miércoles, 30 de abril de 2008

Cultura


Concedo que la idea de una cultura primigenia, particular y venerable es falsa, un trasunto sofisticado de los dioses lares. La auténtica cultura está por encima de la ideología y del narcisismo, pertenece al progreso de la humanidad. Es un fruto de la civilización y, por tanto, de la razón común. No actúa como fundamento, sino como techumbre: pueden existir civilizaciones bárbaras, pero tienen sus días contados.

De todos modos diría que Eduardo ha querido ir más allá de la mera crítica al folklore al plantear esta reflexión. Y no creo aventurar mucho si asumo que el rechazo del concepto "objetivo" de cultura se dirige en realidad contra las que vendrían a conocerse por el nombre de ciencias del espíritu, que él imagina reductibles a procesos evolutivos. La denuncia de esta supuesta hipóstasis ilegítima llamada "cultura" tiene, pues, una clara intencionalidad autoapologética para el materialista.

La cultura, empero, es substancial como substancial es la razón, si bien ambas se expresan por canales sesgados -canales humanos. La misma palabra "formación" (Bildung) apela a la forma, un concepto platónico, intersubjetivo y hasta cierto punto místico. Cultura, que es trabajo en latín, refiere a su vez a aquello por lo que es digno esforzarse, al sufrimiento que ennoblece al industrioso, incluso al animal industrioso; al sacrificio, en fin, que libera al hombre de su destino miserable, según Hesíodo y más tarde Virgilio en sus Geórgicas.

Couperin, de nuevo















La-Françoise.mp3

martes, 29 de abril de 2008

Que viene el Papa-II


Es cierto que dos milenios de historia dan para muchas incongruencias. Pero el Islam no tiene ningún Lorenzo Valla que denuncie vigorosamente las ambiciones temporales de los clérigos, ningún Erasmo que denoste las guerras de religión, ni ningún Bernardo de Claraval que señale al Papa los límites y fines de su potestad. A la vista está que la violencia y la devoción no son contradictorias allí donde su alianza no suscita una repulsa duradera y una oposición consistente.

Por otro lado, el poder secular requiere ahora y siempre de algún principio legitimador. El religioso fue el más apropiado en la era preconstitucional, remitiendo a elementos morales conocidos por todos, invariables por su sanción e inviolables por su intangibilidad. Tanto fue así que el acatamiento de los mismos condicionaba el ejercicio de la soberanía bajo la fórmula de modestia "por la gracia de Dios", que hoy los necios tienen por arrogante.

Acabar con el hereje, finalmente, resultó de la razón de Estado, no de lo que dictaba el Evangelio. Acepta esta consecuencia, pues te doy la razón en parte: el cristianismo también ha sido efecto de la historia y no sólo causa. En su complicidad con los príncipes para el mantenimiento del orden público, por ejemplo. No porque esos príncipes se viesen obligados a obedecer a la Iglesia, sino porque para perseverar en sí todo cuerpo político requiere de una continuidad y una homogeneidad que el libre examen no es capaz de dar (salvo bajo el fraudulento "cuius regio, eius religio"). Tampoco las revoluciones con sus turbas, como lo prueba el hecho de que todas requieran ser templadas por una dictadura que consolide los logros pagados a precio de sangre.

lunes, 28 de abril de 2008

Pescadillas cerebrales




No puedo evitar preguntarme si alguno de los aquí presentes cree que el amor extremo, el patriotismo extremo y la inspiración poética extrema -entre otras experiencias enajenantes que podrían citarse- nacen de brotes esquizoides o más bien los provocan. Porque, puesto que la enfermedad mental es causada, debe tener una causa distinta a sí misma, y por tanto de diferente especie a aquella a la que pertenece.

Un sabio escribió que los errores en la vida crean los defectos en el cerebro. La acción primero, luego el resultado. No era positivista.

Que viene el Papa-I


El laicismo es un fundamentalismo iuspositivista que quiere convertir las libertades en derechos o en obligaciones. En derechos si son acordes con su ideología, y en obligaciones si no lo son.

El cristianismo -si obviamos Bizancio y su particularidad césaropapista- jamás ha sido teocrático. En Occidente ni los emperadores tuvieron la potestad sacerdotal ni los cargos eclesiásticos la administrativa. De ahí que nobles y clérigos formasen estamentos diferentes en lugar de fusionarse en un mandarinato indistinto. Hago esta puntualización porque "teocracia" es un término peyorativo, asociado al despotismo, que a menudo se emplea sin base histórica contra los cristianos, y en particular contra todo aquel que honestamente rechace algún principio jacobino que en realidad ya nadie acepta, como por ejemplo la soberanía popular irrestricta (¿para qué sirven, entonces, las constituciones?).

