lunes, 27 de diciembre de 2021

Definición 1

Actual es lo que obra o es obrado.

Definición 2

Posible es lo que puede ser obrado.

Definición 3

Todo ser que limita el obrar de un ser es su opuesto.

Definición 4

El ser poderoso en grado superlativo es aquel que obra todo lo actual y puede obrar todo lo posible.

Definición 5

Necesario es lo que puede existir por sí mismo.

Axioma 1

Nada es su propio opuesto.

Axioma 2

Sólo lo actual obra.

Axioma 3

Todo cuanto puede existir lo hace por sí mismo o por otro.

Axioma 4

El efecto no precede a su causa.

Proposición 1

Todo aquello que no es limitado en su obrar es poderoso en grado superlativo.

Demostración:

Si aquello que no es limitado en su obrar no obrara en grado superlativo, no obraría todo lo actual ni podría obrar todo lo posible (por la Definición 4), de modo que sería y no sería limitado en su obrar; lo que es absurdo. Por tanto, etc.

Proposición 2

Todo lo que es limitado en su obrar sólo puede ser limitado por otro.

Demostración:

Todo ser que limita el obrar de un ser es su opuesto (por la Definición 3). Ahora bien, nada es su propio opuesto (por el Axioma 1). Por tanto, etc.

Proposición 3

El efecto no es el opuesto de su causa.

Demostración:

La causa contiene a su efecto. Si el efecto limitara el obrar de la causa, la causa contendría en su ser su propio opuesto, lo que es imposible (por el Axioma 1). Por tanto, etc.

Proposición 4

El opuesto del ser poderoso en grado superlativo es lo infinitamente impotente.

Demostración:

Nada que posea poder limita el obrar del ser que obra todo lo actual y puede obrar todo lo posible. Esto es así dado que cualquier ser con poder es actual (por el Axioma 2). Por consiguiente, es obrado por el ser poderoso en grado superlativo (por las Definiciones 1 y 4), que es su causa. Y toda vez que el efecto no es el opuesto de su causa (por la Proposición 3), se sigue que el opuesto del ser poderoso en grado superlativo no es nada que sea causado o posea poder; por tanto, es lo infinitamente impotente.

Proposición 5

Si lo infinitamente impotente existe, el ser poderoso en grado superlativo no puede existir.

Demostración:

Todo lo que es limitado en su obrar no obra en grado superlativo (por la Proposición 1, a contrario sensu). Asimismo, todo ser que limita el obrar de un ser es su opuesto (por la Definición 3), y hemos concluido que el opuesto del ser poderoso en grado superlativo es lo infinitamente impotente (por la Proposición 4). Ahora bien, el ser poderoso en grado superlativo sólo puede existir si nada niega o contraria su sumo poder. Por tanto, etc.

Proposición 6

Si lo infinitamente impotente no existe, el ser poderoso en grado superlativo puede existir.

Demostración:

Por la Proposición 5, a contrario sensu.

Proposición 7

Lo infinitamente impotente no existe.

Demostración:

Lo infinitamente impotente carece de poder para existir. Por tanto, etc.

Proposición 8

El ser poderoso en grado superlativo puede existir.

Demostración:

Por las Proposiciones 6 y 7.

Proposición 9

El ser poderoso en grado superlativo es necesario.

Demostración:

El ser poderoso en grado superlativo puede existir (por la Proposición 8). Sin embargo, todo cuanto puede existir lo hace por sí mismo o por otro (por el Axioma 3). Si el ser poderoso en grado sumo existe por otro, éste debe obrar para que aquél exista y, en consecuencia, el ser que así obra debe ser actual (por el Axioma 2). Ahora bien, el ser poderoso en grado superlativo es aquel que obra todo lo actual y puede obrar todo lo posible. Por tanto, habida cuenta que el efecto no precede a su causa (por el Axioma 4), nada actual puede causar al ser poderoso en grado superlativo. 

