoran). La génesis del concepto de "demonio" y análogos puede ser zoológica, pues al fin y al cabo los demonios serían animales como cualquier otra criatura dotada de voluntad. Pero no la del concepto de Dios.

La tesis válida es justo la contraria de la que los buenistas defienden: Dios no se hizo a imagen del animal, sino el animal sagrado a imagen de Dios (o de un vago concepto de lo numinoso: lo solar, lo vital, lo cósmico).

Toda esta teoría de Bueno le hace en realidad un flaco favor al ateísmo, que según él no sería el resultado de un análisis racional y complejo del mundo, sino la posición por defecto del hombre, previa al contacto con animales.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi pregunta es qué distingue al animal del numen. ¿La corporeidad, el movimiento? Si nada los distingue y son conceptos sinónimos, entonces el motor inmóvil es animal, lo cual resulta autocontradictorio (lo animado no puede ser inanimado a la vez). Pero si algo los distingue, en ese caso resulta arbitrario identificar al animal con el numen, ya que sólo comparten algunas características.

La pregunta está mal formulada. El animal se convierte en un númen para el hombre a partir de un determinado momento de la evolución humana. El animal no es un númen en sí mismo, sino sólo en su relación con el hombre. La numinosidad surge de la relación existente entre el hombre y el animal (a través de la caza, de la depredación, de la dependencia como fuente de alimento) y no es una característica que se encuentre per se en el animal. Por eso los animales no siempre fueron númenes.

Tu crítica, Irichc, yerra completamente el blanco porque hipostatiza o sustancializa el concepto de "numinosidad", sin comprender que éste es un concepto de carácter relacional: los animales se presentan como númenes exclusivamente ante los hombres, cuando en la interacción entre hombres y animales éstos aparecen ante el hombre como entidades dotadas de inteligencia y voluntad no humanas (para lo cual los hombres primitivos hubieron de auto-comprenderse a sí mismos en primer lugar como radicalmente distintos de los animales, en un proceso de extrañamiento y distanciamiento con respecto a los animales que estaría en el horigen del tránsito desde la proto-humanidad a la humanidad).

Sólo cuando se produce este extrañamiento --motivado por diversas causas (como el aumento de la complejidad social de los grupos de cazadores-recolectores y el consiguiente desarrollo cerebral, cognitivo y lingüístico)-- los animales son percibidos por los humanos como entes dotados de inteligencia y voluntad no-humanos, lo que no es sino la numinosidad misma en el contexto de la relación de dependencia entre el hombre y el animal. Sólo si se sustancializa la idea de "númen" se puede caer en la falsa interpretación de Irichc.

La corporeidad del númen es sencillamente la condición de posibilidad misma del establecimiento de una relación entre el hombre y el númen, ya que por principio no puede haber relación real con entes incorpóreos. Y la movilidad es una de las características de cualquier ente dotado de inteligencia y voluntad, pero no es la única; no puede reducirse la numinosidad a la mera movilidad, sino que la numinosidad surge de la relación existente entre el hombre y las entidades dotadas de inteligencia y voluntad (y por tanto, no inanimadas) con las que se mantienen relaciones de desigualdad y asimetría. Por ello es absurdo decir que el motor inmóvil es un "animal", lo mismo que es absurdo decir que el animal y el númen son lo mismo. No es esto lo que dice Bueno, sino que los númenes reales (que se hallan en el origen de la religiosidad) eran animales. Y repito, no eran númenes por ser animales, sino porque se presentaban fenoménicamente como númenes ante los hombres en la relación de dependencia y extrañamiento que éstos mantenían con aquéllos.

También es absurdo decir que el animal y el númen sólo comparten las mismas características. Bueno delimita un concepto de "númen" objetivo, que sirve para precisar el núcleo original de todas las religiones, y lo encuentra en los animales: éstos son los númenes reales y originales, y los demás númenes (demonios, fantasmas, dioses, etc.) son númenes simbólicos o referentes secundarios imaginarios derivados por abstracción simbólica de la originaria experiencia de los hombres primitivos con los animales.

