martes, 14 de junio de 2011

Oda a la paz, tras la Guerra de los Treinta Años






Teutoniam dudum belli atra pericla molestant
Omnibus, o bona pax, gaudia mille ferat.
Laetentur cives patulo gens omnis in orbe
In patria dulci prosperitate nova.
Tota Slesis resonet
Resonet jam tota Budorgis:
Omnibus, o bona pax, gaudia mille ferat.
Turba novem filium nova cantica cantet.
Apolo aureolo resonum pectine pulsat ebur
Exclamant passim Charites, hominesque venusti:
Omnibus o bona pax, gaudia mille ferat.


Hace tiempo que los negros peligros de la guerra agobian a los teutones.
A todos, buena paz, traes mil gozos.
Con agrado extiendes por los ciudadanos de todos los pueblos del mundo
Una nueva prosperidad en la dulce patria.
Que clame toda Slesis
Que clame ya toda Budorgis:
"A todos, buena paz, traes mil gozos."
Que la multitud de nuevos vástagos entone un nuevo canto.
El dorado Apolo tañe su lira de marfil
Las Gracias y amables gentes exclaman por doquier:
"A todos, buena paz, traes mil gozos."

Schütz

lunes, 13 de junio de 2011

Lo unitario




Concibo el que podamos comprender algo parcialmente, pero no el que algo sea parcialmente comprensible. Puedo yuxtaponer una proposición absurda a otra con sentido y seguir hablando de dos proposiciones distintas con características opuestas, a saber, la ininteligibilidad y la inteligibilidad. No hay, pues, ningún término de la proposición compleja que sea parcialmente inteligible o parcialmente absurdo, porque estas cualidades no admiten grados. Luego, salvo que imaginemos una yuxtaposición semejante en el ámbito de lo real, por la que un universo empiece donde el otro acaba (y esto es multiplicar los entes más de lo necesario y demostrable), ha de haber algún tipo de solidaridad o correspondencia entre todas las partes del cosmos por la que, dada una relación racional entre fenómenos, debamos postular que todas lo son, despreciando como aparentes los casos en que se nos muestre lo contrario.

La coexistencia de las partes de un todo, a la que podríamos llamar unidad de estructura, es puramente nominal si no se traduce en una unidad en el tiempo, esto es, en causalidad. Leibniz formuló a Arnauld el ejemplo de dos diamantes separados por muchas millas, el diamante del Gran Mogol y el del Gran Duque. Pues bien, no por el hecho de acercarlos hasta que se toquen, o de engastarlos incluso en una sola joya, se convertirán en substancia única. La proximidad, que es una consecuencia de la extensión, no hace que lo múltiple devenga uno, salvo para nuestras convenciones lingüísticas, que el filósofo no ha de considerar. Por el mismo motivo, el universo sería poco más que una fantasmagoría si, al carecer de un común origen al que retrotraerse, tuviera que ser definido sólo en términos espaciales o geométricos. Así, no hay más substancia que aquella a la que pueden atribuirse congruentemente todos sus predicados pasados, presentes y futuros.

domingo, 12 de junio de 2011

Breve apunte


El dogma de la redención es la réplica a otro dogma, el del pecado original. Quien no cree que el mal moral procede del interior del hombre se ve obligado a suponer al buen salvaje y al criminal enajenado. Éstos conllevan un nuevo dogma, a saber, que la sociedad corrompe a un hombre esencialmente inocente y, en una palabra, que el infierno es el Otro. El infierno es el infiel, porque me atrae a otra fe; es mi vecino, porque compite conmigo; es la mujer, porque me tienta. Yo nací limpio; si tropecé, fue por ignorancia, y otros que estaban antes que yo me condujeron al error. Quien así piensa preferirá siempre castigar a admitir la propia culpa. Y, en fin, permanecerá en la minoría de edad moral quien rechace una verdad tan vieja que era conocida de Homero: que el hombre es el más infeliz de los animales.