Así, que el Estado sea neutral -como ha de serlo el juez- no significa que se espere otro tanto de nuestros regímenes políticos -como tampoco se espera de la ley. Toda ley fija valores y aspira a ser de pública utilidad, pues de otro modo resultaría tiránica. Si los valores cambian con demasiada rapidez, darán la impresión de arbitrarios y se perderá la seguridad jurídica, que es el fundamento tácito de la tranquilidad de nuestras sociedades.

En definitiva, el iuspositivismo necesita un límite, que no puede ser otro que el iusnaturalismo. Ahora bien, mientras que es factible abogar por el derecho natural respetando la ley vigente (como hizo Sócrates al acatar su condena), es de todo punto imposible declarar al Estado autoridad última en materia moral al tiempo que se desvincula a ésta de la ideología de un determinado partido, apelando por toda excusa a la neutralidad paradigmática del primero. Es simplemente una falacia, o un manojo de ellas.

Inconsecuencias


1) Hypotheses non fingo.

Newton, fingiendo hipótesis.

2)
Efectivamente, en la metafísica la razón se atasca continuamente, incluso cuando, hallándose frente a leyes que la experiencia más ordinaria confirma, ella se empeña en conocerlas a priori. (...) No hay, pues, duda de que su modo de proceder, ha consistido, hasta la fecha, en un mero andar a tientas y, lo que es peor, a base de simples conceptos.

Kant, haciendo metafísica.

3)
Debo sentar la premisa de que no me ocupo del origen de las facultades mentales, de igual modo que tampoco lo hago del origen de la vida misma. Nos interesa sólo la diversidad de los instintos y de las demás facultades mentales de los animales de una misma clase.

Darwin, ignorando la revolución darwinista.

domingo, 20 de abril de 2008

No se espera a Maquiavelo


Buen artículo, verdaderamente. Es una lástima que descuide por completo el factor humano. Nada grande se hace sin convencimiento, y ningún proyecto que no sea transversal en lo ideológico es capaz de aunar con éxito el esfuerzo de varias generaciones.

No subestiméis la capacidad de movilización del cristianismo extraviándoos en datos epidérmicos. Una religión moribunda no necesita ser atacada, si acaso sólo escarnecida. No estamos en esta situación: pese al infantilismo ateo y a su ignorancia histórica, la batalla intelectual es y será absoluta y sin cuartel. Vuestras armas pueden hoy brillar más, pero nosotros tenemos dos mil años de pólvora.

Ojalá os queden años para ver.

viernes, 18 de abril de 2008

Veinte mil kilómetros


Leo en un blog ateo una supuesta refutación experimental del libre albedrío que parece haberse hecho popular en la red:


Ya siete segundos antes de realizar una decisión consciente, su resultado puede predecirse a partir de actividad inconsciente del cerebro. Es lo que muestra un estudio realizado por científicos del Instituto Max Planck (Leipzig) y otros. Los investigadores usaron un escáner cerebral para investigar qué sucede en el cerebro justo antes de que se tome una decisión. Muchos procesos en el cerebro ocurren automáticamente y sin involucrar a la conciencia.


Es mi tarea aguar la fiesta a los que corren tanto. Resulta preciso distinguir entre las acciones espontáneas y las libres. Las primeras están dirigidas a un fin, mientras que las segundas, además, han sido elegidas racionalmente entre al menos dos opciones posibles. El experimento que se menciona no refuta la espontaneidad, sólo la libertad concebida como "momento inicial" (ese momento que San Agustín reservaba a la gracia en las acciones virtuosas). Sin embargo, nadie ha de concebirla de este modo. Así, Heinecio, a quien debo la distinción mencionada, afirmó lo siguiente siglos antes de que la pedantería científica exhibiese sus inanes demostraciones:

For tho' the mind, with respect to the first impression, be passive, every thing else is however intirely in its power; to resist the first impulse, not to approve it, nor to suffer it to gain too much force.


Ser libre significa poder tomar las riendas en un momento dado, no el tenerlas siempre sujetas, que es una exigencia sobrehumana. La libertad, entonces, no reside en provocar el origen del acto libre, sino en dirigir eficazmente su fin.