No es aceptable que exista una clase de animal enteramente distinto al resto. Posiblemente Bueno haya tomado una idea de Aristóteles y la desarrolle más de lo debido, dados sus prejuicios materialistas:

¿Cuándo ha dicho Bueno que exista una clase de animal enteramente distinta al resto? Que yo sepa, nunca. Sigues aquí con tus equívocos sustancializadores, dado que no pareces entender el carácter relacional de la numinosidad. El númen no es una clase de animal sino un ente dotado de inteligencia y voluntad no humanas, y la numinosidad no es esencial sino fenoménica: aparece en la relación dialéctica entre el hombre y el animal, entre el sujeto y el objeto, no existiendo fuera de dicha relación.

Para Aristóteles "animal" no es otra cosa que "ser vivo"; y en su terminología "vida" equivale a "automovimiento". Dios sería un caso límite de vida inmóvil y absoluta. De ahí su insistencia en describirlo como condensación superlativa y hasta cierto punto antitética de todo lo que existe. En suma, lo que en Aristóteles es excepción y licencia, en Bueno es definición y regla.

Totalmente incorrecto. Para Aristóteles "animal" no es sinónimo de "ser vivo": Aristóteles sabía perfectamente que las plantas no son animales y sin embargo son seres vivos. La característica común a todos los seres vivos, tanto plantas como animales, no es según Aristóteles el automovimiento sino la nutrición (el alma nutritiva), que a su vez supone el crecimiento, la decadencia, la muerte y la reproducción. Asimismo, para Aristóteles el animal no se define por la auto-movilidad (de hecho, supo con perspicacia que las esponjas eran animales a pesar de estar siempre inmóviles), sino por la capacidad de tener sensación o percepción (siendo la sensación táctil la característica fundamental) y apetencia, estrechamente relacionada con la sensación. Aristóteles distinguía entre los animales inferiores, como las esponjas (que sólo tienen sensación y apetencia)o los insectos (que tienen sensación, apetencia y locomoción), y los animales superiores, en los que aparece además el entendimiento (o los rudimentos de un entendimiento), y de los que el hombre es el ejemplo máximo.

De ahí, Irichc, que tu argumento sobre el "motor inmóvil" de Aristóteles no tenga ninguna pertinencia. El Dios de Aristóteles es un caso límite de abstracción metafísica hecha a partir de la observación del mundo natural, y de un racionalismo que pretende alcanzar verdades últimas dando un salto mortal a lo trascendente.

Anónimo dijo...

Más claro: que a los animales fueran adorados como dioses no implica que la idea de numen/dios haya sido hecha a partir del animal.

En primer lugar, no es que los animales fuesen adorados como dioses, sino que primeramente se produjo la numinización o sacralización del animal como tal animal (no como dios), posteriormente su representación pictórica o escultórica como arquetipo, y por último la conversión de este arquetipo simbólico en un dios, el cual era objeto de culto a través de su fetiche.

Las razones por las que el Materialismo Filosófico escoge a los animales como núcleo original de la religión es otra. Las filosofías de la religión podrían ser de tres tipos, según defiendan que los númenes son fenómenos u objetos de la naturaleza, seres humanos o animales. Las filosofías que sitúan el origen de la religión en fenómenos u objetos naturales e inanimados no explican por qué éstos se perciben como dotados de inteligencia y voluntad, salvo apelando a hipóteticos mecanismos psicológicos en virtud de los cuales la mente del hombre primitivo atribuía inteligencia y voluntad a fenómenos como el rayo, la lluvia o la explosión de un volcán; ésta es la hipótesis animista, pero en realidad no explica nada, salvo apelando a una especie de psicología-ficción según la cual la mente del hombre primitivo estaba predispuesta a atribuir sus propias cualidades mentales a la naturaleza inanimada (una teoría que es imposible de contrastar ni de probar). Las filosofías que sitúan el origen de la religión en los propios seres humanos, siendo los númenes un invento hecho a imagen y semejanza de los humanos, no tienen en cuenta que las relaciones con los númenes se caracterizan por la asimetría y la desigualdad, y por el hecho de que los númenes se caracterizan precisamente por ser no-humanos, por su extrañamiento con respecto a los hombres. En cambio, las filosofías de la religión que sitúan el origen de ésta en las relaciones del hombre con los animales están más próximas a dar una respuesta a la cuestión del origen de la religión, pues los animales son las únicas entidades no-humanas dotadas de inteligencia y voluntad (es decir, los únicos númenes reales).


