martes, 27 de febrero de 2024


Obra en grado máximo y es omnipotente el que puede todo lo posible.

Todo el que obra lo hace en grado máximo salvo que un límite exterior se le oponga o un límite interior lo divida. Si quisieras negar esto, deberías afirmar un absurdo, a saber, que algo no puede obrar en grado máximo y ve cercenadas sus posibilidades de obrar sin tener límites externos ni internos.

Lo que carece de opuesto es absoluto.

Lo que carece de división es uno.

Lo que es absolutamente uno, al carecer de opuesto y de división, obra en grado máximo, es omnipotente y puede todo lo posible.

Ahora bien, la materia no obra en grado máximo, sino que se rige por las leyes y hechuras de su naturaleza.

Por tanto, la materia no carece de opuesto o de división.

Si la materia tiene opuesto, y éste es la nada, la nada no es imposible, pues tener un opuesto imposible es tanto como no tenerlo. Y si la nada no es imposible, la materia no es necesaria, sentado que es necesario aquello cuyo opuesto es imposible.

Si la materia está dividida, es otro quien la divide, ya que si se dividiera a sí misma sería indivisa en la acción de dividir y divisa en la pasión de ser dividida, lo que es incongruente.

Lo anterior se demuestra como sigue: 

O bien toda la materia obra sobre toda la materia, o bien una parte de la materia obra sobre la otra. 

- Si la materia obra entera sobre sí misma, obra unitariamente, habida cuenta que todo acto es unitario y no puede hablarse de un semiacto. Ahora bien, dado que obrar y existir son equivalentes, lo que obra en unidad existe en unidad. Por tanto, es imposible que lo que existe en unidad exista dividido en uno y el mismo instante, esto es, el instante de dividirse a sí mismo.

- Si una parte de la materia obra sobre la otra, la materia ya estará dividida en al menos dos partes, a saber, la que obra y la que no. Y, si ya está dividida antes de obrar, puesto que no todo en ella es capaz de obrar, es obvio que no es su obrar el que la divide. Luego es el obrar de otro el que la divide.

En cualquiera de estas dos posibilidades no excluyentes, ya sea que la materia tenga opuesto o esté dividida, hallamos que la materia no es absoluta, al estar sujeta a la contingencia, ni una, al ser dividida por otro.

lunes, 26 de febrero de 2024


Si lo blanco deviene en no-blanco, aun siendo extenso en los dos casos, ¿habrá experimentado un devenir real? Sí, si por devenir entendemos el mudar de lo finito en su opuesto. Aunque la extensión nunca mude en su opuesto y aun si concebimos ésta como infinita, ello no obsta a que lo finito experimente el devenir.

Ahora bien, si los accidentes están sujetos al devenir, también lo está el substrato de los mismos, ya que hay inhesión entre ambos y es imposible que en el universo, entendido como extensión o agregado de lo material, se dé y no se dé el devenir. O se da en todo o no se da en nada. Sólo fuera de la materia, en la forma, cabe postular la inmovilidad y el detenimiento del flujo.


1) El devenir es el mudar de lo finito en su opuesto.

Demostración: Sólo si lo blanco muda en lo no-blanco deviene no-blanco y abandona la blancura. Análogamente, lo ordenado de cierto modo permanecerá inmóvil hasta que devenga no ordenado de tal modo. No hay término medio entre lo idéntico y lo no-idéntico.

2) Todo lo finito, en tanto muda, está en devenir (por la Proposición 1).

3) Por tanto, todo lo finito muda en su opuesto y procede de su opuesto (por las Proposiciones 1 y 2).

4) Por consiguiente, todo lo infinito, al carecer de opuesto, carece también de devenir (por la Proposición 2, a contrario sensu).

5) En consecuencia, si se da el devenir en el universo, el universo es finito y procede de la nada (por las Proposiciones 3 y 4).

Demostración: La materia es finita o infinita.

- Si la materia es finita y todo lo finito procede de su opuesto, se sigue que, la materia procede de su opuesto. Por tanto, la materia es creada de la nada.

- En cambio, si la materia careciera de opuesto y fuera infinita, siendo así que todo lo finito procede de su opuesto, se seguiría que la materia finita procede de la materia infinita. Ahora bien, al no darse oposición substancial entre la materia finita y la infinita, sino sólo una diferencia cuantitativa, no se daría un verdadero devenir, que en virtud de la Proposición 2 sólo acontece en lo finito.

6) Se da el devenir en el universo (por las Proposiciones 1 y 3), pues lo que está arriba pasa a estar abajo y nada cuanto cae bajo los sentidos permanece en el mismo estado.

7) Por tanto, el universo es finito y procede de la nada (por las Proposiciones 5 y 6). Mas es Dios quien educe el universo de la nada, al estar privada ésta de toda realidad y todo poder.

domingo, 25 de febrero de 2024


Avicena refuta con un sencillez asombrosa la tesis de que se da un regreso al infinito en la sucesión de causas y efectos. Escribe:

En el agregado de una serie infinita de causas y efectos o bien todos los miembros de la serie serán efectos o bien algunos de ellos no serán efectos.