Pero, ¿qué son las palabras de un añejo ilustrado frente a la mística contemporánea del experimento? Son "opiniones" y "prejuicios" de los que, naturalmente, al investigador se le presupone a salvo, pues la verdad le va en el sueldo.

* * *

C'est un métier, maintenant, que d'être explorateur; métier qui consiste, non pas, comme on pourrait le croire, à découvrir au terme d'années studieuses des faits restés inconnus, mais à parcourir un nombre élevé de kilomètres et à rassembler des projections fixes ou animées, de préférence en couleurs, grâce à quoi on remplira une salle, plusieurs jours de suite, d'une foule d'auditeurs auxquels des platitudes et des banalités sembleront miraculeusement transmutées en révélations pour la seule raison qu'au lieu de les démarquer sur place, leur auteur les aura sanctifiées par un parcours de vingt mille kilomètres. (Lévi-Strauss)

jueves, 17 de abril de 2008

L'Homme Machine-II




La tesis fatalista predica que las acciones de un hombre son tan independientes de su albedrío como su grupo sanguíneo, tan inexorables como los latidos de su corazón -incluso más. Se da la paradoja, entonces, de que el mundo puede cambiarnos (porque somos en función de un tiempo y de un lugar), pero no podemos cambiarnos a nosotros mismos. ¡Como si no fuéramos mundo!

Establezco que obrar sobre sí y autodeterminarse son sinónimos. Padecerse a sí mismo no tiene ningún sentido, y hacerse a sí mismo tampoco: son ficciones del lenguaje. Obrar, pues, es actuar el sujeto sobre su cuerpo, al menos en la apariencia racional, que es la que nos importa a los efectos de este razonamiento. Ahora bien, si el sujeto y el cuerpo son idénticos, no hay autodeterminación, sino determinación de un cuerpo por otro.

* * *

Por fijarlo en forma de esquema, estos son los casos que el sentido común acepta o descarta (1-4), frente al que rechaza sólo el materialista (5):

1) Padecerse a sí mismo: imposible (por la definición de "padecer", que remite a los fines ajenos).

2) Hacerse a sí mismo: imposible (por la función de todo "sí mismo" como sujeto previo a cualquier predicado que se le adjudique).

3) Padecer algo por otros: posible (el resto del mundo incidiendo en nuestro cuerpo).

4) Hacer algo a otros: posible (nuestro cuerpo incidiendo en el resto del mundo).

5) Hacernos algo a nosotros: imposible (nuestro cuerpo incidiendo en nuestro cuerpo; "tertium non datur", puesto que 1 y 2 son manifiestamente absurdos).

El "yo" sólo puede ser un conjunto o agregado cuando padece. Cuando actúa debe ser una unidad real y substancial, salvo que se pretenda o bien que 1 y 2 son posibles, o bien que existen alternativas a 1 y 2.

En suma, si el "yo" es sólo un cuerpo y el "yo" no actúa sobre sí mismo ni se padece a sí mismo, ni existe modo de cambiar un cuerpo más allá de la acción o la pasión que éste experimente, entonces el "yo" no puede cambiarse. Esto es, hay cuerpos (los comprendidos en la noción extensa del "yo") que no pueden cambiar a otros (estos mismos cuerpos), lo cual atenta contra el principio general de que la materia está codeterminada.

Luego, suponiendo que quepa continuar hablando de "cuerpos" en plural y no se reduzca el universo a un único cuerpo (lo que agravaría la paradoja), o renunciamos al principio de codeterminación, o renunciamos a la consecuencia del siervo albedrío.

miércoles, 16 de abril de 2008

L'Homme Machine-I




La escatología positivista es absurda. Supongamos que mi comportamiento es predecible por un observador que conozca a la perfección mi cuerpo y las leyes que lo rigen en tanto que compuesto material. Tras un cálculo preciso, el omnisapiente escrutador de mi albedrío me indica: "En este instante, consideradas todas las variables, incluida esta conversación que estamos manteniendo, es necesario que te rasques la barbilla y ladees la cabeza a la izquierda". Visto lo cual, procedo a acariciarme la nuca y estirar la pierna derecha.

¿Eres capaz de imaginar, lector, alguna situación en la que, tras decirme detalladamente lo que haré en los próximos segundos, yo no pueda más que ceder ante tus exactas previsiones, como cede ante la gravedad la piedra que rueda por la pendiente hasta el lago?