Lo divino no es sólo lo no humano, también es lo que puede salvar al hombre. Así, las culturas primitivas han sabido identificar y dar nombres al menos a dos clases de espíritus: los buenos y los malignos. Estos últimos, por lo general, no merecen adoración.

Aquí te refieres de manera oblicua a lo mismo que dice Bueno: el númen puede ser también lo que puede salvar al hombre, del mismo modo que los hombres primitivos y cazadores-recolectores dependían de los animales como fuente de alimento principal. El origen real de la "salvación" religiosa está en la salvación de morir de inanición gracias a la carne de los animales cazados. Por el contrario, los númenes malignos o peligrosos son los que pueden cazar o matar al hombre.

Ahora bien, el salvaje ve a todo animal como inferior (los que devora) o como peligroso (los que lo devoran). La génesis del concepto de "demonio" y análogos puede ser zoológica, pues al fin y al cabo los demonios serían animales como cualquier otra criatura dotada de voluntad. Pero no la del concepto de Dios.

La concepción de los animales como "inferiores" sólo pudo surgir con la extinción de las grandes especies salvajes, la aparición de la agricultura y la domesticación de los animales. Los hombres anteriores a la revolución neolítica no veían a los animales como "inferiores" --sobre todo a las grandes especies-- sino como seres poderosos y extraños que podían envolverlos y determinar efectivamente su comportamiento.

El concepto de "dios" no es unívoco, e Irichc lo utiliza de modo confuso, sin distinguir sus distintos significados. En primer lugar, "dios" es cada uno de los imaginarios sujetos finitos y corpóreos de las religiones politeístas; en segundo lugar, "Dios" es el Dios de los filósofos, el de Aristóteles, un ser metafísico, abstracto (incorpóreo), perfecto e infinito, Acto Puro y 'noesis noeseos', cuya única actividad es reflexionar constantemente sobre sí mismo y que no sabe nada del mundo ni del hombre, con los que no puede tener ningún tipo de relación; en tercer lugar, "Dios" es el Dios de las religiones terciarias o monoteístas (que surgen por influencia de la filosofía sobre las religiones mitológicas o politeístas), y, a semejanza del Dios de los filósofos, es un ser infinito y perfecto pero mantiene relaciones con el hombre y el mundo. Las religiones terciarias son absurdas y auto-contradictorias, porque Aristóteles ya había demostrado cabalmente que un Dios infinito, perfecto e incorpóreo no puede tener ninguna relación con el hombre y el mundo material ni puede saber absolutamente nada de éstos. Por eso la llamada "fe del carbonero" de las religiones terciarias tiene que volverse hacia figuras numinosas propias de las religiones politeístas, figuras finitas y corpóreas (ángeles, santos, Virgen María, Jesús como encarnación de ese Dios infinito con el que no hay relación posible, etc.), para poder tener algún contenido positivo.

Dios no se hizo a imagen del animal, sino el animal a imagen de Dios (o de un vago concepto de lo numinoso: lo solar, lo vital, lo cósmico).

Muchos dioses de la religión egipcia y de otras religiones antiguas [por ejemplo, el dios-escarabajo Khepri; el dios-león de las tribus árabes paganas anteriores a Mahoma, representado con cuerpo de guerrero humano y cabeza de león; el dios-oso de los Ainu; el dios-cuervo de los Tlingit; el dios-elefante de las tribus de Sumatra; la diosa Artemisa, relacionada con el culto al oso; el dios-pez Dagon de los cananeos (y de H.P. Lovecraft), etc., etc.] ilustran el hecho de que primeramente tuvo lugar la sacralización del animal y su simbolización a través de sus representaciones pictóricas y escultóricas, y posteriormente el animal fue transformado en "dios" (generalmente con cuerpo humano y cabeza de animal, pero siempre considerado como la representación de la especie animal correspondiente o como el dueño y señor de la misma).

Por tanto, los dioses (no estoy hablando de Dios, concepto cuya génesis hay que rastrear en la filosofía griega, como ya he dicho) fueron hechos por los hombres a semejanza de los animales.