Lo anterior deja sólo dos opciones, a saber: Que nada cause al ser poderoso en grado superlativo y, por ello, no pueda existir; o que nada cause al ser poderoso en grado superlativo y, a pesar de ello, pueda existir. La primera opción debe descartarse, pues ya hemos concedido que lo poderoso en grado superlativo puede existir. Por consiguiente, toda vez que no puede existir por otro, ha de poder existir por sí mismo (por el Axioma 3). Por tanto, el ser poderoso en grado superlativo es necesario (por la Definición 5).

Proposición 10

Lo necesario, en tanto puede existir por sí mismo, existe siempre.

Demostración:

Lo necesario tiene en sí su ser en acto, ya que no depende de otros para poder existir (por la Definición 5) ni puede obrar su propio ser antes de ser actual (por el Axioma 2). Luego, si no existiera siempre, no existiría por sí ni por otro y no existiría nunca. Por tanto, etc.
 
Proposición 11

El ser poderoso en grado superlativo existe siempre.

Demostración:

Por las Proposiciones 9 y 10.

domingo, 26 de diciembre de 2021


Todo ser es limitado o ilimitado en cuanto a su poder.

Si es limitado, lo es por sí mismo o por otro.

Si el poder de un ser es limitado por sí mismo, la razón de este límite está en la naturaleza del ser. Tal sucede con la extensión, la cual no puede ser indivisible ni por sí misma ni por otro. Ahora bien, la razón última por la cual lo extenso no puede ser indivisible es que lo inextenso se le opone infinitamente, a fin de que lo extenso y lo inextenso no sean lo mismo; como la unidad se opone infinitamente a la multiplicidad para que lo uno no sea múltiple y lo múltiple no sea uno.

Si el poder de un ser es limitado por otro, la razón de este límite está en la oposición de lo que le es contrario. Así, por ejemplo, el poder de arder del fuego, siendo infinito en potencia, está limitado por la finitud de la materia que consume, en tanto la cantidad finita de la materia combustible se opone al poder potencialmente ilimitado de lo que la combustiona.

Por tanto, el motivo por el que un ser no tiene un poder infinito es la desemejanza infinita de dicho ser con aquello que se le opone infinitamente. De donde se sigue que lo infinitamente poderoso existirá con absoluta necesidad si lo infinitamente impotente no se le opone. Y dado que hemos visto que lo infinitamente impotente no puede existir, pues nada puede, debe concluirse que lo infinitamente poderoso existe con absoluta necesidad.


Si no existe lo infinitamente poderoso, existe lo infinitamente impotente.

Pruébase:

Lo poderoso existe o no existe en grado superlativo. 

Si lo poderoso existe en grado superlativo, es necesariamente infinito y no puede darse ningún ser infinito que se le oponga. Por tanto, no puede existir lo infinitamente impotente.

Si lo poderoso no existe en grado superlativo, es necesariamente finito y debe darse un ser infinito que se le oponga, ya que, si nada lo contrariase infinitamente, lo poderoso alcanzaría el grado superlativo y sería infinito. Por tanto, debe existir lo infinitamente impotente.

Ahora bien, si existe lo infinitamente impotente, síguese que lo infinitamente impotente puede existir, de donde resulta que su impotencia no es infinita; lo que es una contradicción manifiesta. Luego es preciso concluir que no puede existir lo infinitamente impotente y, por ello, que existe necesariamente lo infinitamente poderoso.

Lo que se ha dicho respecto a lo infinitamente poderoso ha de predicarse asimismo de lo infinitamente bueno, grande, duradero, etc., ya que un ser poderoso en grado sumo puede y debe reunir todas las perfecciones. De lo contrario sería impotente en algún sentido y no cabría atribuirle un poder perfecto.

Un ser infinitamente poderoso, bueno, grande, duradero, etc. puede y debe ser causa de un efecto poderoso, bueno, grande, duradero, etc. Este efecto ha de ser finito, pues si fuera infinito se identificaría con su causa y ésta nada causaría. Si el ser infinito nada causa, no es activo en grado sumo ni infinitamente poderoso, bueno, grande, duradero, etc., toda vez que carece del posificar, bonificar, magnificar, eternificar, etc. 