Workoholic


¿Somos libres? Postdata


El libre albedrío no implica que el alma "cree" acciones, sino que detrás de cada acción hay que presuponer un alma (esto es, un individuo). Dicha alma va a estar tan codeterminada como se quiera, pero ninguna de sus codeterminaciones bastará para explicar suficientemente la acción llevada a cabo por ella.

En definitiva, "autodeterminación" y "codeterminación" no se excluyen en la realidad como parecen excluirse en el lenguaje. Autodeterminarse es elegir un fin, cuya consecución está forzosamente codeterminada por los medios que se empleen a la hora de alcanzarlo, pues nadie opera en el vacío ni somos una tabula rasa. La espontaneidad del acto de elegir viene dada, entonces, no por el modo en que se llega a él, mas por el hecho contingente de que se llegue a él, hecho este último que es mejor explicado por la hipótesis de la libertad (fines propios, claros y distintos: acciones) que por la de la fatalidad (fines ajenos, confusos: pasiones).

lunes, 14 de abril de 2008

Simple metafísica


Axioma.

La causa, igual al efecto pleno, es siempre mayor que el efecto tomado en cualquiera de sus partes.

Hipótesis 1.

Lo simple es causa de lo complejo.
Luego lo simple es mayor que lo complejo en tanto que complejo (dividido).

Hipótesis 2.

Lo complejo es causa de lo complejo.
Luego lo complejo es incausado y causado.
Ergo, lo complejo es mayor que lo complejo.

Se sigue un absurdo, por lo que -a "tertium non datur"- la primera hipótesis es la verdadera.

Si lo simple es mayor que lo complejo y causa suya, todo lo que se predique de lo complejo puede predicarse de lo simple (o de cierta especie de simplicidad). Dicho de otra manera, no hay nada material sin trasunto espiritual, pero sí a la inversa.

* * *

Discutiéndose.

Vínculo imaginario




"Un Dios simple no puede perdonar pecados. No es, por ello, el Dios cristiano". Tal razonamiento se basa en la petición de principio materialista según la cual todo foco de actividad es extenso, asunción ésta que acabo de refutar.

No hay ninguna regla de proporcionalidad (directa o inversa), ninguna correlación semántica ni, insisto una vez más, ninguna vía racional que nos permita asociar extensión y actividad. ¡Ninguna! Ninguna, amigos. Abandonad de una vez.

domingo, 13 de abril de 2008

¿Podemos ser libres sin alma?


Respondo que no. Evaluemos:

1)
Llamo cualidad negativa a aquella que por sí misma no explica nada. Cualidad positiva será, pues, aquella capaz de autoexplicarse hasta cierto punto.

2) La pasividad es una cualidad negativa de los cuerpos por la que, pese a su resistencia, pueden ser afectados por otros.

3)
Todas las cualidades negativas carecen de lugar. La debilidad de un músculo, por ejemplo, no es localizable en un lugar antes que en otro: se entiende que todas sus partes son más o menos débiles, puesto que ninguna es absolutamente fuerte.

4) La actividad, sin embargo, es una cualidad positiva. Como tal, tiene un lugar diferenciado según el tipo de actividad de que se trate y el grado en el que ésta se desarrolle.

5) Por tanto, podemos definir la actividad como la capacidad de los cuerpos para modificar otros cuerpos según un fin propio.

6)
Dicho fin depende del cuerpo que actúe, que aunque también se vea modificado en su actuar, cambiará según su potencia en la medida en que ésta sea actualizada.

7) Ahora bien, la decisión libre es una actividad, dado que incide en el devenir de los cuerpos y posee fines propios.

8) En consecuencia, es una cualidad positiva (autoexplicable) y está puntualmente localizada.

9) Si está localizada, no puede difundirse homogéneamente por todo el cuerpo. Es decir, debe estar en una o distintas partes del cuerpo.

10) Si está en distintas partes del cuerpo, no puede autoexplicarse, ya que cada parte remite al conjunto de las partes diferenciadas. Y si no puede autoexplicarse no es una cualidad positiva ni, por ende, una actividad.

11) Luego, habida cuenta de que la decisión libre es una actividad (punto 7), debe estar en una sola parte del cuerpo.

12)
Todo cuerpo se encuentra dividido en infinitas partes. Por otro lado, toda parte de un cuerpo es un cuerpo.

13) De ahí se sigue que la decisión libre no reside en el cuerpo, sino en la substancia incorporal: el alma.