Tú mismo te contradices, Ihrich, al suponer que el hombre primitivo identificó a los animales con Dios (es decir, con el Dios infinito de las religiones monoteístas); pero las religiones monoteístas y su concepto de "Dios" no surgieron hasta el segundo milenio a.C., por lo que es imposible que los cazadores-recolectores de hace 100.000, 50.000 ó 5.000 años tuvieran experiencia alguna de Dios, de ese ente infinito e incorpóreo supuestamente dotado de una inteligencia y una voluntad infinitas (lo cual es una contradicción en los términos, ya que toda inteligencia y voluntad es corpórea y finita por definición).

Apelar a una supuesta experiencia de lo "cósmico", lo "solar", lo "vital", etc., no explica nada, salvo que se quiera decir que los hombres primitivos eran naturalmente panteístas y experimentaban el universo como un Todo dotado de una especie de conciencia cósmica o algo así; pero esto no es más que historia-ficción y metafísica, sin ningún fundamento empírico en el que apoyarse.

Se sigue de esto que o bien el Dios judeocristiano no es un numen (ya que es un ente infinito), con lo que el cristianismo no sería una religión, o bien es finito y corpóreo. Ambas no se sostienen.

No veo dónde está la contradicción. El Dios judeocristiano es un númen irreal, imaginario; no es un númen real porque por definición los númenenes reales son finitos y corpóreos. Un númen infinito e incorpóreo es una idea autocontradictoria, un producto de la imaginación humana cuya esencia es tan imposible como la esfera cúbica o el círculo cuadrado.

Si la religión terciaria o monoteísta sigue existiendo es gracias a que mantiene todavía la fe del carbonero (es decir, la fe en númenes secundarios o mitológicos), o bien porque sigue perviviendo como una institución social y política en la que la transmisión de dogmas, las ceremonias y los rituales se han rutinizado y burocratizado por completo y ya casi nadie cree en ellos.

Toda esta teoría de Bueno le hace en realidad un flaco favor al ateísmo, que según él no sería el resultado de un análisis racional y complejo del mundo, sino la posición por defecto del hombre, previa al contacto con animales.

Esto que dices aquí no tiene sentido. Afirmar que los australopitecos, los pitecántropos o los hombres de Neanderthal eran "ateos" tiene el mismo sentido que decir que los chimpancés, los lémures o los leones son "ateos". Para ser ateo es necesario no sólo que exista en primer lugar la religiosidad (algo que sólo se produjo en la fase final del Pleistoceno), sino también que haya surgido la idea de los "dioses" de las mitologías politeístas y sobre todo la idea del Dios infinito de la religiosidad terciaria. Para ser ateo es necesario en primer lugar conocer la idea de "dioses" o de "Dios": para negar algo es necesario conocer previamente el significado de ese algo.

Y el ateísmo contemporáneo es esencialmente el ateísmo post-terciario, que niega la esencia y la existencia del Dios infinito. De hecho, este ateísmo sólo fue posible a raíz de la Onto-teología de Aristóteles y de su desarrollo posterior en la Escolástica y en Tomás de Aquino.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

El animal se convierte en un númen para el hombre a partir de un determinado momento de la evolución humana. El animal no es un númen en sí mismo, sino sólo en su relación con el hombre.

No veo cómo eso puede atenuar mi crítica. Tomemos al animal una vez convertido en numen. Repito la pregunta: ¿hay dos o más clases de númenes o sólo un numen zoológico, animado, corpóreo, etc.? Si sólo hay uno, entonces concluiremos que el Dios de Aristóteles o el de los cristianos no es numen, ya que no es animal. Pero eso se contradice con la definición de numen que dabas en otra parte: ser no humano dotado de voluntad y entendimiento.


Sólo si se sustancializa la idea de "númen" se puede caer en la falsa interpretación de Irichc.

Definir es sustancializar, y tú has definido. Luego, no me acuses de cambiar los términos de la discusión: me estoy ajustando a ella.


La corporeidad del númen es sencillamente la condición de posibilidad misma del establecimiento de una relación entre el hombre y el númen, ya que por principio no puede haber relación real con entes incorpóreos.

