miércoles, 26 de septiembre de 2007

Sustancialismo


- Jamás he pretendido enseñar pintura a los ciegos o música a los sordos, y, sin embargo, hay muchas cegueras y muchas sorderas que son curables.

- ¡Pues a curarlas!

- ¿Y si los ciegos o los sordos ignoran que lo están y se obstinan en no dejarse curar, y dicen aquéllos que todas esas figuras y colores de que hablamos no son más que ilusiones y desvaríos que perturban la sana comprensión de las cosas, y dicen los sordos que el lenguaje y la música no sirven más que para trastornar a las gentes? Hay sordo que asegura que vive muy bien sin oído, y debe de parecerle muy ridículo el que dos hombres se pongan frente a frente y se estén mirándose y moviendo los labios y pretendan que así se entienden.

- ¡Siempre las metáforas!

- Ni hay otro remedio, sobre todo cuando hay que hablar de cosas para cuya expresión no se ha hecho el lenguaje.

- Presumo que te has de encontrar con muchos que te digan que maldito si les ha atormentado nunca ese instinto de perpetuación.

- No son tantos en España.

- ¿En España? ¿Y por qué en España?

- Porque eso que tanto se nos ha echado en cara, eso que ha hecho decir que somos un pueblo sombrío y que por mirar al cielo hemos desatendido lo de la tierra, eso que muchos extranjeros llaman nuestro culto a la muerte, no es tal sino culto a la inmortalidad. Dudo que haya pueblo de tanta vitalidad, que tan agarrado esté a la vida. Y es por agarrarse tanto a ella por lo que no se resigna a soltarla. Abrigo la esperanza de que los españoles, la masa quiero decir, no caerán jamás en la concepción esteticista, en tomar al mundo en espectáculo y procurar divertirse en él lo más posible, viendo desfilar la historia del olvido. Algo que quien yo me sé llamaría materialismo, y que yo, si no rehuyera motes, llamaría sustancialismo, nos lo impide. Lee atentamente "La vida es sueño", y debajo de esa portentosa revelación de la filosofía española verás la más vigorosa afirmación de la sobrevida. Al llamar así sueño a la vida, es por creerse en una vigilia, en un despertar; eso que parece una tesis fenomenista o tal vez nihilista, es la tesis más vigorosamente afirmativa de una realidad trascendente. Estamos soñando la vida y viviendo la sobrevida, créemelo.

Unamuno

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