14)
Ergo, no podemos ser libres sin alma, que es lo que había que demostrar.

sábado, 12 de abril de 2008

Flos flori




La demostración universal más incontestable de la verdad del cristianismo es la imitatio Christi. Cristo no es una doctrina, es un ejemplo. La doctrina la creamos los cristianos para que no hubiera disensiones en nuestra Iglesia. Pero no es lo fundamental, no es la raíz. Jesús no fue un teórico, ni un filósofo, ni un retórico, ni siquiera un político. Tampoco lo fueron sus discípulos, ni por consiguiente debemos serlo nosotros. Al menos no para llamarnos seguidores de Cristo.

La superioridad de una religión con respecto a las demás se mide por la magnitud de los espíritus que genera y cobija. La magnitud, a su vez, se mide por el alcance de la renuncia. Sólo puede renunciar sin hipocresía a la felicidad del presente aquel que acepta feliz su destino; sólo da a los demás con eficacia quien procura retener para sí; y sólo es verdaderamente grande quien se hace pequeño para caber en todas partes.

El cristianismo es la única religión en la que la renuncia y la perseverancia están perfectamente compaginadas. El budismo es renuncia pura, el islam perseverancia pura. Sin embargo, en Cristo los espíritus ni se extinguen en el infinito ni se confunden con la voluntad de poder, sino que emplean la voluntad contra la voluntad y lo infinito contra lo finito.

En Cristo se reúnen la amargura del no y la dulzura del sí, el redimir el mundo y el redimirse en el mundo, la huida y el encuentro.

En Cristo.

Hipnosis diabólica




Hay una razón más baja que la razón (hipognosis), capaz de persuadirnos en tanto que se corresponde con nuestra naturaleza racional, al tiempo que nos engaña por estar dirigida a fines no racionales, es decir, no libres. Es la razón orientada a los sentidos.

Toda mala acción, pues, presupone al menos un pensamiento sensual. Ahora bien, puesto que el objeto de los sentidos no es racional (en tanto que sensible), y nadie puede engañarse a sí mismo conscientemente, debemos presuponer también una fuerza inconsciente en el origen del engaño.

Sin embargo, nada irracional es capaz de influir en los seres racionales (en tanto que racionales, esto es, conscientes). Luego la mencionada fuerza inconsciente es racional. Lo cual colisiona con la definición de lo inconsciente, asociada de un modo invariable a lo irracional en el hombre. Por tanto, concluimos que es una fuerza no humana.

De la misma manera que toda buena obra requiere la gracia que inspira la intención y buena voluntad para llevarla a cabo, toda mala obra exige el acto hipnótico que nubla el intelecto y la voluntad viciada que la ejecuta.

jueves, 10 de abril de 2008

Pandarwinismo


Las primeras décadas del siglo XXI serán registradas por los historiadores de la cultura como aquellas que vieron al darwinismo competir con las demás opciones religiosas, fracasando estrepitosamente en su empeño. Al amigo Richard, epígono exótico del positivismo, le dedicarán un párrafo y medio; quizá alguna foto en miniatura en la que aparecerá indefectiblemente cabreado. Pandarwinismo puede que lo llamen. Todo lo concerniente al espíritu tenía que explicarse según Darwin: lo alto y lo bajo, lo pequeño y lo grande. O eso o tierra quemada para el escéptico.

Los desafíos adolescentes no duran mucho, sin embargo. Son estertores en los que la incertidumbre y la angustia toman la apariencia castrense del orgullo. Recuérdese la diosa razón de los jacobinos o las almas predestinadas de los calvinistas, que hoy mueven a risa. ¡Ah, qué ridículos os veréis cuando la vorágine pase y os hayáis cansado de dar mandobles al aire! No se hará esperar el día en el que la inteligencia de mi generación se medirá por la prontitud de sus individuos a la hora de desertar vuestro bando.

miércoles, 9 de abril de 2008

Poiesis ex machina




La cultura grecolatina no tuvo nunca una teoría del genio, como sí observamos en el romanticismo o en Weininger. El mismo término "genio" nos remite a una realidad sobrenatural, al espíritu agente de todas las cosas (pues poetizar es recrear el mundo en su totalidad), al daimon o ángel custodio.

¿Cómo ignorar esto? ¿Cómo ignorar que Homero y los poetas antiguos invocaban a la Musa, y no retóricamente por cierto, sino para imbuirse de un poder de expresión superior, único e inexplicable por medio del recurso a la técnica abstracta o a la memoria concreta?