- Si todos fueran efectos, todos tendrían una existencia posible, al depender de una causa y no de sí mismos, por lo que, puesto que existen por otro, necesariamente presupondrían una causa incausada fuera de la serie.

- Y si no todos fueran efectos, al menos uno de ellos sería una causa incausada, de lo que resulta que la serie no sería infinita, en contra de lo que se ha asumido.

sábado, 24 de febrero de 2024


La cantidad o multiplicidad son propias de todo cuerpo e inherentes a su definición, pero no lo son las dimensiones. Así, un cuerpo puede tener todas las dimensiones, algunas o ninguna. El que los cuerpos tengan determinadas dimensiones en lugar de dimensiones oscilantes no se debe a su naturaleza, sino a la naturaleza primera que los conserva. Si el universo fuera razón de sí mismo, sería, en cuanto cuerpo, todo lo que puede ser un cuerpo. Por ello, así como el devenir está sujeto al más y al menos, pasando de menos a más movimiento, o de un extremo a su contrario, también las dimensiones deberían estarlo y, en consecuencia, aumentar o disminuir en un fluctuar continuo. Sin embargo, al mantenerse estable en su tridimensionalidad, el universo se presenta como un cuerpo determinado entre una infinidad de cuerpos posibles, lo que nos lleva a concluir que no tiene en sí su razón de ser.

El anterior argumento fue formulado por Avicena (Metafísica, Tratado II, Sección segunda).

domingo, 18 de febrero de 2024

El Argumento de los Dos Reinos Inmiscibles


1. Lo causado y lo incausado no coexisten en el mundo

O se tiene causa o se carece de ella. No puede haber nada causado que sea en parte incausado, ya que estará y no estará en la cadena causal, ni nada incausado que sea en parte causado, por idéntica razón.
 
Si definimos ser causado como ser por otro, y no ser causado como ser por sí, es obvio que no hay un tercer género. Por tanto, que algo sea en parte causado y en parte incausado equivale a afirmar que es en parte contingente y en parte necesario, y que en parte está sumido en el orden de las causas segundas y en parte está absolutamente desligado de él, lo que constituye un sinsentido.

Si lo causado y lo incausado coexisten en el mundo, hemos establecido que lo causado no está en lo incausado y lo incausado no está en lo causado, por lo que tendrá que darse un tercero que los separe.
 
Ahora bien, tal tercero es imposible, pues no hay nada que no sea ni causado ni incausado.
 
Por tanto, lo causado y lo incausado no coexisten en el mundo.

Supongamos que, excluida tal coexistencia, podemos reducir cuanto existe a una de las dos categorías. Debemos examinar, pues, si es concebible que todo tenga causa o que nada tenga causa.

2. No todo es causado

Si todo tiene causa, entonces el todo tiene causa. Esta causa o bien no es parte del todo o bien es parte del todo.
 
Si la causa del todo no es parte del todo, el todo no es el todo, lo que es absurdo.
 
Mas si la causa del todo es parte del todo, entonces la parte es superior al todo, habida cuenta que la causa es siempre superior al efecto. Esto contradice el axioma según el cual el todo es siempre superior a la parte.
 
Por consiguiente, es falso que todo tiene causa.

3. No todo es incausado

Si nada tiene causa, todo subsiste por sí mismo y es necesario. En tal caso se dará o una pluralidad de seres necesarios o un solo ser necesario.
 
Si hay una pluralidad de ellos, no se necesitarán el uno al otro, por lo que serán necesarios para sí y contingentes para el otro, esto es, necesarios y no necesarios, lo que repugna a nuestro entendimiento.

Por otro lado, si -como sostiene Spinoza- hay un solo ser necesario que comprende todo lo que existe, todo en él será igualmente necesario, pues no hay grados en la necesidad, y nada prevalecerá sobre su opuesto, lo que es contrario a nuestra experiencia. Así, es innegable que hay opuestos, toda vez que si un cuerpo se aleja de otro obra menos en él, lo que equivale a decir que su distancia se opone a su obrar y que, cuanto mayor es ésta, más prevalece el no obrar sobre el obrar.
 
Sentado que el obrar no se distingue del existir, habiendo grados en el obrar los habrá también en el existir. Luego, dado que hay opuestos y aumentos y disminuciones recíprocos en los cuerpos, pero no puede hablarse de aumento ni disminución en la noción de necesidad, no hay un solo ser necesario que comprende todo lo que existe.
 
4. Lo causado y lo incausado coexisten fuera del mundo

Habiéndose probado que existen lo causado y lo incausado, puesto que se ha reducido al absurdo que todo pertenezca a uno de estos dos extremos, se sigue que ambos coexisten. No obstante, en base a la refutación contenida en el primer punto, debe sostenerse que ambos coexisten fuera del mundo. Este coexistir no es el estar de lo causado en lo incausado ni el estar de lo incausado en lo causado, sino el ser producido éste por aquél fuera del mundo y fuera del tiempo.