Por consiguiente, el ser infinito causa al ser finito y éste participa del poder, bondad, grandeza, eternidad, etc. de aquél. Siendo imposible que algo sea infinito y finito a la vez, o que se participe a sí mismo, es evidente que el ser infinito no puede igualarse al ser finito, pues ello sería privarlo de objeto y actividad, y despojar de su actividad al objeto. Es así que el bien infinito no se opone al bien o al mal finitos, sino al mal infinito.

sábado, 18 de diciembre de 2021


Al tratar sobre la eternidad del mundo, Lulio escribe:

Non est dare multiplicationem in medio sine extremis.

Lulio no explica esta proposición, a la que parece dar un valor axiomático. Voy a intentar justificarla:

1) Si un cuerpo crece, sus extremos deben alejarse cada vez más.

2) Una extensión indefinida, sin extremos, no da lugar a ningún número cuantificable. A tal número no cuantificable nada se le puede añadir, pues guardaría y no guardaría relación con la cantidad, lo que es imposible.

3) Por tanto, si un cuerpo no tiene extremos, no puede crecer.

De lo que resultaría la siguiente aplicación metafísica:

a) Si el universo existe desde siempre y para siempre, carece de extremos.

b) Siendo una extensión indefinida, sin extremos, no es cuantificable y nada se le puede añadir, pues guardaría y no guardaría relación con la cantidad, lo que es imposible.

c) Por tanto, si el universo existe desde siempre y para siempre no puede crecer.

d) Sin embargo, el universo crece, ya que hay en él una multiplicación de días, distintos el uno del otro.

e) Por tanto, el universo no existe desde siempre y para siempre.

jueves, 16 de diciembre de 2021


Lulio llama al número tres segunda unidad, puesto que es la unidad entre la primera unidad y lo unido por la primera unidad.

Si no hubiera más de una unidad, la unidad no uniría máximamente, ya que carecería de unido y de unir. Por tanto, no sería una unidad infinita, sino una unidad pasiva, limitada por su no actuar siempre y por su no ser máximamente. Por tanto, no sería Dios. Esto lo alega Lulio respecto el monoteísmo imperfecto del islam.

Si hubiera más de dos unidades (i.e. una cuaternidad, etc.), ninguna unidad uniría máximamente, ya que se limitarían entre ellas. Por tanto, no serían unidades infinitas. Por tanto, no serían Dios. Esto es afirmado contra el politeísmo.

Finalmente, Lulio sostiene que si los términos de la unidad trina no fueran máximamente iguales entre sí, el efecto del unificar no sería máximo, y por tanto no sería propio de Dios.

Dios no puede unirse a sí mismo, dado que ya es la unidad simplicísima, como no puede enrojecerse el rojo ni oxigenarse el oxígeno. Ahora bien, a diferencia del rojo y del oxígeno, que enrojecen y oxigenan relativamente con un obrar limitado y material, Dios debe unir máximamente, al tratarse de un ser infinito, si concedemos que tiene más ser el ser que actúa que el que no actúa. Luego si Dios debe unir máximamente pero en tanto que unitivo no puede unirse a sí mismo, debe ser dos veces uno, es decir, unitivo y unir, y tres veces máximo, esto es, unitivo, unible y unir. Otro tanto y por idénticas razones puede decirse del bonificar, magnificar, eternificar, etc.

De ahí se sigue que la doctrina de la Trinidad es la única que explica perfectamente la perfecta esencia divina.

Donde hay concordancia hay pluralidad. Ahora bien, en la bondad de Dios hay concordancia; por tanto, en la bondad de Dios hay pluralidad. La mayor es evidente (...). La menor se explica de este modo: Puesto que donde hay acto hay concordancia del agente y del agible en dicho acto. Ahora bien, en la divina bondad hay un acto, esto es, el bonificar. Conclúyese, pues, que hay distinción en la divina bondad entre el bonificante, el bonificable y el bonificar.

Nuevamente: Donde hay igualdad se da diferencia entre lo igualado. Ahora bien, en la divina bondad hay igualdad entre el bonificativo y el bonificable. La mayor es evidente por sí misma. La menor se explica así: Puesto que, si no hubiera igualdad entre el bonificativo y el bonificable, el acto no procedería igualmente de ambos. Mas consta que procede igualmente. Por tanto, en la divina bondad se da diferencia entre el bonificativo y el bonificable.