Dicho así, da la impresión de ser una petición de principio. Puesto que el hombre sólo se puede relacionar con lo físico, no existen los númenes metafísicos. Pero no me sirve tu conclusión por más que se disfrace de premisa axiomática.

Mi punto de vista es el siguiente:

a) Acepto la crítica de Bueno al animismo en lo tocante a la necesaria asimetría entre el adorador y lo adorado, que no puede explicarse por un simple desdoblamiento alucinatorio.

b) Niego que el hombre primitivo pueda impresionarse y mostrar extrañamiento ante un animal ("lato sensu") sin tener formada antes la noción de ser superior. Ésta viene a ser el reverso de la identidad. Basta con tomar consciencia de uno mismo para intuir el no-yo como algo abrumadoramente poderoso. Este fenómeno psicológico está descrito en el relato de Adán y Eva mediante la narración del descubrimiento de la propia mortalidad y, con él, de la vergüenza (la hoja de parra).


Bueno delimita un concepto de "númen" objetivo, que sirve para precisar el núcleo original de todas las religiones, y lo encuentra en los animales: éstos son los númenes reales y originales, y los demás númenes (demonios, fantasmas, dioses, etc.) son númenes simbólicos o referentes secundarios imaginarios derivados por abstracción simbólica de la originaria experiencia de los hombres primitivos con los animales.

Obvias el detalle nada baladí de que, por lo común, ningún pueblo ha adorado a un espíritu destructor. Los indios podían invocar a los númenes que tenían que librarles de la amenaza del oso, no al inaplacable oso. Así, mientras que en todas las mitologías los demonios suelen adoptar la apariencia de una fiera o de una bestia híbrida (las furias, el icono faunesco de Satanás, etc.), para los dioses se opta por representaciones más apolíneas. E incluso cuando estos son animales se trata de animales pasados por el tamiz del antropomorfismo (ver, por ejemplo, el culto que Ganesh, el elefante entronizado, recibe en India).


La característica común a todos los seres vivos, tanto plantas como animales, no es según Aristóteles el automovimiento sino la nutrición (el alma nutritiva), que a su vez supone el crecimiento, la decadencia, la muerte y la reproducción.

Acepto la precisión, aunque el crecimiento sea una forma de automovimiento extremadamente parsimonioso.


Asimismo, para Aristóteles el animal no se define por la auto-movilidad (de hecho, supo con perspicacia que las esponjas eran animales a pesar de estar siempre inmóviles), sino por la capacidad de tener sensación o percepción (siendo la sensación táctil la característica fundamental) y apetencia, estrechamente relacionada con la sensación.

Me gustaría saber cuál es la "sensación" y la "apetencia" de una esponja y cómo se indaga. Esto, sin embargo, nos aleja del tema.


De ahí, Irichc, que tu argumento sobre el "motor inmóvil" de Aristóteles no tenga ninguna pertinencia. El Dios de Aristóteles es un caso límite de abstracción metafísica hecha a partir de la observación del mundo natural, y de un racionalismo que pretende alcanzar verdades últimas dando un salto mortal a lo trascendente.

En ningún momento pretendí utilizar a Aristóteles como autoridad contra Bueno. Hice notar que atribuir animalidad al motor inmóvil es, a lo sumo, una licencia poética, una metáfora.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Para ser ateo es necesario en primer lugar conocer la idea de "dioses" o de "Dios": para negar algo es necesario conocer previamente el significado de ese algo.

"Ateo" significa "sin Dios", no "anti-Dios". Por supuesto, no se me escapa que éste es el significado que ha adquirido modernamente. Pero no era extraño en tiempos pasados ver a teólogos acusarse entre ellos de ateos por negar a Dios alguno de los atributos considerados esenciales y cuya carencia, por tanto, desposeería a aquél de su divinidad genuina (y al hereje de su fe en la misma, aun sin ser un anti-teísta militante).

Tengo que salir. Continúo esta noche.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

En primer lugar, no es que los animales fuesen adorados como dioses, sino que primeramente se produjo la numinización o sacralización del animal como tal animal (no como dios), posteriormente su representación pictórica o escultórica como arquetipo, y por último la conversión de este arquetipo simbólico en un dios, el cual era objeto de culto a través de su fetiche.