El psicoanálisis y el pensamiento materialista en general procurarán persuadirnos de que son los procesos inconscientes los que por emersión lingüística desembocan en experiencias internas aparentemente nuevas, que en realidad habrían permanecido en la penumbra hasta que un resorte pulsado de manera azarosa las activara.

Ahora bien, ningún clásico transigiría con la explicación que hiciese surgir al orden del caos sin presuponer en éste, como en el relato teogónico, una verdad preexistente e inmutable. Porque si el orden y el caos son conceptos convencionales, en ese caso la creación es ficticia, el genio una impostura y el placer estético un autoengaño. Pero si no lo son, entonces cuentan con un eje inteligible y secreto cuya operación no depende de nuestra voluntad.

Monteverdi aflamencado




Genial de todos modos.

* * *

Notte, che nel profondo oscuro seno
chiudesti e nell'oblio fatto sì grande,
degne d'un chiaro sol, degne d'un pieno
teatro, opre sarian sì memorande.
Piacciati ch'io ne l'tragga e'n bel sereno
a le future età lo spieghi e mande.
Viva la fama lor, e tra lor gloria
splenda dal fosco tuo l'alta memoria.

Non schivar, non parar, non pur ritrarsi
voglion costor, ne qui destrezza ha parte.
Non danno i colpi or finti, or pieni, or scarsi:
toglie l'ombra e'l furor l'uso de l'arte.
Odi le spade orribilmente urtarsi
a mezzo il ferro; e'l piè d'orma non parte:
sempre il piè fermo e la man sempre in moto,
né scende taglio in van, ne punta a voto.
L'onta irrita lo sdegno a la vendetta,
e la vendetta poi l'onta rinova.
Onde sempre al ferir, sempre a la fretta
stimol novo s'aggiunge e piaga nova.
D'or in or più si mesce e più ristretta
si fa la pugna, e spada oprar non giova:
dansi con pomi, e infelloniti e crudi
cozzan con gli elmi insieme e con gli scudi.

martes, 8 de abril de 2008

Ni Dios ni el Diablo




Un argumento evolucionista en Alejandro de Afrodisias a favor del libre albedrío:

Si todas las cosas que suceden se siguen de ciertas causas que han sido preestablecidas, son definitivas y existen de antemano, en vano deliberan los hombres sobre lo que deben hacer. Y si el deliberar fuera en vano, el hombre tendría en vano el poder de deliberar. (No obstante, si la naturaleza no hace nada que sea primario en vano, y el hecho de que el hombre sea una criatura viviente con el poder de deliberar es un producto primario de la naturaleza, y no algo que acompaña meramente y sobreviene con los productos primarios, la conclusión que obtenemos es que los hombres no tienen en vano el poder de deliberar).

lunes, 7 de abril de 2008

Nadie puede jactarse de ser más que un individuo


Todo hombre por sí mismo, como individuo, debe rendir cuentas ante Dios. Ningún tercero osará interponerse en este examen entre Dios y el individuo. Sin embargo este diálogo, al poner la cuestión sobre el tapete, osa y ha de osar a recordarle al hombre, de un modo inolvidable, que la más desastrosa de todas las evasiones consiste en esconderse en la multitud en un intento de escapar al escrutinio al que Dios lo somete en tanto que individuo. Tiempo atrás, Adán intentó esto mismo cuando su mala conciencia lo condujo a imaginar que podía esconderse entre los árboles. Puede que sea incluso más fácil y práctico, y más cobarde, el esconderse entre la multitud en la esperanza de que Dios no será capaz de distinguirnos al uno del otro. Pero en la eternidad cada uno deberá rendir cuentas como individuo. Esto es, la eternidad exigirá de él aquello que debería haber vivido como individuo. La eternidad representará ante su conciencia todo lo que ha hecho como individuo a quien se haya olvidado a sí mismo en el fatuo bullicio. En la eternidad se le pedirá que rinda cuentas estrictamente como individuo a quien haya intentado permanecer en la multitud, donde no era posible una estimación tan precisa. Cada uno deberá rendir cuentas ante Dios como individuo. El rey deberá rendirlas como individuo; y el más despreciable de los mendigos, como individuo. Nadie puede jactarse de ser más que un individuo, y nadie piensa en su abatimiento que no sea un individuo, puesto que tal vez en sus asuntos mundanos no se hizo con un nombre, sino que fue reputado como un colectivo.


Kierkegaard