Aquella esencia en la que basta una única acción, una única pasión y un único acto es mayor en mayoridad de su acción que aquella en la que se dan múltiples acciones, múltiples pasiones y múltiples actos. Ahora bien, en la bondad divina basta un único bonificativo, un único bonificable y un único bonificar; luego la divina bondad es mayor en mayoridad de su acción por aquellos tres que si fueran más o menos. La mayor se explica así: Dado que cuando dos acciones diferentes en número son en la misma esencia, una limita el actuar de la otra y lo impide; y otro tanto respecto a dos pasiones y actos diferentes en número. La menor se muestra de este modo: En la bondad divina basta un único bonificativo, un único bonificable y un único bonificar, puesto que son infinitos; lo que no podrían ser si hubiera múltiples bonificativos, múltiples bonificables y múltiple bonificar; por consiguiente, etc.

Lulio

sábado, 11 de diciembre de 2021


Lulio es meridianamente claro: los musulmanes no pueden concebir la gloria sempiterna espiritual, esto es, el paraíso de los cristianos, por la misma razón por la que no conciben al Dios infinito ad intra ni al Dios encarnado. Por tanto, el paraíso del islam, colmado de recompensas terrenas y placeres mundanos o puramente bestiales, es el summum moral y escatológico al que puede aspirar su teología, y no una mera ocurrencia de Mahoma.

Un Dios que sólo manifiesta su bondad, grandeza, poder, intelecto, voluntad, virtud, verdad, gloria, perfección, justicia y misericordia de un modo finito en la creación del universo sólo es susceptible de elevar al hombre mediante la sobreabundancia de prerrogativas y deleites materiales finitos. No cabe al musulmán esperar que las almas tiendan a bienes intangibles infinitos como la bondad en sí, la grandeza en sí, el poder en sí, etc., ya que ni cree en la existencia de tales entidades extramundanas, que en el cristianismo son representadas mediante la Trinidad, ni confía en que el hombre, que es finito y ha surgido de la nada, pueda aspirar a la infinidad y al bien absoluto; aspiración que el cristiano cifra en la encarnación de Dios.

De esta deficiencia teológica Lulio extrae importantes lacras morales. La primera es que, dado que el musulmán prefiere lo inferior a lo superior, es menos prudente que el cristiano. La segunda es que, puesto que sus incentivos para resistir a las pasiones son finitos, su fortaleza es inferior a la del cristiano, que los tiene infinitos. La tercera es que la inteligencia y la voluntad de quienes fijan sus fines en lo bajo y mutable son también más bajos y mutables que las de quienes hacen lo contrario y por ello son más temperantes. La cuarta es que, careciendo de un mediador con el que hacerse propicios a Dios, los musulmanes son juez y parte en su propia causa, por lo que son tendentes a la irracionalidad, el exceso y la injusticia.


Según Llull, tanto el islam como el cristianismo siguen aparentemente el precepto de creer en un solo Dios. Pero, dado que creer también puede definirse como ENTENDER, concluye que los sarracenos CREEN PERO NO ENTIENDEN que Dios sea uno, ya que niegan su infinidad intrínseca, y por consiguiente ENTIENDEN, Y POR TANTO CREEN, QUE ES POSIBLE que algo limite a Dios intrínsecamente, lo que conlleva que no pueda descartarse el politeísmo.

Ésta es una acusación gravísima con la que Llull devuelve a los musulmanes el reproche de la idolatría, que ellos aprecian en la trinidad cristiana y Llull ve en el monoteísmo imperfecto del islam.

miércoles, 8 de diciembre de 2021

Llull razona así:

1) Dios es el máximo poder posible.

2) El máximo poder de Dios sobre las criaturas es que Dios mismo se haga criatura, ya que al exaltarlas aumenta el poder de éstas y, por consiguiente, también su poder sobre éstas.

3) Por tanto, Dios debe hacerse criatura, puesto que es el máximo poder posible.