No me parece que la distinción entre animal sagrado y animal divino sea demasiado nítida. De todas formas, lo que expones es sólo una hipótesis y no ha sido probada por las evidencias.


Las filosofías que sitúan el origen de la religión en los propios seres humanos, siendo los númenes un invento hecho a imagen y semejanza de los humanos, no tienen en cuenta que las relaciones con los númenes se caracterizan por la asimetría y la desigualdad, y por el hecho de que los númenes se caracterizan precisamente por ser no-humanos, por su extrañamiento con respecto a los hombres.

Freud sostenía que Dios es una proyección sublimada de la figura del padre. Personalmente me resulta una opinión ridícula, pero Bueno debería admitirla, ya que para el niño el padre es una especie de superhombre que interactúa con él, siendo crucial a los efectos de su supervivencia. El extrañamiento causado en el infante a una edad temprana podría reproducirse más tarde desde instancias subconscientes. Otra cosa es que eso haya sucedido alguna vez.


Aquí te refieres de manera oblicua a lo mismo que dice Bueno: el númen puede ser también lo que puede salvar al hombre, del mismo modo que los hombres primitivos y cazadores-recolectores dependían de los animales como fuente de alimento principal. El origen real de la "salvación" religiosa está en la salvación de morir de inanición gracias a la carne de los animales cazados. Por el contrario, los númenes malignos o peligrosos son los que pueden cazar o matar al hombre.

La teoría de Bueno también flaquea aquí. Por un lado, habla de la macrofauna como el subgrupo animal más propicio a ser divinizado; por el otro, reconoce que para que un animal devenga Dios tiene que ser benéfico (pero no necesariamente devorado, añado yo); y, como es obvio, ni los osos ni los grandes felinos reúnen esa condición.


Las religiones terciarias son absurdas y auto-contradictorias, porque Aristóteles ya había demostrado cabalmente que un Dios infinito, perfecto e incorpóreo no puede tener ninguna relación con el hombre y el mundo material ni puede saber absolutamente nada de éstos.

Pues ya ves el caso que le hizo el resto de teólogos.


Por tanto, los dioses (no estoy hablando de Dios, concepto cuya génesis hay que rastrear en la filosofía griega, como ya he dicho) fueron hechos por los hombres a semejanza de los animales.

Has hablado del animal-quimera como "dueño y señor" de su especie. Esa actitud de señorío es eminentemente humana o, si se prefiere, arquetípica, en tanto que los hombres tendemos a atribuirla a todo lo que aparente ejercer poder o influencia en su entorno (los astros, los vientos, etc.).


Tú mismo te contradices, Ihrich, al suponer que el hombre primitivo identificó a los animales con Dios (es decir, con el Dios infinito de las religiones monoteístas)

No. Sólo con una versión precaria de ese Dios.


toda inteligencia y voluntad es corpórea y finita por definición

Ningún atributo positivo es finito por definición. Siempre es posible pensar en un grado mayor de perfección de la cualidad de que se trate.


Apelar a una supuesta experiencia de lo "cósmico", lo "solar", lo "vital", etc., no explica nada, salvo que se quiera decir que los hombres primitivos eran naturalmente panteístas y experimentaban el universo como un Todo dotado de una especie de conciencia cósmica o algo así

No estoy seguro de eso. Me limito a afirmar que la idea de numen como ser poderoso y salvífico es innata, si bien con toda seguridad se ha desarrollado por la vía inductiva (como la gran mayoría las ideas innatas, por otra parte).


No veo dónde está la contradicción. El Dios judeocristiano es un númen irreal, imaginario; no es un númen real porque por definición los númenenes reales son finitos y corpóreos. Un númen infinito e incorpóreo es una idea autocontradictoria, un producto de la imaginación humana cuya esencia es tan imposible como la esfera cúbica o el círculo cuadrado.

La realidad de algo no conlleva "eo ipso" su finitud. El cielo era visto por algunos hombres como infinito. Además, difícilmente un Dios invisible y carente de representación puede ser "imaginario", dado que no hay manera de adjudicarle una imagen. Sin embargo, los monstruos y las quimeras que tú designas como númenes legítimos son claros productos de la facultad imaginativa.