4) Si, siendo el máximo poder posible por esencia, Dios no entendiera que ha de encarnarse o no quisiera hacerlo, su intelecto o su voluntad se rebelarían contra su poder, lo que es absurdo. Por tanto, Dios debe hacerse criatura, dado que su poder, su intelecto y su voluntad son la misma cosa.

Llull parte del principio según el cual lo absolutamente superior puede favorecer a lo inferior sin desgastarse (puesto que es infinito), mientras que lo inferior no puede perjudicar a lo que es absolutamente superior (puesto que es infinito). Y da el ejemplo de la luz del sol, que ilumina la suciedad sin ensuciarse. Por lo que el sol es capaz de iluminar el excremento, pero el excremento no es capaz de excrementar al sol.

martes, 7 de diciembre de 2021


Es notable el modo con el que Llull reduce al absurdo el aristotelismo de Omar. Dios es bueno, dice Omar, pero no es la bondad, la cual no es más que un instrumento con el que Dios crea lo bueno. Pues si la bondad fuera el mismo Dios no habría mal en el mundo, como no habría agua, ni cielo, ni elementos si el poder abrasador del fuego no tuviera límites.

Llull responde: Si Dios no es la bondad, la bondad no pertenece a la esencia eterna de Dios, lo que conlleva que la bondad no es eterna; si la bondad no es eterna, es nueva y creada (c); si es nueva y creada, la creó el poder de Dios. Supongamos que Dios creó la bondad con un poder temporal (b), el cual será bueno porque procede de Dios; sin embargo, este poder temporal es asimismo creado por un poder eterno (c), que es el propio Dios, y por tanto es un poder bueno y eterno. Por consiguiente, habrá dos bondades coeternas: la bondad creadora de Dios (a), que sólo puede ser buena siempre si crea la bondad desde siempre, y la bondad creada por Dios (c), que será creada desde siempre, pero distinta a Dios, razón por la cual Dios no será singular, ni uno, ni infinito, lo que va contra los principios asumidos por Omar y por el islam.

lunes, 6 de diciembre de 2021


Por las acciones y las pasiones es manifiesto que Dios es el principio perfecto. Y esto de este modo: En el principio perfecto, infinito y eterno debe darse un principio principiante, no principiado; y éste es Dios Padre. Se da otro, principiado y no principiante, que es el Espíritu santo. Y se da otro, principiante y principiado, que es Dios Hijo. Y en estos tres números ternarios está el principio perfecto. Pues la primera unidad no tiene nada que le preceda; la segunda, empero, es engendrada con toda simplicidad por la primera; y la tercera es espirada por la primera y por la segunda, ya que sin éstas no puede darse la tercera unidad. Y este número ternario es perfecto por [contener] el par y por el impar, dado que todo número es par o impar. Y tal número numerado es imagen de la santísima trinidad y principio perfecto. Y dado que tú niegas la santísima trinidad, niegas por tanto que Dios sea el principio perfecto, ya que según tú Dios no ha principiado nada desde toda la eternidad. Y cuando principió el mundo fue causante del principio del mundo al crear un principio nuevo, mediante el que se hizo principio nuevo. Y así se hizo principio antes de que hubiera un principio, lo que es una contradicción manifiesta.


Hasta aquí Llull. Este argumento es algo difícil de entender, por lo que ofrezco la siguiente glosa:

El mundo tiene un principio, y Dios es el principio del principio del mundo. Ahora bien, si Dios es el principio del principio del mundo en el mismo momento en que el mundo comienza, ser principio no forma parte de los atributos eternos de Dios; y, por tanto, Dios no es el principio perfecto. Sin embargo, si Dios es el principio del principio del mundo antes de que el mundo comience, entonces Dios es el principio del principio del mundo antes de que el principio del mundo sea, es decir, lo es sólo en potencia, lo que es absurdo cuando se trata del acto puro. Por tanto, la única solución admisible es que Dios, siendo el principio perfecto, obre como principio antes de que el mundo comience, lo que no exige que sea principio del mundo, sino que se principie a sí mismo ternariamente.


Llull demuestra que, dado que Dios es infinitamente simple, es tres personas, lo que puede parecer un absurdo. Sin embargo, lo prueba así:
 
1) Ser simple en grado sumo conlleva simplificar (según el axioma que establece que el ser es mayor si existe y actúa que si sólo existe).

2) Simplificar conlleva un simplificante y un simplificado.

3) Si el simplificante y el simplificado fueran uno y el mismo, serían un ser compuesto. Luego ni el simplificante ni el simplificado serían simples, lo que es absurdo ex definitione.
 
4) Por tanto, el simplificante y el simplificado, así como el simplificar, son necesariamente distintos, aunque deban darse los tres necesariamente para alcanzar la máxima simplicidad.

5) Si el simplificante, el simplificado y el simplificar son distintos e infinitamente simples, y sólo Dios es infinitamente simple, se sigue que el simplificante, el simplificado y el simplificar infinitos son Dios; o lo que es lo mismo: que Dios es trino.


* * *

Se prueba que simplificar no es una mera acción, sino una persona:

Simplificar es el medio que une el principio y el término perfectos. Si fuera inferior a ellos, los uniría imperfectamente, lo que es imposible, ya que son perfectos. Por tanto, es igual a ellos y los une perfectamente. Ahora bien, si es igual a ellos, es persona.

Se prueba que si el simplificante y el simplificado fueran uno y el mismo serían un compuesto:

Si la acción está en la raíz del ser, las dos vertientes de la acción, principio y término de la misma, en este caso el simplificante y el simplificado, deben ser diferenciadas. Luego, si forman parte del mismo ser, habrá en dicho ser diferencias; y si hay diferencias, hay composición. La solución de Llull, y la del cristianismo, es que tales diferencias son raíces o expresiones del mismo ser, pero no partes de éste, al darse entre ellas una relación de igualdad absoluta en cuanto al ser.

domingo, 5 de diciembre de 2021


En un ser finito el agente, el medio y el fin son distintos, al desplegarse en el espacio y el tiempo en actos sucesivos. La razón por la que estos tres no son esencialmente distintos en Dios es que Dios es aespacial y atemporal. Y la razón por la que son dinámicamente distintos es que si Dios, siendo infinito, tuviera un obrar u obrado finitos, sería menos infinito que si tuviera un obrar u obrado infinitos; y tal no puede admitirse si asumimos, como hacen todas las religiones monoteístas, que Dios es el óptimo máximo; luego también es el máximo infinito, por lo que su obrar u obrado no pueden distinguirse de él por razón de la infinitud, sino por razón de su posición en el acto.

Por otro lado, si el obrar y el obrado de Dios fueran infinitos y se identificaran plenamente con el que obra, sin distinción de personas, habría que concluir que Dios se obra a sí mismo, siendo a la vez sujeto de su acto y no siéndolo; siendo, entonces, una cosa y su contraria, lo que es imposible para todo ser. En el caso de Dios es, además, superfluo. Pues ¿qué necesidad tendría Dios de unificarse, bonificarse, magnificarse, etc. si ya es máximamente uno, bueno, grande, etc.?

sábado, 4 de diciembre de 2021


Para un aristotélico como Homero/Omar era incomprensible que las personas divinas fueran un solo Dios, ya que las diferencias entre ellas debían ser o bien substanciales o bien accidentales. Si eran substanciales, se admitía la existencia de una pluralidad de dioses; si eran accidentales, se introducían accidentes en Dios, lo que es contrario a la noción del acto puro.

La doctrina de la Trinidad, sin embargo, no encaja en estos moldes peripatéticos. Dios no tiene un solo modo de ser necesario, sino un modo dinámico por el que es TRES VECES NECESARIO, a saber, en cuanto inicio, en cuanto medio y en cuanto término. Esta teología es un desarrollo metafísico del número perfecto de los pitagóricos, el tres. Puesto que 1) nada es perfecto sin obrar, 2) todo cuanto obra se dirige necesariamente a lo obrado y 3) hay entre estos dos un vínculo necesario que es el obrar, se concluye que el tres está en la raíz de la acción, que a su vez se encuentra en la raíz del ser.


La tesis de Llull, como él mismo explica, está sustentada sobre tres pilares argumentativos:

1) Las dignidades de Dios, al ser acciones (unificar, bonificar, magnificar, etc.), deben ser infinitas para no ser ociosas y vacuas por toda la eternidad. Se evita así la consecuencia absurda de que Dios incremente su actividad, y por tanto su dignidad, por razón del tiempo y las circunstancias.

2) El ser que existe y actúa tiene más ser que el ser que sólo existe. Por tanto, siendo Dios el ser máximo, debe actuar y debe actuar siempre.

3) Todo ser con correlativos es más necesario que un ser sin ellos. Así, el ser inteligente es más necesario si intelige lo por él inteligido, dándose inteligente, inteligido e inteligir, que si es inteligente en potencia pero carece de inteligir e inteligido en acto. Estos correlativos, al ser tres y darse en la esencia infinita de Dios, son Dios con Dios, distintos en el orden de generación e iguales en el orden del ser, por lo que Llull los identifica con la Trinidad.

A partir de esta tesis Llull debe desarticular las objeciones de Homero/Omar, que postula que Dios es perfecto pero no es conmutable con sus dignidades, a las que él llama simplemente cualidades o instrumentos mediante los que Dios obra en el mundo.

Según Llull, las razones o dignidades de Dios expresan su esencia desde distintas vertientes del ser, a saber, su unidad, bondad, grandeza, etc. Ahora bien, Dios no puede conocer sus razones, ni por ende su esencia, si éstas no son dinámicas, esto es, si no son acciones en las que se dé el trío de correlativos -agente, acto y actuar-, pues un poder que no obra, así como una bondad que no bonifica o una grandeza que no magnifica, no son reales, efectivos ni cognoscibles, del mismo modo que no lo es un fuego que no quema ni ilumina.

Sin embargo, que Dios conozca sus razones mediante tres correlativos distintos no conlleva que éstas sean distintas en el proceso por el que son conocidas. Por consiguiente, la bondad es la misma en el bonificativo que en el bonificado y en el bonificar, ya que el bonificativo bonifica al bonificado con un bonificar absoluto. Semejantemente, la ignición es la misma en el ignificativo, el ignificado y el ignificar, pues no hay mayor ni menor ignición en el agente, el acto y el actuar, ni una ignición condicionada, sino una ignición absoluta. Por tanto, es forzoso concluir que no se dan en los correlativos diferencias esenciales ni accidentales.

Si, por el contrario, Dios no tuviera correlativos cuya naturaleza fuera tan infinita como la suya, esto es, si no hubiera una diferencia infinitamente compleja entre el Dios que se dirige a un fin, el fin al que se dirige Dios y el dirigirse Dios a dicho fin, habría una diferencia finita en complejidad y, por ello, sujeta a lo cuantificable, al mundo y al devenir, sobre los que Dios actuaría en tanto que es uno, bueno, grande, etc. Por lo que el conocimiento de Dios sobre dicha diferencia sería también finito, cuantificable y lábil; lo que equivale a decir que Dios conocería su unidad, bondad, grandeza, etc. de un modo imperfecto y contingente, lo que es imposible.

Así, la Trinidad en el sistema lulliano viene impuesta por la razón, toda vez que el obrar de Dios debe ser infinito y, dado que la misma persona no puede unificarse, bonificarse, magnificarse, etc., porque ya es una, buena, grande, etc. en grado sumo, ha de articularse en tres expresiones infinitas del mismo ser, no siendo admisible la asimetría entre el que obra, lo obrado por él y el obrar, en la medida en que no se da un obrar verdaderamente infinito si alguno de estos tres exponentes es finito.

Ésta es, pues, la médula de su apología:

Llull juzga que la unidad, bondad, grandeza, etc. del Dios del islam son proporcionales al mundo y, por consiguiente, una unidad, bondad, grandeza, etc. puramente imaginarias, ya que no hay proporción entre el mundo y Dios. Mientras que la unidad, bondad, grandeza, etc. del Dios del cristianismo son proporcionales al mismo Dios, que obra sobre sí en un perpetuo fluir y refluir, y, por tanto, una unidad, bondad, grandeza, etc. adecuadas a la esencia infinita del óptimo máximo.